Excentricidades
Jimin fue capaz de sentir como una corriente eléctrica viajó por su espina dorsal en el instante en el que Yoongi desplazó la mirada desde su trasero y conectó con la suya propia. Sintió su respiración cortarse de tajo ante esos hipnotizantes ojos tan negros como la noche que lo observaban de una manera tan intensa, que el pelirrojo estaba convencido de que el pálido podía ver en su interior.
Aunque sólo pasaron varios segundos, Jimin sintió que había estado atrapado en dicha mirada durante horas antes de que el pelinegro pronunciara las palabras que lograrían sacarlo de su transe momentáneo.
--Te acepto como mi futura esposa. -El pálido fue testigo de como los voluminosos labios color carmín se entreabrieron ligeramente, provocándole un gruñido que logró ahogar en su garganta.
Aprovechando que se había quitado los lentes de sol segundos atrás, se permitió admirar unos instantes la llamativa boca que permanecía levemente oculta tras un velo casi transparente que, más que ocultar, insitaba a cualquier persona a saciar su curiosidad y comprobar si lo que sus ojos lograban vislumbrar era tan fascinante en realidad.
Yoongi lamió su labio inferior cuando la duda de si los labios rojizos frente a él sabrían tan bien como prometían.
Sonrió complacido cuando los avellanados ojos se posaron sobre sus finos labios, atentos a los movimientos de su lengua.
Bien. No se quedaría con la duda.
***
Jimin sintió su pecho agitarse cuando, tras posar de manera inevitable sus ojos sobre los rosados y finos labios que relucían a causa de la saliba, su mirada volvía a quedar irremediablemente atrapada en esos dos pozos negros que, a juzgar por la brillantez que poseían, se asemejaban más a un cielo negro plasmado de millares de estrellas.
Un momento. Él conocía ese tipo de miradas.
¡NO! hubiera gritado de haber encontrado su voz.
No. No. No.
Esa negativa se repetía una y otra vez en su cabeza mientras Yoongi se acercaba cada vez más a él con la clara intención de besarlo.
Hizo el ademán de retroceder pero era tarde ya porque unas pálidas manos estaban posadas sobre sus hombros impidiéndole salir despavorido de allí.
La diestra contraria fue a parar sobre su cabeza en donde agarró el velo y lo retiró de manera brusca, como si realmente la prenda le molestara. Jimin jadeó de sorpresa cuando unos fríos dedos tocaron su mentón, elevando su rostro escasos milímetros antes de sentir como sus labios eran asaltados sin siquiera darle tiempo a reaccionar.
El beso era demandante, incluso mucho más que cualquier otro beso que le hubieran dado antes. Intentó resistirse, quiso mantener sus labios sellados para no dar paso a ese pequeño músculo rosado y húmedo que exigía entrar en su cavidad bucal, no obstante, falló en su intento porque de un momento a otro se descubrió moviendo sus belfos al ritmo que imponía el pálido.
Rápidamente el beso estaba acompañado de succiones y mordidas. Jimin parecía querer arrancarle los labios a Yoongi con cada mordisco pero luego alternaba entre succionarlos y lamerlos demostrando así cuanto disfrutaba de ellos.
Yoongi deslizó ambas manos por su espalda hasta posarlas en su bien formado trasero, amortiguando con su boca el jadeo de sorpresa que escapó de Jimin cuando amazó con descaro ambas nalgas. De repente, el cuerpo del menor era estampado con poca delicadeza sobre una superficie plana y fría que logró reconocer como una pared. Su cuerpo siendo elevado varios centímetros del suelo solo para un segundo después sentir como se deslizaba por el caliente cuerpo que lo aprisionaba. Logró sentir la dureza de Yoongi en su abdomen y ese detalle debió ser un indicador de que necesitaba parar lo que estaba ocurriendo, más no fue así, al contrario, se sintió terriblemente poderoso de saberse capaz de excitar al contrario. Quizás esa fue la razón por la que ni siquiera se inmutó cuando las manos de Yoongi se adentraron por su túnica para posarse en sus muslos e instarlo a abrir las piernas a la vez que volvía a levantarlo.
Ahora la cintura del pelinegro estaba rodeada por las tonificadas piernas del pelirrojo mientras ambos continuaban devorándose la boca y restregándose entre sí.
No fue hasta que Jimin sintió su miembro doler, intentando quedar libre de su confinamiento, que paró de manera abrupta y se alejó varios pasos de Yoongi.
Ambos pechos subían y bajaban con obvia agitación, la cara de Jimin era todo un poema a la par que observaba la prueba irrefutable de cuán dispuesto a llegar hasta el final estaba el mayor.
--Y-yo...-intentó explicarse. En verdad quería hacerlo pero por alguna razón las palabras no llegaban a él.
--Espera aquí, en seguida te mostrarán tu recámara. -pronunció el pálido, asombrando al menor por su aparentemente rápida recuperación
Dicho esto se marchó, dejando a un muy confundido Jimin atrás.
***
--Acompáñeme, por favor. -pidió una señora de edad avanzada. Jimin tragó grueso antes de seguirla.
¿Qué estoy haciendo? -se cuestionó internamente, consciente de que podía estar arriesgando su vida pero sin tener la convicción suficiente para dar vuelta atrás.
Un llanto llamó su atención al pasar por un pasillo, curioso como era, buscó con la mirada la dirección del sonido, visualizando varios metros atrás como una joven se apresuraba a entrar mientras un chico de porte elegante resguardada la puerta.
Una vez llegó hasta la que sería su habitación, pudo respirar en paz. Se apresuró a entrar al baño y suspiró aliviado cuando liberó de su confinamiento al pequeño Jiminie.
Necesitaba una ducha porque se sentía acalorado.
Pero primero lo primero: Llamar a su dramático amigo.
--Tae. -dijo al teléfono cuando al tercer tono su llamada fue aceptada.
--¡Jimin! ¡¿Qué diablos haces ahí adentro aún?! ¡Tienes que salir, ahora! -como esperaba, su amigo estaba histérico.
--Tranquilízate, ¿sí? Necesito un poco de tiempo. Min en verdad cree que soy su prometida. En serio funcionó, Tae.
--¿Te estás escuchando? -cuestionó Taehyung, casi al borde de la histeria --La verdadera cita de Min llegará en cualquier momento ¿Qué crees que pasará cuando eso ocurra y quedes al descubierto?
--Tae... -respondió con calma, intentando no alterar más a su mejor amigo --...Yoongi salió, me lo dijo una empleada ¿No viste un auto abandonar la casa?
--Sí, hace unos cinco minutos. -contestó más calmado ya. --Aún así, la chica puede llegar y entonces...
--Si llega, tú me avisarás y yo saldré para echarla antes de que alguien de aquí la vea. -ordenó tajante.
--No lo sé, Jimin. Me parece extraño todo esto. Creo que sería mejor que salgas de allí.
--Tae, no voy a desperdiciar esta oportunidad. Estoy dentro de la mansión como la prometida del dueño, en cuanto tenga la oportunidad voy salir a explorar. Hace un momento vi algo sospechoso y estoy casi seguro de que servirá para mi blog. Te prometo que saldré inmediatamente tenga la información.
Solo silencio se escuchaba del otro lado del teléfono y Jimin supo que el castaño aún no estaba convencido.
--Estaré bien, lo prometo. Si necesito ayuda te marco inmediatamente y llamas a la policía ¿sí?...Pero sólo si te pido ayuda. -enfatizó.
--Está bien. -farfulló el más alto.
El pelirrojo colgó su teléfono. Miró anhelante en dirección al baño, deseaba tanto sumergirse entre burbujas y agua caliente, pero no podía arriesgarse a bajar la guardia. No era el momento para relajarse y tomar riesgos.
***
Varias horas después tuvo otra intensa discusión con Taehyung que se negaba a irse y dejarlo pasar la noche allí. Había intentado varias veces averiguar qué había tras la puerta que tan celosamente era cuidada, pero cada que daba dos pasos fuera de su recámara era interceptado por algún empleado que se le pegaba como lapa hasta que se veía obligado a regresar a su habitación para quitárselo de encima.
Sin embargo, sabía que el momento idóneo para explorar sin nadie que le estorbe era en la noche. Después de todo, incluso los empleados deben dormir.
Con esa certeza en la cabeza se preparó un baño después de cenar y se dispuso a colocarse un camisón de seda que le fue entregado, aunque sentía cierto bochorno por dormir con esa prenda debía admitir que era bastante cómoda y práctica, aparte de que hacía casi la misma función de la túnica.
Decidido a descubrir esa misma noche qué ocultaba el pelinegro y largarse al instante de allí, se acostó para fingir que dormía hasta que llegara la hora de actuar.
*-*
Tras comprobar que pasaba de media noche, un impaciente Jimin se levantó velozmente de la cama. No se molestó en someter a otra nueva tortura a su pene, ya que no le veía el caso, después de todo, lo más probable era que ya todos estuvieran profundamente dormidos. Sin embargo, tomó una bufanda que horas antes había encontrado por ahí y se la colocó en el cuello para ocultar su manzana de adan, solo por si se topaba con algún empleado merodeando.
Pasó su mano izquierda por la brillante y larga cabellera, asegurándose de que aún estuviera bien colocada y salió con sigilo de su recámara.
Caminando descalzo y de puntitas para no provocar ni el más mínimo de los ruidos, llegó triunfante hasta la misteriosa habitación. Tomó una profunda bocanada de aire antes de girar la cerradura y asomar lentamente solo la cabeza para tratar de vislumbrar algo, más sólo había oscuridad dentro.
--No te han dicho que es de mala educación husmear en casa ajena.
En ese momento Jimin sintió como todo su cuerpo se paralizaba del terror al escuchar la grave voz tras de sí.
Soy hombre muerto. -alcanzó a pensar antes de sentir como era cargado al estilo nupcial siendo así alejado de descubrir que había tras la puerta.
En serio le hubiera gustado implorar por su vida, arrodillarse de ser necesario y suplicar que no lo matara.
Después de todo, sería en verdad penoso morir sin siquiera haber descubierto algo por lo cual recibir tal castigo.
No entendía qué pasaba con él. Debería estar aterrado ante la posibilidad de ser asesinado y no estar en completa calma mientras era depositado suavemente sobre una enorme y cómoda cama.
--Hay que dormir. -puntualizó el pelinegro ingresando a la cama.
Su cama.
Ese fue el momento en el que Jimin pareció recobrar la cordura. Intentó bajarse a toda prisa pero fue rápidamente detenido por Yoongi. Este lo atrajo hacia su cuerpo y lo abrazó, estando ahora en una posición un poco comprometedora a opinión del pelirrojo, quien podía sentir como el pecho del pálido subía y bajaba lentamente pegado a su espalda, pero lo que más lo alarmó fue sentir algo duro rozar su retaguardia, seguro de que no eran las manos del azabache ya que estas lo abrazaban por la cintura.
--Y-yoongi...-quiso quejarse pero fue rápidamente interrumpido.
--Mañana hablaremos. Ahora es momento de dormir.
Y sin más, no tuvo más opción que acatar la orden que le fue dada.
Ya mañana enfrentaría su castigo.
***
La mañana llegó y para sorpresa del pelirrojo lo que ocurrió estaba lejos de ser un castigo.
Abrió los ojos lentamente cuando un delicioso aroma inundó sus fosas nasales.
Allí se encontraba una bandeja con pan tostado, mermelada de fresas, frutas picadas y un vaso de leche tibia. Jimin se apresuró a mirar alrededor pero no encontró a nadie allí.
Su estómago rugió ferozmente indicándole que cualquier cosa que quisiera hacer podía a esperar hasta saciar su hambre.
--Buenos días. -lo saludó esa misma grave voz que ya reconocía tan bien. --Veo que ya terminaste tu desayuno. -dijo complacido de ver la bandeja vacía.
Una mirada recelosa fue lo único que obtuvo el pelinegro. Por lo que observó con detenimiento el ceño fruncido y la enmarañada melena rojiza de quien aún ocupaba su cama.
Yoongi tenía tan solo una palabra para definir lo que veía: Adorable.
--Alístate, por favor, tengo algo que quiero mostrarte. -dijo para luego salir de allí, no sin antes dejar sobre un sillón un cambio de ropa para Jimin.
Veinte minutos después el pelirrojo salía de la recámara del mayor con unos pantalones anchos y un suéter de cuello alto puestos. Unas pantuflas adornaban sus pies ya que Yoongi no le había dejado nada para estos.
--Sígueme. -escuchó Jimin que le ordenaba el enigmático azabache que lo había estado esperando en el pasillo adyacente.
Sin saber que decir o hacer se limitó a obedecer. Consciente de que sea lo que sea que el contrario quería mostrarle, sin duda era mejor que estar siendo torturado.
Aunque puede que te esté llevando a alguna sala de tortura. -ese pensamiento lo puso alerta pero ya era tarde. Estaba frente a la misma puerta que había abierto la noche anterior.
--¿Qué...? -quizo hacer preguntas pero Yoongi ya había entrado a la habitación, dejándolo atrás.
Varios segundo pasaron en los que Jimin se debatió entre seguir al azabache o salir corriendo de allí.
La curiosidad le ganó.
Al entrar a la habitación descubrió que esta era muy colorida. Una sensación de paz y alegría se sentía en el lugar.
--Acércate. -pidió Yoongi que estaba inclinado hacia lo que parecía ser...¿una cuna?
Y dos lindos bebés dormían plácidamente en ella.
--Estos son mis sobrinos. -informó el pelinegro --Hijos de mi difunta hermana. Ella murió hace tan sólo cinco meses y me dejó la custodia a mí. A excepción de mi familia y varios empleados de confianza, nadie más lo sabe. -confesó, mirando los pequeñitos ojos libres de cualquier rastro de maquillaje que lo observaban con sorpresa.
--¿Por qué me lo cuentas? -cuestionó inseguro.
--Porque tú querías saberlo ¿no? -respondió el pálido sin más.
--Sí, pero...es que yo...Yoongi yo no soy quién piensas. -confesó con la vergüenza envolviendo cada palabra.
--Lo sé, Park Jimin. -una sonrisa de suficiencia y arrogancia adornaba la cara del mayor al decir esto mientras la de Jimin se mostraba pálida de la sorpresa.
Yoongi rió quedito ante la reacción del pelirrojo --Nadie entra a mi territorio sin que yo así lo quiera. Aunque debo admitir que jamás me había resultado tan grata una visita inesperada. Y el hecho de que vistieras de manera tan exótica mientras asegurabas tener un compromiso conmigo fue simplemente...interesante. -confesó con los ojos clavados en Jimin.
--¿Inesperada? Pero la cita y la candidata...
--No deberías creer demasiado en los rumores. La mayoría no son ciertos. -aseguró, la diversión bailando en sus ojos. --Buscaba una niñera para mis sobrinos, pero justo anteayer contraté a una.
Jimin comprendió entonces que había sido descubierto desde el principio, pero entonces...
--No entiendo, si sabes quién soy y lo que busco ¿por qué dejarme entrar en primer lugar? y ¿por qué me nuestras esto?
Yoongi se encogió de hombros ante la pregunta. --Viniste aquí buscando un secreto ¿no? Pues ahí lo tienes. Te doy la libertad de hacer con él lo que quieras. -pausó para dar mayor énfasis a sus siguientes palabras --Aquí la cuestión es ¿Qué decisión tomarás?
--¿Qué decisión...tomaré? -preguntó completamente confuso el menor, recibiendo por respuesta tan solo una sonrisa.
--Puedes irte. -anunció Yoongi cuando su guardaespaldas se posó en el umbral de la puerta y le hizo un gesto a Jimin para que lo siguiera.
Y eso hizo el pelirrojo.
--Jimin... -llamó cuando el menor llegó a la puerta --Eres bienvenido si decides regresar. -culminó, con una enigmática sonrisa que no pasó desapercibida por el menor.
El pelirrojo salió de la mansión totalmente airoso y más importante aún, con un secreto que el mismísimo Yoongi le había revelado.
Pese a no tener prueba de ello sabía que no hacían falta, solo bastaba hacer una pequeña insinuación y todo explotaría.
Al llegar a su casa un alterado Taehyung le hacía insesantes reclamos por su tardanza y por haberlo hecho vivir un infierno al no saber si estaba a salvo o no.
Luego de varios minutos de esperar pacientemente a que su dramático amigo se calmara, Tae por fin pareció comprender que se encontraba bien.
--Y entonces ¿Qué averiguaste en la mansión de Min? -cuestionó un más tranquilo Taehyung.
--Que Yoongi tiene gustos excéntricos. -contestó y luego simplemente se encerró en su cuarto, dejando a su mejor amigo con la confusión dibujada en su cara.
*-*
Tres días pasaron en los que el pelirrojo alborotó a todos los que esperaban ansiosos el nuevo contenido que se supone les llevaría.
Grande fue su sorpresa cuando les confesó algo que nadie se esperaba.
--Es la ultima vez que me ven por aquí. Cerraré mi blog.
***
--Disculpe, señor, alguien lo busca.
Yoongi sonrió de lado al escuchar estas palabras. Con paso decidido llegó hasta la puerta principal donde segundos después apareció un pelirrojo con las mejillas coloreadas y una tímida sonrisa.
--Bienvenido, Jiminie.
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Estas son túnicas. Algo más o menos parecido usó Jimin.
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Me declaro fanática de los shots.
Gracias por leer, votar y/o comentar.
《Akina》
N/A: si ya habías leído este capítulo notarás que hay varios cambios. La primera vez que fue publicado se trataba del borrador. Resultó que los cambios que le hice no se guardaron y yo lo pasé por alto.
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