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6

Los amigos se encontraban en el restaurant del hotel, cuando ya eran pasadas las doce del mediodía. Teo estaba muy pensativo mientras miraba con poca atención el menú y después de un largo rato finalmente tomó una decisión sobre que pediría para almorzar.

- Voy a pedir lo mismo de siempre - comentó Teo.

- Vos si que tienes todo claro  -sonrió Franco.  -Lástima que en la toma de otras decisiones no lo estarías haciendo bien - dijo con un tono de sarcasmo.

- ¿A que te refieres?

-No te hagas el desentendido. Hace tiempo que me di cuenta de todo. 

-Franco, amigo mío, me parece que tienes  mucha imaginación.

-¿Que pasó con Olivia? ¿No estaban bien juntos?

-Solo salimos un par de veces. No quiero ilusionarla.

- Mira Teo, si no me quieres decir la verdad está bien. Soy tu amigo y respeto tu privacidad, pero me parece que tendrías que aclarar de una vez por todas lo que sientes por esa persona tan especial que parece ocupar un lugar importante en tu corazón.

-Estoy confundido y eso me asusta. No se cómo reaccionar a lo que me sucede.

- Pues normal, debes reaccionar normal como cualquier otra cosa de tu vida.

-Es que pienso en mis padres. Quién sabe cómo van a reaccionar.

-Vamos, no te preocupes. Ellos te quieren y seguro lo aceptarán.

-Es que yo no tengo demasiado para ofrecerle, cada vez que salgo a la calle arriesgo mi vida porque la mayor parte de las veces debo trabajar encubierto.

- Lo importante es el amor que le puedes dar.

Las palabras cálidas y la comprensión de Franco parecía que había logrado tranquilizar a su amigo. Teo por su parte había decidido de una vez por todas aclarar sus sentimientos y dejar de huir de ellos sin razón, pero tal vez le tomaría más tiempo del debido.

Después del almuerzo ambos decidieron de ir al puerto para hacer una excursión a la isla más famosa del lago, que según los comentarios que recibieron era de una belleza espectacular. Franco esperaba que con ese pequeño viaje Teo se pudiera relajar y dejar de atormentarse con sus pensamientos. Seguramente todo se resolvería de una manera u otra, y él estaba allí para apoyar a su amigo de toda la vida.

Mateo entreabrió los ojos al escuchar el insistente bip del microondas que provenía de la cocina del departamento del señor E. y se dio cuenta que estaba en la cama apenas cubierto con la sábana. Alzó la vista hacia la puerta de la habitación cuando los pasos del señor E. los que se oían más fuertes, hasta que lo vio entrar en la habitación y traía entre sus manos una bandeja con el almuerzo para ambos.

-Es hora de almorzar... - dijo sonriente el señor E. - aunque el horario ya se ha pasado hace bastante.
-La culpa es tuya.... que me entretuviste en otra cosa - sonrió Mateo.

-Pues parecías muy de acuerdo con mi propuesta - sonrió malicioso el señor E.

- Mmmm...  se ve todo muy rico.

- Pruébalo y luego me dices que te parece

-¿Has cocinado tu?

El señor E. asintió mientras tomaba un tenedor para tomar un ravioli con salsa para dárselo en la boca a Mateo.

-Buenísimo -exclamó Mateo - Parece que tienes talento para la cocina.

-Hoy quise cocinar para ti.

- Me siento halagado que lo hayas hecho por mí-

- Me gustaría que te quedarás un par de días más, si es que puedes y quieres hacerlo.

Mateo se quedó pensativo, ante este pedido no sabía como comportarse. Era cierto que este hombre le gustaba como nunca le había sucedido, pero a la vez tenía una duda:¿ y si solo le gusto para pasar este fin de semana?. Es muy seductor, es demasiado para mi. ¿ Por qué alguien estaría tan interesado en mí?

-No puedo quedarme, debo irme con mis amigos esta tarde a más tardar. Los tres tenemos que continuar con nuestras vidas cotidianas y nuestros respectivos trabajos.

-Eso quiere decir que yo no podría ser parte de tu vida cotidiana -preguntó con tono fastidioso el señor E.

-No quise decir eso. ¿Podemos continuar comunicándonos por teléfono si te parece una buena idea?

-Yo quiero conocerte, me gustas demasiado Mateo.

- Eres un hombre muy misterioso.

-Por ti puedo dejar de serlo.

El corazón de Mateo se llenó de una alegría inmensa, en ese momento parecía que las nubes de su doloroso pasado se estuvieran dispersando para dejar entrar un pequeño y cálido rayo de luz. Esa pequeña esperanza de que podía volver a sentirse a gusto con alguien y llegar a enamorarse nuevamente.

-Creo que es hora de irme - dijo Mateo mientras miraba el mensaje que le habían enviado sus amigos, quienes le avisaban que ya habían regresado de su excursión y estaban preparando las valijas para partir en un par de horas.

Mateo se levantó de la cama para vestirse de bajo la atenta mirada del señor E.
Una vez listo se dirigió hasta el perchero donde había dejado su chaqueta, la tomó y se la colocó lentamente.

-¿No vas a despedirte de mi? _preguntó el señor E. Lentamente de acercó hacia él mientras lo miraba a los ojos, lo tomó de la cintura para acercarlo a su cuerpo y lo besó intensamente.

Una hora más tarde Mateo estaba en su habitación terminando de hacer las valijas y controlando de no olvidarse nada en ningún cajón. Sus amigos habían decido ir a tomar una última copa al restaurant antes de partir, y habían quedado que él los alcanzaría más tarde en ese mismo lugar.

Mateo llevó las valijas al cuarto de Teo para llevar todos los equipajes juntos. Luego fue por el pasillo hasta el ascensor y bajó hacia la planta baja. Caminó unos pocos metros hasta llegar al restaurante. Apenas ingresó se detuvo un momento en la mitad del salón para ubicar en donde estaban sus amigos. En al mismo vio algo que lo paralizó. Inmediatamente volvió sobre sus pasos, no sabía que hacer, ya que se sentía totalmente sorprendido. Salió del restaurant con lentitud, parecía que su cuerpo estaba en shock y no le respondía. No sabía que hacer, así que decidió volver a su habitación. Una vez en ella cerró la puerta se dejó caer al suelo y comenzó a sollozar hasta que su llanto fue más y más fuerte.

Teo estaba sentado en el restaurant tomando un café junto a Franco. Ambos estaban ubicados de forma tal que Teo se encontraba de frente a la barra del bar y podía ver quienes entraban y salían del lugar. Franco estaba llamando a Mateo por teléfono para reclamarle la tardanza en reunirse con ellos, ya que dentro de poco debían partir hacia la ciudad. En ese mismo momento Teo levantó la vista y vio a Mateo ingresar en el salón comedor, quedarse totalmente inmóvil algunos metros de la entrada mientras miraba fijamente hacia la barra. Teo no comprendía que le pasaba a su amigo que inmediatamente salió de allí rápidamente.

- No lo llames voy yo a ver que sucede con Mateo - comentó Teo mientras tomaba el celular de su amigo y cortaba la llamada. 

-Voy contigo.

-No quédate aquí , termina tu café y paga la cuenta del hotel, así él y yo ya bajamos con las valijas y ya partimos.

Franco simplemente asintió, a veces era imposible no obedecer a Teo que estaba muy acostumbrado a dar órdenes y hacer las cosas a su manera.

Teo llegó preocupado a la habitación de Mateo, no sabía el porque de su comportamiento tan extraño. Sólo golpeó una vez y entró en la habitación, encontrando a su amigo sentado contra la pared sollozando sin cesar con las manos sobre su rostro.

-¿Que pasó?¿Por qué  estás así? ¿Te enviaron una mala noticia?

 Teo no obtuvo respuesta a su pregunta ya que Mateo continuaba sollozando desconsoladamente. Lo único que pudo hacer su amigo en ese momento fue abrazarlo para que se sintiera contenido. Luego de estar los dos un buen rato abrazados el llanto de Mateo parecía haber disminuido pero no decía nada, ni una palabra. Su amigo estaba desconcertado, nunca lo había visto así, a excepción del día en que su padre había fallecido.

Lo ayudó a levantarse y comprendió que quizás este no era el momento de insistir para que le contara que le sucedía, que era lo que le había causado tanta angustia para hacerlo llorar de esa manera. Teo hizo que su amigo fuera al baño para lavarse la cara para que estuviera más presentable, le dio agua fresca para beber y se quedó con el un rato en silencio para que pudiese estar más calmo. Era mejor que por el momento Franco no supiera nada para que el viaje de regreso transcurriera lo más normal posible. Cuando Mateo estuviese dispuesto a relatar lo que le había ocurrido sus dos amigos estarían allí para sostenerlo en todo.

Una vez finalizados los trámites en la recepción del hotel Franco subió a su habitación para recoger sus valijas y con ellas en mano fue directamente a la habitación de Mateo.

-Ya tengo todo listo - susurró Mateo, tratando de esbozar una falsa sonrisa para que su amigo no sospechara nada.

Ya en en estacionamiento cargaron todas las valijas y esta vez Teo sería el conductor de regreso a casa. La noche llegó rápido mientras estaban en la carretera, y Mateo como siempre, el movimiento lo hacía dormir, sobre todo despues de lo mal que se había sentido unas horas atrás mientras sus amigos charlaban animadamente. Después de varias horas de viaje las luces de la ciudad se veían cada vez más cerca.

- Primero llevamos a Mateo a su casa - propuso Franco.
_No. Hoy se va a quedar conmigo - respondió Teo.
_Por? - lo interrogó Franco.
_Es que mañana tengo que hacer algunos trámites en la estación de policía y él me va a ayudar _Mateo sabía que había respondido con una mentira a la pregunta de Franco, pero no tenía intención de volver a su casa esa noche. Necesitaba estar con su amigo, sin que le hicieran preguntas.

Franco los conocía a los dos desde pequeños y era obvio que se había dado cuenta que por algo estaban mintiendo, no sabía el motivo, sin embargo sabía que en algún momento se lo dirían. Como buen amigo hizo de cuenta que aceptaba la respuesta que ambos le habían dado. No había nada entre los tres que los pudiera separar ni siquiera una mentira piadosa como lo que acaban de darle.

Una vez en el departamento de Teo, todo era muy tenso entre los dos. Por un lado Mateo no tenía ganas de contar lo que había sucedido, estaba aturdido. Lo que había sido un fin de semana fantástico en un minuto se había convertido en una pesadilla y no quería revivirla, pero sabía que en algún momento debía darle una explicación a su amigo, para que éste se quedase tranquilo.

-Pedimos pizza - preguntó Teo mientras iba hacia la cocina para buscar el imán que estaba sobre la puerta de la heladera con el número de teléfono de la pizzería. 

-Ok. - asintió Mateo sin mirarlo, al tiempo que se recostaba en el sofá.

A los pocos minutos Teo volvió de la cocina, apoyó el celular sobre la mesa pequeña de la sala y se sentó junto a su amigo. Le acarició el cabello y Mateo abrió los ojos.

- Puedes tomar un baño y relajarte si te parece bien.

- Creo que es lo mejor. Necesito relajarme. Siento que se me vino todo encima y no se como reaccionar.

-Ve a bañarte y cuando regreses comemos la pizza. Pedí la que te gusta.

Durante el tiempo que Mateo estaba tomando el baño, Teo recibió un mensaje de Franco: "no sé que ocurre con Mateo por favor avísame si necesitas algo". Teo no tardó en contestarle que todo se iba a solucionar y cuando él lo sintiera ambos hablarían con él.

Cuando Mateo volvió a la sala de estar, su amigo ya había ordenado la mesa para comer, se sentó y comieron en silencio. Ninguno quería incomodar al otro. Teo no quería hacer demasiadas preguntas pero no veía bien a su amigo y Mateo se sentía un tonto por todo lo que había pasado ese fin de semana. Era como estar en un tobogán: de sentir que le interesaba a alguien a sentirse como un estúpido al que le habían tomado el pelo.

Teo tomó el celular y buscó una canción que les traía a ambos el recuerdo de cuando eran apenas unos adolescentes. En esa época les gustaba escuchar algunas canciones, las que eran las preferidas del padre de Mateo. Solían tomar los llamados discos de pasta y escucharlos en el tocadiscos como le llamaban ellos.

Al escuchar los primeros acordes de They long to be de The Carpenters, Teo se levantó de la mesa extendió su mano hacia su amigo y éste comprendió lo que seguiría. Se abrazaron y comenzaron a bailar lentamente al ritmo. 

- Cuéntame que ha sucedido - le susurró Teo en el oído.

- Pasé el fin de semana con el hombre que conocí en la fiesta del hotel. Nunca me había sentido así, todo parecía irreal, como si realmente yo le hubiese interesado. 

- Bueno, creo que eso no estuvo mal. Lo que no entiendo es lo que ocurrió después.

- Es un hombre como rodeado de misterio y a la vez muy seductor. Me parecía que era demasiado para mi. Y estaba en lo cierto. Cuando....cuando llegué al restaurante, lo vi allí, estaba en la barra del bar, como ubicado fuera del alcance de ojos indiscretos, y se veía distinto.

-¿ Distinto? ¿Cómo?

- No sé distinto a como estaba conmigo, vestido más formal, el cabello recogido y estaba con anteojos para el sol... y...... a su lado una mujer de cabello oscuro, a la cual besaba muy cariñosamente y le acariciaba el vientre puesto que parecía tener unos cuantos meses de embarazo. Creo que me utilizó para pasar un fin de semana divertido y me siento una mierda por haber caído como un tonto.

Teo lo abrazó y deseó que todo el dolor que probaba su amigo pudiera desaparecer en ese mismos instante. Mateo no se merecía esto. Si las cosas hubiesen sido distintas tantos años atrás seguramente ahora no estaría sufriendo. En esa oportunidad fui un cobarde, tomé la decisión incorrecta, quizás porque no supe cómo actuar, tuve miedo, yo también fui un tonto - pensó mientras continuaba oyendo los dulces sonidos de la canción. .

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