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5

Había llovido durante toda la noche. El sonido de las gotas que caían sin cesar eran como un arrullo para Mateo. Siempre había adorado dormir con el sonido de la lluvia, era algo que lo tranquilizaba.
Su amante se encontraba durmiendo a su lado, había sido una noche soñada, ya que su amante fue más cariñoso, atento y gentil de lo que se esperaba.
Allí estaba él apenas cubierto por las suaves sábanas mientras dormía profundamente. Se movió de lado para poder observarlo mejor. Había algo en ese hombre que lo inquietaba pero que también lo atraía como un imán al mismo tiempo. No tenía una explicación para eso ya que apenas se habían conocido la noche anterior y lo que menos hicieron fue hablar de ellos mismos, al contrario tuvieron una noche de sexo desenfrenado.

No estaba acostumbrado a que lo trataran de esa forma tan especial como lo había hecho su amante.
En ese momento pensó en su ex-novio: Daniel. Lo había amado como a nadie en este mundo. Quizás la máscara de felicidad que se había construido con Daniel comenzaba a resquebrajarse. Si, lo había amado, pero posiblemente no se había sentido verdaderamente amado como él hubiese querido. Ni siquiera con Daniel me sentí alguna vez de esta forma. Siempre había cedido a los gustos de Daniel simplemente por el hecho de amarlo y creer que de esta forma lo hacía feliz. Quizás se había anulado a si mismo para estar con la persona que amaba. Se preguntaba porqué justo en ese momento le venían a la mente todos estos pensamientos, quizás era el momento darse cuenta que su relación con Daniel estaba definitivamente terminada. Que ya no sentía nada por él.

"¿Tal vez es por eso que me siento de una forma totalmente distinta y que nunca antes había experimentado?" -Se preguntó. Esa duda era parte de lo que le inquietaba. " Aunque puede ser que mi amante esté acostumbrado a cambiar de hombre seguido y para él sólo soy uno más de los tantos que pasan por su cama". 

 Ese sentimiento de casi desilusión lo asustó, lo hizo sentir inseguro porque todo lo que estaba viviendo desde la noche anterior nunca le había sucedido.
Trató de eliminar ese pensamiento negativo de su mente. No quería que eso lo hiciera sentir mal. Necesitaba que esto que ahora le ocurría fuera algo que le diera al menos un poco de alegría, que le ayudará a sanar definitivamente su corazón. Lo deseaba con todo su ser.
Se movió un poco más de lado y acarició el cabello del hombre que estaba a su lado. Pasó sus ojos por todo el contorno de su espalda, por sus músculos bien definidos y ese color apenas bronceado que lo hacía irresistible. Su cabello ondulado estaba desordenado y su rostro se veía totalmente relajado.
Mientras lo miraba se dijo a si mismo: "Quizás tenga unos cuarenta años. Es algo mayor que yo, y eso me gusta muchísimo".

No había podido dormir demasiado esa noche, era algo común en él sobre todo cuando no lo hacía en su casa.
Su celular que estaba sobre la mesita de luz comenzó a vibrar, lo cual hizo sobresaltar a Mateo, quien estaba demasiado relajado y perdido en sus pensamientos. Lo tomó con una mano y con el dedo de la otra lo desbloqueó para darse cuenta que había varios mensajes de sus amigos.

"Pensarán que me pasó algo si no les contesto" reflexionó "Mejor les digo que en un rato los alcanzo para desayunar y seguro me van a llenar de preguntas" .

Decidió responderles sin darles demasiadas explicaciones. No creía que era el momento oportuno para hacerlo.
Su amante se dió vuelta y lo abrazo por la espalda.

_Buen día_ le susurró al oído mientras le besaba el cuello.

Mateo quedó sorprendido y se dio vuelta para saludarlo

_Buen día....estoy enviando un mensaje a mis amigos que creen que me tienen cautivo.

_No había pensado en esa posibilidad, así podría tenerte todo el día para mí _dijo el amante sintiendo mientras le quitaba el celular de sus manos y digitaba su número.

_ Ahí tienes mi número.

Mateo miró el número nuevo agendado en su celular bajo una simple letra: E.

_Envíame un mensaje así agendo tu número _ dijo su amante mientras se alzaba de la cama para ir al salón a buscar su celular.

_¿Quieres que vayamos a ver la Iglesia de la plaza de los rosales?_ preguntó el amante mientras visualizaba el mensaje que le había enviado Mateo.

_¿ Sería en plan....?

_Lo podemos tomar como una cita si quieres.

La respuesta de Mateo fue una hermosa sonrisa. Le alzó de la cama buscando sus ropas que estaban esparcidas por el piso de la habitación y comenzó a vestirse.

_¿Desayunamos juntos? ¿Si quieres pido servicio a la habitación?

_Me encantaría pero ya quedé para desayunar con mis amigos. ¿Nos vemos más tarde está bien? _ respondió Mateo.

_ Nos encontramos en la plaza. ¿Sabes cómo llegar?

_No te preocupes. Hoy en día se consigue todo con una app.

_ Ok. Nos vemos allí a las 10 hs.

El amante fue hasta él que ya se encontraba en la puerta para salir y lo despidió con un suave beso.

Sus amigos lo esperaban en el restaurante del hotel para desayunar. Mateo llegó más tarde de lo esperado ya que tuvo que pasar para ducharse y cambiarse.
Pasó un largo rato frente al espejo viendo que ropa le quedaba mejor, hasta que finalmente decidió que ponerse.

_Me parece que me estoy comportando como un tonto. Te estás entusiasmando con alguien que conociste la noche anterior y que de seguro no vas a volver a ver porque esta tarde nos volvemos a casa.

Al llegar al restaurant del hotel vio a sus amigos sentados en una de las mesas ubicadas contra el ventanal.
Se acercó rápidamente y ellos lo miraron sorprendidos. Franco y Teo eran sus amigos desde que eran pequeños. Vivían todos en el mismo barrio y fueron a la misma escuela. Franco era muy extrovertido y no tenía filtro. Hablaba antes de pensar en cambio Teo siempre había sido más protector con Mateo. Siempre lo habían apoyado: en las buenas y en las malas.

_ ¡Bueno!¡ A la buen hora! _ exclamó Franco _Parece que el señorito decidió dar señales de vida después de una noche agitada supongo.

_Buenos días _ respondió Mateo con una sonrisa que le iluminaba el rostro.

_Y parece que tienes un admirador secreto_ dijo Teo, mientras con la mano señalaba todo lo que estaba servido en la mesa. _Nosotros no pedimos nada de esto - agregó.

_Parece que quieren que recuperes energía _ y sonrió maliciosamente.

Mateo se sorprendió de lo que estaba sucediendo en ese momento. El señor E. estaba siendo demasiado amable y no entendía el porqué.

_Y no piensas contarnos nada? _ preguntó Franco cruzándose de brazos y con mirada inquisidora.

_ No tengo nada para contarles _ respondió.

_¿ Entonces estuviste toda la noche solo en tu habitación?

_ Lo único que les voy a decir por ahora es que conocí a alguien.

_Y parece que es alguien muy interesante porque desapareciste toda la noche.

Mateo ya estaba saliendo del hotel para ir a la plaza de los rosales donde estaba la iglesia anglicana que quería visitar, cuando sintió que alguien lo llamaba por su apellido desde la recepción.
El empleado se acercó a él rápidamente para entregarle un paquete rectangular. Mateo lo tomó y vio una pequeña tarjeta firmada con la letra E. " Para que ni siquiera te toque la lluvia, quiero ser el único que lo haga". Abrió el paquete y vio un hermoso paraguas en color rosa muy claro con pequeñísimos lunares de todos los colores.
Mateo no podía salir de su asombro mientras se dirigía al encuentro con el seño E. El corazón le latía tan fuerte que parecía que se le iba a salir del cuerpo. Hacía mucho tiempo que no se sentía tan contento y que podía sentirse el mismo, sin temor a que alguien le hiciera un reproche.

Había comenzado a llover nuevamente . El aroma que la tierra emanaba cuando la lluvia la cubría le traía recuerdos de su niñez, cuando iba de vacaciones al campo con su padre a visitar a sus abuelos. Su padre se había criado en el campo. Cuando completó sus estudios en el pueblo donde vivían, sus padres lo enviaron a estudiar a la ciudad. Desde niño quiso ser arquitecto, era un sueño que con mucho esfuerzo logró cumplir. Y Mateo había heredado de su padre la admiración por las obras arquitectónicas. No tenía memoria para recordar nombres y estilos pero si podía apreciar toda la belleza que había en ellas.

A paso lento y siguiendo las indicaciones de la app finalmente llegó a su lugar de destino.
Las rosas de la plaza se veían espléndidas, sobre todo las rojas, las preferidas de su mamá. Le tomo una foto para enviarle a ella más tarde.
El edificio de la iglesia se veía imponente, construido en estilo gótico.
Mateo decidió esperar la llegada del señor E. sentado en uno de los bancos de la plaza que estaba resguardado por un frondoso árbol. Ya había pasado más de media hora y él no había llegado. Fue en ese momento que su celular sonó y vio que había un mensaje del señor E.

_Discúlpame. Tuve una urgencia y no puedo llegar para que veamos la iglesia. Para compensar por mi ausencia te invito a almorzar solos tu y yo.

_ Ok. No te preocupes.¿ A qué hora nos vemos?

_Te parece a las 13 hs. en mi habitación. Prometo que me haré perdonar.

Mateo decidió hacer el recorrido por el edificio, el cual estaba construido en piedra blanca y con grande ventanales formados por vitrales. El techo estaba construido el piedra negra y terminaba en un campanario en forma de aguja.
_ Seguro que a papá le uniera gustado explicarme todos los detalles de esta construcción _ reflexionó.

El recorrido por la edificación había concluido, eran casi las doce del mediodía, razón por la cual decidió volver al hotel.
Cuando llegó al allí fue directamente hacia el restaurante, ya que sabía que sus amigos estarían allí para comentarles que no almorzaría con ellos y luego iría a cambiarse para la ocasión.

Apenas ingresó se detuvo un momento en la mitad del salon para ubicar en donde estaban sus amigos. Se acercó a ellos rápidamente y se sentó junto a ellos en la mesa.

_Te estábamos esperando para ordenar la comida _ comentó Teo mientras continuaba a leer el menú de la carta.

_ Pues les vine a decir que no voy a almorzar con ustedes.

_ Tienes invitación de míster anónimo?

_ Pues si. Yo....._ balbuceó Mateo.

_ Ok. Nosotros almorzamos y luego vamos a salir. Sólo avísanos cuando te desocupes. Esta noche tenemos que volver.

_ Les envío un mensaje cuando me desocupe y nos vemos entonces. _respondió.

Había llegado a la habitación del primer piso del señor E. con muchas ansias.

_Me parece que me estoy dejando llevar demasiado por está situación de la que no estoy entendiendo nada. Todo va demasiado rápido_ se dijo a si mismo.

Pero no tuvo tiempo de reaccionar porque ya había tocado el timbre y el señor E. estaba en la puerta a recibirlo.

_Que puntualidad _ dijo el señor E. mientras se acercaba a él para darle en suave beso.

_ Hola! Es que no me gusta hacer esperar a nadie.

_ Pues yo te esperaría el tiempo que fuese necesario. _ respondió el señor E. y Mateo se sintió más atraído a él. _ Pasa y ponte cómodo.

Al ingresar a la habitación lo que más le llamó la atención fue la luminosidad de la misma y la decoración sobria y sencilla, en colores claros.
A la vez que Mateo se quitaba la chaqueta para colocarla en un pequeño perchero que estaba cerca de la puerta de entrada, el señor E. volvía de la cocina con dos copas de vino.

_Pero esto no es una simple habitación de hotel. Más bien parece un departamento.

_Privilegios que tengo...-respondió con tono misterioso -Toma espero que te guste este vino. Lo escogí especialmente para ti.

_¿ Y que tendría de especial?

_ ¿Tu ó el vino?

_Pues el vino _ contestó Mateo mientras trataba de no ahogarse en su propia saliva.

_Lo verás cuando lo pruebes.

__¿Intentas emborracharme para llevarme a tu cama?

_No creo que sea necesario. Estoy seguro de que irás igual.¿ Tienes hambre?

_Pues sí. Un poco

_¿Que te gustaría comer?

_ Cualquier cosa para mí está bien. ¿Y tú qué quisieras comer?

_A ti _ le susurró el señor E. sobre sus labios.

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