15
El departamento lucía verdaderamente muy ordenado. Las cortinas de color claro hacían contraste con el color caoba de los muebles, cuya parte superior estaba cubierta por un fino mármol. La sala de estar era pequeña pero lucía acogedora con las lámparas de pie de estilo Art Nouveau.
Teo lo siguió hasta la pequeña sala de estar, sintiéndose embriagado por su sutil perfume y su forma de caminar. Este se acomodó muy elegantemente en el sillón.
—Ponte cómodo —dijo él mientras le indicaba el sofá ubicado a su izquierda y cruzaba sus piernas muy elegantemente.
Teo se sentó sin decir nada, era la primera vez en su vida que se había quedado fascinado con alguien. Esa persona emanaba un carisma totalmente irresistible y su voz era extremandamente sensual.
—¿Quieres tomar algo? ¿Te parece bien un café ?Es que acabo de llegar del club donde trabajo, y necesito tomar algo para sentirme mejor —dijo a la vez que se levantó para dirigirse a la cocina para colocar el agua y el café en la cafetera automática.
—Puedes preguntar lo que quieras que desde aquí te escucho muy bien.
—Quisiera saber algunos detalles de la vida de la Sra. Kant. Estoy investigando su desaparición.
—Esa mujer es una señora con todas las letras —contestó alzando la voz para hacerse escuchar mejor desde esa distancia —Es muy buena vecina y sobre todo muy amable. Es la única que no me ha hecho mala cara porque salgo siempre vestido así.
—Yo no veo nada de malo, en que usted se vista así. Cada uno es libre de hacer lo que quiera en ese sentido.
—No me trates de usted por favor, puedes tutearme.
—¿Recuerdas cuándo fue la última vez que vio a la señora Kant? Si ella se veía bien, estaba tranquila o paraceía tener algún tipo de problema o preocupación.
—Creo que una semana antes de su desaparición definitiva. Siempre la vi bien, si tenía algún tipo de preocupación o problema como dices, pues realmente no se le notaba... o quizás lo disimulaba muy bien, pero no lo creo.
—¿Qué quieres decir con desaparición definitiva después que vinieron a atenderla a su domicilio los paramédicos?
—Bueno, que no tuve más noticias de ella.
—Me puede dar una mejor explicación, por favor.
—Bien, la señora Kant, siempre estaba muy bien. Yo la veia que siempre salía con sus amigas. Un día se sintió mal y llamamos a la atención médica a domicilio.
—¿Y que sucedió?
—El médico que vino, dijo que tendrían que llevarla al hospital para hacerle algunos estudios. Unos días después ella se comunicó conmigo y me dijo que al día siguiente le daban el alta, pero nunca regresó a su departamento. La llamé varias veces a su teléfono pero nunca volvió a responder, por eso decidí hacer la denuncia.
—¿Sabes si alguien tiene acceso a su departamento, algún familiar que estaba a cargo de ella?
—Que yo sepa, ella siempre estaba sola. Lamentablemente no tenía familiares. Lo único que le quedaba era un hermano, pero falleció hace unos años.
—Recuerdas a que empresa de atención médica domiciliara pertenecían los paramédicos que vinieron a atenderla.
—Déjame pensar un momento...creo que eran Med24.
—Gracias por tu tiempo. Si llegas a recordar algo más por favor no dudes en llamarme. Te dejo mi tarjeta —dijo mientras la extraía de su billetera y se la entregaba.
Ya era pasado el mediodía cuando Teo volvió a la estación de policía. Su mente se sentía confusa por todo el stress que venía soportando desde hacía varias semanas: su relación con Olivia que no terminaba de definirse, sus sentimientos no aclarados completamente con Mateo y este caso de las desaparaciones que a la fecha no contaba con pruebas concretas de lo sucedido con esas personas.
Se dirigió hacia su auto estacionado en la vereda frente al edificio del cual acababa de salir. Era recién pasado el mediodía y tenía todavía mucho trabajo por delante: la prioridad era comparar todos los testimonios obtenidos en la semana y ver los puntos que las víctimas tenían en común.
El detective privado se encontraba en la sala de espera en la clínica donde trabajaba Eduardo. Lo había citado allí para darle las últimas novedades sobre la investigación que había iniciado por el ataque que Xavier sufrió hace alguños años y que a su parecer no estaba debidamente esclarecido.
El detective llevaba esperando en la oficina alrededor de quince minutos, sabía que Eduardo estaba retrasado por una urgencia que le había surgido un par de horas antes. No obstante eso habían decidido tener de igual forma la reunión.
Eduardo ingresó son aire agitado, estaba espectante sobre las novedades que podrían surgir de la investigación. Necesitaba tener respuesta para cerrar esa dolorosa página de su vida, aunque sabía que ese dolor nunca lo abandonaría.
—Sr. Brad, mil disculpas por la tardanza —dijo mientras cerraba la puerta de la oficina y extendía su mano para saludarlo.
—Está bien, comprendo sus obligaciones —contestó mientras respondía a su apretón de manos.
—Quisiera saber si hay alguna novedad relevante sobre la investigación.
—Bien, he logrado algunos avances. En primer lugar luego de recorrer algunas oficinas de la morgue y consultado algunos contactos que tengo allí, le puedo confirmar que la persona que realizó el atentado a el señor Xavier tiene nombre y apellido. Por lo que pude averiguar hasta ahora se trata de un ciudadano de nacionalidad extranjera, pero que se encuentraba aquí indocumentado.
—¿Será por eso que en un principio no pudieron identificarlo?
—Pienso que sí. Según mis investigaciones este señor trabajaba como chofer en las ambulancias de la empresa Med24.
—Y esto cómo se relaciona con el ataque a Xavier.
—Eso es lo que estoy tratando de confirmar. Según los archivos que Ud. me envió sobre las atenciones en urgencias de esa semana hay una paciente que estaba siendo trasladada por esa empresa y tuvo un accidente de tránsito, por lo que fue traía a esta guardia y atendida por el Dr. Xavier.
—Y eso que relación tendría.
—La señora que fue atendida en la guardia, luego fue reportada como desaparecida. Eso me parece demasiado extraño. Tal vez esa mujer le comentó algo al Dr. Xavier.
—¿Hay alguna forma de averiguar algo más sobre este tema?
—Creo que sí, voy a ir a la ciudad de Riosa para hablar con el detective encargado de la investigación de la desaparación de esta señora, ya que ella es oriunda de allí y además es el lugar donde está radicada la denuncia.
—Muy bien —asintió Eduardo. Le pido que me tenga al tanto de cualquier novedad.
El detective se levantó de su silla para saludar a Eduardo, fue en ese instante que recordó un detalle que se le había pasado por alto.
—Eduardo, ¿tiene idea de lo que significa Saint Germain 470?
—No. No tengo la más mínima idea de que podría ser.
—Estaba escrito en la última hoja de la historia clínica de la señora que atendió Xavier antes del accidente.
Eduardo quedó pensativo, no sabía el porqué estaba esa anotación.
—Trataré de averiguar entre el personal si alguien puede saber que es o a que se refiere.
—Le agradeceré que me envíe cualquier información lo antes posible.
Faltaban solo un par de días para volver a reencontrarse con el señor E., pero Mateo tenía sus reservas en cuanto al encuentro de ambos. Sus dudas se hacían caba vez más grandes: ¿Por qué continuaba a sentirse tan atráido a alguien a quien había visto besarse con una mujer, la que además estaba embarazada? Esto le producía un dolor incontenible. No sabía cuál era la mejor decisión que debía tomar: volver a verlo sin importar nada o dejarlo así sin más, olvidarlo para siempre. Cualquiera fuera la decisión que tomara le sería difícil.
El trabajo en la residencia de adultos mayores parecía transcurrir sin mayores sobresaltos. Sin embargo algunas cosas que veía durante su horario laboral no lo convencían por completo: como el hecho de que algunas de las habitaciones donde estaban los residdentes permanecían cerradas con llave durante la noche, además del hecho que por casualidad había encontrado en el sesto de la basura los restos de un envase de sedantes, que generalmente estaban contraindicados para personas mayores. La explicación que había recibido es que lo habían desechado porque estaba vencido. Dado que él era solo el enfermero nuevo en esa intitución decidió dar crédito a las explicaciones que le proporcionó su compañero de trabajo.
Eran cerca de las ocho de la noche cuando Mateo tuvo unos minutos libres en su labor para mirar los mensajes que había recibido en su celular. Ese día un compañero le habia solictado cambiar el turno, por lo que faltaban solo dos horas para terminar su jornada. Miró los mensajes que había recibido, entre ellos uno que correspondía al señor E.
—Hola. LLegué a la ciudad antes de lo previsto y no veo la hora de volver a verte.
En ese momento Mateo se dio cuenta que lo único que deseaba era estar con él.
—Hola, respondió. Te envío mi ubicación y pasas a recogerme a las diez de la noche. ¿Te parece bien?
—Ok. allí estaré —le respondió.
Esas dos horas que faltaban para el horario de salida del trabajo le habían parecido interminables. Al salir del edificio Mateo vio al señor E. que lo esperaba pacientemente en la puerta de salida. Se veía tan guapo vestido en forma casual, con jeans y camisa clara, la barba levemente crecida y el cabello ondulado que se movía suavemente por la brisa fresca de la noche.
Alguien desde adentro del edificio los vio besarse y ambos se fueron caminado hasta desaparecer de la vista de esta persona.
—Parece que vamos a tener problemas con estos dos. El enfermero es demasiado listo como para no darse cuenta de nada y el médico contrató un detectivo para que haga algunas averiguaciones sobre el ataque que recibió su compañero de entonces: Xavier
—¿Y que haremos entonces?
—Vamos a tener que deshacernos de ambos — sonrió oculto entre las sombras.
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