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13.

El solo pensamiento de volver a ver al señor E. despertaba en el sentimientos encontrados: por un lado sentía alegría de volver a verlo y por otro la tristeza de saber que en la vida del señor E. había alguien más. -¿Estoy haciendo lo correcto? ¿Me estoy interponiendo entre él y esa mujer? ¿Voy a ser el que le cause dolor a la persona que está con él?  ¿Soy capaz de ser tan egoísta?
La realidad es que me gusta tanto que no puedo resistirme a él. Esta será la última vez que lo vea, no quiero seguir sintiéndome culpable.

Mateo salió de sus pensamientos cuando se dio cuenta que estaba llegando a la residencia de adultos mayores para la entrevista de trabajo. Bajó del bus, caminó unas pocas cuadras bajo el cálido sol de la mañana hasta llegar a la gran puerta de rejas que franqueaba la residencia. Al entrar por la puerta principal se anunció a través del portero eléctrico para ingresar. Una vez allí, lo estaba esperando la secretaria, quien  lo condujo a la oficina del director.

El despacho del director era pequeño, ubicado hacia un ángulo del jardin. El amplio ventanal permitía ver casi todo el parque ubicado en la parte posterior del lugar.
Mateo estaba sentado frente al director de la residencia. Sentía los propios latidos de su corazón, las manos le sudaban y trataba de estar lo más calmado posible. No quería perder esa oportunidad. Necesitaba ese trabajo, no sólo por el sueldo, sino porque sentía la necesidad de tener su mente ocupada. Las últimas semanas no habían sido muy buenas, quería recuperar su vida normal. 

El director de la institución, un hombre de mediana edad y de pocas palabras, estaba leyendo detenidamente los antecedentes laborales  de Mateo. Lo había recibo muy cordialmente y le había agradecido la atención que él había tenido en la atención de su tía-abuela. 

- Sr. Cela -dijo el director mientras se quitaba los lentes y dejaba sobre la mesa el folio donde estaba el curriculum que Mateo había enviado con anterioridad a la entrevista. -Sus antecendentes son muy buenos. Creo que le daremos una oportunidad de trabajar con nosotros. Lo tendremos unos tres meses de prueba. Tendrá un contrato normal, acorde a las leyes vigentes. Eso lo verá con la secretaria que es la encargada de ese tema.

-Muchas gracias. Le agradezco que tenga confianza en mi desempeño. Daré todo de mí en mi labor. Le aseguro que no se arrepentirá de haberme dado esta oportunidad.

-Comenzará mañana en el turno noche, en el horario de diez de la noche a seis de la mañana. Estará a cargo del pabellón 5. En el segundo piso. Las reglas en esta intitución son simples: todo lo que ocurra en ese horario con los residentes  será de su exclusiva reponsabilidad  y del compañero que desempeñe las tareas junto usted dentro de ese horario. 

-Está bien. Entendido. Trataré de que no tenga ninguna queja sobre mí.

-Eso espero, porque el asumirlo como empleado es una responsabilidad que también es mía. Venga conmigo que le voy a presentar a la secretaría de la institución para que le de todas las indicaciones y le muestre las intalaciones.

El director y Mateo se levantaron de sus sillones, para luego dirigirse por un estrecho corredor hacia la oficina de la secretaria. Una vez allí ambos se despidieron con un apretón de manos, no sin antes hacer la presentaciones de rigor. 

La secretaría, de nombre Sara, con mucha simpatía pero con mucha atención le explicó cada uno de los aspectos de la labor que debería desempeñar en su dentro del horario que le habían asignado. El recorrido por la institución le llevó algo más de una hora, ya que también fue presentado a los integrantes del personal que se encontraban trabajando en ese momento.

Al salir Mateo se sintió más aliviado. - Que lástima que mi padre no pueda ver que estoy siguiendo mi vocación. Estoy seguro que estarías muy orgulloso de mi. - reflexionó con tristeza, y una lágrima rodó por su mejilla.  

El bullicio que hacían sus compañeros no lo dejaba concentrarse, por lo que Teo pensó en salir algunos minutos fuera del edificio de la estación de  policía para fumar y tratar de relajarse, creyendo que de esa firma podría continuar con su tarea un poco más tranquilo. A pesar de estar acostumbrado al movimiento y los ruidos de la estación de policía, ese día se sentía particularmente irritado. No quería pensar en cuál era la verdadera causa de ese malestar, aunque dentro de sí ya lo sabía. -Tarde o temprano vas a tener que aceptar las cosas como son - se dijo a si mismo, a la vez que buscaba en el cajón de su escritorio los cigarillos y el encenderor. Se levántó con lentitud, dirigiéndose a través de la sala principal hacia el patio. Eran cerca de las seis de la tarde por lo que Las luces del patio ya estaban encendidas. Se ubicó apoyando su cuerpo sobre un pequeño muro ubicado al costado de la edificación. Encendió el cigarrillo y comenzó  a fumar. Sabía que hacía tiempo que no estaba bien, que sentía que las cosas no estaban en la forma en la que él quería. Tal vez la causa por la cual no era sincero con él mismo era el miedo a decepcionar a su padre. Eso lo aterrorizaba, no quiera perder a su familia. Todo lo que había construido en su carrera lo había hecho para contentar su padre y no quería darle ningún motivo para decepcionarlo, aunque eso implicara dejar una parte de si mismo anulada, sin vida, sin poder ser quien realmente era.

Estaba tan absorto en sus pensamientos que no oyó los pasos de su compañero cuando llegaba y se ubicaba a su lado.

-Convídame uno - dijo su compañero mientras le palmeaba un hombro y Teo lo miró extrañado.

-¿Algún día te vas a comprar los tuyos? - le preguntó con fastidio. - Cierto que me olvidaba que siempre dices que los estás dejando.

-En realidad lo estoy dejando pero esta investigación no está yendo a ningún lado, eso me pone nervioso.

-Yo he estado concentrado estudiando algunas cosas.

-¿Y a qué conclusión has llegado?

-Después de leer algunos informes encontré algunos puntos en común de algunas víctimas.  Primero: son todas personas mayores que viven solas y que generalmente no tienen familiares. Segundo: Ninguna de ellas presentaba alguna enfermedad que pudiera hacer creer que se perdieron por algún problema mental. Tercero: todos tenían una buena posición económica. Cuarto: todos tenían algún problema en mayor o menor grado de movilidad, por lo cual si se fueron de su casa y se perdieron no podrían haber ido muy lejos y alguien les podría haber ofrecido ayuda para volver a sus hogares.

- ¿Tu crees que puede ser alguien que tiene información sobre estas personas?

-Estoy seguro de que sí. Lo que no sé es el motivo, pero lo más probable es que sea económico.

- Quieres decir que quién está detrás de esto, se aprovecha de estas personas para apoderarse de sus bienes.

-Sí, sino que otro motivo podría haber.

-Quizás algún asesino,. alguien que odie a las personas de esa condición.

-Hasta este momento no se ha encontrado a ninguno muerto. Tendríamos que ir a entrevistar personalmente a las personas que hicieron las denuncias de desaparición para tener información más minuciosa sobre la vida cotidiana de estas personas. 

-Volvamos adentro y hagamos un listado de esas personas. Iremos a hacer las entrevistas por separado para tener algunas respuestas los antes posible.

-Ve tú, que en un momento de alcanzo -dijo Teo tomando su celular para ver si había alguna respuesta a los mensajes que le había enviado a Olivia. Ella seguía sin responder desde hacía varios días.

Teo ingresó nuevamente a la estación policial para unirse a su compañero y comenzar a hacer la lista de los testigos a entrevistar al día siguiente. 
Luego de un par de horas tomando notas y analizando la información obtenida había llegado la hora de retirarse.

-¿Quieres que te alcance hasta tu departamento? - preguntó el compañero con amabilidad.

-No. Gracias. Antes de irme quiero pasar por el bar de enfrente. Hace días que no tengo noticias de Olivia así que voy a ir a preguntar a su trabajo.

-¿Crees que le habrá ocurrido algo? ¿ Has intentado llamarla?

-Si la llamé varias veces y le he enviado mensajes pero no me responde.
Su compañero terminó de ordenar los expedientes sobre su escritorio, tomo las llaves de su auto, se despidió de Teo y se dirigió al estacionamiento.

Teo por su parte tomó los informes que  ordenó par llevar a su casa con el objetivo de leerlos  minuciosamente para poder tener claro algunos cosas que no le cerraban de las desapariciones de las personas que estaban investigando.

Con sus notas en una pequeña carpeta Teo se dirigió a paso lento hasta la vereda. En ese horario la cantidad de gente que circulaba por allí era escasa, motivo por el cual el bar ubicado enfrente ya no tenía clientes. Desde donde estaba ubicado podía ver a los empleados recogiendo todos lo que restaba sobre las mesas y levantando las sillas para limpiar
Cruzó rápidamente la calle y en unos minutos ya se encontraba dentro del bar. Con la mirada buscó a Paco , quien se encontraba ya terminando de limpiar la máquina de café.
- ¿Que haces a estas horas por aquí? - le preguntó Paco con interés.
- Buenas tardes- le respondió. Yo...  quisiera saber cómo está Olivia porque hace algunos días que no la veo.
- Me ha dicho que tiene un problema de salud... Que no vendrá hasta la semana próxima.- contestó tratando de no hacerle notar que su respuesta era una mentira a medias
- Paco...¿hace cuánto que nos conocemos? Me parece que me estás mintiendo.
- Mira Teo... Ella es como una hija para mí... No puedo decirte nada. Tendrá que ser ella misma la que te lo diga

-Es que no me responde las llamadas. contestó Teo con un dejo de angustia en la voz

- Pues...lo que puedo hacer es darte la dirección de su casa para que puedas ir a verla. La busco y te la paso al teléfono.

- Te lo agradezco - contestó Teo dándole a Paco una palmada en la espalda.
 
Al salir del bar caminó hasta la parada del bus, la noche ya había comenzado a cubrir toda la ciudad. Él continuaba con esa sensación de melancolía que lo invadía desde hacía tiempo. Bajó del bus y camino lentamente un par de cuadras hasta llegar al edificio donde habitaba. El portero lo saludó con el gesto de una mano. 

Unos minutos más tarde ya estaba en su departamento.  Al entrar no encendió la luz, con la prenunbra que provenía de las luces de la calle y entraban por las ventanas, era suficiente para llegar hasta su habitación. Se quitó la chaqueta, dejó el arma reglamentaria y su placa sobre la mesa de luz. Pensó en Mateo una vez más. Extrañaba esa semana que su amigo se había quedado con él. 

-Tienes que seguir adelante solo - se dijo a si mismo - Nada volverá a hacer como era antes. Tardé demasiado tiempo en decidirme a aceptar lo que sentía por él. 

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