12
Después de la ceremonia Eduardo decidió que quería estar solo. Seguramente no era la mejor decisión que podía tomar en ese momento pero necesitaba descansar la mente y pensar en cómo enfrentaría cada día con esta ausencia. Por otro lado sentía la imperiosa necesidad de ver a Mateo. Eran dos cosas opuestas las que sentía: dolor por la pérdida del amor de su vida y el deseo de estar con Mateo para tener una nueva oportunidad de amar.
Con el corazón en pedazos decidió volver al departamento que había compartido durante muchos años con Xavier. Era el lugar en el que habían vivido su amor intensamente como así también todos los sinsabores de la vida.
Al llegar a la puerta, antes de tomar la llave de su bolsillo para ingresar, dudó en hacerlo, quizás era demasiado pronto para volver allí.
Pero ya era tarde para volver sobre sus pasos, por lo que decidió ingresar y enfrentar la realidad que lo esperaba: la ausencia de quién había sido el amor de su vida. Alguien con quien le hubiese gustado pasar el resto de su vida. Lamentablemente el destino había decidido que eso no sería posible.
Con el transcurso de los días una duda se hizo más y más profunda en su mente. Todas los preguntas que tenía en la mente sobre el ataque que había sufrido Xavier siete años atrás no tenían respuesta alguna. ¿Por qué el atacante preguntó específicamente por él en la guardia de la clínica si no era su paciente? El caso se cerró muy rápidamente con muy pocas explicaciones por parte de la policía. Tal vez había tardado demasiado en darse cuenta que lo ocurrido quizás había sido algo hecho a propósito, con un fin. El atacante nunca llegó a ser identificado porque según el forense no contaba con registros para ello. Toda la información sobre esa persona había desaparecido accidentalmente del registro correspondiente.
Todos esos interrogantes los había escondido dentro de su mente porque al momento en que lo hechos sucedieron su única prioridad había sido siempre Xavier. Lo único que le había importado era tener alguna esperanza en su mejoría a pesar de la realidad del diagnóstico que le dieron.
Eduardo estaba sentado en el sofá de la habitación del hotel. Había decidido permanecer allí hasta que su mente estuviera un poco más lúcida y también porque allí estaría más cerca de su familia, sobre todo de su padre.
Se levantó de allí para ir hasta la habitación a buscar su celular. Tenía algo en mente y necesitaba hablar con su amigo.
-Hola Joaquín.
- Hola. ¿Cómo te sientes?. Quieres que pase para hacerte compañía.
-Te lo agradezco, puedes venir cuando quieras. Ahora lo que necesito es pedirte un favor.
-Díme que es lo que necesitas.
-Necesito que mañana busquen todos los archivos de la guardia correspondientes al mes en el que Xavier fue atacado. No me importa cuanto tarden. Los quiero en mi oficina lo antes posible. También quiero saber quienes fueron los pacientes que atendió en esa guardia el mes del ataque.
-Eduardo haré lo posible para que las secretarias se ocupen de eso lo antes posible. ¿Se puede saber el motivo?
-No sé, no tengo un motivo definido. Tengo muchas dudas y quiero ver si pueden llegar a ser fundadas.
-No te preocupes yo me encargo de todo. -
- Gracias. Que sea lo antes posible por favor. -
Algunos días después todos los informes requeridos por Eduardo se encontraban sobre el escritorio de su oficina. Eran demasiadas historias clínicas para leer, tomar nota y tratar de encontrar algo que pudiese indicar estar fuera de la normalidad de su trabajo. Saber lo que ocurrió ese día se había convertido en una obsesión de la que no se podía deshacer.
La cabeza le daba vueltas y vueltas, tenía demasiada información para procesar. -Debo tratar de llevar esto con tranquilidad - pensó - de lo contrario no llegare a averiguar nada.
De pronto tuvo una idea para poder llevar adelante su investigación. Recordó que cuando su madre fue envestida por un desconocido en la calle que se dio a la fuga abandonándola mal herida, su padre había contratado un investigador privado para que encontrara al culpable. Este hombre de carácter un poco áspero había logrado encontrarlo a fin de que la policía pudiese proceder a su detención y condena por el delito cometido. Era el momento de ver si con él lograría averiguar que fue lo que realmente sucedió ese día. Necesitaba saberlo para dar un poco de paz al alma de Xavier.-
Los días habían transcurrido lentamente desde que los tres amigos habían vuelto de las vacaciones en las que Mateo conoció al señor E. Los primeros días no tuvo ganas de hacer nada, se sentía como estar en limbo, había pasado de estar bien, sentirse que le interesaba a alguien a sentir que lo habían engañado como un verdadero tonto.
No quiso quedarse más tiempo en el departamento de Teo porque sentía que esté se preocupaba demasiado por él. Tal vez estaba tratando de enmendar lo que había sucedido entre ellos tanto tiempo atrás. -Ya no quiero revolver el pasado una y otra vez - pensó - No quiero seguir pensando en ello. No me hará bien ni a mí ni a Teo. Lo que pudo haber entre nosotros murió antes de nacer.
Eran casi las siete de la tarde cuando Teo regresó de su día de trabajo. Al entrar a su departamento se encaminó hacia la sala donde vio que Mateo ya tenia su mochila y la valija lista para volver a su casa.
-Que bueno que llegaste - dijo Mateo con una sonrisa un poco forzada.
-Hola - dijo Teo sin entender lo que sucedía hasta que bajó la vista hacia el costado de dónde se encontraba su amigo y vio la valija lista.
-Me voy a mi casa. Creo que ya fue suficiente de estar aquí. Tengo que volver a mi vida normal.
-No hace falta que te vayas, puedes quedarte el tiempo que quieras - comentó Teo sintiendo que la situación no le era cómoda de ninguna forma. Quería que su amigo se quedara con él.
Mateo caminó un par de pasos hasta quedar muy cerca de Teo mirándolo a los ojos.
-Creo que necesitamos aclarar algo de una vez por todas - dijo Mateo con la voz entrecortada. - Lo que yo sentía por ti fue hace mucho tiempo. Me costó mucho seguir siendo tu amigo estando enamorado de ti pero eso ya pasó. Siempre tendrás un lugar en mi corazón.
-¿No podríamos darnos una oportunidad? - preguntó Teo con voz temblorosa casi susurrando - Yo sé que en ese momento tomé una decisión pero con el tiempo me di cuenta que estaba equivocado - continuó mientas levantaba su mano para acariciar la mejilla de Mateo.
-Creo que lo que te sucede es que estás atado a una ilusión que ya no es posible.
Teo asintió sin poder gesticular una palabra, tal vez Mateo tenía razón, había quedado atrapado en esa ilusión a la que no se atrevió a vivir y ahora ya no era el tiempo para continuarla.
-¿Siempre seremos amigos verdad? - preguntó Teo en un susurro.-
-Por supuesto, siempre seremos amigos. Nunca estaremos separados. - respondió sintiendo que el corazón de Teo sanaría como el suyo tuvo que aprender a sanar tantos años atras.
Durante ese tiempo Mateo volvió a su trabajo habitual de atención domiciliaria de sus pacientes.
Había sido un día agitado de trabajo. Era el atardecer cuando llegó a su casa. El silencio contrastante con el bullicio de la calle le pareció el paraíso. Necesitaba descansar ya que el trabajo y la tristeza que había sentido durante este último tiempo en su vida lo estaban agitando demasiado.
Se quitó la mochila para dejarla sobre la silla del comedor. Al llegar a su habitación se sentó sobre su cama para quitarse las zapatillas y recostarse hasta que su madre volviese de la reunión con sus amigas.
Su ánimo no era de los mejores. Ya estaba lo suficientemente triste como para seguir pensando en el pasado, en un pasado que ya no se podía remediar. Sentía que si seguía atándose al pasado el corazón le explotaría de dolor.
No podía quitarse al señor E. de su cabeza. Lo que sentía eran una mezcla de sentimientos que ni el mismo podía entender.
-Tal vez mi destino sea siempre ser el otro, el engañado, el rechazado. Siento que me gusta y que lo odio a la vez. Pero si me llamara ahora estoy seguro que correría a verlo sin poner ningun reparo. No puedo resistirme a su encanto. - pensó mientras recuperaba el celular para enviar un mensaje a su amigo Franco.
- Tengo una buena noticia para contarte. Esta mañana me enviaron un mensaje para avisarme que tengo que presentarme a una entrevista de trabajo para cubrir un puesto en enfermería en la residencia para mayores.
-¡Que bueno, te felicito! Estoy muy contento que finalmente tengas la oportunidad por de acceder a un trabajo fijo. - contestó Franco - ¿Estás bien?
-Sí. ¿Por qué lo preguntas?
-Porque tu voz se siente distinta. Desde que volvimos de las vacaciones no te veo tan bien. -
-Sí. Estoy bien. ¿Lo dices por lo que pasó ese fin de semana?
-En realidad no se bien lo que pasó.
-La verdad es que conocí a alguien que resultó ser como mi ex-
-¿En que sentido?
-Que primero parecía una cosa y después lo vi con una mujer en el hotel besándose como si nada.
-Mira, lo mejor es que te olvides de él. Después de todo sólo fue un fin de semana. Suena cruel pero es la verdad amigo. No quiero que te engañes a ti mismo.
-Ya lo sé. Tienes razón. Sólo fue un maldito fin de semana.
-Tienes que salir y divertirte.
-Eso es lo que haré. No me detendré por nadie.
-Perfecto. Esa actitud me gusta.
-Nos vemos amigo.
El ruido de unos pasos lentos que venían desde el corredor lo hizo sobresaltarse. Ya era de noche cuando su madre había regresado de una reunión con sus amigas. La puerta de su habitación estaba entreabierta pudo ver a su madre asomándose para constatar si aún estaba dormido.
-Mamá, puedes pasar si quieres.
-Mati, ¿como te fue hoy con tus pacientes?
-Bien, todo normal. Hace una hora me enviaron un mensaje para que mañana me presente a una entrevista de trabajo en la residencia para mayores, parece que mis antecedentes laborales fueron de su agrado.
- Que bueno hijo, me alegra tanto.
- Voy a preparar la cena. Tú quédate un rato más a descansar. Yo te aviso cuando esté lista.
Mateo siguió un rato más entreteniéndose con algún vídeo de Youtube hasta que el sueño lo venció y se quedó profundamente dormido.
La habitación ya estaba en total oscuridad cuando se despertó sobresaltado por el sonido de las llamadas del celular. Lo tomó para ver que hora era a la vez que constataba que la llamada perdida era de Teo y se sorprendió gratamente al ver también un mensaje un mensaje del señor E. No podía ocultar a si mismo la emoción que sentía ya que su corazón comenzó a latir fuertemente.
- Dentro de un par de semanas debo que viajar a tu ciudad. Tengo muchas ganas de estar contigo. ¿Quieres que nos veamos? -
Al ver ese mensaje se llenó de enojo hacia ese hombre que en cierta forma lo había traicionado. Lo recordaba besándose con esa mujer en el hotel, pero a la vez quería volver a verlo, sentirlo en su piel, volver a amarlo una y otra vez. Lo único en lo que podía pensar era en volverlo a ver sin importar que él estuviese en una relación con otra persona.
Mateo no podía entender esos sentimientos que le nacían desde lo profundo de su corazón. Estaba cansado de ser razonable, no quería pensar en nada. Tal vez había llegado el momento de vivir lo que sentía por él sin importar nada más.
-Sí, quiero verte. - contestó Mateo esbozando una preciosa sonrisa. No sabía como resistiría los días que faltaban para volver a verlo.
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