Capítulo 24.
Y sé que la parte que da más miedo es dejarse llevar,
Porque el amor es un fantasma que no puedes controlar — Christina Perri.
El maratón de baile estaba siendo un total éxito, quedaban cada vez menos parejas bailando en la pista, no estaban resistiendo y eso, aunque al principio era decepcionante, después era muy divertido de ver y hasta desafiante.
Y pese a que el detective creía que Damián no se la pasaría bien, era más que obvio que se había equivocado, porque el chico estaba tan feliz como yo de estar aquí.
—¡DAREMOS NUESTRO SEGUNDO RECESO!, úsenlo con sabiduría que aún quedan dos horas y esto no se acaba hasta que se acaba.
Música pre-grabada salía de los altavoces mientras toda la gente se salía de la pista y corría directamente a descansar un poco y a tomar agua.
Damián y yo hicimos lo mismo.
—¿Qué tal te la has pasado hasta ahora? —Le dije a Damián mientras tomaba mi botella de agua de mi mochila.
—No puedo creer que diga esto, pero me ha gustado y mucho. —Dijo el chico muriéndose del cansancio.
De fondo sonaba una canción de Ariana Grande, no estaba segura, pero creo que era Gracias, de nada. La cual me recordaba en su letra todos los fracasos amorosos que había tenido hasta ahora.
Sacudí la cabeza y traté de sentirme bien de nuevo, después de todo me la estaba pasando de lo mejor.
—CINCO MINUTOS, QUEDAN CINCO MINUTOS, ¡REPÓNGANSE RÁPIDO PARTICIPANTES!!!! QUE LA MÚSICA REGRESARÁ EN BREVE. —Dijo un chico de la banda en el micrófono.
—¿Qué tal estás?
—Bien. —Estaba sonriendo, no lo podía creer, pero parece que el chico realmente lo estaba disfrutando. Punto para mí.
—¿Entonces podemos seguir?
—¡Hagámoslo! —Dijo Damián.
La música de pronto se apagó y Damián, yo y las demás parejas que quedaban lo vieron como la señal para regresar a la pista de baile.
—Bien, estamos por comenzar, pero antes tenemos una pista random, esto quiere decir que deben buscar una pareja con la que no hayan bailado nunca antes y hacer pareja con ella, si sobreviven a esta pista siguiente lo que sigue será pan comido, créanme, amigos míos. —Dijo el chico riendo en el micrófono— Tienen dos minutos para tener una nueva pareja, vayan.
Le di una seña a Damián para que se fuera y yo me moví también en busca de una cara conocida para bailar.
Mire a un lado y a otro, pero todos se emparejaban más rápido de lo que parecía, incluso Damián ya había encontrado a una chica y yo no.
Volteé hacia abajo, algo avergonzada y unos pies se detuvieron frente a mí, justo a tiempo para comenzar el baile.
—Espero que no te importe, pero no conozco a nadie más con quien quiera bailar. —Dijo el Detective Kieran parado frente a mí.
Sonreí en respuesta a sus palabras, la música comenzó a sonar y por primera vez no la reconocí y peor aún no la sabia bailar.
Siempre pensé que debía de aprender a bailar las canciones lentas, pero cuando mi único novio formal no gustaba de bailar eso se no es una prioridad.
—Bien, ha comenzar. —Dijo el chico en el micrófono mientras cantaba una hermosa canción en inglés.
—¿Estás bien? —Me dijo el Detective acercándose un poco a mí, para tocarme, puso una mano en mi espalda y la otra me la ofreció para comenzar a bailar.
La canción llegó al coro y pude identificar algunas letras.
Y todos los pasos que me condujeron hasta ti,
Y todo el infierno por el que tuve que pasar,
Pero no vendería uno solo de mis días
Por la oportunidad de decir: Mi amor, estoy enamorada de ti.
Sé que los dos estábamos asustados,
Los dos cometimos los mismos errores,
Para ti un corazón abierto es una herida abierta,
Y bajo el viento de una decisión difícil,
El amor tiene una voz queda.
Todavía tienes la idea de que es decisión tuya elegirme.
—Hermosa canción, ¿no? —Dijo el Detective en mi oído.
Yo no pude decir nada, solo asentí. Después, solo me recargué en su hombro, me puse cómoda y aspire su olor masculino y cálido.
Deje que él y la música inundara el momento que estábamos viviendo.
El hombre me dejó estar en él, quedarme en sus brazos y solo bailar lentamente.
Siempre he leído sobre estos momentos en los libros, en las películas, es el momento en que todo se congela, pasa lo que nunca pensaste qué pasaría, en mi caso es bailar lento, nunca lo había hecho, pero aquí y ahora es como si lo hubiera hecho durante toda mi vida.
Y lo mejor o quizás lo peor de todo es lo cómoda que me encontraba en sus brazos, atrapada en ellos, en el momento.
Quería pensar que solo éramos los dos aquí, a pesar de todos los errores, a pesar de los tropiezos y de los corazones rotos, de las reputaciones, de los chismes, de los miedos, ahora, quería pensar que éramos esto.
Aunque cuando la canción cambio y el momento se rompió supe que hay personas que ven solo lo que quieren ver, no lo que es en realidad.
Me alejé lo más rápido que pude, cuando me di cuenta de eso.
Después de eso, le dije a Damián que ya debíamos de darnos por vencidos, era más que obvio que nosotros no venceríamos a los mejores. Que eran los que siempre ganaban cada año. Nosotros solo veníamos por ayudar y por el ejercicio, la gloria no nos interesaba.
Me acompaño a casa y luego se fue.
Pero aún cuando ya estábamos muy lejos del evento podía seguir sintiendo la mirada del detective Kieran en mí, cuando me aleje de él. Y de lo que no podía ser.
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Ese mismo día, cuando llegué a casa me recibió una sorpresa gritona en casa. Maggie, que en cuanto me vio, corrió hacia mí.
Y aunque estaba preocupada porque ella siguiera enojada conmigo por lo que había pasado la última vez que nos vimos, todas mis dudas se disiparon en cuanto la vi venir a mí, en un gran abrazo.
—¡Demonios chica te he extrañado tanto! —Gritó en mi oído mientras me abrazaba con tal fuerza que pensé que de verdad me iba romper por un abrazo.
—Yo también, pero por favor no me mates por ello. —Dije riendo. Ella se alejó tres pasos, pero siguió teniendo una sonrisa de oreja a oreja.
—Lo siento es que estoy tan llena de emoción por verte, siento tanto todo lo que te dije.
—No, está bien, tenías razón.
—No, no la tenía, supe lo que paso y Lorenzo también, ambos queríamos venir a verte, pero tuvo trabajo que hacer.
—¿Lorenzo? Tú nunca le dices así, ¿qué está pasando Margarita?
—Si me dices así, nunca lo sabrás.
—Lo retiró, entonces. —Nunca he sabido porque no le gusta su nombre a Maggie, su madre le puso ese nombre por la princesa Margarita de Inglaterra. Y a mí siempre se me ha hecho uno de los nombres más hermosos de la Dinastía Windsor, una de las más largas y la actual gobernante en Reino Unido.
—Después de que te fuiste, estaba muy mal por ti, por la pelea que tuvimos y un día Lorenzo entro a su oficina y me sorprendió llorando por ello, pero en lugar de consolarme como lo haría un buen caballero, me regaño y fue entonces cuando le dije que estaba cansada de él, sus modelos, sus tonterías y que me iba de ahí en ese mismo momento.
—¿Y luego qué paso? —A mi lado, mi teléfono comenzó a sonar, vi el identificador de llamadas, pero no reconocí el número, así que no lo atendí.
—Puedes contestar, si quieres. —Me dijo Maggie sentándose en el sillón más grande de la sala.
—No, está bien, no sé quién es de todos modos, sigue.
—Pues tomé mis cosas y me fui de ahí, estaba hecha una furia te juro que nunca me había puesto así con nadie, pero el sí que se lo merecía desde hace mucho tiempo.
—Sí lo sabré yo, sigue... —Mientras ella seguía hablando me metí a la cocina y tomé la tetera para hacer té. Los últimos días el frió se estaba instalando poco a poco en la ciudad, por lo que después de las cinco de la tarde me había acostumbrado a tomar té, chocolate o café para calentarme un poco.
—¿Qué haces?
—Té, ¿jengibre o manzanilla?
—Manzanilla. —Dijo la chica yéndose hacia la cocina para después seguir hablando.
—Me fui, en fin, estaba en el elevador y antes de que este se cerrará fue y se metió, me di un tremendo beso y luego se fue.
—¿Solo así?
—Sí, solo así, me dejo toda confundida, baje a Recursos Humanos y le pedí a Jennifer que me hiciera la carta de renuncia y se la diera a Bob para que me tuvieran mi liquidación lo más pronto posible, ¡apero en cuánto llamó a la oficina de Lorenzo el muy cabrón le dijo que no me dejará ir!
—¿Y luego? —Serví las dos tazas y le soplé unas cuantas a la mía mientras trataba de seguir el hilo de la conversación.
—Pues que me regresé a la oficina a mentarle la madre a mi ex jefe, llegué y él estaba esperándome en mi escritorio recargado, le grité que no podía tratarme de esa manera porque yo no era su juguete y todos estos años había hecho más que cualquiera en esa compañía por él, le había dejado todo a él, mi alma, mi tiempo y mi corazón y él los había pisoteado todo ese tiempo. Pero él hombre solo se quedó callado y al final me miro y me dijo que lo sabía, era un idiota, que no debía de haberlo hecho, pero lo hizo.
—¿Y?
—Y le dije que no debía de haberme besado cuando era más que obvio que nunca sentiría nada por mí, como yo por él, él solo se fija en bellas modelos y yo jamás sería una de ellas.
—Lo siento, sé que te lo dije muchas veces, pero aun así lo siento.
—Lo sé, pero déjame terminar y después me regañas, ¿Ok?
—Sí, me callare ahora, continua lo siento.
—En fin, me di la vuelta dispuesta a llevarme todas mis cosas de un jalón, pero él me hizo girarme.
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—Sé que me he comportado como un idiota, que te he cargado la mano cuando sé que ya no podías más y también sé que todo este tiempo has estado enamorado de mí y que ha sido una tortura ver como desfilaba siempre por esta oficina con un montón de chicas, lo siento, en verdad, yo nunca he querido hacerte daño, sé que no lo parece, pero para mí eres y siempre serás la única.
—No, puedes esperar que crea eso, sobre todo cuando acabo de renunciar, es más, apuesto que lo dices solo para que no me vaya.
—No, yo lo juró por mis abuelos.
—Por favor, a ti nunca te han importado ellos, ni nadie, eres un egoísta de lo peor.
—Yo sé que eso parece, pero no soy así.
—Sí, lo eres.
—Por favor déjame ser el hombre que tú crees que puedo ser.
—Ese hombre existía solo en mi cabeza y ahí es donde se va a quedar.
—Por favor, Maggie, tú no eres así, tu eres una romántica empedernida y siempre optimista.
—A esa chica tú la mataste, poco a poco.
—Entonces déjame traerla de nuevo, porque Maggie, esa chica es el motivo por el que vengo a trabajar a esta oficina todos los días, no puedo vivir sin tu sonrisa cada mañana, sin tus atenciones, sin que me recuerdes lo que debo hacer o comer, sabes más de mí que cualquiera de esas tontas y huecas modelos, pero tú, tu eres única, tienes mi corazón si lo quieres, déjame conquistarte, solo pido una oportunidad.
Casi me ahogo con todo lo que él dijo, incluso tuve que mirar a otra parte para no llorar por lo que él estaba diciéndome. No sabía si creerle, pero quería hacerlo, aunque no quisiera, lo quería, tenía que hacerlo.
Porque el corazón quiere lo que quiere.
—Está bien —dije yéndome por la puerta— solo una oportunidad y al primer error me largo.
—Juro que haré que valga la pena, Maggie. —Dijo él acompañándome al ascensor, tomó la caja y la llevó en sus brazos de regreso a mi escritorio, ayudándome a acomodar todo en él de nuevo.
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—Y eso ha hecho desde ese día, que todo valga la pena.
—¡Wow! —Solo eso puedo decir en estos momentos.
—Lo sé, es mucho para digerir, así que tomate unos momentos y luego me cuentas del doctor y el detective.
—Espera, ¿qué? —¿Qué?
—No te hagas, la tonta, tu hermana me puso al tanto de todo lo que ha pasado desde que no nos vemos y por cierto siento no haber ido al hospital, tu abuela dijo que solo se te permitía recibir ciertas visitas.
—Lo siento y espero que no te enojes conmigo por eso, pero es que lo necesitaba.
—Lo que necesitabas era la ayuda de tu hermoso doctor que de seguro nada más por eso te curaste tan rápido.
—No, claro que no. —Dije tratando de ocultar lo que estaba sintiendo por la sola mención de Nicholas y el Detective Kieran.
—Vamos, dímelo soy tu mejor amiga.
—No sé qué paso con el médico, es que un día estábamos bien y el otro no, así que supongo que se acabo.
—¿Cómo que se acabó?
—Sí, un día él dijo que me quería, que solo pensaba en mí y en nadie más y al otro ya no supe más de él, supongo que se arrepintió.
—O solo estaba jugando, hay nena lo siento tanto.
—Está bien, duele, pero sobreviviré.
—No, pues si supongo que duele menos con un detective como el que dice tu hermana dispuesto a rescatarte.
—Yo no necesito que nadie me rescate, Maggie.
—Todos lo necesitamos alguna vez, cariño.
—Yo no, lo juró, estoy bien.
Mi teléfono volvió a sonar y esta vez conteste.
—Hola. —Dije poniéndome la bocina en la oreja.
Nada, nada del otro lado.
—Hola, ¿hay alguien ahí? —No se escuchaba nada de nuevo.
—Supongo que ese policía es mi reemplazo, ahora.
—¿Quién habla? —Era una voz masculina, de eso no había duda, pero pese a que intente hacer memoria, no recordaba de quien podría ser.
—Vaya si ya te olvidaste de mí, por supuesto, ahora que ya te cansaste de mí, has decidido buscar a un nuevo juguete para divertirte.
—¿Quién es? ¡Dime! —Grité ahora un poco molesta.
—Solo recuerda esto, cariño, me embrujaste a mi primero, en cuerpo y alma y seguirá así, si yo lo quiero. —Escuché al hombre del otro lado de la línea reír histéricamente— Si no haces a un lado a ese y al otro tipo, la gente a tu alrededor va a sufrir, lo juró. —Y la llamada se cortó. Me quede viendo la pantalla totalmente asustada.
Ya sabía a quién pertenecía la voz. Solo él había usado esas palabras antes.
Leonardo.
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