2. Nuevo hogar
-15 años antes-
Eric no recordaba cómo se sentía la felicidad, ansiaba saber cómo se sentía el estar alegre de nuevo.
Trataba de buscar algo en su memoria que le proporcionara sensación de alivio, que lo hiciera reír, para variar, pero no encontraba nada.
Lo único que podía recordar era el dolor.
Lo único que podía sentir era miedo.
Lo único que podía ver eran imágenes borrosas debido a las lágrimas contenidas.
La sensación punzante de las heridas en su piel, que aunque ya estaban tratadas, todavía dolían; el peso de su corazón, que todo el tiempo parecía que no quería palpitar más; el nudo en su garganta que nunca desaparecía y la idea de que no estaba a salvo, todo eso estaba atormentándolo tanto que no era capaz de concentrarse en lo que sucedía a su alrededor.
―Eric ―una voz sonaba muy lejos, lo llamaba, pero él no hizo caso. No sabía si era real o era producto de su imaginación.
―Eric ―volvieron a llamarlo, esta vez, la voz sonó más clara, sintió que lo sacudían ligeramente y entonces, volvió la vista hacia la mancha que le hablaba.
Parpadeó varias veces, tratando de volver nítida la imagen, las lágrimas por fin bajaron por sus mejillas, ayudándolo a despejar su vista.
La mancha se convirtió en una mujer de ojos amables y dulce voz.
Ella intentó tocarlo pero, en un acto reflejo, Eric se echó hacia atrás evitándola. Su corazón empezó a latir de golpe, como si hubiera revivido de la nada, ahora su cuerpo estaba en guardia. Miró a su alrededor, nervioso, se encontraba en un sitio desconocido para él, no recordaba cómo había llegado hasta ahí, pero estaba recostado de una pared sosteniendo sus rodillas con las manos.
De repente, se fijó en que estaba en una cama, en una habitación que parecía de hospital. Le llegó un ligero recuerdo de alguien atendiéndolo, pero no recordó nada más. ¿Por qué fallaba su memoria?
―Eric ―repitió la mujer, y esta vez se escuchó como un sonido tranquilizante, como una especie de bálsamo para él, que hizo que el ritmo de sus latidos disminuyera un poco. Ella sonrió y él intentó hacer el mismo gesto, pero le dolió―. Vamos, ven conmigo, tienes que comer algo. Te llevaré a tu nueva habitación, hablaremos y luego iremos a comer, ¿te parece? ―la mujer le tendió la mano y él dudó en si tomarla o no.
¿Quién era ella? ¿Quería ayudarlo? ¿Por qué tendría una nueva habitación? ¿Dónde estaba su madre? Aquella mujer no parecía una mala persona, ni tampoco parecía que quisiera lastimarlo. Con curiosidad, decidió tomar la mano de la mujer para bajar de la camilla, parecía gigante y fuerte comparada con la de él, pequeña y frágil.
Siguió a la mujer por un largo pasillo lleno de puertas, algunos niños corrían de un lado a otro, riendo, jugando y había algunos que lo veían fijamente, quizás porque era nuevo ahí.
Eric escaneó el lugar con la mirada. Sin duda no sabía dónde estaba, pero por alguna razón no se sentía preocupado.
Miró a la mujer y ella le devolvió la mirada, sonriendo ampliamente.
Eric quiso decir algo, pero nada salió de su boca.
Por fin entraron en una de las puertas, Eric vio varias camas una encima de la otra, eran cuatro, lo que hacía que en total fueran ocho camas. Era bueno en matemáticas. Eso sí lo recordaba.
En ese momento, todas aquellas camas estaban vacías, pero él sabía que no estaría solo ahí. Y eso, en cierto modo, lo hizo sentir aliviado.
―¿Dónde están los demás? ―preguntó, mirando a la mujer que lo acompañaba. Debía preguntarle su nombre.
―Es la hora de la comida, así que todos están fuera. No te preocupes, luego los conocerás.
―¿Cuál es su nombre?
La mujer sonrió. Era mayor, quizás no demasiado, pero se le hacían algunas arrugas en los ojos cuando sonreía. Eric supuso que se reía mucho y por eso las marcas estaban presentes.
―Soy Gloria.
―Gloria... ¿por qué estoy aquí? ¿Qué es este lugar?
Gloria suspiró y caminó hasta una de las camas, se sentó y le hizo señas para que la imitara.
―Veo que eres un niño muy curioso, eso está bien. Es bueno que te cuestiones todo en este mundo.
Eric la miró con las cejas alzadas, sin saber si sentarse o no hasta que le respondiera. Ella se dio cuenta de eso y suspiró.
―Vamos a tener una conversación larga, ¿estás seguro que prefieres quedarte de pie?
Eric se sentó, manteniendo la distancia.
―Es difícil hablar de esto la primera vez, pero entenderé sino quieres hablarlo hoy. Soy psicóloga, ¿sabes lo que es eso?
Eric asintió.
―Lo he escuchado.
―Entonces, como sabrás, estoy para hablar de lo que necesites; de cualquier inquietud que sientas, desde lo más chiquito hasta lo más grande, de tus preocupaciones y en general, de cualquier cosa, ¿de acuerdo?
Él volvió a asentir.
―Vale, una vez aclarado eso, hoy me gustaría que empecemos por la razón por la que estás aquí....
Eric se revolvió un poco incómodo en el asiento y miró alrededor.
―¿Es algo que tiene que ver con mi mamá, verdad?
―Si eso fue lo primero que pensaste entonces sí. ¿Quieres hablarme de ella?
Eric negó con la cabeza, aún sin mirar a Gloria.
―Ella no querrá que diga nada. No le gusta que hable de eso.
―Tu mamá no tendrá ningún problema.
―¿Cómo lo sabe? ―la miró por fin.
―Ya tu mamá no podrá hacerte daño, Eric. Estás a salvo aquí.
Le empezaron a picar los ojos.
―¿Por qué estoy aquí? ―repitió, con un nudo formándose de nuevo en su garganta.
―Eric... ―Gloria lo miró un momento, intentando anticipar la reacción del niño―. Ya no veras a tu mamá ―hizo una pausa―, en un largo tiempo.
―¿Por qué? ¿Ya no me quiere? ―El niño arrugó el entrecejo y bajó la mirada hasta sus zapatos, sucios y gastados. Sabía que su mamá y él no tenían la mejor relación, pero no esperaba que lo abandonara. De repente, sus ojos se llenaron de lágrimas y varias imágenes violentas asaltaron su mente, entonces empezó a negar efusivamente con la cabeza―. Prometo que no volveré a portarme mal. Me portaré bien de ahora en adelante. Voy a... voy a ayudarla en la casa y...
Se interrumpió al ver que la mano de Gloria alcanzó la de él y le dio un ligero apretón, las lágrimas bañaron su rostro. No entendía qué estaba pasando...
―Tú no has hecho nada malo, estoy segura de que eres un niño excepcional. Pero tu mamá ya no puede cuidarte, tú necesitas ayuda y ella también. Y nosotros vamos a proporcionártela.
Él arrugó el entrecejo de nuevo, respirando entrecortadamente entre el llanto.
―¿Y quién la ayudará a ella?
―Tu mamá está en un centro de ayuda psiquiátrica. No estaba en condiciones para cuidar de ti. Ahora nosotros cuidaremos de ti, lo prometo. Estarás bien. Este es tu nuevo hogar, mi niño.
Eric se había quedado en blanco. No se sentía un buen niño, ni merecedor de esa ayuda. Se había portado mal y gracias a eso ahora ya no vería más a su madre, y estaba seguro de que ella lo odiaba, pero él no podía odiarla a ella. Era lo único que él había conocido, no había conocido a su papá y no tenía más familia. Si ya no tenía tampoco a su madre ¿qué sería de él?
Siempre intentaba portarse bien, pero entonces cuando cometía algún error, por más pequeño que fuera, ella dejaba de ser ella, dejaba de ser su madre y hacía cosas horribles. Cosas que le hacían doler el corazón de tan solo recordarlas, pero que también quedaban marcadas en su cuerpo. Eric se abrazó a sí mismo, incapaz de contener las lágrimas, se sacudió del dolor, le dolía el rostro, los brazos, la barriga, incluso llorar le hacía daño. ¿Por qué había nacido para vivir una vida tan triste como la suya?
Eric sintió unos brazos a su alrededor y, al subir la cabeza, se dio cuenta de que Gloria lo estaba abrazando, estaba seguro de que no merecía ese abrazo, pero sí que lo necesitaba. Necesitaba sentir que le importaba a alguien, aunque eso fuera egoísta. Así que se apoyó en los brazos de aquella mujer que parecía un ángel y se desmoronó.
Harry Potter y el Misterio de por qué wattpad me monta el capítulo en cursivas y luego tengo que cambiar a mano párrafo a párrafo para que se quede normal.
En fin, ¿qué opinamos de este acontecimiento? ¿Lo esperaban? ¿Por qué creen que la mamá de Eric quedó internada y él terminó en un orfanato? Lxs leo.
Nos leemos pronto, byee
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