Epílogo.
Los finales son lo peor para mí.
Por eso desde que supimos que íbamos hacía la vieja propiedad de los padres de Kieran es que me di cuenta de que inevitablemente este era el final para todos nosotros.
Sus abuelos nos esperaban al pie de la escalera del frente, en compañía de mi hermana y Ariana, a su lado sentadas en el suelo.
Las conspiraciones son locas para definir lo que era está situación.
Su familia y la mía se habían aliado magistralmente para ajustar con nuestros enemigos las cuentas pendientes del pasado como si de familias asociadas a la mafia estuviéramos hablando.
Esto era la otra cosa que habían estado haciendo.
Esto era el fin, resolver nuestros secretos, peleas y miedos para avanzar.
Pero lo que nadie te dice de la familia, es que cuando la sangre pesa demasiado, los rencores y el miedo a caer en viejos errores del pasado ganan. Y entonces el lazo sale corriendo por la ventana y nosotros por la puerta trasera.
Y una sola llamada como siempre era la que avivaba esa llama de incertidumbre que todos los que tenemos asuntos pendientes con nuestras familias reconocemos.
Pero del lado amable, debemos reconocer una verdad innegable.
La familia también es vida, y es un santuario que debemos procurar y adorar, pero solo si ellos lo merecen.
Por ejemplo después de muchas persecuciones, explicaciones, tiempo y sobre todo paciencia perdone a mi padre y a mi madre por dejarme y por volver a mi vida (en el caso de mi padre).
Y ahora le tocaba a Kieran hacerlo antes de que fuéramos nosotros para siempre.
Cuando somos jóvenes, somos imprudentes, solemos tomar decisiones sin pensar si hacemos daño a nadie más que a nosotros o si algo cambiará en el mundo que nos rodea por hacerlo.
Esta vez la boda si iba suceder, y estaba a nada.
Solo un par de horas, sin embargo Ariana insistió en que había algo más que reparar antes de dar el gran paso.
Aunque técnicamente ya lo habíamos dado por la ley del hombre, está vez lo haríamos por la ley de Dios, tal y como se lo habíamos prometido una vez a mi abuela.
—Pasen, los hemos estado esperando.
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Pero una historia como la de nosotros no sería nada sin la boda. Sin este relato siento que el mundo entero nunca podrá entendernos, aunque sea un poquito.
Algo azul... un juego de aretes y cadena que mi abuela me ha prestado de su joyero especial.
Algo nuevo... una pulsera, que extrañamente hace un juego tremendo con los aretes y la cadena que llevo en el cuello.
Y...
Algo viejo... mi vestido de novia. Era aquel que mi abuela había querido usar siempre, pero que no pudo usar el día de su boda porque no sé lo permitieron, debido al dinero...
Me acompañan al altar donde el amor de mi vida me espera.
Luz nos espera siendo llevada en brazos por su madrina, mi hermana Emma.
Como es de loca la vida, que un día te levantas pensado que es esto es todo lo que puedes conseguir de ella. Llevando en una mano tu termo de café y en la otra luchando para ponerte bien la mochila que llevas siempre en los hombros para ir a trabajar, como cada día de tu vida.
Y al otro, estas caminando hasta el altar hacia el amor de tu vida.
Rodeada de todos tus amigos y familiares, y siendo inmensamente feliz porque aunque sabes que este es un final, es el final perfecto para todos.
No he podido evitar que un par de lágrimas se me escapen mientras doy los primeros pasos en el altar que me llevan a ser plenamente feliz por el resto de mi vida. Y tampoco he querido disimular como estas han caído por mis mejillas, ni he hecho nada para limpiarlas.
Porque hoy me parece justo que estén ahí.
También he sentido melancolía por lo que he dejado atrás, y los que he dejado atrás en la vida, por aquello que ya no pudo ser, por las infinitas posibilidades que se quedaron bailando en el ciber espacio, girando cual orbitas, solas y a la deriva de todos los que estamos aquí reunidos hoy para celebrar el amor en su máxima expresión.
Hoy esta boda significa mucho para todos.
Es una celebración del amor entre dos personas, pero también de todos los que están y los que no, hacía nosotros dos.
Pero sobre todo.
Es una celebración de cómo no tienes que perderte a ti misma (o) para encajar, para sobre llevar nada, para sobrevivir, para pelear... a veces solo tienes que celebrar la vida como es, como nos va llegando.
Mala.
Cruel.
Amarga.
Confusa.
Y...
Solitaria.
Doy mis últimos tres pasos hasta llegar a Kieran, está de pie en el centro de una base pequeña cubierta por una alfombra de color blanco crudo. Me ofrece su mano derecha y gustosa la acepto, sin dejar de pensar en la primera vez que le vi.
Esos ojos...
Me robaron el aliento desde que los tuve en mi campo de visión. Podría decir algunas veces que su abdomen de cuadros marcados me compró el corazón sin necesidad de ser pagado a cuotas, pero esos ojos...
Ellos iniciaron las negociaciones para entrar en mi corazón sin que yo si quiera me diera cuenta.
Y otras veces la vida, solo es cálida.
Sobre todo si estas rodeada en tu vida de las personas correctas, esas que toman tu mano cada que algo sucede, bueno o malo, son las que están destinadas a sostenerte siempre.
—Queridos amigos... estamos hoy aquí reunidos para reafirmar el amor entre estos dos hijos de Dios, que gustoso me complazco en reconocer se aman más que nada en este mundo, pero no por encima de ellos mismos... —Antes de comenzar la ceremonia había tenido una pequeña charla con el padre sobre que no debía mencionar ninguna línea sobre "amar a tu prójimo por encima de ti mismo" porque de lo contrario no me casaría nunca por la ley de Dios. Y como ese padre me había conocido toda mi vida, sabía que no estaba jugando cuando proponía la idea— hijos míos todos los presentes estamos complacidos de que al fin se hayan decidido a atar el nudo de la manera correcta y está vez de manera pacífica y sin ninguna persecución involucrada... —Esto último lo menciono en voz baja y solo para nosotros dos, pero aun así nos reímos en voz alta.
Haciendo que el resto de los presentes riera con nosotros también.
Dándonos cuenta de que no estábamos solos nunca más.
Ni él ni yo.
—Gracias —Le susurré al mismo párroco que se encargo de bautizarme cuando vine a este mundo.
Y luego le guiñé el ojo a mi esposo.
—Bien, y no sé les olvide que aunque estemos aquí para celebrarlos a ellos dos, debemos celebrar a la vida también. —El padre se enderezo y gritó como pocas veces en su vida lo había hecho una promesa que le había pedido antes de comenzar la ceremonia— Viva el amor, Viva la familia y...
—Viva la vida —Completamos todos los presentes.
Y si llegaste hasta aquí...
Gracias por ayudarme a cobrar vida con todos estos personajes como escritora.
¡¡¡POR FIN!!!
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