Capítulo 48.
No me importa quién eres...
De dónde vienes...
Lo que hiciste...
Mientras me ames — Backstreets Boys.
—Te amo.
—Te amo.
Y creo que está vez los dos estábamos sorprendidos por estas palabras saliendo de nuestra boca, más que la primera vez que las dijimos.
Porque está vez, era como si nunca las hubiésemos dicho.
Ya sé que no es la primera vez que salía de mi boca un "te amo" pero si era la que más importaba, era la que más importaría por siempre.
—Gracias a Dios has regresado tú a mí, sino yo hubiese ido hasta el fin del mundo por ti y solo por ti.
—Iris, iría hasta otra vida solo para estar contigo, no me importa nada más que estar a tu lado, y ser parte de tu camino.
—Y yo no quiero que el amarme te quité cumplir tus sueños, así que si quieres irte a Miami, a Estambul o a Marte iré contigo hasta el fin del mundo, por ti, por mí y por nosotros.
—¿De qué hablas cariño? —Tomó mi cabeza entre sus manos y me miró fijamente.
Me derretía con esa mirada, pero si quería amar sin ataduras tenía que dejarlo salir todo.
Dejar el corazón aquí y ahora para no tener más miedos que pudieran separarnos ni ahora ni nunca.
—Eso que no quiero que pierdas la oportunidad de tu vida por mí, si tú quieres podemos irnos a Miami desde mañana mismo, digo, si es que nos quieres en tu vida todavía.
—Iris desde que te vi, no hay nada que quiera más que estar contigo, tener tu corazón, ser parte de tu vida, que tus ojos me miren como lo mejor que hay en este mundo, ser un mejor hombre solo por ti y para ti. No hay nadie más que tú y nunca lo habrá.
Se separa de mi lado, se acomoda un poco el pantalón hacía abajo.
Veo como duda, suda y continúa a pesar del miedo y las inseguridades.
Juguetea con sus pies hasta que se siente cómodo y ahí, a las seis de la tarde de un día caloroso de verano, un primero de junio del presente año, frente a mi casa y pisando con cuidado las escaleras hacía un nosotros.
Se hinca.
—Mi madre me dijo una vez que solo hay una gran oportunidad en el amor y cuando encuentras a la persona indicada para pasar lo que te quedé de vida, no debes dejarla ir. —No puedo respirar, él no se ríe. Así sé que esto es en serio y que no estoy soñando, baja su mano derecha hasta su bolsillo del pantalón y saca un anillo. Mi anillo de compromiso, con eso dejo de respirar—. Bueno, encontré una mujer al fin para mí, la más fuerte que he conocido, ella comparte mis sueños, y mis anhelos, espero algún día poder compartir su casa, porque encontré el amor en ella, en nosotros, para cargar más que solo mis secretos e inseguridades, cariño, toma mi mano —y lo hago— dame el honor, el inmenso honor de convertirme en tu esposo porque en ti veo la luz, en tus ojos veo mi futuro, veo nuestro futuro.
Y con eso no cedo.
Con eso caigo y me doy de bruces contra todas las paredes que he levantado para protegerme de lo que más miedo me ha dado siempre en la vida.
Entregarme por completo, confiar y darle el poder a otra persona además de ti, para ser feliz, para compartir la vida.
—Sí, así si me caso contigo, esta vez sí me caso contigo.
—¿Está vez sí? —Dice corriendo hacia mí, me toma en sus brazos de nuevo y se ríe mientras me hace girar un poco en el aire.
—Está vez sí.
<<>>
—Sabes si tú no hubieras venido hasta mi puerta de seguro yo habría corrido hasta Miami por ti.
Hemos entrado en casa porque lo único que queremos ahora mismo y en adelante es estar juntos.
Siempre.
—Lo sé, te creo capaz de eso y más pero no hubiera sido necesario. Jamás habría podido estar ahí sin ti, sin ustedes.
—¿Cómo?
—Sí, en el momento en que llegué y la entrevista comenzó, quise llamarte para decírtelo, cada detalle del lugar solo lo quería compartir contigo, pero el solo saber que no podía porque ya no estábamos juntos me recordó que no quería estar así ya.
—A mí me basto un recorrido por nuestros mejores momentos para darme cuenta de que había cometido en error al dejarte ir, por eso salí corriendo a buscarte.
—Pero no fue un error Iris. Ambos sabemos que nos faltaba mucho por entender, por ver, por hacer y sobre todo por aprender del otro. No sé porque siempre que tú decías no, yo quería decir sí, no nos comunicábamos a pesar de amarnos y no confiábamos el uno en el otro.
—Pero ahora sí.
—Sí, ahora sí.
—Lo sé, sé que tienes razón, sé que las razones por las que no estábamos juntos antes era porque ninguno de los dos estaba seguro de que esas mismas razones valieran lo suficiente para estarlo, sin dejar de lado nuestro amor propio.
—Sé que antes no te escuché y que por eso sentías que te fallaba, que no fui la mejor pareja, sobre protegiéndote todo el tiempo sin escuchar y valorar de lo que eres capaz y lo que logras por ti misma, y sé que lo prometí antes pero ahora no es solo una promesa, porque he aprendido, escuchándote que nunca te han gustado.
Eso puso una gran sonrisa en mi rostro.
Por fin, por fin.
¡¡¡Por fin Dios mío!!!
Por fin se ha dado cuenta.
¡Dios!
Como amo a este hombre, prometo, no juro que de aquí en adelante le escucharé y respetaré, le seré fiel en lo próspero y adverso.
Es más por lo que a mi concierne, soy suya desde aquí y hasta el fin de los tiempos.
—Porque tú no necesitas que te salven, ni yo tampoco, no necesitas que te amen, pero aún así dejas que lo hagan, por eso yo te amo con libertad, con toda la libertad que tú tienes, con la luz que llevas al mundo sin querer nunca apagarla y quien se atreva a hacerlo sé que tú misma le darás una lección para que nunca olvidé que la única persona que tú necesitas para ganar, eres tú misma. Aun así, me dejas estar contigo, amándome por como soy y sin pedirme que cambie nada, así es como yo te amaré de ahora en adelante a ti. Libremente.
Y lloré.
Pero no porque estuviera triste, sino porque al fin los dos habíamos entendido que si no tenías amor propio por encima de todo, no tenías nada.
Porque no estaba mal poner eso por encima de todo, sino no hay nada.
—Gracias. —Dije yendo hacia él para besarle una vez más en los labios.
—Por nada. —Dijo él correspondiéndome—. No me importa quién eres, de dónde vienes, lo que hiciste, mientras me ames.
—Gracias —dije. Mientras me afianzaba aún más hacia su pecho. Y es cuando regreso hasta el fondo de mis recuerdos que veo en mí la luz de las ideas ayudarme a llegar a lo que quiero decir. Pero esta vez no dejo que se queden en mí, las dejo salir libres como el amor que siento por él—. Creo que ahora lo único que queda por decir es la fecha.
—¿Qué te parece mañana mismo?
Kieran toma mi rostro, desde mi mentón y con ello me obliga a ver dentro de sus preciosos ojos color verde, que ahora me dan el más hermoso color dentro de ellos, el esmeralda.
Pocas veces he tenido la oportunidad de verle como ahora, verle a plenitud mientras él me ve a mí y tengo que admitir que la mejor sensación la producen esos ojos mirándome como lo hacen ahora.
Directo hasta mi alma, sin detenerse hasta llegar a mi corazón.
—Cariño por mucho que me muera por ser tu esposo, sé que tienes que presentar la documentación en el juzgado al menos una semana antes para poder contraer matrimonio por lo civil y por la ley de la iglesia al menos un mes antes, así que me parece algo imposible de lograr en tan poco tiempo. —Y aunque tiene razón, no la tiene del todo.
—Eso es porque tú no conoces a las personas indicadas, dame dos días y todo estará listo. Lo juro.
—A ti te doy toda la vida si quieres. —Dice llevando sus labios hacia los míos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro