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Capítulo 47.


Siguiendo las señales, de regreso a ti — Twin Forks.


No quiero pensar más en el amor, no quiero saber nada más de él.

Sin embargo es muy difícil sacarte al hombre que sabes es el amor de tu vida, así nada más, como si estuvieras sacando una bandita de tu piel, no sé puede.

Lo veo en cada cosa a veces, no puedo dejar de pensar en él, me vuelve loca de a ratos.

Y otros solo no está.

Lo cual me hace pensar que ya no estamos más el uno en el otro.

Aún así no creo que esto nunca se vuelva más difícil para mí.


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Salí a caminar dispuesta a olvidarlo todo, hacía más de dos semanas que no sabía nada de Kieran, él no se había molestado en hablarme nada del trabajo, no sabía si ya se había ido de la ciudad para empezar en Miami. Tampoco.

Solo sabía, por parte de mi padre que le habían convocado para una especie de entrevista y que si salía todo como debía le ofrecerían el puesto sin dudar.

Eso fue hace dos días.

Ese día vino, hablo solo con la bebé y luego de no decirme mucho se fue por la puerta de mi corazón a perseguir lo que siempre debió de haber perseguido en un principio.

Sus sueños.

Claro que me siento mal por no pedirle que se quede.

Claro que estoy mal porque no me pidió que fuera con él o que le pidiera que se quedara.

Parecía que él también por fin había llegado a la inevitable conclusión de que no podíamos estar juntos, aun si no era lo que ambos queríamos.

A veces sentía que alguien estaba jugando con nuestros corazones y nuestros destinos en la ruleta de Atínale al precio, algo así como "Atínale a lo que te puede romper el corazón primero".

Ya ni siquiera sabía cuáles eran las razones para no estar con él, y era solo en mis ratos de más absoluta soledad cuando se me venía a la mente lo que nos había llevado hasta este punto.

Y solo de esa manera lo decía en voz alta.

Yo.

Solo yo y mis estúpidos miedos.

Que antes parecían todo, que era lo más importante, y ahora solo eso era lo que mantenía en pie cuando él no estaba más.

Pensaba en él a cada paso que daba todos los días, cada lugar de aquí, de esta ciudad me le recordaba, la paletería, el parque, la pastelería, el súper mercado, el banco incluso, en cada paso de mi camino de los últimos dos años él estaba ahí.

Acompañándome, guiándome, apoyándome.

Di vuelta en la calle séptima llevándome hacía el campo de fútbol soccer, y directo a lo más profundo de mis recuerdos sobre nosotros.

Donde Kieran y el departamento de Policía Local ganaron su primer campeonato de la liga en más de veinte años, todo gracias a que él corrió más rápido que cualquiera y anotó el último gol para salir del fastidioso desempate que tenían desde que comenzaron el partido.

Vi como todo cobraba sentido y luz frente a mis ojos.

La gente gritaba una y otra vez tratando de animar a su equipo favorito.

Las águilas de parte nuestra, Los buitres de parte de ellos.

El partido estaba de lo más reñido, todos sus participantes daban todo de sí mismos. Y también las ciudades vecinas, que hacían de todo una pelea por la gloria.

Dos grandes se debatieron esa calurosa tarde de verano, y al final el más grande se llevó todo.

Kieran corrió hasta mí una vez que le dejaron, yo esperé paciente a que su olor me llegará para darle una de las más grandes sonrisas, seguido del más largo beso que él me dejó depositar en sus preciosos ojos.

Poco a poco el recuerdo me fue sacando una sonrisa, seguido de un par de lágrimas.

A veces debes dejar ir para vivir también. Aún si lo que estás dejando ir es lo que menos quieres que se vaya.

No, no quiero que a Kieran le den ese trabajo, sé que es egoísta. Pero yo lo quiero junto a mí.

Quiero que él es el hombre que sé que es conmigo, quiero todo de él conmigo, quiero que esté aquí para mí, para nosotras, para ser la familia que un día imaginé y que pensé que nunca querría.

Hasta que lo conocí a él y esa pregunta se volvió una posibilidad.

Porque cuando estoy con él, cuando estamos juntos jamás perdemos.

—Soy una estúpida. —Gritó enojada a la nada. El recuerdo se ha ido y eso es todo lo que me queda cuando una vez más, paso a paso regreso a donde un día pensé que él estaría siempre.

Pero eso no es todo.

Cuando llegó a casa, veo una manta que he traído para los días fríos.

Él me dio esa manta, en una noche fría de invierno mientras me juraba que siempre me amaría, que siempre me defendería de todo y de todos.

—Que mal que la única persona de la que no pudiste defenderme fue de mí misma.

No puedo evitarlo, se me hace un nudo en la garganta.

Enciendo la televisión y una vez más está en todo.

Él está en todo.

Me cubro los ojos tratando de no ver lo que se proyecta frente a mí, pero es inevitable, la música que siempre está flotando en mi cabeza volviéndome loca o quizás más cuerda representa que pertenecemos el uno al otro.

Por supuesto, es un video de nuestros mejores momentos reproduciéndose desde el aparato DVD.

Estaba por apagarlo, cuando recordé que yo misma lo puse anoche antes de irme a dormir, me gustaba verlo de vez en cuando.

Quizás para recordar buenos tiempos, quizás para torturarme por haberlo dejado ir.

Quizás sean las dos cosas.

En una fotografía estoy vestida de Peach y él de Mario Bross por noche de brujas.

En otra llevó mí mejor vestido para una gala más de la policía.

Yo lo supe nada más verlo, lo supe en cuanto lo vi, no hubo dudas en mi mente de que aquí es donde él pertenecía.

Y en cuanto tuvimos la oportunidad lo echamos a perder, yo lo eché a perder.

Adele cantó desde el fondo de la habitación Make you feel my love mientras nosotros bailábamos en un video que estoy segura Emma había grabado.

Me eché a llorar.

—No puedo más bebé, no puedo más.

Y era verdad, está vez ya no podía más. No más esconderse, no más preguntarme que podría haber sido, no más sin él.

Me quité la manta de encima y corrí a la puerta para buscarle.

En dónde sea que estuviera.


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Sé que he mencionado muchas veces que si el destino quiere que algo pase, se encargará de eso.

Sé que te he mareado con esa cantaleta todo el tiempo.

Pero no me importa, tengo razón en eso y en mucho más, de eso siempre he estado segura.

No importa el tiempo ni el espacio.

A pesar de todo.

Si algo.

Si dos personas.

Deben.

Estarán juntas.

Regresaran el uno al otro.

A ti, a mí, a nosotros.

Aquí parado frente a mí, a los pies de la escalera veo llegar hasta mi puerta al destino.

Corrí para encontrarle.

Porque eso he hecho desde que le vi por primera vez, correr.

De regreso a ti. De Regreso a mí, De Regreso a Nosotros, mi amor...

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