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Capítulo 28.


Creo en ti — The Score.


La cosa con el amor es que en la mayoría de los casos tienes que caer sin tener paracaídas, sin tener ninguna certeza de que la otra persona va recogerte, ya sea entera o en pedazos en el suelo y frío concreto.

Es un salto de fe.

Tienes que creer en la persona, debes abrirle tu corazón completamente. Porque en el momento en el que empiezas a tener dudas y que empieces a preguntarte por qué están juntos están acabados.

O al menos así lo creo yo.

Dicho esto, también considero que no es fácil abrirte, entregarle tu corazón a una persona para que esta lo guarde, porque ¿cómo estás segura de que lo hará?

¿Cómo estás seguro de que van a proteger tu corazón?

¿De qué no harán nada para romperlo?

Creer en las personas que nos rodean, creer y confiar en las personas que llegan a nuestras vidas nunca es fácil. Creer en las personas es vivir en una constante interrogativa, es vivir con miedo, pensando que nunca sabes si saldrá bien, es dar un salto de fe a algo que no estás segura de sí saldrá bien.

—Cariño, ¿ya están listos?

—Ya casi. —Pegué mí frente al vidrio del pequeño aparato. Las palomitas en la pequeña bolsa giraban mientras se escuchaba un pequeño pop cada pocos segundos.

Kieran y yo nos encontrábamos de lo más cómodos de nuevo en mi casa, e impacientes también. Habíamos planeado una noche de películas desde hace semanas pero ya sea porque él estaba trabajando o porque yo lo estaba haciendo no se llegaba a nada. Terminábamos por cancelar al último momento.

Pero esta noche era diferente, los dos nos habíamos esforzado para cuadrar nuestros horarios y tener todo listo para nuestra ansiada noche de películas.

Ya sé que no suena importante.

Pero es que su trabajo y el mío a veces no nos queda tiempo para vernos, mucho menos para tener actividades juntos.

Pero como dije, esta vez era diferente. Desde temprano fui a la tienda para tener todo listo, la cena y los bocadillos, palomitas, frituras, bebidas y por supuesto la película que queríamos ver los dos.

Esa había sido la parte más fácil de lograr. Ponernos de acuerdo en que ver, lo que más me gustaba de él es que teníamos gustos similares en cuanto a películas. Y eso me alegraba bastante porque puedes ser diferente en muchas cosas con tu pareja, pero no hay nada como encontrar las cosas en las que son iguales.

Dice mi abuela, diferentes pero no extraterrestres, siempre humanos.

Porque podemos ser todo lo diferentes que queramos pero al final todos somos seres humanos, no somos perfectos ni siquiera estamos cerca de serlo y no estamos intentando serlo, solo queremos convivir en este mundo en paz.

Habíamos elegido entrevista con el vampiro, porque a los dos nos gustaban las películas de culto y los vampiros, así que parecía una opción segura de explorar.

Cuando comenzamos con esta idea le pedí ayuda a la experta. Para mi esa es mi hermana menor. Ella conoce desde la A a la Z todo el abecedario de un cinéfilo experto. En serio, una vez me pidió que le regalara un juego de mesa solo porque traía preguntas y retos sobre cine.

Después de ello no dejó de hablar de cine.

—Y ese fue el momento en que se volvió loca. —Le dije a Kieran para tratar de explicarle de una mejor manera las recomendaciones que nos dio Celine.

Para una persona normal una recomendación se basa solo en decir el título de la película, las personas dice <<No la he visto>> y después de eso sigue un <<Bien, te la recomiendo>> y ahí termina la recomendación.

Porque cuando decides pedirle una recomendación a Emma prepárate para una buena lección del mejor cine desde tiempos memorables.

Así era ella, todo o nada.

Nunca había medios con ella.

—Cariño, puedo hacerte una pregunta.

—Puedes preguntarme todo lo que quieras.

—¿Qué es lo que más te gusta de mí?

Sonreí, aún tenía la cabeza pegada al vidrio del microondas.

Estaba esperando cualquier otra cosa menos eso.

Como puedes describir si quiera el amor que sientes por el ser amado.

Quizás esto pueda dar una idea en un futuro.

—Todo, incluso lo que no me gusta. Nunca antes de ti pensé que hasta las debilidades pudiesen ser bellas.

Él me miró como pocas veces.

Desde que estábamos juntos habíamos pasado muchas pruebas, pero lo habíamos hecho juntos. A base de una confianza sólida que nadie nunca podría romper.

Éramos irrompibles.

Creíamos uno en el otro sin importar nada.

Era nuestra palabra, nuestro corazón y nuestro destino unido para el otro.

—Sabes qué es lo que más me gusta de ti... —Sonó como una pregunta, pero en realidad era una afirmación.

—Quizás sí, quizás no, aún así me gustaría que me lo dijeras.

—Vamos, dime ejemplos al menos... —Llevé mis manos hacía su cuello y lo rodee con ellas.

Él rio y comenzó a hablar de inmediato, casi como si se diera cuenta de que ese gesto significaba, estás atado por mí, hablé ahora o callé para siempre.

—Tu risa el domingo por la mañana solo para mí, ver como cae tu cabello en tus hombros, ver como ríes por mis chistes malos cuando sabes obviamente que solo te los cuentos para que rías para mí, cuando me regañas por no ser más flojo, cuando me cuidas y te preocupas por un futuro para los dos. Pero sobre todo te amo porque solo contigo puedo ser yo mismo. Mi amor tú y solo tú me has hecho creer de nuevo en el amor y la vida. Creo en ti, en mí y en nosotros.

—Cariño, te amo.

Después de eso me fui hacía él para fundirme en un beso.


<<>>


—Cariño, sabes ¿dónde está mi chaqueta? —Kieran gritó desde el otro lado de la casa mientras yo estaba en la cocina.

Era hora de que los dos fuéramos a trabajar y como pocos días estábamos con algo de prisa porque la alarma no había sonado.

Sí, la alarma.

La verdad es más fácil echarle la culpa a un pequeño aparato programado por el humano para hacer el trabajo que tú no puedes hacer. Porque no tienes una voluntad tan sólida como la de Kieran.

Muchas veces Kieran es el empecinado en llegar al trabajo a la hora que debe de ser. Y yo soy la que se quiere quedar otro par de minutos más en la cama.

Él gana casi siempre.

Casi.

Siempre.

Como hoy, le dije que estaba muy cansada.

<<Como no ibas a estar cansada si tuvieron un buen maratón de sexo la noche anterior mujer>> dijo mi mente traicionándome.

Y tiene razón, a veces apesta tener la razón en todo siempre.

—Debajo de la cama. —Grité esperando que me escuchará.

Unos segundos pasaron y él gritó su respuesta.

—Gracias cariño.

Terminé de poner mi café en un termo y el de Kieran también cuando él apareció detrás de mí, me tomó por la cintura y me giró un poco, haciéndome bailar.

Quedé de frente a él.

—Sabes... —El hombre se mordió un poco el labio, oh Dios— Creo que nunca me podré cansar de ti.

Luego me beso.

Me reí detrás de ese beso, me pareció tierno pero más que nada ridículo lo que sea que estuviera intentando hacer ahora conmigo.

—¿Qué haces? Vamos a llegar tarde. —Él siguió besando mi cuello poco a poco bajando más y más y más...

Hasta que me hizo gemir levemente, traté de reprimirlo pero no pude.

—No me importa mientras pueda pasar un día completo contigo.

—Van a despedirnos —dije tratando de pensar en un mejor motivo para ir a trabajar.

Nada se me vino a la mente.

La verdad es que no hay mucho que puedas pensar en un momento como este, con Kieran tratando de seducirme una vez más.

Ni siquiera me puedo preguntar porque quiere pasar de nuevo un día conmigo en la cama, solo disfrutarlo.

—No (beso) me (beso) importa (beso). —Dijo mientras seguía besándome por todas partes, volviéndome loca.

Bajando...

Por mi cuello.

Por mis clavículas, bajando poco a poco hasta mis pechos, recorriendo con sus grandes y varoniles manos cada parte de ellos, metiéndose en terrenos conocidos para él.

Casi de memoria.

Dominando cada aspecto de mi feminidad, poseyendo lo que siempre debió de haber sido suyo.

—Dios santo, ¿qué demonios estás haciendo ahí hombre?

Kieran ríe un poco ante mi cuerpo, pero sigue con su juego poco a poco baja una mano hasta mi entrepierna.

Y lejos de hacerlo que pienso que hará solo juega, pasa delicadamente y lentamente sus manos por todas partes en mis muslos, baja y sube volviéndome loca.

—No en serio, ¿qué es lo que estás haciendo?

Él no dijo nada.

Siguió jugando conmigo vilmente.

—Tengo que...

¿Qué tengo que hacer?

Lo he olvidado.

¡Dios!

Cuando él llega hasta mi feminidad, doy otro gemido.

—Dios, ¿qué haces?

Me rindo, no sé qué hace solo me desarma.

—Jugando, ¿no es obvio?

—¿Ahora?

—Contigo siempre, cariño.

—¿Aquí y ahora?

—Sí.

Comienza a subir lentamente y al mismo tiempo hace que se suba mi falda.

Pocas veces en mi vida había llevado esas prendas, pero desde que estaba con él me sentía más libre, más mujer, más femenina, como si no hubiese nada que no pudiera lograr.

Por él.

Con él.

Por nosotros.

—Bien, entonces juguemos pero hagámoslo de la manera correcta. Y justa.

—Lo que usted ordené señorita.

Bajó un poco para alcanzar sus pantalones, bajé el cierre y me montó en él con mis piernas alrededor de su cadera.

Es hora de jugar para los dos.

Ninguno de los dos fue a trabajar en todo el día.


<<>>


Me levanto temprano para tener todo listo, porque hoy no es un día como cualquiera, tengo que hacerlo todo más rápido de lo normal, porque hoy no es un día como cualquier otro.

Y sobre todo tengo que tener mucho cuidado en no hacer demasiado ruido, no quiero despertar a Kieran hoy, quiero que duerma todo lo que se pueda.

Porque hoy es su cumple años.

Cumple treinta años, aún recuerdo cuando lo conocí y me dijo que cumpliría pronto.

Parece que fueran solo algunos días, y a veces parece que es como si estuviésemos juntos desde siempre.

Nunca me había pasado que con una sola persona todo se sintiera correcto, todo encajara en las piezas que deberían de ser.

Incluso las mentiras piadosas, trate de no hacer ruido para nada, tenía mucho que hacer antes de que despertara.

Había estado planeado este día para que fuera de lo más perfecto, compré todo lo necesario para su fiesta y lo dejé en casa de mi abuela para que él no fuera a ver nada.

Habían sido días muy estresantes tratando de no decir nada, que nada se me fuera escapar o de no decir nada en su presencia.

También fue muy raro, porque acostumbramos hablar de todo lo que nos pasa en el día y muchas ocasiones sentía que se me escapa en forma de risillas nerviosas, sentía que también en mi mirada él podía ver lo que le ocultaba.

Esto ha sido toda una tortura.

Pero por suerte no estaba sola en la aventura. Todos nuestros amigos se habían ofrecido a ayudarme, algunos los había contactado semanas antes o algunos otros días nada más, pero todos y cada uno de ellos había aceptado ayudarme en algo.

Desde la decoración, el pastel a cargo de nana por supuesto, la comida por parte de María y Al, las botanas y por supuesto lo mejor de lo mejor, la cereza en el pastel para él.

Sus regalos.

Se desde que conozco a Kieran que nunca en la vida le ha gustado que su fiesta de cumple años pase desapercibida. Su madre era quién siempre se las organizaba. Cuando era niño era por supuesto cuando mas las disfrutaba y esperaba pero aun de grande aunque hubiese madurado un poco, sus fiestas de cumpleaños son algo que nunca perdonaba que no se hicieran.

También sé que desde que murieron sus padres no había tenido una sola fiesta de cumpleaños.

Solía pasarlos solos, en el campo de tiro o en el gimnasio de la estación de policía.

Pero siempre estaba solo, aún cuando a sus compañeros de su antigua estación les gustaba festejarle y aunque él lo intentara, disfrutarlo ya no era lo mismo.

Por lo que al final del día la pasaba solo, lamentándose. Y yo no iba a permitir que ahora que nuestra vida estaba llena de luz, pasara un cumpleaños más en la oscuridad.

Cuando acepte una vida con él, una relación, me dije a mi misma que nunca más nos dejaría caer en la oscuridad. Nos teníamos el uno al otro. Y quiero pensar que todo eso pesa más, que todo eso basta para los dos.

—No puedo creer que hayas logrado que él hombre llegará más tarde hoy para poder prepararle su fiesta de cumpleaños —Maggie estaba ayudándome a acomodar toda la comida en la mesa de la cocina.

A nuestro lado Ariana hablaba con un joven larguirucho cuyo nombre he olvidado pero estoy segura de que debe trabajar con ella en el departamento de informática.

Del otro lado Raúl ayudaba a Al a colocar algunas luces en la parte trasera de la casa, mientras María ayudaba a desempacar toda la comida para que esta estuviera lista, solo para servirla desde bandejas por medio de cucharones hacia los platos.

Todo estaba ya más que listo, solo faltaba de llegar el cumpleañero.

Por si acaso le había pedido a uno de sus amigos policías que le distrajera hasta que todo estuvieras más que listo para que él pudiera llegar a casa y solo preocuparse por celebrar.

—¿Crees que ya todo esté listo? —Le pregunté a Maggie a mi lado.

—Yo creo que sí, pero si quieres dar un último vistazo antes de que Kieran llegué ve, yo sigo aquí acomodando.

Sonrió a mi amiga y luego camino en dirección a la parte trasera de la casa, donde un pequeño jardín ideal para parrilladas y fiestas entre amigos me recibe con una sorpresa a cargo de Raúl.

Cuando pongo un pie en la puerta de atrás, las luces de las múltiples extensiones que le dije que colocará me reciben de manera mágica.

—Esto... es... —Me quedó sin palabras.

—Mágico, ¿no?

—Sí...

En un lado mío, mi hermana menor comienza a jugar con el equipo de sonido que esta vez es una computadora y dos bocinas grandes negras para distribuir el sonido por todas partes.

Reconozco las bocinas de cuando era niña, papá solía usarlas en cada evento familiar que teníamos. Mi hermana debió de habérselas pedido para hacer de esta tarde algo especial e inolvidable.

Cuando le encargué el sonido, la verdad no pensé que ella fuese a recurrir a mi padre. No me molesta, solo me sorprende un poco porque aunque mi relación con mi padre ahora mismo está mejor que antes, aún no estamos donde quisiera estar.

En fin, tenemos mucho camino por recorrer para perdonarnos los dos.

Aún así, me hace muy feliz ver que no soy la única que puede correr con él si lo necesitamos.

—Son las de papá, ¿cierto?

—Sí, no te molesta, ¿cierto?

—No, jamás me molestaría porque le pidas ayuda, al menos no de ahora en adelante.

—Lo sé, por eso es que lo he hecho. —Como siempre ella tiene la razón, antes de que siquiera yo sepa que la tiene— Por cierto me ha pedido que le presentes a tu valiente caballero de brillante armadura.

—¿Valiente caballero? —Dije riendo.

—Sí, cuando supo que es un policía de los suyos comenzó a llamarle así.

Es tonto, pero sé que tiene razón de nuevo. Debo presentarlo, es lo correcto cuando una relación es tan seria como la de nosotros.

Eso lanza una punzada de preocupación por mi columna, me recorre de arriba abajo preocupándome aún más por la fiesta.

No es como si antes estuviera de lo más tranquila, pero tampoco es como si me estuviera volviendo loca por los nervios.

En realidad lo que me estaba desquiciando solamente era no poder decirle, no me gustaba ocultarle cosas, tener secretos, mentiras para él.

—¿Crees que le guste?

Dije sin darle más vueltas al asunto, si ella decía que sí todo estaría bien.

—Sino le gusta está loco.

—Espero que le guste. Creo en ti, hermana. —Ella me sonríe y con ello siento mi alma volver a mi cuerpo.

Mi teléfono suena, es la señal. Esa es la señal que habíamos acordado para avisarnos que Kieran ya venía en camino.

—Es la señal, todos a sus lugares... —Una horda conformada de los mejores corrió de manera apresurada a esconderse porque después de todo era una fiesta sorpresa la que estábamos tratando de llevar a cabo aquí.

De todas partes de la casa corrieron hacia detrás de los sillones, detrás de paredes, en la cocina, en todas partes con tal de darle la sorpresa en cuanto él entrara en la puerta de mi casa.

Me escondí detrás de una pared que sobresalía y daba a la cocina, esperando a que él llegara.

Un minuto más paso y escuché la puerta de su auto siendo azotada por él. Trate de no reírme, no, todos tratamos de no reírnos para no ser delatados pero los nervios nos estaban ganando, justo cuando abrió la puerta y encendió al luz, gritamos sorpresa.

Su rostro, su precioso rostro no tuvo precio para mí.

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