Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 14.


Sé que tú aún no te has hecho a la idea, pero yo nunca te haría daño — Adele.


No quería pero la chica que es mi asistente insistió que debía de ir al médico, solo para estar seguras de que todo estaba bien.

Después de lo que me había pasado en la madrugada, tuve a una furiosa Paulina gritándome de cosas cuando supo lo que había pasado en la plaza en la madrugada. Ni siquiera yo sabía dónde estaba o quienes estaban a mí alrededor cuando esto pasó.

Pero ahora que lo decía no hacía más que intentar recordar.

Y cada que recordaba una cosa escuchaba en mi mente las palabras de Kieran "Ella es solo otra chica".

Pero eso no hizo que la chica cediera en su decisión, no, al contrario fue la primera en llevarme hasta el consultorio del médico. Por suerte, todo estaba más que bien, luego de eso ambas regresamos a nuestras labores en la editorial.

No dije nada más por el resto del día, solo tomé mi rutina en mis manos.

Sin embargo el universo tiene maneras de acomodar las cosas que están fuera de su curso, a él no le gusta que las cosas estén fuera de lugar y por ese lado lo entendía, porque a mí tampoco.

Pero no por eso me gustaba que últimamente pareciera que no estaba jugando en mi favor, parecía que me ponía trampas crueles para que yo misma me cayera.

Por ello, cuando entré en la tienda dispuesta a llevarme los víveres de siempre, y unas cuantas cosas que iba pescando por ahí más que nada movida por los antojos, en cuanto lo sentí cerca de mí, me basto pasa saber que esto es lo que tendría que enfrentar si quería continuar con este camino.

Ricardo, estaba ahí, frente a mí.

Al principio no dijo nada, luego intento tomar las cosas que llevaba en mis manos, no lo dejé.

Aún estaba molesta por lo que había ocurrido la vez anterior, no podía creer que conociéndome como me conocía el hombre creyera que yo quería ser casada sin quererlo.

No era una presa y tampoco estábamos en el siglo pasado.

Yo quería mucho más para mí, para mi hija y lo más importante no iba a cometer los errores de mis padres de nuevo condenándome a mí y a mi hija a un matrimonio que nunca sería feliz.

Yo lo quería, pero no podía negar la realidad de los dos. Yo no lo amaba.

No importa cuanto lo hubiese intentado antes, no lo amaba y ya.

El amor es o no es, no puedes obligarlo, no puedes.

Por más que quieras.

—No.

—Por favor déjame ayudarte.

—No, no haré esto de nuevo, déjame.

—No puedes sola.

Esas palabras.

De nuevo.

Alguien no creía en mí, de nuevo.

—¿Sí? Obsérvame cómo lo hago.

—Es mi hija también.

—¿Cómo sabes que lo es?

—Solo lo sé.

—Solo estuvimos juntos una vez.

—Ambos sabemos que a veces solo eso se necesita.

Y ahí estaba la duda de nuevo, me giré a mí alrededor, todo el mundo en el súper mercado nos estaba viendo ahora.

Estábamos dando un muy buen espectáculo.

Di un paso en otra dirección, tratando de alejarme una vez más de la realidad con la que ahora debía de vivir.

Está vez, Ricardo me dejó ir, como siempre debió de haberlo hecho.


<<>>


Cuando supe que estaba embarazada tuve todo tipo de dudas, pero todas ellas se disiparon en cuanto vi el monitor, cuando escuché su corazón por primera vez.

Tengo miedo, eso jamás lo podré quitar de mí.

Es algo tan natural, somos humanos, tan natural como el dar vida, como el sonreír, como la luz del sol asomándose por las ventanas de mi cuarto por la mañana.

Pero amé a mi bebé todavía más cuando supe que estaba esperando la llegada de una niña.

Tendría tanto por enseñarle a ella, como los colores del arcoíris, el cielo azul, el pasto recién cortado, el olor de una buena rebanada de pastel, como la vida puede ser un gran sueño feliz del que nunca quieres despertar, como a veces es un huracán imparable que no deja de quitarte cosas, que no deja de arrastrarte contra corriente, contra viento y marea solo para demostrarte cuan fuerte puedes ser y como otras veces ese caos que te trae también puede ser una bendición.

Recordé el primer beso que tuve.

La primera aventura.

La primera travesura con mis hermanas.

El primer regaño de mis padres.

Las navidades cada año, como esperábamos tanto tiempo para poder abrir los regalos, incluso comíamos de manera acelerada solo para poder ir a destrozar esas preciadas envolturas que mis padres siempre usaban, llenas de brillos, colores, moños y etiquetas que señalaban para quién era cada regalo.

Me gustaba como entre todos, mis primos y mis hermanas hacíamos estas competencias por quién recibiría más regalos de Santa esa navidad. Los primeros años gané yo por ser la única niña más chica de la familia, cuando mis primos más pequeños nacieron la competencia comenzó en realidad.

Pase de ser el centro de la atención a ser una más de las primas, nietas...

Pero eso me encantaba, no me malinterpreten, era una de las cosas que más me gustaban en el mundo, la convivencia, la vida tan simple como era en esos momentos.

Daría lo que fuera ahora mismo para regresar a esos tiempos donde nada importaba, no había nada complicado, no tenías que preocuparte por deber todo lo que tenías, por pagar, por suplicar que el cielo, el universo no te quitará todo por lo que habías trabajado tanto.

Yo no quería todo ese drama para mi hija.

Quería que ella tuviera la vida feliz, divertida, sin complicaciones, como la que yo había tenido cuando era niña.

Necesitaba respuestas y solo había una persona en el mundo que podía dármelas.

Tomé el camino hacia la casa de mi padre.


<<>>


Después de dos toques mi padre abrió la puerta pasadas las siete de la tarde.

—Iris, que gusto verte, ¿qué haces aquí?

—Necesitaba hablar contigo, ¿te interrumpo?

—Claro que no, tú y tus hermanas siempre son bien recibidas aquí. Pasa.

Abrió la puerta para mí y me dejó entrar, caminé un poco hasta sentarme en el sillón de la sala y luego me quedé ahí sin decir nada.

—¿Esperas que te ruegue o tú sola dirás lo que has venido a preguntar? —Aunque a veces no quisiera, mi padre era una de las que mejor me conoce y me aprecia, es como si fuéramos iguales, como si pensáramos igual. Ya sé que no es técnicamente posible porque no tenemos la misma sangre, pero cuando pasas demasiado tiempo con una persona sus comportamientos sé te pegan.

Sin querer.

Y como no conozco bien como era mi padre biológico aún no te sé decir si me parezco a él o no, por lo que me quedaré con el mejor y más aproximado ejemplo que tengo.

Mi padre, que me conocía tan bien que sabía que es lo que iba a decir antes de que si quiera lo dijera.

Por ello no me sorprendía que me quitara las palabras de la boca.

—Quiero saber cómo es que mi madre y tú lo hicieron, cómo a pesar de todo lo malo que les paso ustedes pudieron construir una vida juntos, a pesar de...

—¿De qué? ¿De no amarnos, de no llevarnos bien? ¿Es lo que quieres preguntar?

—Sí. —Lo admito. Tenía miedo de decir las palabras, no porque temiera el resultado sino porque no quería herir a mi padre.

Ya habíamos pasado mucho tiempo perdido peleando por cosas del pasado, no quería ahora causar más problemas ahora por pronunciar las palabras equivocadas.

—Hija, hace mucho que yo superé todo esto... —Dijo mi padre viniendo hacía mí en el sillón, tomó mis manos y las puso entre las suyas—. Tu madre y yo no tuvimos la mejor relación, pero lo que salió, salió porque ambos pusimos de nuestra parte, no éramos perfectos y jamás quisimos aparentar nada parecido, solo queríamos lo mejor para ustedes. Y para nosotros.

—Lo sé papá, lo sé ahora pero eso no es lo que quiero decir, lo que quiero saber es cómo lo lograron.

—Respeto, cariño, poner por sobre todas las cosas, los intereses y trabajar en que era lo mejor para nuestras hijas.

Eso me dio que pensar.

—No sabes que hacer, ¿cierto?

—Supongo que alguna persona ya te vino con el chisme de lo que me está pasando.

—No cualquier persona, tu abuela me llamó para decirme. —Demonios esto es grave, para que la abuela allá llamado directamente a mi padre, esto está peor de lo que pensé.

Solté aire para recalcar mi frustración por la situación.

—Esto se está convirtiendo en una competencia por quien actúa peor de los tres.

—Cariño, no puede ser peor de lo que parece, recuerda que siempre hay un final feliz al final del arcoíris.

—Lo sé papá, lo sé.

—Sabes, que cuando quieras puedo llamar a los chicos y darles un buen susto para que se comporten.

—¡Papá! —Me reí por su ofrecimiento— Sabes bien que Kieran es policía también.

Mi padre era un policía ya jubilado, como Kieran, aunque él nunca llegó a ser lo que Kieran era ahora en la fuerza.

Era tan joven y sin embargo había logrado tener todo tipo de logros, tenía su propia división a su cargo, era uno de los mejores detectives que la ciudad jamás había visto, además de que cerraba casos como respiraba no importaba cuan difíciles o confusos fueran estos.

Aún así, mi padre era para mi héroe, fuera o no fuera un policía.

—La oferta está sobre la mesa, pequeña, cuando quieras.

Me eché a reír.

Él me guiño el ojo derecho.

No solo por la idea de mi padre amenazando a Kieran, sino porque los muchachos a los que él se refería tenían ahora más de sesenta años, todos ellos eran policías retirados que gozaban de pasar todo el día frente a la televisión y de jugar golf por las tardes con sus otros amigos retirados.

Eso me dio una idea y es que hasta este momento Kieran no había conocido a mi padre.

Ni mi padre a Kieran, nunca se habían visto.

No me lo tomen a mal, ya sé que es raro sobre todo porque una vez que me reconcilie con ambos tuve la oportunidad de presentarlos, pero nunca se dio por alguna razón.

Si no es que mi padre no podía, era que Kieran tenía trabajo que hacer.

Era como si se estuvieran escondiendo uno del otro sin querer.

Sé que tú aún no te has hecho a la idea, pero yo nunca te haría daño cariño —dijo mi padre aún con sus manos entre las mías.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro