Todo lo que tenías que hacer era quedarte, 

Me tenías en la palma de tus manos — Taylor Swift.

Las penas con pan son menos.

Eso dice mi abuela, por eso, y como siempre, fui a su casa por comida y por consuelo.

Además, tenía que informarle de la nueva situación, quizás ahí pudiera encontrar algo más que me ayudará con mi búsqueda.

Después de mucho darle vueltas al asunto y de comerme por primera vez en mi vida todo, repito toda la comida que mi abuela me servía en el plato, me decidí a hablar por fin.

Emma ya lo sabía.

Solo había que decirle a mi tía y a mi abuela.

Comenzaría por lo más difícil de hacer, por la abuela, después estaba segura de que ella se aseguraría de decirle a mi tía.

—Abuela, tengo algo que decirte.

—Estás de encargo. —¿Pero qué demonios?

Mi abuela ve mi cara de sorpresa y asombro puro y se ríe.

—Pero... ¿cómo?

—Por favor, sé mucho de este mundo, soy vieja, pero no estúpida y me sorprende francamente que de todas las personas que me conocen en este mundo, tú seas quien haga esa pregunta.

Los ojos casi se me salen de sus órbitas cuando escuché decir esas palabras a mi abuela.

Pero luego, pensé que ella tenía toda la razón, como siempre.

Eso es lo que más me ha molestado durante estos años que he vivido con ella.

Que, gracias a toda su experiencia, ella siempre tiene la razón, en todo.

No saben lo fastidioso que es eso. Aun cuando ya soy la bastante mayor como para votar, pagar impuestos y tener mi propia casa.

—Entonces, ¿lo estás?

—Sí, lo estoy.

—Sabes que te quiero niña, y no estoy juzgándote ni nada, pero... —las palabras que tanto temía decir en voz alta se quedaron en el aire, para que una de las dos completará la frase de la otra.

Lo hice yo.

Me tocaba.

—Kieran es el padre.

—Puedo preguntar, ¿cómo es eso posible? No se supone que ustedes están separados desde hace más que un par de meses.

—Es una larga historia y muy complicada.

—Sé que no lo quieres escuchar, pero nada puede ser tan complicado que no se pueda resolver hablándolo.

—Esto sí.

—Hay algo más, ¿cierto?

—Sí.

—Dilo.

—No se lo había querido decir para no preocuparla, pero comencé a investigar y mi búsqueda me llevó al pasado y ahora he terminado con más preguntas que respuestas, estoy varada en un callejón oscuro y solitario.

¿Ya dije, que no le había dicho a mi abuela lo del intento de asesinato?

Ya sé, estuvo mal, solo se lo dije a Emma, pero es que no quería preocuparlas porque pensé que esto no era nada.

Pensé que se resolvería pronto, pero no es así.

Se me está saliendo de las manos.

Y aunque al principio pensaba que al menos tenía un posible sospechoso, ahora no tengo no solo no tengo nada, sino que Nicholas está muerto.

La única persona en el mundo que hasta ahora había sido capaz de ayudarme, de manera leal y desinteresada.

Estoy peor que antes, aunque no me guste aceptarlo.

—Han intentado matarme.

—Lo sé.

—¿Hay algo que no sepa en esta vida?

—No sé cómo pilotear una nave de asalto por el atlántico —dijo ella riendo a carcajadas frente a mí.

Les dije que ella lo sabía todo.

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Dos horas más tarde, estaba preparándome para ir a la cama, cuando un extraño conocido tocó a la puerta de mi casa.

Cuando abrí Kieran estaba ahí, parado, fielmente, con su auto estacionado en la parte del frente de mi casa.

Cuidándome, como siempre.

—Hola, solo quería asegurarme de que todo esté bien.

Sonreí y respondí.

—Estamos bien. —¡Dios! ¡No!

¡No!

—¿Estamos? —dijo él preguntándome, extrañado.

—Estoy. —Corregí tratando de ocultar mi estupidez.

No sé porque, pero en los últimos días, había empezado a hacerme más a la idea de que ya no era solo yo. Así que usaba palabras en plural.

Refiriéndome al bebé y a mí.

—¿No necesitas nada?

—No.

—¿Segura?

—Bien, en ese caso, me retiro, pero si necesitas cualquier cosa solo llama.

—Sí.

Lo vi desaparecer por la puerta de mi casa, y llevándose mi corazón en el proceso, de nuevo. Estoy tan casada de esta persecución.

Todos los días que él se acerca, se lleva a mi corazón corriendo detrás de él, rogando por un poco de atención, por un poco de amor.

Me dejó caer en el lado opuesto de la puerta por la que él se ha ido.

Dios, si él supiera que lo único que tiene que hacer por mí es lo único que me da más miedo en el mundo admitir.

Porque todo lo que tenías que hacer era quedarte, me tenías en la palma de tus manos, solo tenías que quedarte, solo tenía que quedarme.

Demonios, esto se iba a poner interesante a partir de aquí.

Presione uno si quiere abortar la misión.

Presione dos si quiere continuar.

Uno.

Uno.

Uno.

¡UNO!