Capítulo 22.
Por favor, no me pidas que me vaya, porque ya me he ido — The Jonas Brothers.
Me fui a casa, con el rabo entre las patas.
La expresión solo la uso porque no tengo otras palabras para explicar la situación en la que me encuentro.
He llegado a la conclusión de que estoy enamorada de dos hombres. Pensaba que eso no era posible, pensaba fielmente y como tantas otras veces que me estaba volviendo loca. O que por alguna razón seguía siendo drogada por algún medio. Pero no, como Rocío me había dicho esto es la vida real y tenía que empezar a tomarme en serio esta situación.
Si juegas con fuego puedes quemarte, era lo que había aprendido por toda una vida de errores sin sentido.
Pero también entendí algo recientemente, tuve que recurrir a todo en lo que creía para confirmar lo que pensaba que estaba pasándome, porque como siempre enamorarse de dos hombres maravillosos era algo raro, era algo insólito.
Por lo que fui a donde las fuentes apuntaban que debía.
Al cine, a las películas románticas, a los libros, a las series de televisión con romances tórridos y triángulos amorosos tan complicados y enredosos que siempre parecía, hasta el último minuto que las la situación no tenía solución.
Sin embargo en el último minuto la chica, o el chico tomaban la mejor de las decisiones.
<<Tonterías>>, me escuche decir en sala de cine casi vacía. Nadie me escucho por suerte, pero me parecía absurdo poder quedar en buenos términos con los dos co protagonistas de una película de romance.
O peor aún decidirme por uno de los dos, aunque sea lo que debería de hacer, porque no creo, no concibo un universo donde Kieran y Ricardo puedan llevarse bien.
Solo debería de decidir y ya.
Ojalá fuera tan fácil de hacer eso.
Ojalá fuera capaz de elegir a uno de los dos.
Pero es que no puedo, cuando pienso en Ricardo, pienso en Kieran.
Cuando pienso en Kieran, pienso en Ricardo.
Y lo peor es que me siento como la peor zorra del mundo por ello.
Me voy a la cama un día más, sintiéndome sucia, una zorra y la peor mujer del mundo.
<<>>
Últimamente casi no duermo.
Y últimamente en mis sueños siempre esta Nicholas, es como si estuviera cerca, pero al mismo tiempo tan lejos.
No puedo negarlo, estoy aterrorizada, estoy muerta de miedo de que me pueda hacer algo malo.
Pero estoy aún más asustada por el hecho de sentirme frágil.
No me había sentido tan frágil desde...
No quiero seguir pensando en eso.
No quiero.
Me levantó de la cama para comenzar un día más.
Quiera o no, no debo de encerrarme en mi casa.
El médico me ha dicho que podré regresar al trabajo en dos semanas más ya.
No puedo esperar para regresar mi vida normal, por lo menos así podré distraer mi mente de todo esto de decidir.
Quisiera decir que he tomado una decisión, no lo he hecho.
Y ni el universo, ni Kieran, ni Ricardo me lo están haciendo nada fácil.
Cada que parece que logrado por lo menos llevarme bien con algunos de los dos, cada que pienso que pueden estar en paz en un mismo lugar, uno de los dos dice algo que le molesta al otro y el resultado es siempre el mismo.
Los golpes.
¿Porque en la tierra cada que un hombre quiere resolver algo, lo quiere hacer por medio de una pelea?
Creen de verdad, ¿que todo es una competencia por mostrar quien es más hombre?
Quizá así se queden con la princesa en apuros.
No está de más decirlo, así que lo aclararé para todos.
Yo soy la princesa en peligro para los dos.
Cómo pasé de ser la heroína de mi propia historia, a la princesa que corre asustada, encerrada en una torre, esperando a que el príncipe o el héroe la salve de la malvada bruja o del temible dragón.
Esto me estaba sacando de quicio a mí también.
Así que opte por hacer que ninguno de los dos tuviera que estar en la misma habitación. Cuando Kieran llegaba a informarme del curso de la investigación, Ricardo se iba, quisiera o no.
Como hoy, Kieran vino una vez más a decirme lo que estaba pasando.
Sé que eso no se hace, no tienes por qué informar a los involucrados o las victimas de cómo avanza la investigación, pero Kieran sabía que si él no me lo decía yo lo obtendría, tarde o temprano.
No solo tenía a mucha gente en esta ciudad que me conocía, sino también a mucha gente que me quería desde que nací.
Me vieron crecer, caer y levantarme.
Convertirme en una niña sobresaliente.
En una campeona.
En una profesionista.
En una mujer fuerte e independiente.
Y sabían muy bien de lo que era capaz, para conseguir lo que quería saber.
Me gustaría decir que ellos me conocen tanto como yo los conozco a ellos, pero después de pensar que uno de ellos pudo haberme estado envenenando por órdenes de Nicholas, no sé de qué puedan ser capaces.
—No sé a dónde te fuiste, pero espero que sea a un lugar que nos de alguna respuesta —dijo Kieran frente a mí.
—Ya te dije que no se de alguien que me odie tanto como para querer matarme —y vaya si lo había pensado, visite a todas y cada una de las personas a las que les había hecho mal en el pasado.
Ricardo me había acompañado con algunas personas que pensábamos que no hablarían si iba Kieran con su placa, se sentirían intimidas cuando vieran su obvio aspecto de policía y no dirían nada.
Y no queríamos eso, pero había otras que necesitaba que se sintieran intimidadas, aunque sea un poco, por lo que le pedí a Kieran que fuera conmigo y a Ricardo que se quedará en mi casa y me esperará ahí. Aceptó a regañadientes, pero lo hizo.
Al hombre no le gustaba nada la idea de que me quedará tanto tiempo a solas con Kieran, a mí tampoco, pero lo necesitaba, solo el pensar en pasar una hora con él, hacía que me confundiera aún más.
Hasta ahora, gracias a Dios, ninguno de los dos había notado la guerra que tenía en mi mente y mi corazón.
Por suerte, pero no sé cuánto más pueda ocultarlo.
Y volviendo al asunto el resultado de nuestra pequeña investigación aparte, había resultado ser la misma que cuando empezamos. No teníamos nada.
Todas y cada una de las personas que vimos en los últimos días, me habían dado una coartada.
Coartadas, que pudieron ser comprobadas.
Todos tenían una excusa clara.
Ninguno de ellos había sido, después de eso tire la lista al basurero.
Estaba frustrada y molesta.
Entonces no tenemos nada.
No, no lo tenemos.
Estaba sentada en el piso de la sala, me fui hacia atrás para recostarme en la alfombra vieja de color beige que tenía desde antes que me mudara.
Y aclaro, podía verse vieja, pero nunca estaba sucia.
¿Has escuchado que las alfombras siempre atraen alergias?
Pues es cierto, por lo cual, desde que la compre hice todo lo que estaba en mi poder para mantenerla limpia.
Por aquello de que yo odiaba estar enferma.
Me había pasado mucho últimamente y tampoco es como si quisiera pescar un resfriado o alergia, pero necesitaba relajarme y ese simple gesto lo hacía.
Solo un poco.
Solo lo justo y necesario.
Sentí mi espalda destensarse solo con dejarme ir hacia el suelo.
Cuando por fin llegué, me sentía mejor, suspiré porque sentía que debía de hacerlo.
—Lo siento —dijo él yendo a mi lado en la alfombra.
—¿Porque lo sientes? —pregunté interesada.
—Por lo que sea que hice que te orillo a terminar nuestra relación.
—No es solo tu culpa, también es mía, una relación es de dos.
—No, déjame decirlo, sé que no creí en ti en esto y que por eso tomaste la decisión de dejarme, pero también sé que eres lo mejor que me ha pasado en años y que no estoy dispuesto a dejarte ir sin dar pelea antes.
—¿Por eso me lo has estado poniendo tan difícil con Ricardo?
—Tengo que reconocer que me mata verte con él, que te tomé de la mano, que lo dejes besarte cuando yo no puedo ni siquiera acercarme a darte los buenos días por la mañana sin que pelemos.
—No hagas esto ahora, por favor —me senté en el piso y me llevé una mano a la cara.
—Por favor, no me pidas que me vaya, porque ya me he ido, ya nos he dejado solos muchas veces, no puedo hacerlo de nuevo, no sin dar pelea por ti, por nosotros.
No quería que viera que yo también estaba pensando en lo mismo.
No quiero ni siquiera pensarlo, me haría sentir peor de nuevo. Como una zorra, como una mujer fácil.
No quiero sentirme así nunca más.
—No es mi intención hacerte dudar, ni hacerte perder el tiempo, solo quiero que sepas que no te dejaré hasta que no sepa que he dado lo mejor de mí en la batalla por tu corazón.
—Esto no es un juego.
—No, no lo es, tienes razón.
No supe que decir, por suerte el sí.
—Es una batalla a muerte.
—Creo que lo mejor es que te vayas.
—Antes dime una cosa.
—¿Qué?
—¿Aún me amas?
—¿Para qué quieres saber eso?
—Porque si aún me amas, lucharé por los dos, porque me perdones, por ser el hombre que quieres que sea, lucharé y no me detendré hasta que te conquiste de nuevo.
—¿Y si no te amo ya?
—Prometo que te dejaré ir, en paz, sin decir nada más, te dejaré ser feliz con él o con quién tú quieras.
Hey cariño, ¿porque me tratas tan mal?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro