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Capítulo 7

Punto de vista de Alex.

He revuelto cielo y tierra porque encontrarán a los agresores de Sam, por darle justicia, por hacerles pagar, por tratar de que ella fuera la misma de siempre y por no sentirme culpable de lo que pasó. Ella trata de ser la misma con Alex, pero conmigo no es igual que antes de lo sucedido, a penas me deja acercarme a un metro y eso que "lo estábamos arreglando", la comprendo aun está traumatizada es un fuerte shock,pero han pasado seis meses y esta situación comienza a superarme. Es como si nada de lo que hiciese fuera a devolverme su amor y confianza como si nada de lo que hiciese fuera a devolverme a la Sam de la que me enamoré y tampoco a la madre de mi hijo, cada palabra era una discusión y cada lágrima un motivo de perdón, esto no es hacer las paces, esto es un infierno.

— Papá, ¿cuando dormirás en casa con mamá y conmigo? — mi hijo haciendo preguntas de ese tipo, y yo sin saber qué responderle.

— pronto cariño. — le beso en la frente y él se va por la puerta del colegio para enfrentarse a su día escolar.

Yo giro sobre mis talones y me dirijo hacia mi coche para ir a buscar a Sam a P&S debíamos ir a la comisaría para que testificase acerca de su agresión.

El invierno había caído sobre Miami y los días ya no estaban tan calurosos eran más bien refrescados pero no se iba ese clima cálido característico de Florida. Fui frenando cuando vi en un enorme techado el letrero de P&S y a Samantha esperándome en la puerta con su cazadora negra, su blusa blanca y sus pantalones vaqueros negros; su maravilloso pelo marrón recogido en una coleta y su maquillaje no más allá del eye-liner.

Sus brazos estaban cruzados y parecía que me esperaba enfadada. Oh no, aún es demasiado temprano.

Paro justo frente a ella y monta en el auto sin decir palabra, era incómoda esa situación, pero a pesar de todo la miro y es que la sigo amando como el primer día, hasta enfadada esta hermosa y aunque sé que si escuchara lo que pienso ahora mismo no le sentaría nada bien no puedo evitar sonreír al mirarla y seguir sintiendo que quiero pasar el resto de mi vida a su lado y al de nuestro hijo.

Llegamos a la estación policial y el trayecto hasta ella no pudo ser más incómodo y frío.
El edificio gris se me vino encima cada vez que intentaba buscar su mirada cómplice y que me dijera: estoy bien solo que yo ahora me entiendo y veía que no estaba. Nos llamaron para hablar y nos acercamos a una mesa gris con dos sillas frente de color azul y una detrás donde había una mujer rubia con gafas vestida de negro,  y mil veces le preguntaron lo mismo que le llevaban preguntando meses, "cómo pasó".

— Llevo meses contándolo, cada vez que lo cuento me siento mucho peor. Por favor no quiero contar más veces la historia quiero que les encuentren. — decía Sam llevándose la mano a su cara en señal de cansada.

— Lo siento señorita pero sin la nueva versión me temo que nuestro trabajo ha terminado, no podremos ayudarla. — La mujer rubia se encoge de hombros y Samantha fastidiada sale de allí directa al coche donde se monta y se vuelve a cruzar de brazos esperando a que arrancase y la sacara de aquel lugar. Una vez más el trayecto fue incómodo y frío.

— Hey amor, todo va a salir bien yo voy a estar aquí para todo. — Ella abre la puerta del coche y sale como yo salgo tras ella y la veo con sus manos en su rostro y me acerco a ella para abrazarla.

— ¡No me toques! — se aleja de mí bruscamente, yo mantengo la distancia para no asustarla. Abre la puerta de su casa pero yo voy tras ella sé que necesita un abrazo y un apoyo.

—Sam... todo va a estar bien. — me mira con cara de pocos amigos.

—¿Que todo va a estar bien? — me dice. — ¿te estás escuchando? Nada va a estar bien, esos dos desgraciados van a seguir estando sueltos por la calle haciendo lo que me hicieron a mí probablemente a otras chicas.

— Amor, te prometo que...

— Cállate y no prometas nada Alex, tus promesas no valen nada. — me muerdo el labio inferior para no explotar.

— Por favor, solo tranquilízate ya verás que todo se arreglará. — traté de calmarla.

— Si no hubiera ido a casa de Gia nada de esto hubiera pasado...

—¡Se acabó maldita sea! — y como me temía exploté. — No puedo más.

— No puedes más ¿tu?, tú no has pasado nada, ni entiendes por lo que estoy pasando— y ahora sí no medí ninguna de mis palabras y lo solté todo cuanto llevaba dentro.

— Tienes razón, tal vez no he pasado nada, tal vez no sienta lo que sientes, y quizá no sepa por lo que estás pasando; pero he estado contigo aquí día y noche apoyándote y cumpliendo mi palabra de no volver a dejarte sola, demostrándote cada día cuanto te amo y que me tienes a mí en esta dura batalla, pero cada cosa que hago tú pareces ignorarla porque te da miedo, y la verdad Samantha es que estoy harto de que no valores ni siquiera un segundo del día que te amo y que estaría dispuesto a matar a esos dos imbeciles por ti. Tienes razón tal vez todo sería diferente si no hubieras ido a casa de Gia aquella noche o si te hubiera acompañado créeme me siento culpable cada mísero día de mi vida, pero no podemos hacer nada por cambiarlo. — suspiró. — y sabes qué, si tengo que estar intentando convencerte de que lo nuestro si merece la pena, tal vez la que no merezca la pena para mí seas tú. — me dirijo hacia la puerta hecho una furia y la abro.

— ¿Te vas? — su voz me interrumpe antes de salir y me giro a ella.

— Si, si no quieres que te apoye ni que te anime y tampoco quieres mi ayuda, no sé qué pinto aquí. — digo eso y salgo cerrando la puerta tras mí.

Me monto en mi auto y antes de arrancarlo golpeo cuatro veces el volante con furia, juro por Dios que la amo, pero no puedo más con esta situación todo me supera.

Arrancó el motor del auto y conduzco por las calles de Miami hasta casa de Gia, mi hermana era la única que necesitaba en este momento. Toco el timbre de su casa y a los pocos minutos mi hermana me abrió en short de pijamas corto y una sudadera gris, su pelo rubio está recogido en un moño.

— A-Alex... no te esperaba — titubea, conozco a mi hermana y la he pillado en medio de algo importante.

— ¿Puedo pasar? — le pregunto.

— Eh... — de repente aparece una persona de tono de piel oscura con el pelo rojo teñido y lleno de tatuajes, vamos esto no puede estar pasando.

— Gigi, me voy, hablamos más tarde — Habló Jason y después me mira. — ¿qué tal, Alex — me quedo mirándole sin saber bien que decir.

— Ya hablaremos Camacho. — él me sonríe incómodo y se va. Yo después miro a mi hermana con una ceja levantada como diciéndole ¿enserio Gigi?.

—¿Qué? No me mires así y entra. — le hago caso y entro en su casa para sentarme en su sofá negro y ella al lado mía. — No digas nada respecto a ese tema Morgan, ni una palabra.

— Esto es... ¿que pasa entre amigas se vais quitando los novios o que? — mi hermana me silencia.

—Patricia se fue con otra gente y le dejó por lo tanto ya no es su novio, y después Jason y yo no estamos juntos solo quedamos de vez en cuando. — me dice.

— Primero Ariadna con Jairo mientras estaba con Nicole, después Nicholas deja a Gisela por Laila y ahora tú y Jason, al final los que más van a durar son Clare y Pablo — digo aún sorprendido por lo visto antes.

— Y tú y Sam — agacho la cabeza y tuerzo la boca en señal de tristeza. — ouh, aquí sucedió algo. — me toma la mano. — cuéntame hermano. — le conté lo sucedido con dificultad para hablar porque me dolía muchísimo toda esta situación, todo este infierno que habíamos estado viviendo durante seis meses. Y solo había llegado a una conclusión.

— Me vuelvo a Los Ángeles. —Gia se pone recta al oírme las cinco palabras y sus ojos se cristalizan.

— No puedes volverte a Los Ángeles. — me dice un poco alterada.

— Lo que no puedo hacer es seguir aquí.

—¿y Alex, eh? ¿que vas a hacer con tu hijo? — me dice para convencerme de que no me vaya.

— A Alex no le va a faltar de nada — le digo. — Voy a venir a verlo dos veces al mes, le llamaré todos los días y le pasaré el dinero que sea necesario.

—Alex, pienso que estás cometiendo una locura.

—Gia, no quiero pasarme el resto de los días de mi vida tratando de convencer a Sam de que la amo y que merecemos la pena, porque si tengo que hacerlo entonces Sam no merece la pena para mi. — cierro los ojos aceptando que tal vez la mujer que yo amaba, no era la mujer indicada.

El atardecer estaba sobre Miami y yo decidí visitar a mi hijo y también a Sam debía decirles que me marchaba y que la decisión ya estaba tomada.

Con inseguridad toqué el timbre de la puerta de casa de Sam, aquella casa donde tantas veces fui a visitarla y a dormir en sus sabanas, benditos diecinueve y quien volviese a ellos. A los tres minutos me abrió Sam con una sudadera negra que dejaba ver su piercing en el ombligo y las dos pequeñas estrías que le había causado el embarazo, tenía unos pantalones azules oscuros con las rodillas rasgadas, su pelo estaba atado en una coleta y su maquillaje como siempre estaba su perfecto eye-liner.

— Hola. — me dice con un hilo de voz.

— Tengo que hablar contigo, ¿puedo pasar? — ella asiente.

—Alex, por favor no quiero discutir... — dice haciéndose a un lado y dejándome pasar.

— No he venido a discutir. Verás he estado pensando en todo lo que ha pasado estos meses, y en nuestra discusión, y he llegado a la conclusión de que no puedo continuar aquí. — ella me mira sabiendo lo que quiero decir pero espera que no lo diga. — Me vuelvo a L.A.

— No... Alex, de nuevo vas a abandonarlo, es así como le demuestras lo buen padre que eres, ¿volviéndote a marchar?

— A Alex no le va a faltar de nada, vendré a verlo dos veces al mes, le llamaré todos los días y le pasaré el dinero que necesite — suspiro. — No me volverá a perder.

— Pero yo si... — Se lleva sus manos a su cabeza alterada. — Vuelves a huir como un cobarde una vez más.

— No huyo como un cobarde Sam, es que no quiero pasarme el resto de mi vida convenciéndote de que te amo, Porque entonces no sé si eres la persona a la que debería amar. — le sigo diciendo, y tomo aire. — De verdad que quisiera que todo fuera como antes, que tú y yo volvamos a ser los de antes, comerte a besos por cada rincón de la casa, hacerlo mil veces al día sin importar la hora, estar juntos con Alex y ser felices. Pero no me dejas, te da miedo que te haga feliz, y sigues sin confiar en mí. — suspiró y miró el suelo fijamente. — No es justo seguir sufriendo, ni para mí y menos para ti. — me acerco a ella para intentar abrazarla y sorprendentemente no se quita, se deja, poso Mis labios en frente y le dejo un beso. — voy a subir a ver a Alex.

Mientras subo la escalera la escucho sollozar y sé que está ahora mismo echa un mar de lágrimas lleno de furia y tristeza, quiere creer que no pero la conozco muy bien.

Llego hasta la habitación donde estaba Alex observando como Hope andaba en su jaula, me acerqué a él despacio y me pongo a su lado a observar.

— Woah, parece que Hope creció mucho. — él me mira con sus ojos brillantes.

— si, está gordo. — nos reímos y me mira con sus ojos verdes tal parecidos a los míos.

— Verás Cariño yo venía a hablarte de algo. — cogemos y nos sentamos en su cama uno al lado del otro, luego tomo aire.

— dime papá.

— ¿Sabes? Cuando vine de Los Ángeles realmente antes de conocerte pensaba marcharme en cuanto pudiera, no sentía mi lugar aquí en Miami. — Los ojos se me cristalizan y él no logra entenderme. — Mi amor eres lo mejor que me ha pasado, y aunque ahora tenga que marcharme. — Él comienza a llorar.

— no papi no te vayas por favor. — me abraza y llora.

— Mi niño, no te preocupes porque no me vas a volver a perder, vamos a estar en contacto siempre y voy a venir a verte y vamos a estar juntos siempre. — le toco su pelo y le doy un beso en la coronilla. — Por favor perdóname no haber estado antes.

— No hay nada que perdonar papá. — sigue abrazado a mí. — Te voy a echar de menos.

— Y yo a ti mi amor. — nos separamos del abrazo y salgo de su habitación sabiendo que él se había quedado con su pequeño coranzoncito roto, pero que podría con ello, tiene genes Morgan y Sánchez, ambos son fuertes.

Bajo a la sala y veo a Sam sentada en su sofá mirando al frente con sus ojos aguados.

— le romperás el corazón — me dice sin mirarme, y la conozco y sé qué más que hablar de Alex habla de ella.

— Es fuerte, ya lo supero una vez. — me mira y conectamos las miradas que se decían "adiós" pero que no querían decírselo. Me acerco a la puerta y antes de marcharme giré una vez más. — Pase lo que pase nada va a hacer cambiar el que seas la mujer de mi vida.

Ella me mira y diciendo eso cerré la puerta tras mí.

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HOLAAAAAA, me puse muy sentimental con este nuevo capítulo, espero que le den mucho amor.

ig: ememarrr

voten y comenten.

Pasen por algunas de mis novelas, estoy segura que les va a encantar.

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