Capítulo 37: HASTA EL FINAL
~🖤~
ERICK
Cuando la policía nos avisó a través de una llamada que habían logrado encontrar una posible pista, junto a mi tía nos dirigimos hacia la estación de policías.
Al llegar allá, el detective nos informó que habían localizado una cabaña situada al fondo de un bosque en las afueras de la ciudad, y que habían visto una camioneta negra salir de ahí recientemente.
En cierta forma me sentía aliviado de saber que cada vez estaba más cerca de encontrar a mi hermana.
Ese mismo día, la policía tenía planeado ir hasta allá para arrestarlos y traer de vuelta a Paola. Les dije que iría pero me dijeron que era peligroso, sin embargo, luego de tanto insistir, accedieron a que fuera e ideamos un plan.
Fue fácil entrar a la cabaña pues los hombres del jefe ya habían huido, salvo unos cuantos que lo estaban esperando a él, pero fue fácil noquearlos y entrar a la habitación donde tenían cautiva a mi hermana.
Cuándo llegué a la puerta, escuché lo que el jefe le decia:
— ¡No me iré sin antes dejarle un regalo a tu querido hermano!
Él iba a matarla, eso era seguro y yo No iba a permitirlo. No iba a permitir que me arrebataran a la única persona que me quedaba.
Me había prometido a mi mismo que la protegería sin importar que.
Pasé mucho tiempo solo, sin tener que cuidar a nadie, sin nadie que me importara, luego llegó Mía pero por mis malas acciones la perdí, pero ahora tenía a mi hermana y aunque apenas y la conociera y supiera la verdad, me importaba y sentía que debía protegerla.
Un día la perdí sin siquiera conocerla o recordarla, pero no otra vez, no podría vivir si a ella le llegaba a pasar algo. Si tenía que morir alguien, ese alguien sería yo, no ella.
Abrí la puerta de golpe, Paola se sobresaltó y abrió los ojos sorprendida.
Mi corazón saltó de alegría al ver a mi hermana. Su cabello estaba hecho un desastre, tenía ojeras en el rostro pero aún así se veía linda.
No sabia si ella sabía la verdad, pero parecía alegrarle verme ahí.
— Paola — pronuncié su nombre.
— ¡Erick! — exclamó ella mientras sonreía débilmente.
Miré al jefe quien también me miró y luego a ella. Su mirada estaba llena de odio puro. En sus manos sostenía una pistola con la que apuntaba directo a Paola.
Oí como jalaba el gatillo.
¡No, No iba a permitirlo!
En cuanto el jefe disparó, me lancé justo frente a Paola impidiendo así que ella recibiera la bala.
<Hice una promesa, voy a cumplirla, tú estarás bien sin importar lo que me pase a mi>
Pude sentir un dolor en mi pecho y al instante caí al suelo mientras comenzaba a ver borroso.
— ¡Erick! — alguien gritó mi nombre, no pude distinguir muy bien quien era.
Oí otro disparo y luego, el sonido de más personas ingresando a la habitación.
Solo esperaba que mi hermana estuviera bien. Solo esperaba que hubiera valido la pena lanzarme frente a ella. De no ser así, me arrepentiría de no haber podido hacer nada más por ella.
Me faltaba la respiración y luego mis ojos se cerraron.
......
Dicen que cuando una persona está a punto de morir comienza a recordar toda su vida, como si fuera una película.
No sé si eso sea cierto, pero lo cierto es que cuando cerré los ojos comencé a ver algo, Como un sueño, pero ¿estaba soñando o realmente había muerto?
Podía escuchar el bello canto de las aves a lo lejos y en el momento que intente abrir los ojos los volví a cerrar debido a la luminosidad que el sol arriba en el cielo esparcía.
Volví a abrir los ojos intentando cubrirme con las manos para que no me encandilara.
Miré todo a mi alrededor. Todo era tan hermoso. Me encontraba en lo que parecía ser un prado, césped verde sobre la tierra, árboles alrededor y muchas flores de colores. A lo lejos se podía oír el murmullar de un manantial.
No sabia en dónde estaba, pero me sentía bien, muy bien a decir verdad.
Me puse de pie ya que estaba sentado sobre el pasto. Miré las ropas que traía, todo era en color blanco muy resplandeciente.
Comencé a caminar por todo aquel sitio intentando buscar a alguien que me dijera en donde estaba.
— Erick — escuché una voz al instante, volteé para todos lados pero no veía a nadie.
— ¿Quién, quién es?
— Yo soy — respondió esa voz, ya antes lo había oído, era una voz tan llena de amor pero también de autoridad.
— ¿Dónde estoy? Porque si esto es el cielo no quiero volver nunca más a la tierra — dije mientras sonreía.
— Estas bien, todo estará bien.
— Lo se y creo en tus palabras.
Al instante fue como si me teletransportara o algo así, pero aparecí junto a aquel manantial que había oído a lo lejos.
¡wow! ¡ese lugar era hermoso!
El agua cristalina caía produciendo un sonido agradable. Me acerqué para ver el agua, era tan transparente que podían verse pequeños pececillos que nadaban en el fondo.
Cerré mis ojos unos instantes mientras disfrutaba el sonido de las aves, el manantial y el viento soplar. A mi mente vino un recuerdo de hace años con mis padres en un lugar así.
Justo días antes de que murieran habiamos salido de paseo a un Parque Nacional de la ciudad, había animales, plantas y un hermoso manantial parecido al que estaba viendo. Ese día fue un día maravilloso con ellos, fue en ese instante que la recordé a ella: a mi hermana. Papá me llevaba de la mano mientras mi madre cargaba en sus brazos a un bebé.
¿Por qué no la recordé antes?
— ¿Cómo puedo saber que ella está bien? — pregunté, sin darme cuenta unas cuantas lagrimas habían salido de mis ojos.
Mis ojos permanecían cerrados mientras pensaba en ella. Al instante oí otra voz que no sabía de dónde provenía.
— Erick, tienes que despertar — seguido de sollozos — No te vayas, no me dejes, quisiera compartir más tiempo contigo ahora que se que eres mi hermano.
Era su voz, era la voz de Paola. Al instante abrí los ojos y ahí estaba ella. No sabia como pero ahora me encontraba en aquel cuarto de hospital, pude ver mi cuerpo ahí sobre la camilla y conectado a varios aparatos.
¿Cómo era posible?
Paola estaba sentada justo a lado de aquella cama llorando y sosteniendo una de mis manos.
— Por favor despierta...sigue luchando y despierta...no se que haré si te vas...
Me acerqué lentamente y cuando estuve detrás de ella dije:
— No te preocupes, yo estoy bien.
Ella alzó la vista y miró mi cuerpo ahí acostado.
— Estaras bien, se que si.
Minutos después, Paola salió de la habitación. Posteriormente el doctor y unas enfermeras entraron a revisarme.
— ¿Cree que va a despertar, Doctor? — preguntó una de las enfermeras.
— Es difícil saberlo, el disparo que recibió fue muy fuerte y estuvo a punto de morir en ese instante.
Eso significaba que no estaba muerto, pero ¿por qué podía verme a mi mismo?
— Ya pasaron dos semanas — añadió la otra enfermera.
¿Dos semanas? ¿Tanto tiempo?
— Si él no hace el esfuerzo por despertar, no habrá más esperanza.
Quería volver pero al mismo tiempo no quería hacerlo, no luego de ver aquel lugar tan hermoso en el que había estado momentos atrás.
Pero, tenia que volver, mi hermana me necesitaba. Necesitaba verla otra vez y darle un abrazo. Necesitaba vivir con ella lo que no vivimos.
Cuando el doctor y las enfermeras salieron, otra persona ingresó. Caminó y se sentó en la silla.
— Hola Erick — dijo — no estoy segura de si puedes oírme pero te diré algo: me duele verte así, se que no te conozco muy bien pero si eres amigo de mis amigos entonces eres mi amigo y además compartimos la fe en Cristo también.
Por lo que me han contado, has tenido una vida muy difícil y quizás hubo momentos de Soledad, pero no te preocupes porque eso ya terminó, no estás solo...Tienes una familia y amigos que te quieren mucho y que han estado orando día y noche por ti desde que ingresaste a este hospital.
Nunca más estarás solo. Por favor despierta, por favor...
Su voz se quebró a medida que hablaba, después comenzó a orar.
— Se que su vida está en tus manos, oh Dios...pero si es posible, dale una segunda oportunidad, sopla aliento de vida en él...
— Ya es hora — oí nuevamente aquella voz que había oído al principio.
¿Hora de qué?
El aparato al que estaba conectado comenzó a sonar.
— ¿Qué está pasando? — preguntó asustada la persona que estaba ahí a mi lado.
Al instante vi entrar a la habitación al doctor nuevamente y a las enfermeras, corrieron hacia donde estaba recostado mi cuerpo.
— ¡Rápido, controlen la presión!
— ¡Lo perdemos!
Cerré los ojos otra vez y entonces...ya no vi más.
N/A
¡Hola!
¿Cómo están?😘
Volví y espero poder actualizar más seguido. Siento que esto ya esta llegando al final, pero aún faltan cosas que pueden pasar❤.
Bendiciones!
Atte: Paola R.
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