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Capítulo 21: DIOS NUNCA FALLA❤🩹

En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia.

Proverbios 17: 17

~🩰~

MIA


— Mía — comenzó a decir Alin al voltear junto a Angie, ambas se veían muy asustadas — Lo que escuchaste...

— ¿Es verdad? — pregunté sintiendo como un nudo se formaba en mi garganta.

— Erick iba a decírtelo.

— ¿Entonces es cierto?

Alin no respondió. Pero fue suficiente para saber que lo que había escuchado era cierto.

Mi respiración era acelerada. Estaba haciendo un esfuerzo muy grande por no romper a llorar en ese momento. Quería hacerlo, pero no quería que las chicas me vieran.

Sin decir nada, Caminé al sillón y tomé mi bolso, luego me dirigí a la puerta dispuesta a irme.

— Mía — Alin corrió a detenerme — No te vayas, no así.

— Descuida — le dije — No es tu culpa, no estoy molesta contigo, solo necesito asimilar esto.

— ¿Estaras bien? — preguntó.

Solo asentí, ni yo sabía si lo estaría. No luego de enterarme de eso.

Salí de la mansión y tomé un taxi.

Aún no terminaba de asimilar lo que había escuchado.

Erick había tenido una hija.

Erick era papá.

Y no dejaba de preguntarme ¿por qué?

¿Por qué no me dijo nada?

¿Quién era aquella chica a la cual dejó embarazada?

¿Por qué se lo dijo a Paola y a mi no?

No sabía que hacer. Si iba a mi casa estaría sola pues mi madre estaba trabajando y lo que menos quería en ese momento era estar en completa soledad.

Le dije al conductor del Taxi que diera vuelta y en lugar de llevarme a casa me llevara a otra dirección.

Envié un mensaje mientras tanto.

Al llegar a aquel lugar. Pagué el pasaje, agradecí y me bajé.

A unos cuantos metros pude divisar a aquel chico que venía hacia mi. Me quedé parada, completamente inmóvil. Sentia que en cualquier momento colapsaría.

Cuando el chico llegó a mi, me miró, no dijo nada y solo me estrechó entre sus brazos, fue entonces que rompí a llorar.

Lagrimas brotaban de mis ojos y rodaban por mis mejillas. Diego no hacía más que solo acariciar mi cabeza haciéndome saber que estaba ahí.

— Todo va a estar bien Princesa — susurró a mi oído — Llora todo lo que tengas que llorar y después me cuentas que sucedió.

Pasados unos minutos logré tranquilizarme y dejar de llorar. Diego me condujo hasta el interior de la empresa de Dan.

— ¿No habrá problema por estar aquí?

— No — respondió — Dan sabe que estas aquí, y yo ya he terminado con lo que tenía que hacer.

Llegamos a una oficina y entramos. El lugar era muy bonito, las paredes estaban pintadas de Blanco, había una enorme ventana de cristal que dejaba a la vista todo afuera y una maceta de un cactus colocada en una esquina.

— Toma asiento — me dijo señalando la silla frente al escritorio. Él tomó asiento en una de esas sillas giratorias quedando de frente también.

Una vez que estuve sentada comencé a jugar con mis dedos.

— ¿Qué Pasó? — preguntó — Estaba muy preocupado cuando me dijiste que venías para acá y que necesitabas ayuda.

— Erick...— pronuncié con dificultad.

— ¿Qué pasa con Erick?

— Ti...tiene...una...Hija...

Al terminar de decir aquello no pude contenerme y nuevamente las lagrimas comenzaron a brotar.

— Eileen...Es...es...su....hija...

— ¿La bebé de Dan y Alin? — preguntó, solo asentí moviendo la cabeza.

— ¿por qué? ¿Por qué no me dijo nada? ¿Por qué no confío en mí? ¿Por qué dice que me quiere si no fue capaz de decirme que había tenido una hija? Se lo dijo a Paola y a mi no. Creía que por primera vez estaba siendo sincero conmigo, pero me equivoqué...otra vez.

Diego me tendió un pañuelo para que secara mis lágrimas, luego dijo:

— No tengo la respuesta a todas tus preguntas, no se por qué se lo dijo a alguien más y no a ti, pero algo se y es que: Dios te ama, las personas aquí podrán decepcionarte pero él nunca lo hará.

— No entiendo nada. Todo esto es tan difícil. Creo que llegué a idealizarlo tanto que no pensé que fuera a hacer algo así, aunque bueno fue en el tiempo que estaba en el mundo, pero aún asi, duele saber que tuvo una hija con alguien más y no me lo dijo.

— Todo va a estar bien — dijo con una voz dulce y apacible — Estaras bien porque Dios está contigo.

Diego se puso de pie y caminó hacia mi. Puso su mano en mi hombro y comenzó a orar por mi. Cosa que agradecía mucho.

Me quedé con él hasta que llegó la hora de su salida. Iba a regresarme sola a casa en un Taxi, pero Diego no me dejó, me dijo que lo esperara y que él me llevaría.

Salimos en su auto rumbo a mi casa. Antes pasamos por el mercado a comprar algo para comer, teníamos planeado ver una serie o alguna película.

Al llegar a casa, Abrí la puerta y entramos. Diego dejó las bolsas en la pequeña mesa que estaba en la sala, y se sentó en uno de los sillones.

Fui a la cocina y abrí el refrigerador, saqué el envase de jugo y lo serví en dos vasos de vidrio. Luego volví a la sala.

Pusimos una película para ver mientras comíamos.

No tenía tanta hambre. Mi estómago se había cerrado ante lo que me habia enterado; sin embargo hice un esfuerzo por comer.

Diego se quedó conmigo hasta que mi madre volvió, cerca de las 6 de la tarde.

— Hola Diego, gusto en verte — Saludó mi madre al llegar a la Sala.

— Hola Señora, Dios la bendiga.

— Amén — mamá sonrió amablemente.

— Bueno — comenzó a decir Diego — Yo ya debo irme antes de que se haga más tarde — se puso de pie — Fue un gusto saludarla Señora mamá de Mía.

— Igualmente, y puedes llamarme solo Laura.

Diego sonrió.

— Te acompañaré a la puerta — le dije mientras me ponía de pie y caminaba detrás de él. Abrió la puerta y salimos.

Empezaba a oscurecer. El sol se había ocultado un par de horas atrás.

— Diego — pronuncié su nombre, él volteó a verme — Yo...Lamento mucho haberte molestado con mis problemas...

— No te preocupes — dijo sonriendo — para mi no es ninguna molestia. Somos amigos y siempre estaré para ti cuando me necesites. Tal vez no pueda arreglar tus problemas pero siempre trataré de hacerte sentir bien.

— Lo has hecho. Me has hecho sentir bien y eso siempre te lo voy a agradecer.

— ¿Puedo abrazarte? — preguntó. Sonreí mientras asentía con la cabeza.

Se acercó aún más a mi y me rodeó con sus brazos. Podía sentir su corazón latir y el olor de su fragancia muy cerca de mi; y se sentía tan bien.

— Gracias por estar ahí para mi — dije — no sabes cuanto aprecio tu amistad.

— Yo también. Creo que eres una chica maravillosa y desearía que nadie pudiera hacerte daño. No me gusta verte llorar porque créeme, me duele cuando te veo así.

Se separó de mi pero antes de hacerlo depósito un beso en mi frente.

— Cuidate Princesa. Nos veremos mañana en la presentación.

Cierto. Al día siguiente era la presentación de Eileen, la bebé de Dan y Alin; o mejor dicho, la hija de Erick.

— ¿Si irás? — preguntó al ver que me había quedado pensando.

— Dan me ha pedido que le ayude con la decoración, pero...

— Eso significa que verás a Erick — asentí — Oye, tarde o temprano tienen que hablar de esto...solo no te preocupes, deja que Dios sea quien se encargue de la situación.

— Tienes razón — dije.

— Siempre la tengo — ambos reimos — ¿quieres que le diga algo o que hable con él?

— No, descuida, quizás mañana hable yo con él.

— Esta bien. Debo irme. Que pases una bonita noche.

— Igualmente.

Caminó hacia su auto y subió en él. Me di la vuelta y entré a la casa.

Tenia mucho en que pensar y orar.

No podía culpar o ver mal a Eileen. Al final de cuentas ella era solo una bebé inocente que no tenía la culpa de nada.

Pero, no sabia como reaccionaría al ver a Erick.

Él me agradaba pero justo ahora estaba muy confundida. Yo había pensado en tal vez darle una oportunidad pero con esto, no estoy segura de si hacerlo.

Siento que, en cierta forma ya nada volverá a ser igual entre nosotros.

Se que ahora él es un Hijo de Dios, que Dios ha cambiado y transformado su vida, pero...siento que si nos diéramos una oportunidad no funcionaría, la confianza se perdió y no volverá a ser igual.

¿qué debería hacer?









































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