Capítulo 2: LA CHICA RUBIA👱♀️
~🖤~
ERICK.
Paz.
Tranquilidad.
Gozo.
Lo que sentía en mi era algo inexplicable. Nunca en mi vida me había sentido así.
Me sentía amado y aceptado cosa que antes no sentía. No lo decía pero siempre, desde que mis padres murieron me sentia solo, abandonado pero ahora todo eso había cambiado.
Lo que sea que haya pasado, era algo totalmente nuevo.
El servicio había acabado hace varios minutos. Todos se saludaban entre ellos. Una que otra persona se acercaba a mi y me saludaban. Yo correspondía al saludo con una sonrisa.
Por primera vez en mucho tiempo, estaba feliz, muy feliz.
Mía estaba hasta el frente hablando con sus amigos y...con Diego. Yo había ido solo para poder hacer algo en contra de aquel chico pero Dios no lo permitió, en cambio me ha salvado.
Ya no tenía pensamientos de intentar hacer algo en contra de Diego, aunque no voy a mentir, me duele verlo con ella, me enfurece un poco pero no voy a hacer nada al respecto.
Caminé lentamente hacia donde Mía estaba. Al llegar allá toqué su hombro por detrás, ella inmediatamente volteó y me miró sorprendida, podía percibir cierto temor en su mirada.
¿Y cómo no? Si aquella vez en el callejón la había asustado y la había amenazado.
— Hola Mía — dije sonriendo levemente.
Los demás chicos voltearon a verme también. Dan me miraba serio, aveces pienso que nunca le cai bien.
— Ho-Hola — respondió — ¿qué haces aquí?
— He vuelto...Y — Volteé a ver a Diego — Hola Diego.
— ¿qué haces tú aquí? — preguntó frunciendo el ceño — ¿a que has venido?
— No quiero causar problemas — contesté — Yo solo venía a saludarlos y...decirles que...Hoy ha ocurrido algo en mi vida, Es algo que aún no termino de comprender...
La chica rubia sonrió a medida que decía esto último y dijo:
— Es una decisión muy importante la que has hecho hoy...Yo se que Dios tiene un plan para tú vida, hoy lo has podido experimentar pero esto es solo el comienzo. El comienzo de una nueva vida en Cristo...
Sonreí asintiendo.
— ¿Has aceptado a Jesús en tu corazón? — preguntó Dan sorprendido.
— Si — respondí — mientras hablabas al estar ahí en frente, comencé a recordar mi vida pasada, mi infancia, y Dios habló a mi...Me decia: Vuelve a Casa...y lo hice...
— ¡Gloria a Dios! — exclamó la esposa de Dan.
— ¿Es...en serio? — preguntó Mía sorprendida y sonriendo. Supongo que ella siempre quiso que yo me acercara a Dios.
— Si, lo es. Me siento totalmente diferente.
— Es porque ahora eres diferente, Dios te ha dado una nueva vida — la rubia volvió a hablar — ¡Bienvenido a la familia de Dios!
Extendió sus brazos y se acercó a abrazarme, pronto los demás también me abrazaron convirtiéndose en un abrazo grupal. Incluso Mía y Diego se acercaron.
Luego oraron por mi haciendo un círculo, y dejándome en medio.
Cuando acabaron de orar, me despedí de ellos. Estaba por irme, ya me había dado la vuelta pero me detuve y voltee a ver a Diego.
— Diego...— dije — Yo...Lo siento mucho por el incidente de aquella vez, ahora me siento culpable...
Él sonrió. Los demás nos miraban confundidos, supongo que nunca supieron lo que pasó.
— No te preocupes, Esta olvidado, es parte del pasado.
Pensé en también disculparme con Mía, pero sentía que no era el momento. Le había hecho tanto daño, y quería demostrarle que en serio estaba arrepentido, no solo con palabras sino con acciones.
Y tal vez, solo tal vez, ella me diera una oportunidad.
Seguí caminando hacia afuera. Al estar afuera, encendi mi celular y revisé los mensajes que tenía de Santiago.
— Erick, El Jefe me ha llamado,
nos ha encomendado una nueva
entrega...
<Rayos> si ahora era Cristiano como decían los demás, ¿Tenia que salir de este trabajo ilegal?
¿Pero cómo? El jefe no me dejará ir tan fácilmente. Según he oído a quienes salen de este circulo o huyen, los busca hasta por debajo de las piedras y acaba con sus vidas.
Si que estoy en graves problemas.
¿Será que ha sido una buena decisión volver a casa?
Negué con la cabeza intentado alejar todos los pensamientos.
Una mano sobre mi hombro se posó haciéndome sobresaltar. Volteé inmediatamente.
— Oh, lo siento, no quería asustarte.
— Esta bien — dije — ¿Necesitas algo?
— Realmente no, solo quería darte esto — me extendió un libro color negro con unas letras doradas en el titulo de este.
— ¿Qué es esto? — tomé el libro en mis manos.
— Es una biblia — sonrió dulcemente — Creo que te servirá en este nuevo comienzo...Puedes empezar leyendo el evangelio de Juan.
<Su sonrisa>
— Oh, Muchas gracias — le agradecí mientras hojeaba la biblia — La leeré.
— Soy Paola — dijo.
¿Paola? Al escuchar su nombre un recuerdo fugaz apareció en mi mente, un recuerdo no muy claro, algo confuso. Por más que intentaba recordar no podía, sentía que ya la conocía, pero ¿de dónde?
— ¿Estas bien? — escuché su voz.
— Si, si — respondí — Descuida...mmm...Me llamó Erick.
Sonreí.
— Un gusto conocerte, Erick.
— Igualmente. Oye creo que ya debo irme, debo hacer algunas cosas...
— ¿Vendras al siguiente servicio?
— Si — Exclamé emocionado — Claro.
Me despedí de ella y comencé a caminar.
Algo dentro de mi me decía que ya la conocía y sentía una especie de conexión con ella. No en el sentido de que me gustara porque recien la conocia, era algo mucho más profundo, como si en cierta forma hubiera un lazo que nos uniera.
¿Pero qué es?
.....
Llegué al hotel donde me hospedaba minutos después, luego de caminar. No había llevado mi coche pues estaba en mantenimiento.
Al llegar a la habitación, Santiago estaba recostado sobre la cama, cuando me vio se puso de pie.
— ¿Dónde estabas? — Cuestionó.
— Arreglando unos asuntos — dije con una sonrisa.
— Te he dejado mil mensajes y nunca me respondiste.
— Lo siento, en donde estaba no podía usar el teléfono y luego sucedió algo maravilloso en mi vida.
— ¿de que hablas? — frunció el ceño — ¿Dónde estuviste? ¿Por qué rayos estás sonriendo sin parar?
— He encontrado la luz que ha alumbrado mi vida oscura.
— No entiendo nada de lo que dices — rodó los ojos.
— Te lo explicaré después — dije — ahora quiero descansar y tengo que pensar como salir de esto...
Me recosté en mi cama, cerré los ojos y suspiré.
Realmente iba a ser difícil dejar todo atrás; pero estaba convencido de que había tomado la mejor decisión de mi vida.
No sabia como decirle al JEFE que ya no trabajaría para él, ¿y si me mata?
Lo bueno es que no tengo familia así el no se metería con ellos, y es que en estos negocios tener familia o personas cercanas es sumamente peligroso.
Si fallas, el JEFE se va contra la familia aún cuando ellos no tengan nada que ver.
Pensé en cómo sería mi vida si mis padres no hubieran muerto. Quizás nada de esto estuviera pasando, es decir, no estaría envuelto en este mundo oscuro del cual va a ser difícil salir.
Pensando y pensando me quede profundamente dormido.
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