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ERICK

El servicio había acabado hace unos momentos. Fue un servicio muy especial.

Primero oramos, leímos un Salmos y luego Paola dirigió los cantos que entonamos. Fue un momento único y hermoso. La presencia de Dios descendió sobre cada vida de una manera sorprendente y maravillosa.

En ese momento me olvidé de todo, dejé mis cargas, mis preocupaciones y encontré paz en la presencia de Dios.

Al termino, Dan compartió la palabra tomando como texto basé 1 Timoteo 4:12.

Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza.

Habló acerca de la importancia de que como Jóvenes fuéramos un ejemplo en la sociedad. Que fueramos una luz en este mundo oscuro. Porque la gente de allá afuera solo está mirando en que momento cometemos algún error para señalarnos y no solo lo señalan a uno sino señalan a toda la congregación.

Porque como seres humanos estamos acostumbrados a mirar las fallas y defectos de los demás. Lo digo porque yo lo hacía, buscaba siempre algo malo en algún Cristiano para señalarlo y hacer ver que era una pérdida de tiempo estar ahí.

Es por eso que, Debemos cuidar la forma en la que actuamos. Debemos manifestar a Cristo a través de la forma en la que vivimos. Para que otros puedan conocerlo también.

Cristo tiene que ser glorificado en nuestras vidas. Su luz tiene que brillar y no apagarse, pero eso depende de cada uno, no dejar apagar esa llama.

Cuando acabó hicimos una oración por la palabra y pedimos que Dios nos fortalecería para cada día seguir adelante; y nos diera valor para vivir como él manda.

— Hola Erick — Mía se acercó a mi con una enorme sonrisa en su rostro.

— Hola Mía.

— Es bueno que hayas venido — dijo.

— Si, fue bueno estar aquí. Me agrada venir.

— ¿Ya conoces a Angie? — preguntó.

— ¿Quién? — la miré frunciendo el ceño.

— Angie. Es amiga de Alin, vive en otra ciudad pero ha venido de vacaciones. Es muy amable...¡Ven, te la presentaré!

— Okey — me encogí de hombros mientras caminaba detrás de ella.

Llegamos a donde estaban unos chicos platicando y despidiéndose.

— Angie — llamó Mía.

Una chica de cabello negro volteó. La misma chica que se habia caído en la entrada.

— ¿Si?

— Mira, Él es Erick.

— Hola Erick, gusto en conocerte.

— Igualmente — le regalé mi mejor sonrisa.

— ¿Ustedes son novios? — preguntó viéndonos a ambos.

— No — se apresuró a responder Mía — solo amigos.

— Si — afirmé — pero si Dios quiere pronto será mi novia.

— Oh ya veo — Angie sonrió. Volteé a ver a Mía quien estaba totalmente sonrojada — Bueno, yo los dejo, debo irme a casa.

Nos despedimos de Angie y cuando ya se fue, quedé solo con Mía quien se mantenía con la mirada baja y una sonrisa en su rostro.

— Lo que dije fue en serio — le dije — Me gustas y me gustaría que fueras mi novia, pero entiendo que aún no es el momento.

— Aún estoy orando por eso — respondió — No quiero equivocarme o hacer algo que este fuera de la voluntad de Dios.

— Lo sé. Pero quiero que tengas presente que Te quiero.

Ella sonrió. Nos despedimos porque ambos ya teníamos que irnos. Ella se iría con Diego. Yo la llevaría pero no traía el auto y me reproche por eso.

No estaba celoso pero saber que a Diego le gustaba y que ambos eran muy cercanos, era algo que no me agradaba del todo, aunque entiendo lo que él dijo, no depende de uno mismo los sentimientos.

Cuándo ya salí de la iglesia caminé un poco hasta que un auto se detuvo a un lado de mi. Bajó la ventanilla y dejó ver a una chica rubia. Paola.

— Hola Erick, ¿quieres que te lleve?

— No quiero molestar.

— No es ninguna molestia, vamos.

Abrí la puerta y me subí en el asiento del copiloto. Le di la dirección del hotel y Paola nuevamente puso el auto en marcha.

Música de adoración sonaba en la bocina.

— ¿Trabajas en algo? — le pregunté. Me interesaba conocerla un poco más. Era una buena chica y había sido muy amigable conmigo.

— Si. En la obra de Dios. Formo parte del grupo misionero del instituto bíblico y en ocasiones doy clases a los estudiantes también.

— Oh, eso suena bien. He escuchado que muchos hablan del instituto, ¿cómo es eso? ¿Es como una universidad o algo así?

— Algo así, Es muy lindo estar ahí — respondió — Nos enseñan acerca de la biblia y a como profundizar en nuestra relación con Dios. Aprendemos a evangelizar de acuerdo a la palabra, a trabajar con niños y jóvenes...y muchas cosas más, realmente es una experiencia muy bonita.

— ¡Wow! Suena interesante.

— Si, Si algún día quieres entrar puedes hacerlo. En Septiembre inician las clases.

— Lo pensaré — sonreí.

No puedo negar que algo dentro de mi se encendía al escucharla hablar de aquel lugar. Y en mi Crecia el interés de poder quizás entrar, pero aún no podía, no sin antes salir de aquel lugar en el que me encontraba.

— ¿Vives con tus padres? — me preguntó.

Mis padres. Aún era difícil hablar de ellos sin que doliera.

— No — negué — Ellos murieron cuando yo era muy pequeño aún.

— Oh, lo siento, no lo sabia — se disculpó.

— No te preocupes — le sonreí — Mis papas eran Pastores, un día acudieron a una reunión y nunca más volvieron. Tuvieron un accidente en el camino. Ha sido difícil vivir sin ellos y por mucho tiempo pase culpando a Dios por eso, pero ahora se que están en un lugar mejor y que un día volveré a verlos.

— Si, esa es la esperanza que tenemos en Cristo. Saber que para quienes han aceptado a Jesús hay vida eterna después de la muerte.

— El otro día...— comencé a decir — dijiste que tu padre había muerto.

— Si — respondió — Fue hace un par de años atrás. Yo tenía 15 años, murió de una enfermedad del corazón. Todavía hay días en que lo extraño y desearía poder tenerlo junto a mi aunque sea unos minutos, fue un buen padre, el mejor.

— Lo siento y te entiendo porque también hay días en los que quisiera volver el tiempo atrás y ver de nuevo a mis padres.

— Un día los veremos — volteó a verme con una cálida sonrisa.

Asentí sonriendo.

— ¿Tienes hermanos? — pregunté.

— No. Soy Hija única. ¿Tú?

— No, tampoco. Aunque me hubiera gustado tenerlos así no estaría solo.

— Los hermanos hacen una buena compañía. Tengo varios primos que son como mis hermanos, aunque solo nos vemos en vacaciones.

— Yo...— desvíe mi mirada hacia la carretera — Realmente no tengo a nadie, al morir mis padres me quedé con mi abuela pero cuando ella murió hui de casa y desde ahí no supe nada de mi demás familia, de mis tíos o primos.

— ¿Eran de aquí? — preguntó.

— No, de otra ciudad, a varios kilómetros de aquí. Nunca pensé en regresar y no creo querer hacerlo ahora, supongo que ya me olvidaron o me dieron por muerto.

Supe que cuando huí, mis tíos fueron con la policía para buscarme; pero como no quería que me encontraran me escondí por varias semanas hasta que el asunto quedara olvidado. En el transcurso de ese tiempo fue cuando conocí al Jefe y me adentre en ese mundo. Él me prometió que cuidaría de mi y no dejaría que mi familia me encontrara y para mi estaba bien.

— Lo siento, no sabia que tu vida había sido tan difícil. No puedo imaginar todo lo que has tenido que pasar, Pero no estás solo, Dios está contigo.

— Ahora lo se — sonreí.

Paola era muy buena escuchando y eso me agradaba. Porque aveces solo se necesita que alguien te escuche y te haga saber que estas ahí.

Realmente podía decir que era una buena amiga. Nunca en mi vida había tenido amigos pero ella ahora lo era.

Y poco a poco iba dejando de sentirme solo. Dios estaba conmigo y sabia que nunca me dejaría.

El camino era difícil pero su presencia estaba ahí. Dios estaba ahí para sostenerme y guiarme.

Al llegar al hotel, detuvo el coche. No quería que nadie supiera que me quedaba en un hotel pero en cierta forma ella me inspiraba confianza.

Al parecer ella entendió que me quedaba ahí porque no preguntó nada más.

— Cuando quieras puedes quedarte en casa — me dijo. No respondí solo le sonreí — Me ha gustado platicar contigo. Te veré luego y estaré orando por ti...solo recuerda esto: No estás solo.

N/A

Hola!

Cuando suba el próximo capítulo subiré también el Bonus!🥰

Dios los bendiga!

Atte: Paola R.