Anna x Male Reader (Capítulo 8)
—Buenos días Elsa — saluda Anna alegremente vestida con su pijama y con su cabello desarreglado a su hermana y a su fiel compañero Olaf que se encuentran en el comedor principal en su desayuno.
— Buenos días Anna — responde cortésmente al saludo.
Luego de que Anna tomara asiento para reintegrarse, la reina de Arendelle toma la palabra:
— Se te ve muy alegre hermana, no es usual verte así cuando Kristoff se va de la ciudad.
Anna, tratando de ocultar su alegría, pregunta seriamente:
— ¿Ha habido alguna novedad en el reino?.
Antes de que Elsa pudiera responder, Olaf interrumpe ansiosamente.
— ¡Hay un nuevo héroe en la ciudad! — exclama.
— Olaf, ya te lo he dicho, no es un héroe, es sólo un forastero que hizo lo correcto — ríe Elsa ante el atrevimiento del pequeño muñeco de nieve.
—¿Quién es el tal héroe? — pregunta Anna con curiosidad.
— Un hombre proveniente de Constantinopla atrapó a un ladrón en el mercado, se llama Zafer, que nombre tan peculiar.
Anna al oír tu nombre no puede evitar sonrojarse, recordando cada detalle de los acontecimientos de anoche.
—¡Lo olvidaba! — Elsa se exalta en su puesto — no le pedí a Zafer que asistiera al juicio del ladrón, hoy tendré que juzgarlo.
— Si quieres yo puedo traerlo al castillo — se ofrece Anna ante la idea de verte de nuevo.
—¿En serio harías esto por mí? — pregunta la reina de las nieves.
— Por supuesto hermana, no tengo nada para hoy, estaría encantada de ayudarte.
— No sabes cuanto aprecio esto.
— De seguro debe estar en el mercado le preguntaré a Kai, me arreglaré, una princesa debe lucir bien ante su gente.
— Gracias Anna, prepararé todo lo necesario para el juicio.
La alegre princesa corre y sube las escaleras en dirección a su habitación.
Después de varios minutos eligiendo vestidos, se decide por su mejor Bunad: falda azul, corset negro, blusa azul cían de manga larga y botas de cuero de tacón negras.
— Ahora sólo queda el toque final.
Se acerca al espejo de la pared donde en un gran mueble blanco tiene acceso a todos sus productos de belleza guardados en una pequeña caja de color café.
Mientras se mira en su espejo, corrige las pequeñas imperfecciones de su rostro con una polvera, además de delinear sus ojos y por supuesto usar un labial rojo carmesí para sus labios.
Anna se contempla a sí misma en frente del espejo, realizando pequeños movimientos coquetos que le dan seguridad.
Antes de abrir la puerta para salir, un fuerte sentimiento asoma en su pecho.
—¿Qué estoy haciendo?, no puedo dejar de pensar en Zafer, ¡No!, no puedo enamorarme de él, yo estoy enamorada de Kristoff — se dice a si misma, pero no convencida en lo absoluto.
Sus manos se paralizan y sólo puede sentarse en el piso con la puerta apoyada en su cabeza, no pudiendo evitar soltar unas pequeñas lágrimas que caen por su delicada mejilla.
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