Ya es de noche, y no puedo conciliar el sueño.

Me siento a las orillas de mi cama, en la ventana puedo contemplar la luna llena que ilumina a todo Arendelle.

"(...)ese mismo chico me dio mi primer beso, su nombre era...(Y/N)"

Estas palabras resuenan en mi cabeza, una extraña sensación de culpa sube a mi pecho, por una parte, me siento feliz; pero por otro lado me siento como una escoria.

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Nos enteramos en un día lluvioso, la naturaleza parece que lloraba ante la noticia de que el rey y la reina habían fallecido en su viaje a Corona. El castillo estuvo de luto, los pocos empleados que trabajaban ahí no lo podían creer, fue un golpe muy duro para todos.

Todos en el reino se preguntaban qué pasará ahora, Elsa estaba recluida en su habitación sin poder salir y debía esperar algunos años para asumir en el cargo.

Ese fue un día muy triste, los pasillos estaba en silencio, el ambiente fúnebre se podía percibir en cada rincón del lugar, se reemplazaron algunos objetos como cortinas de color negro en señal de luto.

Anna estaba devastada al enterarse de la noticia de sus padres, se encerró en su habitación al igual que Elsa.

Mientras preparaban los detalles para realizar un funeral simbólico yo caminaba por los pasillos para intentar animar a Anna.

Con un nudo en la garganta, tomé aire y me atreví a tocar la puerta.

Al no oír respuesta alguna, entré de todas formas.

— Anna ¿Hay algo que pueda hacer por tí? — le dije mientras me asomaba por la puerta.

La habitación estaba a oscuras, podía identificar a Anna debajo de las sábanas de su cama.

No me respondió, caminé hacia ella con el menor ruido posible. Me senté en su cama y Anna no reaccionó, estuve sentado algunos minutos allí a la espera de que me dijiera algo.

— Anna... — me animé a hablarle — nunca he dado palabras de consuelo a alguien que atraviesa una situación así, pero quiero que sepas que cuentas con todo mi apoyo, siempre estaré aquí por si me necesitas. Sé que la pérdida de un ser querido es algo difícil de reparar, yo también lo viví con mi madre, pero a diferencia de mí; tú tienes recuerdos que siempre estarán contigo, ellos siempre vivirán en tu corazón.

Al terminar, acaricié lo que pareciera ser la espalda de Anna por sobre las sábanas y me alejé.

Antes de que me permitiera salir, oí la suave voz de Anna que me llamaba:

— (Y/N)...

— ¿Que ocurre? — me volteé para mirarla.

Ella subió su rostro para mirarme a los ojos. Su rostro estaba hinchado producto de las lágrimas y su cabello estaba desordenado.

— Quiero que te quedes — me pide con su delicada voz, una petición que no podía resistirme al pedírmelo de esa manera.

— Lo que tu quieras Anna — le sonreí.

Cuando estaba listo para sentarme, Anna recogió las sábanas para que yo pudiera meterme en su cama.

— ¿Qué estás haciendo? — le pregunté confundido.

— Quiero que te recuestes conmigo (Y/N), necesito que alguien me abrace.

Tragué saliva y me di el valor de recostarme con ella. Mi cabeza me decía que esto no era correcto, pero ella es la princesa y debo estar a su servicio.

Al acomodarme, Anna se acurrucó en mi pecho, su cuerpo estaba arriba del mío, sus manos recorrían levemente por mis mejillas, no dijo nada. Me sentí algo incómodo, solamente la abracé y dejé que el sueño viniera a mí.

Desperté sin saber donde me encontraba y sin tener la noción del tiempo, la princesa seguía  dormida y abrazada a mí. Delicadamente, separé su cuerpo del mío y me levanté para irme de la habitación.

Por suerte era de noche, parece que nadie había preguntado por mí, lo mejor fue ir a la habitación.

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Al día siguiente, una caravana se dirigió a las afueras de Arendelle para realizar el funeral a los reyes. Solamente asistieron una decena de personas: las personas más cercanas a ellos, entre ellas, estaba mi padre.

Anna y yo nos fuimos en una carroza, Anna estaba vestida completamente de negro: Los bordados de color verde de su capa llamaron mi atención, además de la capucha que hacía juego con todo su atuendo.

Aún a pesar de estar vestida de esa forma, ella se veía hermosa, todo le quedaba bien.

No quise ser irrespetuoso, pero no vi a Elsa por ninguna parte, creí que en este día, al fín la podría conocer.

La ceremonia no duró mucho, el cielo nuevamente estaba nublado y las gotas caían con gran devoción.

Ya de noche, en el castillo, Anna se sentía mejor, caminó por todo el lugar, incluso intentó nuevamente hablar con Elsa sin éxito alguno.

Ambos compartimos en el balcón que daba a toda la ciudad, las luces de las casas eran un espectáculo increíble que de lejos parecían velas, desde que llegué al castillo siempre fue nuestro lugar de reunión.

La humedad se percibía en el ambiente, la lluvia ya había cesado.

Abracé a Anna por sobre su hombro, haciendo que su cuerpo se apoyase sobre el mio.

Ninguna palabra salió de nuestras bocas, al estar abrazados de esa forma nos convertimos en una sola persona.

Anna se separó de mi y puso  sus manos en el balcón, poniéndose de espaldas a la ciudad.

Me acerqué a ella, su rostro lucía distinto, una suave sonrisa se asomó. Era la primera vez que la vi sonreir desde la muerte de sus padres.

— ¿Qué? — le pregunté al notar que su mirada había cambiado a uno más coqueto.

— Nada — me respondió mordiéndose el labio inferior.

Inesperadamente Anna acerca su rostro hacía el mío, sus manos sostuvieron mis mejillas y nuestras bocas se unieron en un beso apasionado.

Cerré los ojos y me sumergí en sus labios, abandonando mi cuerpo para entregárselo a ella.

Pudo haber sido un beso perfecto, nadie nos molestaba, el pueblo estaba en silencio. Pero la maldita ética que mi padre me había inculcado me decía que esto estaba mal.

Me separé abruptamente de ella, al separarnos, Anna me miraba consternada.

— No puedo hacer esto — le comenté.

— ¿Que dices?, ¿Por qué?

— No debería hacer esto Anna, acabas de perder a tus padres y no es justo que yo me aproveche de tí. Estás vulnerable y no podría besarte aunque esto signifique luchar contra mis deseos.

— ¿Tus deseos? — me miró de forma curiosa, algo pícara, como si tratara de sacar algo con sus preguntas.

Tomé aire y le dije toda la verdad:

— Así es Anna, siempre soñé con que este día llegara, me enamoré de tí desde el primer día que te vi.

— ¿Y que estás esperando? — me comentó con una sonrisa.

— ¿De que hablas?

— Para estar juntos.

Sus mejillas se ruborizaron, mis ojos no se despegaban de su rostro. El sueño de toda una vida se hacía realidad, por primera vez tendría una oportunidad de estar con la mujer que más amo.

— Anna — reanudé la conversación — quisiera estar contigo hasta el final de mis días, pero quiero que me entiendas de que este no es un buen momento para esto. El reino está de luto y no es correcto iniciar algo  en esta situación.

Ella se acercó a mí y con todas sus fuerzas me abrazó. Apoyando su cabeza en mi hombro me comentó:

— Está bien, lo entiendo, si eso es lo que quieres, esperaré todo el tiempo que sea necesario.

Se acurrucó en mi pecho, no pude evitar poner mis brazos alrededor de ella.

Ese fue el día más felíz de mi vida.

Lamentablemente esa misma noche, mi padre fue directo a mi habitación. Me despertó y nos fuimos de Arendelle.

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Tengo la mirada pérdida al suelo, va a ser difícil tratar de conciliar el sueño, y más todavía buscar el momento perfecto para revelar mi identidad a Anna.