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Anna x Male Reader (Capítulo 11)

El silencio inundó la sala.

Todos los que estábamos presentes seguimos congelados al contemplar tan escena. Nadie podía explicarse cómo alguien en su sano juicio podría declararse como culpable.

Después de que la señora Agnes se marchara con una expresión confundida en su rostro. Anna, Elsa, Kai y yo nos reunimos para hablar de lo sucedido.

— Lo Siento mucho por hacer perder tu tiempo Zafer — Se disculpa Elsa.

— No se preocupe su majestad, encantado de poder ayudarla en lo que necesite, pero ¿Usted se encuentra bien?.

Elsa tiembla al oír mi pregunta, el recuerdo de Rolf no ha desaparecido todavía.

— No sé que decir, sabes, nunca esperé esto, estaba preparada para algo más complejo, pero... sus últimas palabras me hicieron sentir insegura, no creo que pueda recorrer tan libremente por las calles de Arendelle sabiendo que hay alguien que quiere verme caer.

El rostro de Anna luce con cierta angustia, su mirada está decaída, puedo ver en su expresión que a pesar del encierro de Elsa aún hay cariño y aprecio por ella. No puedo verla sufrir así, es hora de que pague mi deuda por haberla abandonado.

— Su majestad, si me permite quisiera enlistarme a su ejército — hago una reverencia a la reina — tengo experiencia en combate y quisiera ser un aporte en este reino.

Al levantar la vista puedo ver a los tres sorprendidos por mi repentina acción.

— Zafer, ¿Estás seguro de esto? — pregunta la bella mujer de cabello rojo.

— Lo estoy princesa Anna, tengo mucho cariño a Arendelle y esta es la mejor forma que conozco que me permita agradecer a este reino por acogerme.

— Si ese es su deseo, no somos quién para impedirlo, pero antes queremos ver sus habilidades en el campo de batalla — indica Kai.

— A mí también me gustaría ver eso — comenta Elsa sonriente. Ya no manifiesta el temor en sus ojos.

Por orden de Kai, lo seguimos por todo el castillo, abandonando la sala de juzgado donde los recuerdos de aquel hombre siguen resonando en nuestros recuerdos.

Kai nos llevó a las afueras del castillo, en un lugar que parece ser el campo de entrenamiento del ejército.

Todos los soldados detienen sus actividades al notar nuestra presencia, en especial el general Reidum.

El general Reidum es un hombre que bordea los cuarenta años, de ojos cafés y de bigote, luce bastante imponente.

— El debe ser el hombre que reemplazó a mi padre — susurro a mí mismo.

— ¿Que dijiste Zafer? — pregunta Anna.

— Nada, nada.

— General Reidum, él es Zafer, proviene de las tierras Otomanas y se ha ofrecido para enlistarse en su ejército — dice Elsa.

— Veo que tenemos carne fresca — comenta el general sin vergüenza alguna.

El general está enfrente de mí, puedo sentir su respiración como si fuera un lobo hambriento ante su nueva presa.

— ¡Soldado Halvor! — grita Reidum — Necesito su espada, quiero poner a prueba a este infeliz.

El temeroso soldado corre hacía su superior y le entrega la espada tal como éste lo había ordenado.

Reidum me entrega despectivamente la espada. Posteriormente desenvaina su arma que está a su costado.

— Bien muchacho, nos enfrentaremos a un duelo, si crees que puedes tocarme, permitiré tu entrada al ejército real y deberás agradecerme, no permito que los extranjeros entren como perros a mi tropa.

Todos sus hombres forman un círculo, permitiendo que podamos entrar y preparamos para el combate.

No tengo miedo, mi padre me enseñó todas sus técnicas de combate de Arendelle, dudo mucho que en estos años hayan podido desarrollar nuevas técnicas.

— Reina Elsa, ¿Sería tan amable de contar hasta tres para dar inicio a este duelo? — pide amablemente el general, mientras que Kai acompañada de la reina y la princesa tomen lugar en el gran círculo que se ha formado. Es un círculo bastante grande, lo que me permitirá moverme con facilidad.

— A la cuenta de ¡1... 2 y ... 3!.

Reidum gira la espada de manera circular, realizando un típico movimiento de intimidación.

En cambio yo sostengo mi espada con mi brazo más fuerte, no realizo ningún movimiento, bajo la guardia para que crea que podrá atacarme fácilmente.

Como lo esperaba, Reidum corre salvajemente hacía mí, pone la espada en posición horizonte con la intención de penetrar mi cuerpo con el filo de la espada.

A unos centímetros antes de que pueda impactar, elevo mi espada y golpeo la suya.

El impacto de nuestras armas hizo que la espada de Reidum volara por los aires, y cayera a unos metros a su costado izquierdo. Podría atacarlo y ganar fácilmente esto, pero deseo divertirme un poco.

El rostro de Reidum lo dice todo: no puede creer que un simple "novato" haya podido desarmar tan fácilmente a un hombre de tal grado militar, la rabia inunda por sus ojos

— Tuviste suerte muchacho, pero será lo último que hagas en este lugar — reclama entre dientes mientras recoge su espada.

De nuevo, realiza los mismos movimientos circulares que antes.

Esta vez, levanto mi espada verticalmente con el filo a centímetros de mi rostro, sé exactamente lo que intentará hacer.

Tal como lo había anticipado, Reidum corre hacía mí dispuesto a atacarme.

— Derecha, izquierda, izquierda, derecha — digo en voz baja a medida que anticipo sus movimientos con total facilidad.

Golpeo a su arma con gran fuerza, haciendo que Reidum se desestabilize y caiga fuertemente al suelo.

Al notar que su arma está alejado de él, sólo tengo que dar el toque final.

Me acerco a él, una fuerte sensación recorre por mi cuerpo, esto me recuerda cuando mataba a los soldados jenízaros del Sultán.

Giro mi espada, permitiendo que el filo esté boca abajo. Reidum no se mueve, su mirada temerosa teme por su vida.

Bajo fuertemente el arma, acuchillo el hombro de ese hombre, como un gesto solidario hacía él.

Un fuerte grito de dolor resuena por todo el campo de entrenamiento, los hombres de Reidum no pueden creer lo que están viendo.

Anna y Elsa hablan en voz baja.

Al retirar el filo, intuitivamente Reidum cubre la herida con su mano, la sangre sale por todos lados.

Suelto el arma y abro paso entre la multitud.

— ¡Lo pagarás caro idiota, nadie le hace eso al general Reidum, sufrirás las más grandes consecuencias cuando ingreses a mi tropa!

— Creo que eso no será posible general — interrumpe Elsa — Zafer será nuestro guardaespaldas, tanto mío como de Anna, por lo que él no estará bajo sus órdenes.

— ¡¿Qué?!, eso no era parte del trato — reclama Reidum desde el suelo.

— Lo sé, pero alguien tan talentoso como Zafer, no puede permitirse el lujo de estar en sus tropas, él merece algo mejor.

Los cuatro nos retiramos del lugar, los soldados intentan levantar a su general.

— ¡Suéltame! — oímos decir al testarudo de Reidum.

Nosotros nos marchamos tranquilamente del lugar.

Mi adrenalina aumentó demasiado, no me había sentido tan vivo desde hace meses.

Todo esto se lo debo a tí padre... gracias a tí puedo continuar con mi trabajo que había dejado hace años: seré el guardaespaldas personal de la reina Elsa y de la princesa Anna.

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