46
https://youtu.be/fIkZOLsnoqY
—Bienvenidos sean todos —expresó Seokjin con alegría—. Esto debe ser una verdadera sorpresa para ustedes. Tranquilos, no se asusten.
En las expresiones sorprendidas y consternadas de sus familiares, todavía podía ver incredulidad. Y es que no todos podían creerse que el primogénito de los Kim de verdad estuviera allí con ellos, vivo, cuando todos habían asistido a su funeral hacía cuatro años.
Él había cambiado tanto que de verdad parecía un príncipe. Se le veía rozagante y feliz, todo lo contrario de lo que se espera de un hijo que acaba de enviar invitaciones al entierro de su padre. Tan cínico.
—Quiero una buena explicación para todo esto —exigió una de las elegantes mujeres en la mesa.
—Tranquila, tía NaHeun, la tendrán —respondió Seokjin—. ¿Por dónde quieren comenzar?
La avalancha de preguntas se elevó a gritos en el comedor. Namjoon era el único de sus familiares que se mantenía callado, solo aguardando a que la historia misma empezara a tener forma. Sus ojos no dejaban de mirar a Ken, esa fantasmagórica figura detrás de su primo que se alzaba como una sombra, acechando desde la oscuridad.
Seokjin barrió la mesa con la mirada. Mientras hablaban, sus tíos y primos parecían querer saltarle encima para devanarle la yugular; él sabía que, muy en el fondo, estaban molestos y frustrados. Porque él era un obstáculo, un desafortunado percance para los planes de todas aquellas personas que se hacían llamar su familia.
—Basta, parecen mercaderes —siseó Seokjin y todos quedaron callados—. Ensucian nuestro apellido con su actitud, manada de orangutanes —escupió con desdén, a lo que todos ahogaron una exclamación colectiva—. Para aclarar dudas generales, diré que Yeong mató a mi madre y trató de matarme a mí para seguir escondiendo sus delitos. ¿Qué? —rio al ver sus expresiones—. ¿Creen que todo su dinero viene de dar caridad y sonreír para la cámara mientras se da la mano con sus socios? Ingenuos... He vuelto. Y él no. Yo soy el que da las órdenes ahora.
—Imposible —siseó su primo Jong-Dul—. Ante las leyes no existes; tu nombre no está en ningún documento legal de la empresa.
Seokjin entrecerró los ojos en su dirección. Él había ignorado vilmente la parte donde decía que Yeong había matado a Chaewon. Esa era su familia; hienas hambrientas de dinero. De qué iba a quejarse. Con un suspiro, hizo un gesto hasta Ken, el cual le tendió una de las carpetas.
—El testamento de Yeong dice que yo soy heredero de la empresa —decretó con una sonrisa, señalando el lugar en la página para que Jong-Dul observara—. Propiedades y finca raíz pertenecen a Taehyung. Al parecer mi padre nunca renovó su testamento —Aunque claramente, eso era una vil mentira. Entre Sooyoung, Ken y algunos cuantos abogados corruptos tuvieron que manipular el testamento donde se estipulaba que Kim Taehyung era el único heredero de la fortuna de Yeong.
—Déjame ver eso —espetó NaHeun con el ceño fruncido. Y es que pelear la herencia contra un pequeño borreguito como Taehyung lucía fácil: él era menor de edad, ingenuo y desapegado a los negocios de su padre; contra Seokjin, que era todo un tiburón, resultaba algo más difícil.
—Por favor, no pienses en romperlo —le sugirió Seokjin—. Esa es tan solo una copia. Como pueden ver, queridos familiares, ya no podrán pelear la herencia contra Taehyung. Les he quitado esa responsabilidad, no se preocupen.
—¿Cómo pretendes que te crea? —inquirió Kwan, el menor de sus tíos—. ¿Cómo sabemos que esto no es todo un teatro para que tú te quedes con la fortuna de los Kim? ¿Quién nos garantiza que no planeaste todo eso desde el inicio? Yeong estaba perfectamente sano; no creerás que voy a comerme el cuento de que mi hermano falleció de un día para otro y listo.
El castaño soltó una corta carcajada. De verdad le encantaría que aquello fuese un teatro, que el hecho de ver a su madre morir entre las llamas mientras Min Hyung se reía de él fuese toda una farsa; le encantaría que al final del día pudiera decir "qué divertido fue engañarles". Pero no era así.
—Tienes toda la razón, tío —declaró con calma—. Tengo los resultados de la autopsia y el certificado de defunción. Pueden verlos si quieren.
Esta vez fue Ken quien colocó otras dos carpetas en la mesa, la cuales no tardaron en serle arrebatadas por ansiosas y desesperadas manos.
—¿Qué dice? —murmuró su prima, HyeYeon, que estaba demasiado lejos como para tomar las carpetas. Se le escuchaba impaciente.
—Dice que se encontró un tumor en la masa cerebral del individuo —respondió Ken con tranquilidad—. Por el tamaño, los médicos dijeron que era cuestión de meses para que empezara a dañar sus nervios si hubiera estado vivo. Perdería el control de su cuerpo, la sensibilidad, el habla... No tenía mucha esperanza de vida.
—Mi padre nos dejaría por una razón o la otra. El destino, ¿eh? —Seokjin sonrió y se sentó en la mesa, mirando hacia Namjoon—. Si alguno de ustedes no cree en lo que estoy diciendo, es libre de irse y armar un alboroto para la prensa. Si no quieren problemas conmigo, entonces pueden quedarse para el almuerzo. Camareros, por favor, sirvan.
♥
Después de llorar, Taehyung siempre se quedaba dormido. Era algo que Jimin había notado en su corto periodo de amistad. Ahora el castaño reposaba en su regazo, abrazando una almohada, mientras el mayor le acariciaba el cabello con delicadeza. Pequeño niño mimado.
Pasos se escucharon en el pasillo y el cuerpecito de Jimin se tensó en anticipación. Ya estaba preparando sus mejores insultos, pero cuando se dio cuenta de que solo se trataba de Jungkook, soltó un suspiro.
Colocó un dedo en sus labios para indicarle silencio. De todas formas, parecía que al pelinegro le habían robado las palabras al ver la escena entre los dos amigos. Se le veía realmente dolido, como si acabaran de abofetearle.
—¿Por qué él sí quiere hablar contigo? —preguntó molesto y celoso.
Jimin hizo una mueca al sentirse acusado por aquellos oscuros ojos. Era algo complicado de explicar, en especial porque ni siquiera él lo entendía muy bien.
—Es que lo llamé imbécil y se molestó.
Jungkook emitió un ruidito incrédulo pero no dijo nada. Parecía que había cosas con las que no podía pelear, y una de esas era la amistad que Taehyung y Jimin tenían. El pelinaranja miraba al chico en sus piernas como si quisiera encerrarlo en una cajita de cristal; lucía como un valiente guerrero que protegería a su príncipe aunque eso le costase la vida. Era algo tan íntimo y fraternal que Jungkook no pudo evitar sentirse mal. Él también se había entregado a Taehyung como un simple plebeyo, pero el castaño simplemente lo alejaba. Siempre lo alejaba. ¿Por qué?
¿Acaso él no era suficiente para Taehyung? O quizá era demasiado. Jungkook no era muy delicado, era bastante impulsivo y no podía controlar su venenosa lengua. Eran tan distintos que el pensamiento lo hizo asustarse.
—Salgamos —ordenó Jimin en voz baja. Con mucho cuidado, sostuvo la cabeza del castaño y colocó bajo ella una almohada antes de levantarse.
El menor estuvo a punto de seguirlo fuera de la habitación, pero sus piernas se negaron a moverse de donde se encontraba; estaba petrificado allí en la puerta, observando la frágil expresión de Taehyung al dormir. Cada detalle en él parecía milimétricamente esculpido por ángeles, tan bonito que parecía irrisorio. Tal vez Taehyung no era perfecto, pero para Jungkook estaba muy cerca de alcanzar la perfección.
Sus pies se movieron con cuidado por la alfombra, evitando pisar las cosas regadas. Aquello era un verdadero desastre y Jungkook solo pudo mirar con algo de tristeza hacia los objetos caídos, sabiendo de antemano quién los había tirado.
Había una opresión en el pecho de Jungkook, que contrariaba sus sentimientos con crueldad. Una parte de sí le decía que no fuera tan estúpido y que dejara de rogarle a alguien que solo se había fijado en sus errores, alguien que tiró todo por la borda al primer problema. Pero la otra sencillamente no quería dejar a Taehyung; él lo había prometido, y si sería su hyung el que decidiera que ya no quería verlo, entonces que lo hiciera en sus cinco sentidos.
Cuando llegó a la cama se dejó caer de rodillas junto a esta y apoyó la cabeza en la orilla, observando detenidamente el sereno sueño del castaño. Se veía tan tierno, aunque sus párpados se notaran hinchados; la respiración lenta y pausada del castaño le hacía cosquillas en el rostro. Todo una obra de arte.
En ocasiones, odiaba que Taehyung se viera como un príncipe; lo hacía ver inalcanzable aunque lo tuviera solo a centímetros. Si lo tocaba, ¿desaparecería?
Levantó la mano con cuidado y utilizando uno de sus dedos empezó a delinear su perfil, desde el entrecejo hasta su nariz, sus mejillas y su boca. Nació en él la impetuosa necesidad de besarlo, y así lo hizo. Primero, Jungkook presionó sus labios contra la frente de del castaño, luego besó su sien y por último dejó un casto beso sobre la comisura de sus labios, temeroso de despertarlo.
—Perdóname, hyung —farfulló—. Y-Ya no sé qué más hacer para que me perdones, pero de verdad lo siento.
—No es verdad —murmuró Jimin detrás de él, sobresaltándolo—. No lo sientes. No lo sentiste en absoluto. Le dañamos escondiéndole la verdad, Jungkook... Lo creímos débil e incapaz.
—P-Pero... —Jungkook le miró frustrado. Se había acostumbrado a que Taehyung le buscara por apoyo, que encontrara refugio en sus brazos. ¿Por qué parecía ya no necesitarlo? Se sentía usado y vacío.
—Le enseñaste a batir sus alas. Ahora déjalo volar.
—Yo no quiero...
Yo no quiero que él vuele lejos de mí.
♥
Ya se había ocultado el sol cuando Taehyung despertó. Se sentía cansado, y no solo físicamente. Era como si una tonelada de ladrillos le hubiese caído encima mientras dormía y una trituradora hubiera hecho trizas sus sesos. De todas formas, ¿cuándo se había quedado dormido? Él solo recordaba a Jimin... Y a Jungkook.
Cuando parecía estar lúcido, su pecho dolía de solo pensar en él. Darse cuenta de que tal vez Jimin tenía razón, de que estaba siendo alguien egoísta y cruel, le hizo sentir mal. No estaba siendo razonable, claro que no, pero a su criterio, era lo mejor.
Quizá Jungkook y él necesitaban un pequeño respiro. No estaban pensando en sus cinco sentidos: la euforia de aquello que se estaba forjando entre ellos los tenía ciegos; Taehyung pensaba que, de ser el caso contrario, Jungkook le odiaría por la muerte de Yugyeom. ¿Pero qué estaba diciendo? Seguro que le odiaba. Es decir, él mismo se sentía tan culpable y rastrero... A su hermano. Joder, de todas las personas en el mundo a las que tenía que arrollar, tuvo que arrollar a su hermano. Maldita coincidencia y maldito el día que tomó el auto.
Recogió sus piernas contra el pecho, ovillado en la cama. Recordar todo era horrible. La culpa, la carga moral y el sentimiento de impotencia eran abrumadores. Ni siquiera le importaba la infidelidad de Yeong. Le dolía en el alma que mientras él se revolcaba en sábanas caras y mimos, seguramente Yugyeom no había tenido nada. ¿Cómo pudo su padre permitir eso?
El rugido de su estómago lo hizo retorcerse. Debería levantarse e ir por un poco de comida, pero no se atrevía: cada vez que lo intentaba, una vocecita en su cabeza le recordaba que no podía ser un glotón y que Sook iba a regañarle. Luego, cuando abría los ojos, recordaba que Sook ya no estaba. Darse cuenta de que estaba tan dañado solo lo ataba más a esa cama y a su propia miseria.
Se levantó con algo de determinación. Iría a la cocina y tomaría algo. Esta vez, procuraría no devolverlo en el inodoro. Comería lento, muy lento. Sí, eso. Funcionaría.
Justo cuando estaba por abrir la puerta, se escucharon pequeños golpes detrás de ella, haciendo que se congelara a solo unos pasos. No respondió en largos minutos, incluso cuando los golpes volvieron a escucharse. El suspiro de la persona del otro lado de la puerta le hizo saber que se trataba de Jungkook.
—Hyung, si estás despierto... —empezó el menor, algo tímido—. Solo... Quería... agh, pero qué estoy haciendo...
Los pasos se alejaron acompañados de murmullos y maldiciones. Cuando Taehyung estuvo seguro de que no había nadie, entreabrió la puerta solo lo suficiente para ver de qué se trataba aquello. Allí a sus pies, en el umbral, había un plato de comida humeante y aparentemente deliciosa. Como todas las tardes.
Taehyung se quedó mirando pasillo abajo con una expresión de culpa. Jungkook seguía intentándolo, ese chico nunca se rendía. ¿Por qué él se estaba rindiendo?
Esta vez, en lugar de rechazar la comida y desperdiciarla, la colocó en el escritorio y la observó largos minutos, pensando en que lucía tan deliciosa que sería una lástima luego vomitarla. Él no quería hacer eso.
Pensó en Jungkook, y en las palabras de Jimin.
Jiminie tenía razón. Tal vez... tal vez no podía hacerlo solo. ¿Por qué era tan difícil pedir ayuda?
♥
El sol ya se había ocultado cuando Ken se disponía a irse. Aquel almuerzo con los Kim había sido un dolor de cabeza entre tanta tensión, indirectas y fingida cordialidad.
Cuando Seokjin no miraba, algún Kim lo arrinconaba y le preguntaba acerca de sus acciones en la empresa. Todos querían asegurarse que nada cambiara con el primogénito de Yeong de vuelta. Nadie nunca cuestionó cómo Seokjin había sobrevivido, dónde había estado o qué estuvo haciendo.
La hipocresía era tangible. Sin embargo, a ninguno le interesaban los medios siempre y cuando llegaran a su objetivo. En cierto modo, a Ken le parecía algo increíble lo despreciable que las personas podían ser.
El castaño arregló su chaqueta en uno de los espejos del pasillo mientras suspiraba. Seokjin se había disculpado por no poder acompañarlo a la puerta, alegando que le dolía la cabeza y necesitaba descansar.
Fue una fuerte ventisca la que apartó su atención del espejo. Ya había dejado de nevar, pero eso no significaba que el clima fuese más amigable; de seguro alguien dejó una ventana abierta, lo cual era bastante inoportuno teniendo en cuenta el frío que estaba haciendo.
Ken dobló el pasillo, buscándola. Contrario a como creyó, no se trataba de una ventana sino de un pequeño balcón. Las cortinas ondulaban hacia el interior impulsadas por la brisa. Tarde, se dio cuenta de que no estaba vacío y su curiosidad le llevó acercarse.
Por poco no reconoció a la persona que estaba allí. Se trataba del hijo de Sooyoung, Jungkook. Los cabellos oscuros del chico brillaban bajo la tenue luz de algunas bombillas y su cara apenas se iluminaba. Se le veía tan triste y nostálgico, mirando hacia la luna como si estuviera escribiéndole una larga, larga carta. Allí en el manto oscuro de la noche parecían estar todas las respuestas para él.
Ken hizo una mueca de lástima. Su expresión desolada y vacía le hacía recordar a la de alguien que está rindiéndose. Se preguntó si acaso era culpa de aquella mansión, si es que tenía algún efecto deprimente en las personas. Nunca había visto a alguien sonreír estando allí dentro.
Decidió que sus asuntos en esa casa ya habían terminado. Bajó las escaleras a la primera planta, tomándose el atrevimiento de abrir la puerta en vista de que ya no había mayordomo. Todo estaba tan silencioso esa noche que incluso el ligero rechinar de la gran pieza de metal se sintió como el graznido de una parvada de cuervos.
Por las escalinatas de piedra se acercaba alguien. Ken frunció el ceño con curiosidad, preguntándose si acaso lo había visto en algún lado. Lucía vulnerable y frágil mientras se acercaba a la puerta; los copos de nieve sin derretir aún adornaban la chaqueta que llevaba.
Cuando sus miradas se encontraron, todo se volvió un poco más silencioso. Los ojos de aquel chico de cabellos verdes eran oscuros y pequeños en contraste con su pálida piel, pero se veían severos si lo enfocaban a él. Solo a él.
—¿Buscas a Seokjin? —preguntó Ken con forzada amabilidad—. Creo que se ha ido a dormir pe...
Yoongi se detuvo.
—No —Recibió como respuesta—. O quizás sí. Pero me alegro de que te encontrara a ti también.
El castaño ladeó la cabeza, algo desconcertado.
—¿Para qué soy bueno? ¿Otra vez te has metido en un problema legal?
—Probablemente lo haga —contestó Yoongi—. Porque cada vez que te veo, me entran ganas de matarte. Evítame el juicio por homicidio y desaparece.
—¿Qué?
El peliverde terminó de subir las escaleras con lentitud. Aunque era más bajo, su postura era intimidante y propugnaba fortaleza. Su nariz estaba un poco roja, sin embargo, esto no lo hacía lucir ni siquiera un poco tierno.
—Vete —sentenció Yoongi con voz mordaz—. No quiero verte nunca más cerca de Seokjin, porque ese no es el Seokjin que yo conocí. Si ha cambiado por tu culpa o no, no me interesa. Solo no quiero verte —escupió—. Seokjin está tan dañado... y tú solo eres una sanguijuela. No te necesita ahora.
—¿A quién necesita entonces? —preguntó Ken con sorna—. ¿A su mejor amigo, el que le dio la espalda cuando más lo necesitó? ¿A su amada familia, a su hermano?
—No —corroboró él—. Él... solo se necesita a sí mismo. Necesita encontrarse. Seokjin no sabe quién es. Cree que es Yeong, cree que es el hijo de Yeong y cree que es el hermano de Taehyung. No sabe quién es o quién debe ser.
La amarga risa de Ken creó en Yoongi una horrible necesidad de golpearlo.
—¿Se supone que tú le ayudarás a encontrarse? —musitó—. ¿Con abrazos, ánimos y cariño? No me hagas reír con tu inconclusa historia de amor...
—No estás entendiendo —El peliverde sonrió—. Seokjin no me necesita. Él puede hacerlo solo, porque es fuerte y valiente. Si tú consideras que es alguien débil, tal vez de verdad deberías desaparecer de su vida. Él no necesita amar a nadie más que a sí mismo.
Yoongi vio al elegante abogado alejándose por las escaleras. Hacía frío y sentía que sus huesos iban a quebrarse de lo congelados que estaban. Sentía como si le hubiesen quitado un peso de encima, pero aún se encontraba en ese extraño estado letárgico, como cuando ves que todo está terminando y no entiendes cómo es que pasó tan rápido.
Meneando la cabeza, entró a la mansión. Pero no estaba solo.
—¿Te crees con el derecho suficiente para decirme con quién debo juntarme y con quién no?
Yoongi no quería pelear con Seokjin. Había ido allí para solucionar todo, y así lo haría.
Tardé más de lo pensado escribiendo este capítulo, pero como iba a actualizar mañana, también tardé menos de lo esperado gg
¿La extrañaron? Seguro que ya se olvidaron de ella y de mí 😭 Sé que no he estado tan activa y lo lamento, pero, de verdad estoy ocupada y ahora mismo debería estar haciendo trabajos 😅
No sé si ya les dije pero a esto le quedan tres capítulos y el epílogo. Namás les aviso pa k no se lleven una sorpresa... Respecto a Policeman y Harmful love, denme tiempito. Cualquier adelanto o información acerca de esas historias, pueden verla en mi Instagram --> malittlesoo ❤️Como prometí allí, este capítulo va dedicado a: osopolar82 ❤️
Epiphany~ Quedó como anillo al dedo para este capítulo ckjdncks ¿no está bellísima? La voz de Jin ❤️ ¡Sonrían! ❤️
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro