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37





—Min Yoongi... Namjoon.

La sala se sumió en un silencio asfixiante cuando aquella voz llegó a sus oídos.

Las voces cesaron paulatinamente y la discusión pasó a un segundo plano cuando Seokjin pronunció esas palabras.

Namjoon se congeló en su sitio, sintiendo su cuerpo erizarse de pies a cabeza y su estómago revolverse con violencia. No podía verlo; le estaba dando la espalda, pero no había duda de quién había hablado.

La expresión de Yoongi se convirtió en un poema. Rabia, sorpresa, y otra vez rabia una vez que decodificó la situación. Su furibunda mirada dio a parar hasta Hoseok, quien se mantenía detrás de aquellos dos chicos foráneos con una mueca de incomodidad porque no entendía absolutamente nada de lo que pasaba.

—¿Por qué demonios has abierto la estúpida puerta sin mi permiso, Hoseok? —espetó en un gruñido. Sonaba como una burla del destino que el rey de Roma apareciera justo en aquel momento, y lo peor, acompañado de aquel imbécil de la otra vez.

Hoseok abrió la boca para replicar, pero la voz de Seokjin le cortó.

—Supongo que algo ha aprendido de ti. Siempre metiéndote en lo que no te incumbe —musitó con una mirada tenaz, acercándose a ellos lentamente. Su mirada se topó con las hojas en el suelo, que por casualidad se trataban de la denuncia—. Esto, Min Yoongi. No es de tu incumbencia —Rompió el documento varias veces, regando sus pedacitos en la sala bajo la consternada mirada del pálido chico.

—¡¿Pero qué demonios estás haciendo?! —chilló exasperado. ¿Es que acaso Seokjin era tan hijo de puta como lo creía? No, no podía ser cierto.

—¡Esto no es de tu incumbencia! ¡Son los problemas de mi familia! ¡Mi familia! —bramó el castaño, su voz rompiéndose por el esfuerzo y la rabia—. Te pedí tu ayuda hace mucho tiempo, Yoongi, ¿no lo recuerdas? No quieras hacerte el bueno ahora, no después de que me rechazaste.

—¿Tu... familia? —Habló Namjoon entonces, haciendo respingar a Seokjin, como si este se hubiera olvidado de su presencia. El menor se giró con lentitud, sus puños apretados a causa lado de su cuerpo y su ceño estaba fruncido, aunque los ojos le brillaban con lágrimas—. ¡¿Tu familia?! —repitió en un grito—. ¡Cómo te atreves a decir que es tu familia cuando nos has estado engañando todo este tiempo!

Hoseok se encogió en su sitio al escucharle gritar. Namjoon era alguien pacífico, tranquilo y sereno. Verle tan alterado era algo nuevo; aquello sencillamente le impresionó.

Él y Ken —aún sin identidad para Hoseok— lucían ahora como piezas aparte del parqués, relegadas a una esquina, mientras Seokjin miraba a su primo, ambos tan dolidos como el otro.

No estaba dentro de sus planes que Namjoon se encontrara presente, pero si así estaban las cosas, no podía hacer más que enfrentarlas.

—No llores —Fue lo único que atinó a decir—. No llores, por favor. Lo siento, Nam, tenía mis razones.

—¿Razones para qué? —rio Namjoon con ironía, limpiando sus lágrimas de forma brusca. Las piernas le temblaban, pero no podía moverse de allí. Estaba anonadado—. ¿Para escapar? ¿Para huir? ¿Para jugar a ser alguien más?

—Sí —respondió el mayor sin titubear—. Para eso y más, Nam. Pero tú no sabes nada —Sonrió con tristeza—. Tú no sabes lo que yo pasé, no sabes lo que sentí... —En su imaginación, Seokjin tenía la vaga esperanza de que Namjoon entendiera. Él entre todos le daría la razón después de que le explicase la situación.

Pero Namjoon no quería explicaciones.

Cuatro años.

Cuatro años en los que dejaba un ramo de flores en su tumba el día de su muerte y el día de su cumpleaños.

Miró a Yoongi también, sintiéndose traicionado.

Cuatro años en los que pensó que su amigo compartía el mismo dolor que él.

Cuatro años equivocado.

—Cállate —susurró—. ¡Cállate, maldición! ¡No quiero escucharte!

—Namjoon —empezó Yoongi con cuidado, solo para ser cortado por el moreno también.

—¡Traidores! ¡Ustedes dos son unos malditos traidores!

—¡Namjoon, espera!

Hoseok y Yoongi gritaron al tiempo cuando vieron al menor correr fuera del apartamento, estampando la puerta a su paso. Fue el peliverde quien salió corriendo detrás de él sin importarle en absoluto a quiénes dejaba en su casa.

—Ken, por favor ve con ellos —pidió Seokjin con voz cansada—. No permitas que hagan una locura. Ninguno de los dos. Por favor.

La súplica en la voz del castaño impidió que el chico dudara respecto a la orden, así que Ken también estuvo tras los dos en cuanto se dio la vuelta.

Seokjin se dejó caer entonces al sofá, cubriendo su rostro con un suspiro tembloroso.

¡Cállate, maldición! ¡No quiero escucharte!

Namjoon había dicho eso... Y Yoongi también, en su momento. Las únicas personas a las que consideraba amigos le habían dado la espalda sin dudarlo ni siquiera un segundo.

¿Cómo debía sentirse?

Ya ni siquiera le importaba.

Nadie le escuchaba.

Nadie quería escuchar sus razones, ni su versión de la historia. Seokjin estaba solo. Algo le decía que siempre había sido así.

No había una sola persona a quien le interesara lo que tenía por decir sin segundas intenciones. Porque vamos, Ken esperaría hasta el último momento para pedir algo. Seokjin no era estúpido; claro que lo sabía.

¿Cuándo sería su turno para hablar entonces? Desahogarse parecía algo utópico ahora.

—Uh... Disculpa... ¿Qué demonios está pasando?

Y entonces parece que Hoseok ha caído del cielo cuando pica su hombro.

Su mirada preocupada y expresión confundida hacen que Seokjin se sienta un poco culpable. Seguramente —aunque para su fortuna—, Yoongi no le ha contado nada al chico y ahora está enrollado en aquel lío, sin siquiera entenderlo.

—Lo siento —farfulló Seokjin. Parece que es la palabra que más ha dicho últimamente—. No creo que vayas a entenderlo...

El pelirrojo se sentó a su lado con un suspiro. Odiaba escuchar esa frase. ¿Es que acaso era un retrasado o tenía cara de niño? La gente no parecía confiar en él y estaba ya cansado de sentirse excluido de todo lo que pasaba a su alrededor.

—Puedo intentarlo —aseguró con una sonrisa. Seokjin se le quedó mirando largos segundos. ¿Qué más daba si le explicaba todo a un perfecto desconocido?

No parecía ser un mal chico. De alguna u otra manera, le transmitía algo parecido a... la esperanza. Después de todas las puertas que le habían cerrado en la cara, sentía que con él podría llegar a tener otra oportunidad... Tal vez.

—Tienes al jodido sol en esa sonrisa, amigo.





Taehyung mordió su labio mientras ladeaba la cabeza, decidiendo si debía preocuparse o no.

Su padre se había portado especialmente caballeroso con Jungkook, con eso de darle pase libre a la mansión, y además pedir una consulta de su médico de cabecera. No quería ni siquiera imaginar cuánto estaba consintiendo a Sooyoung.

A Jungkook le hicieron varios exámenes en el hospital ese mismo día mientras Chang se encargaba de sus maletas y de los asuntos legales respecto a Yoo Bin, incluso en contra de la voluntad del pelinegro. Algunos moretones salían a relucir ahora en la pálida piel de su cuello, allí donde su padre había maltratado; también su voz estaba algo ronca y débil. El médico había dicho que posiblemente quedaría afónico varios días y, lo peor, que tendría que utilizar un cuello ortopédico.

—Pudo ser peor —musitó Taehyung mientras revolvía con los palillos los fideos en la cajita de cartón—. Un cuello ortopédico no te va a matar.

—Lo hará —gimoteó el menor con fastidio, en voz baja.

—Ten —El castaño estiró hacia él un poco de comida, asegurándose de no chorrear la cama. Con todo el jaleo de esa mañana ni siquiera pudieron degustar los prometidos pancakes, así que ambos se encontraban hambrientos después de todo el susto.

—Yo puedo hacerlo solo —replicó Jungkook.

—Abre la boca o haré que te pongan un cuello ortopédico de por vida.

De mala gana el pelinegro obedeció y su estómago le agradeció infinitamente cuando degustó las pastas del ramen. Su garganta dolía un poco al tragar, pero nada con lo que no pudiera lidiar.

Además, Taehyung se veía bastante feliz mientras le daba de comer. No dejaba esa extraña sonrisa cuadrada que hacía sus ojos pequeñitos y si Jungkook podía ver esa sonrisa, entonces estaba bien.

—Quiero quitarme esto —farfulló el menor, refiriéndose al cuello.

—No puedes —replicó Taehyung con las mejillas llenas de pasta.

—Pero me fastidia.

—Pero no puedes.

—¿Y cuándo podré?

—En dos o tres días. Lo que estarás aquí.

—Me pica.

—Jungkook, no seas tan quejica —El castaño frunció el ceño—. Pudo haber sido peor, ¿sabes? Ese enorme hombre quería matarte. No me importa si estaba borracho o no. ¡Te lastimó! Así que estoy agradecido de que solo necesites el cuello. Y ya deja de hablar. Cada vez te escuchas menos.

Jungkook chasqueó la lengua y cruzó los brazos mientras miraba hacia otro lado. Ese enorme hombre era su padre y ahora estaba en manos de la gente de Yeong. No sabía cómo sentirse al respecto, pues su interior era una mezcla de emociones encontradas. Preocupación, miedo, rabia y ansiedad. No obstante, después de lo ocurrido, estaba seguro de que nadie iba a escuchar sus objeciones.





Taehyung cerró la puerta detrás de él, procurando ser silencioso. El horario de visitas ya había llegado a su fin, pero nada que un par de palabras por parte de su padre no arreglaran. El hecho de que Taehyung fuera tan persuasivo también influía un poco.

—He hablado con tu madre —dijo—. Y con Jiminie.

—Excelente —Jungook sonrió—. Ahora la calabacita sabrá que estoy encerrado en este lugar porque mi padre está loco y tendrá más razones para burlarse de mí. ¿Vendrá? —preguntó, de repente preocupado. Él estaba amarrado (metafóricamente) a esa cama y conectado a un montón de cables, mientras Taehyung podía ir y venir con libertad. Si Jimin venía de seguro acapararía toda su atención con ese horroroso tinte naranja. No, no, no.

—No —respondió el castaño con un puchero—. Solo preguntó si yo estaba bien y si necesitaba su ayuda en algo. ¿No es lindo Jiminie?

Jungkook hizo una mueca de dolor. ¿Dónde estaban las enfermeras cuando las necesitaba? En esos momentos le urgía una dosis de calmantes para sedar a Taehyung y encerrarlo donde Jimin no pudiera encontrarlo nunca.

—Como sea, tu mamá dijo que ya agendó vuelo. Regresa el domingo —le informó el castaño mientras tomaba asiento en la silla de plástico junto a la camilla—. Ella está muy preocupada por ti.

Taehyung ladeó una sonrisa melancólica. Tal vez le gustaría que su padre se preocupara así por él de vez en cuando, sin intereses de por medio. Solo amor fraternal. No contratos, ni apariencias o algo por el estilo.

—Tae, siéntate aquí —ordenó el menor de repente, palmeando la orilla de su cama.

El castaño obedeció algo confundido; una vez que estuvo allí, su respiración quedó atascada en la garganta y sus mejillas adquirieron un suave sonrojo cuando las manos del menor acunaron su rostro con suma delicadeza. El repentino acto lo dejó aturdido, casi viendo estrellas.

—Me gusta tu sonrisa —dijo Jungkook en voz baja, su voz algo quebrada—. Así que sonríe de verdad, hyung. No quiero sonrisas tristes. Sonríe para mí.

Por inercia así lo hizo, cerrando los ojos. Sus narices se rozaban debido a la poca distancia y el aleteo de su corazón seguramente se escuchaba del otro lado del mundo. Estaba nervioso, emocionado, exaltado y feliz, sobre todo feliz.

—¿Me lo prometes? —murmuró el pelinegro.

—¿Qué cosa?

—Promete que sonreirás siempre para mí, hyung, porque tu sonrisa es lo más hermoso que he visto.

—I-Idiota —farfulló Taehyung—. ¿Por qué me estás diciendo esto?

Jungkook besó sus labios castamente. Una vez. O quizá dos o tres, apenas suaves caricias entre tanto ajetreo del día. Fueron cortos besos que luego lo hicieron sonreír a él también.

—No sé, quizá la falta de oxígeno dañó mi cerebro, así que no te acostumbres —respondió en broma. Los ojos de Taehyung brillaban como dos luceros y lo que más le gustaba era que no se debía a las lágrimas.

—Te lo prometo, entonces. Sonreiré más seguido para ti.

Jungkook se separó con un suspiro de satisfacción.

Eso es, hyung. Sonríe incluso cuando todo esto explote. Y sonríe para mí porque seré yo quien esté a tu lado. Te lo prometo.




Ah... -suspira- Necesito una relación como la de estos dos idiotas... O a estos dos idiotas, no sé. 🤔

Si así reaccionó Nam... Cómo lo hará Tae...

Me demoré en actualizar :'') ¿Extrañaron a estos bebés? ❤️

Yo sí, me libera escribir sus cursilerías... Pensaré en escribir fluff.

El 2seok me puede :'') bai

¡Sonrían para mí! 🤗❤️

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