Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

31 - {I}





Yoongi chasqueó la lengua cuando se dio por vencido. Ese sería su último esfuerzo; no gastaría sus escasas y preciadas energías en el culo alcoholizado de Namjoon. No sabía ni siquiera en qué momento había tomado tanto, pero allí estaba el moreno, incapaz de abrir los ojos o al menos formular una frase coherente por lo ebrio que se encontraba.

Suspiró con pesar. Viéndolo así, tirado en el sofá de la sala VIP que había pedido en aquel antro, sin duda le entraban ganas de golpearlo. Ambos necesitaban un descanso de sus responsabilidades, pero hacer de niñera no hacía —ni sería— parte de sus planes. Quizá debió hacerle caso y quedarse en casa. No tendría por qué estar preocupándose por él entonces.

—¡Barman! —llamó por la puerta con cierto fastidio. No entendía para qué gastaba su dinero en una sala especial si no tenía una barra personal. Era alguien caprichoso; también exigente—. Dame otra botella —pidió al verlo aparecer. Si Namjoon no lo iba a acompañar en sus pesares, lo mejor era que ambos terminaran así; sin consciencia y apenas recordando sus nombres—. Y que esté bien fría o... O sino yo...

Las palabras murieron en su garganta cuando logró divisar por sobre el hombro del joven una figura dolorosamente conocida para él. Su pecho dolió un poco, tanto por el dolor como la rabia. Y un poco de sorpresa también. Sin duda, no esperaba encontrárselo un jueves en la tarde en un lugar así: nada tenía que hacer Seokjin en un antro como aquel. Luciendo casi como un príncipe; etéreo incluso realizando la tarea más mundana. Eso creía Yoongi.

Un segundo barman lo guiaba hacia otra sala preferencial. Le asqueó la manera en la Seokjin que le sonreía a su acompañante, tan fingida como elegante, y sus miradas se encontraron cuando hizo una mueca de disgusto que no trató de ocultar. Un atisbo de sorpresa cruzó los ojos del mayor antes de que se detuviera; su mandíbula se tensó.

—¿Jinie? ¿Pasa algo?

¿Jinie?

Yoongi frunció el ceño.

¿Quién era ese imbécil que venía con él y por qué no lo conocía?

La atención de Seokjin se volcó hacia el otro castaño. No debía ser un amigo cercano o siquiera conocido de los Kim; no se vería tan calmado a su lado si fuera el caso.

—Está bien, Ken. Vamos —instó con una sonrisa tranquila. Era tan bueno fingiendo.

—Bien —Yoongi habló en voz alta para que ambos pudieran escuchar, incluso con el eco de la música en la primera planta. Era lo único que se escuchaba dado que el lugar no estaba muy lleno—. ¡Vuelve a huir, como siempre!

Eso hizo que su viejo amigo —ya no tan amigo— se detuviera bruscamente por segunda vez, haciendo bufar a su guía y al dichoso Ken.

—¿Huir? —Seokjin lo miró de reojo—. Disculpa, Yoongi, no te estoy entendiendo.

—Yo tampoco —Él bufó con ironía mientras daba un paso en su dirección. No era lo que esperaba de un reencuentro —ni siquiera estaba a la espera de tal cosa—, pero ahora sus cables rojos se encontraban a un centímetro de distancia y todo por el tono arrogante del castaño. Ese tonito que lo hacía parecer como el jodido rey del mundo—. Pero dime, ¿es aquí donde te has estado escondiendo y refugiando?

Seokjin le dio una sonrisa irónica. Le gustaría pensar que ese chico lo conocía a la perfección, pues bien que había encontrado grata la compañía del alcohol en los últimos meses; sin embargo, podía ver a leguas que esas palabras se debían a la rabia y el rencor contenido por años y no por la amistad que habían llevado por mucho tiempo. Tristemente, él no tenía tiempo para lidiar con niños.

—Fue lindo verte, Yoonie —Y pese al fastidio en su voz, no mentía—. Adiós —Se despidió con afán, tirando del brazo de Ken. No era como si estuvieran allí por recreación; de verdad tenían cosas que hacer.

—Eres un idiota —No obstante, en los planes del peliverde no estaba el dejarlo ir. Yoongi apretó los puños con fuerza para obligarse a no golpearlo. ¿Cómo podía aparentar tanta tranquilidad?—. ¿Para qué volviste, Seokjin? No debiste salir del hueco en el que estabas metido. No era un ataúd, desgraciadamente, pero créeme que no haces la diferencia estando fuera. Sigues torturando a Taehyung incluso muerto —dijo con amargura, refiriéndose a la carta que el borreguito había tenido el triste placer de leer con sus propios ojos—. ¿No puedes solo desaparecer y ya?

Ken alzó una ceja con sorpresa ante las palabras que aquel chico, al cual desconocía, acababa de pronunciar; también le impresionó que Seokjin se echara a reír. Era una risa rota, sin gracia, como si lo que acababa de escuchar no fuera nada a comparación a lo que pensaba de sí mismo.

Él lo tenía bastante claro; sin duda no necesitaba de Yoongi para recordar que su existencia siempre había carecido de verdadero sentido. Siempre jugando a ser el muñeco de Kim Yeong y odiando con fuerza todo lo que se relacionara con ese apellido.

—¿Y te ríes? —espetó Yoongi—. Magnífico. Tú haz tu mierda o lo que sea que quieras, que Namjoon y yo cuidaremos de Taehyung mientras limpiamos tu porquería. Total, que a ti nunca te ha importado. ¿Para qué enviaste esa cart...?

Gruñó cuando sintió su espalda golpeando contra la pared, el dorso del antebrazo de Seokjin presionando con dureza sobre su garganta y su mano libre cerrada alrededor de la mandíbula del peliverde para obligarlo a mirar a sus ojos. La expresión del mayor era fría y el ceño fruncido dejaba en claro que aquello no le había gustado.

—No vuelvas a repetir algo así —siseó entre dientes, demasiado cerca. Su tono era bajo y amenazante. Que hablaran de la relación con su hermano le jodía lo suficiente como para hacerlo cabrearse; era un asunto entre Taehyung y él, por lo que no había necesidad de que un tercero metiera la cuchara—. No hables como si lo supieras todo.

—Seokjin —pronunció Ken con cuidado; los dos barman ahora observaban tensos, listos para llamar a seguridad si la cosa pasaba a mayores.

Yoongi esbozó una pequeña sonrisa, importándole poco la corta distancia entre ellos y el dolor disparándose por todo su cuerpo por el golpe. Seokjin, siempre tan explosivo y orgulloso. ¿Ahora tenía un nuevo perro guardián que le cuidara y detuviera? Maravilloso.

—Hoy no tengo ánimos para pelear —dijo Seokjin—. Por si no lo has notado, Yoonie, me cargo un humor de perros este día. Piérdete, jódete y ve a despotricar contra mí todo lo que quieras. Es lo que has hecho todos estos años, ¿no? Anda a esconderte detrás del dinero de tu papá mientras me llamas cobarde —Sonrió un poco, ladeando la cabeza—. Fuiste tú el primero en salir corriendo, de todas formas; te pedí tu ayuda y lo único que hiciste fue llorar... qué triste, Yoonie...

—No fui yo el egoísta que decidió hacer una vida por otro lado —objetó el menor, indignado y forcejeando en vano contra el agarre del otro chico—. No corrí cuando decidí jugar al niño rebelde. Solo te faltó hacer maletas y desaparecer una noche cualquiera dejando una nota... Oh, Kim Seokjin, el mártir de la familia. ¿Alguna vez pensaste en alguien que no fueras tú? ¿En tu hermano, tal vez, quizá en tu primo?

—No, honestamente no. Pregúntame si acaso me importó —Seokjin no dejaba su sonrisa cínica, esa con la que bien podía hacer sentir mal a cualquiera. Juzgando aunque el único que errara fuera él y dando la ilusión de autoridad absoluta—. Robé una cantidad exorbitante de dinero de Yeong y agradezco que toda la culpa haya recaído en los Park. La coartada perfecta, ¿no es así? Mi padre pensó que su socio lo había traicionado y nunca nadie sospechó de mí. ¿Crees que me importó ver a los Park arruinados por las demandas de Yeong? ¡Pregúntame si me importó!

Yoongi lo empujó con fuerza al tiempo que Ken le pedía que se calmara. Seokjin trastabilló varias veces hacia atrás y estuvo a punto de caer, de no haber sido porque el mismo peliverde agarró su camisa con fuerza antes de lanzarle un puñetazo que giró su cabeza hacia la izquierda. Pudo haber repetido su acción pese a la sangre que se asomó en el labio del mayor, pero pronto el barman estaba tras él, sosteniéndolo para evitar que todo se complicara.

—Despreciable —escupió iracundo—. Eres un ser despreciable como tu jodido padre, Kim Seokjin. ¡Me das asco!

El mentado, levantándose con ayuda de Ken, limpió su labio con el pulgar mientras sonreía. Dolido o anonadado por la declaración, realmente no lo sabía. ¿Igual a ese hombre? ¿Era tan malo? Bueno... quizá.

—No me importó nada —repitió tranquilo—. No me da pena admitirlo.

—Cállate; no quiero escucharte —Yoongi se sacudió del hombre que lo mantenía sujeto, dándole un empujón también. Podría haberse ido de inmediato de aquel lugar, de no haber sido porque tenía a un inconsciente Namjoon reposando en el cuarto a sus espaldas. Con el ceño fruncido arregló su cabello sin dejar de mirar al castaño, bufando—. No pensé que fueras capaz de hacer algo así... Me decepcionas, Seokjin.

Una última mirada antes de que se adentrara a la sala que había alquilado, estampando la puerta con demasiada brusquedad y apenas logrando un leve ronquido por parte de Namjoon. No sabía si era mejor o peor el tenerlo en ese estado después de aquello, pero ahora tenía que despertarlo a como diera lugar, si no quería estallar y hacer un buen escándalo que involucrara a la policía.


Por otro lado, Seokjin entró a su propia sala después de recibir exagerada atención por parte del personal del antro. Su labio estaba más hinchado de lo normal, pero no era razón para preocuparse y como disculpa la casa pagaría el alcohol que consumieran. La mano de Ken nunca abandonó su hombro, como si así pudiera darle la tranquilidad que el castaño necesitaba.

—Gracias por todo, Ken —murmuró Jin con pesar mientras dejaba caer su cuerpo al cómodo sofá del cuarto—. Has hecho tanto por mí estos años que ni siquiera si te dono un riñón me parecería suficiente.

—Te he dicho que dejes de agradecer —respondió él—. Y también te he dicho que no digas esas cosas sobre ti; eso que le dijiste a ese chico...

—Yoongi.

—Bueno, él... Eso no está bien. No te importó, lo sabemos; lo entiendes y te arrepientes de eso. ¿No fue por eso que buscaste mi ayuda?

El castaño suspiró un poco. Se arrepentía, claro que lo hacía. No por nada había estado sintiéndose tan miserable los últimos meses, recriminándose a sí mismo por todo lo que hizo y dejó de hacer. No era la mejor persona del mundo, pero tampoco era tan malo. Que Yoongi se lo recordara era desesperante y triste. Suficiente tenía con pensar en lo que diría su hermano en caso de que se enterara... A pesar de todos los pasos que había dado hacia el frente, cuando pensaba en Taehyung se sentía retrocediendo una milla. Cuando pensaba en su cara, sus pucheros y la mirada curiosa que poseía, Seokjin dudaba. Quizá, si no hubiera sido por Ken, nunca se habría decidido.

—Deberías cambiar de profesión, Ken —dijo divertido—. Eres tan buen psicólogo como abogado. ¿Tienes los papeles que inculpan a Min Hyun?



Pelea Sujin que ya conocían~

Amo a Seokjin malvado, nada que decir.

Este capítulo decidií dividirlo en tres porque quedaba muy largo para mi gusto (?

¡Sonrían! 😁💓

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro