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27 - {III}





Bueno, Taehyung no era tan estúpido. Sabía que iban a demorarse en esa heladería y que Jungkook lo hubiera convencido se debía a sus latentes deseos de escapar de las garras de su padre, no a su ingenuidad. La idea de un castigo pasaba por su mente tantas veces como era desechada, porque no le interesaba. Él realmente quería ese helado.

Jungkook tiraba de él con vehemencia, incluso estando ya dentro del local: estaba tan emocionado como un niño pequeño. Por su parte, Taehyung podía decir que ahora se sentía más tranquilo (la sola presencia del pelinegro era relajante, quería creer), aunque la angustia en su corazón no le diera ni siquiera un minuto de chance. Su estado de ánimo era algo oscilante.

—Jungkook, también estoy feliz de verte —susurró.

Y lo estaba. En especial porque justo después de despedirse de él había terminado en una discusión con su padre. Nadie podía culparlo si su salida era el único recuerdo grato que tenía de aquel día.

El susodicho le dio una sonrisa suave mientras se sentaba en una de las mesas, pero dicho gesto se desvaneció con rapidez al notar que era el único que reflejaba tal estado de ánimo.

—¿Hyung? —Taehyung alzó la mirada ante el llamado, encontrándose con el brillo preocupado en los ojos de Jungkook—. ¿Pasa algo? Te ves algo... decaído.

—Estoy bien —aseguró el mayor dando una pequeña sonrisa—. Es solo que... He tenido un par de preguntas en mente, es todo...

—¿Seguro? —No estaba convencido—. Puedes contarme si quieres...

—No es nada, en serio, solo... —Rio con desgano mientras bajaba la mirada—. Creo que he perdido la cuenta de cuántas personas me odian... Mi papá, mi hermano...

Jungkook hizo una mueca.

—No hay manera de que ellos te odien. Una vez que te conocen... Es imposible odiarte —murmuró con incomodidad.

—¿Qué dices? Tú estás en esa lista.

—Bueno, ¿quieres entrar en detalles? —El menor mordió su labio—. Porque acababas de atropellar a mi mejor amigo. No tuvimos un buen comienzo y no quiero echártelo en cara, pero ambos estamos tratando de superarlo, ¿no es así?

Taehyung exhaló mientras asentía, porque lo que menos quería era agobiar a Jungkook con el recuerdo de Yugyeom. ¿Qué pensaría de él si supiera que su historia comenzó por el egoísta deseo de querer morir?

—Mi hermano era... es... genial —susurró el castaño—. Él era... Como un superhéroe, porque podía hacerlo todo y mi papá lo quería mucho, pero... A veces era tan rebelde e indomable... Solo... Genial, en serio.

Jungkook asintió para instarle a continuar.

—Para mi maestra... Para Sook mi hermano era un caso perdido —dijo—. Yo tenía que ocupar su lugar y superarlo, yo debía ser mejor que él, ser... el hijo perfecto. Pero yo era muy pequeño... Eso no podía importarme menos. Sin embargo —Alzó la mirada hacia el pelinegro, algo vidriosa por las inminentes lágrimas—, yo admiraba a mi hermano, aunque recibiera todos los méritos. Para mí él era perfecto y para mi padre también... ¿Entonces por qué me odiaba? ¿Por qué él se fue sin decírmelo? Yo podría haber cambiado... Yo podría haber cambiado por él. Es decir, he cambiado por tantas personas que una más no importará...

Saltó cuando sintió las manos de Jungkook cerrarse sobre las suyas para así detener la frenética la manera en la que jugaba con sus dedos. Lo miró algo asustado, preguntándose si acaso estaba molestándolo con su relato, pero solo recibió una mirada dura.

—Taehyung, no vuelvas a decir algo así —murmuró Jungkook—. Tú estás bien tal y como estás. No necesitas cambiar por nadie. Ni por el imbécil de tu padre ni por el idiota de tu hermano. ¿Entiendes eso?

—Tú no entien...

—No me importa —Tiró de sus manos juntas, levantando a Taehyung de su puesto por encima de la mesa, apenas dejándole utilizar sus codos para poder sostenerse correctamente—. No me interesan los líos dentro de tu familia. A mí me gusta cómo eres... —Le sonrió—. Eres noble, eres amable y parece que no eres capaz de juzgar a nadie aunque te haya hecho daño... E-Eso me estresa, pero supongo que gracias a eso puedes mirarme sin sentir rabia por todo lo que te dije en el pasado. A mí de verdad me gusta eso.

Su sonrisa desapareció lentamente mientras veía la expresión sorprendida de Taehyung. ¿Qué era esa sensación en su pecho? Era como si le faltara decir algo más, pero todo lo que tenía por decirle ya había salido. O eso creía.

Soltó sus manos un poco demasiado rápido, quizá algo asustado.

—¿Hablas en serio? —masculló el castaño parpadeando, ajeno al combate mental que libraba Jungkook en su interior. ¿Cómo era posible que ese chico que le conocía a medias pudiera ver más cosas buenas en él que él mismo?

—Muy en serio... Uhm —Se revolvió con incomodidad, sacudiendo la cabeza después—. Entonces ya deja de decir cosas así, porque no me gusta.

Taehyung descansó la barbilla en su mano luego de meditar unos segundos.

—Tú tienes cierto parecido a Jiminie —señaló.

—¿Jiminie? ¿La calabacita?

—Ow, ese es un lindo apodo...

—No es lindo —Jungkook frunció el ceño, sintiéndose más incómodo de lo que ya estaba. ¿Por qué le llamaba así y a él solo... Jungkook?

El castaño soltó una risa suave a la vez que la mesera llegaba con su orden; sin embargo, lo siguiente pasó en un parpadeo: la chica tropezó antes de poder colocar la bandeja en la mesa y la malteada que había pedido Taehyung lo bañó desde la cabeza hasta las piernas.

Jungkook se levantó gruñendo maldiciones mientras la mesera pedía disculpas haciendo reverencias; llegó hasta él, que se había congelado en su lugar —literalmente— después de soltar una exclamación ahogada al sentir el frío colándose dentro de su camisa, y tiró de su brazo hacia arriba para llevarlo al baño, casi a rastras porque Taehyung temía que si se movía mucho el líquido siguiera empapándolo.

—Mi papá va a matarme —murmuró el mayor con angustia, una vez que se quitó la chaqueta frente al espejo.

—Y yo voy a matar a esa mesera.

—Fue un accidente...

—Eso mismo puedes decirle al ogro de tu papá.

—¿Cuándo, cuándo se entere de que he escapado? —Taehyung mordió su labio mientras miraba hacia el espejo. Su camisa azul celeste estaba manchada de malteada de chocolate y su cabello castaño comenzaba a rizarse gracias al dulce; ni hablar de su costosa chaqueta que había recibido todo el ataque.

—No está tan mal...

—No, qué va —Para darle un poco más de énfasis a su punto, su celular comenzó a sonar y el nombre de Yeong iluminó la pantalla—. Ngh⁓, voy a llorar...

—No seas llorón —Jungkook tomó varias toallas desechables del dispensador, haciendo caso nulo a la llamada, y empezó a pasarlas por los hombros y el cabello del mayor torpemente—. Ahg, hyung, sería mejor que te quitaras esa camisa.

—Si quieres verme desnudo tienes que pagar. —Taehyung le dio una sonrisa por el espejo y Jungkook rodó los ojos.

—Puedes ser chistoso cuando quieres, ¿eh?

El mayor empezó a desbotonar la prenda lentamente, cuando su propio reflejo lo hizo detener de forma abrupta. El pelinegro frunció el ceño.

—¿Qué pasa?

—N-Nada... Esto... Yo puedo hacerlo solo, Jungkook, con permiso —murmuró nervioso, tratando de hacer a un lado al pelinegro quien por supuesto no planeaba moverse.

Sintió que el aire se le escapaba de los pulmones y su visión se teñía de oscuros colores.Apoyó las manos en el lavado mientras negaba. Demonios, no era momento para un ataque de pánico; no cuando tenía afán por regresar. Con manos temblorosas trató de abotonar su camisa otra vez, pero ya era muy tarde, porque además de haber empezado a hiperventilar, Jungkook ya había visto las cicatrices que estaba tratando de ocultar.

Sus hombros estaban llenos de pequeñas líneas blancas, casi invisibles, que dañaban la armonía del color de su piel. ¿Quién las había hecho? ¿Por qué? Mientras las veía, el menor se sintió confundido y desorientado y, algo asustado, estiró la mano para tocarlo, pero Taehyung le manoteó con fuerza antes de echarse hacia un lado, recostando la espalda hacia la pared al mismo tiempo que respiraba pesadamente.

Jungkook lamió sus labios, ansioso.

—Hyung, por favor... Déjame... Déjame tocarte...

El mayor se paralizó al verlo acercarse con la mano extendida, la camisa cayendo solo hasta el punto de dejar sus clavículas expuestas. La expresión consternada de Jungkook era para enmarcar y fue incapaz de esconder la ligera vacilación de sus movimientos mientras que se acercaba.

Taehyung se estremeció por el frío en las yemas de los dedos del pelinegro cuando tocaron la piel de su cuello, descubriendo más marcas. Oscuras, rojas, blancas y algunos moretones aún relucían allí, y por sus brazos y pecho también, saliendo a la luz a medida que Jungkook iba bajando la camisa.

—Taehyung...

—No los ha hecho mi padre —se apresuró a decir él entre lágrimas, frotando sus ojos para aclarar su vista.

—Hyung... —Jungkook apretó sus labios, trayendo a su mente el recuerdo de Taehyung en el jardín de la mansión. Sacó el resto de los botones poco a poco, prestando especial atención en la manera que la piel del mayor se erizaba bajo su tacto. El ambiente era pesado entre ellos, como si aquel intercambio fuera algo valioso que debía ser atesorado. Jungkook pasaba sus pulgares por su abdomen para delinear algunas cicatrices, sintiendo la respiración de errática de Taehyung revolviéndole el cabello, ajeno a su alrededor y sumido en su propia catarsis.

—No lo hagas, Jungkook.

—¿Qué cosa?

—Eso... No me mires así —sollozó Taehyung—. N-No me des esa mirada de lástima, n-no me mires como si fuera menos...

Jungkook levantó la mirada, regañándose a sí mismo por dejarse llevar por la situación. Apartó sus manos del castaño y se echó para atrás con un suspiro, frotando su cara después. La mirada que le daba el mayor era rota, dolida; hacía sentir a Jungkook como un verdadero inútil, algo impotente. Pero incluso así, no podía igualarse a él ni siquiera en un millón de años.

La primera vez que te vi yo en serio pensé que eras alguien de la realeza. Pero ahora me doy cuenta de que podrías superar a cualquier príncipe... Tú eres... Eres sencillamente hermoso.

Y un poco más que eso. Taehyung había sido esculpido por ángeles, enviado y condenado en el infierno por envidia de los mismos.

No le gustaba pensar así, y estaba seguro de que era mejor que fuese acostumbrándose.

—Debes vestirte... —musitó—, y debemos volver.

—No quiero volver —murmuró el castaño algo preocupado—. No sé ni siquiera por qué he aceptado a venir contigo; esto fue un error...

—Lo fue.

—¿Qué?

—Vámonos, ¿sí? Uh, yo... Si necesito batirme a duelo con tu padre lo haré. Fue mi culpa, lo siento.





Yeong infló sus mejillas en un resoplido cuando por fin logró divisar la cabellera castaña de su hijo. Era imperdonable que después de ser el precursor número dos de la idea del centro comercial, decidiera desaparecer del radar y para rematar, con aquel niño andrajoso al que tanto odiaba.

Porque incluso sin saber su nombre —o recordarlo—, Kim podía reconocer a Jungkook en un parpadeo; esa postura altiva, esa mirada divertida y arrogante, que no provocaba en él más que unas horrorosas ganas de golpearlo. Si tan solo no adorara tanto su apellido y reputación, estaría encantado de hacer un escándalo en aquel lugar.

—Este niño —siseó Sook—. Le voy a dar un buen tirón de orejas...

—No —le interrumpió Yeong—. Déjame hacerlo a mí.

Taehyung agradecía infinitamente la amplia espalda de Jungkook para poder resguardarse detrás de ella mientras caminaban por todos los pasillos en busca de su padre y mentora, pensando en lo que diría cuando los tuviera al frente. Dudaba mucho que en un lugar público su padre se atreviera a hacer algo que dañara su integridad, pero ese hombre era una caja de sorpresas y pocas de ellas agradables. Con ese pensamiento en mente, se aferró a la camisa del menor por detrás.

Tampoco entendía el repentino cambio de ánimo de Jungkook. Podía ver la tensión en sus hombros y suponía, por los fallidos intentos de conversación, que estaba bastante concentrado pensando en alguna cosa. A Taehyung le gustaría haber preguntado.

Jungkook se detuvo abruptamente cuando sus ojos se cruzaron con los de Yeong. El castaño apenas y asomó la cabeza por un lado, midiendo la situación. Sook no se encontraba para nada feliz, su expresión irritada la delataba; no obstante, le confundió ver a su padre tan sonriente.

—Taehyung, hijo mío, sabes que odio que me hagas preocupar. No tengo tiempo que perder en ti, ¿lo entiendes? No voy a perder ni siquiera un minuto buscando tu caprichoso trasero en este sucio centro comercial.

—Señor Kim —empezó Jungkook con un suspiro. Incluso si pensaba que podía llegar tranquilo y sereno, en dos cortos segundos ese hombre había dado un golpe directo a su poca paciencia—. Lo lamento, ha sido mi culpa.

Escupidas aquellas palabras, Yeong solo pudo ladear la cabeza con confusión.

—No recuerdo haberte hablado a ti, niño andrajoso. Pero —meditó—, déjame decirte una cosa. ¿Lamentarlo hará que cambie? ¿Crees que con un insignificante lo siento recuperaré mi tiempo?

—Papá, al menos déjame explicarte —murmuró Taehyung al verlo caminar hacia ellos—. En primer lugar, fuiste tú el que me dejó a mí.

—¿Es esa excusa para explicar por qué estás todo bañado en chocolate? —inquirió Sook con una ceja arriba—. ¿Sabes cuánto costó esa chaqueta? Posiblemente no, porque eres un desagradecido. Qué decepción.

El castaño dio un paso a frente mientras chasqueaba la lengua con fastidio. Al parecer ninguno de los dos quería explicaciones y eso podía verlo por el caminar fuerte de su padre, del cual no recibió respuesta. En cambio, este pasó por su lado y cerró la distancia entre ellos, posicionándose a escasos centímetros de un tenso Jungkook, sin tocarlo pero lo suficientemente cerca para invadir su espacio personal.

—Taehyung ya es un chico muy rebelde y terco sin tu ayuda —declaró Yeong—. Creí haberte dicho en el hospital que no volvieras a acercarte a él. No necesito que me des problemas tú también, niño. ¿Puedes desaparecer de nuestro radar por el resto de tu vida?

El pelinegro levantó la barbilla con orgullo, frunciendo el ceño para igualar la expresión brusca del mayor.

—¿Y si mejor me besa el trasero?

—¡Qué osadía! —exclamó Sook con indignación, tirando del brazo de Taehyung para alejarlo. ¡Ahora entendía por qué Yeong no quería que su hijo compartiera con ese chico tan maleducado!

Yeong soltó una risa entre dientes, apresando entre su mano la mandíbula del pelinegro para levantar su cabeza y aprovechar los centímetros que le sacaba en altura. Con un manoteo Jungkook se liberó del agarre, forzando una sonrisa.

—Por favor, no ponga sus sucias manos encima de mí. Me da asco —expresó—. Si ya ha terminado de hablar, ¿podría hacerlo yo ahora?

—No puedes. ¿No lo entiendes? —preguntó—. A mi lado, al lado de mi hijo, no eres nadie. No existes. Perteneces a otro mundo, uno más bárbaro y asquiento, si me permites decir. No tienes autoridad o voz. Piérdete por ahí, ve al prostíbulo a buscar a tu mamá y no regreses por aquí, ¿bien?

—Papá...

Jungkook hizo sonar su cuello de un lado a otro sin dejar de sonreír. Cuando dijo que se batiría a duelo con ese hombre, no pensó que tendría que ser así de verdad. No le tomó ni dos segundos decidirlo: le borró la sonrisa con un puñetazo.

Taehyung jadeó con horror.

—¡No hagas eso, Jungkook! —Pero fue totalmente ignorado.

Aprovechando los segundos de desorientación de Yeong, el menor colocó las manos en su pecho para empujarlo y mandarlo al suelo. Sentía la creciente rabia en su interior desbordarse con rapidez y agradecía que fuera ese hombre la víctima. Se dejó caer encima de él para inmovilizarlo y su puño repitió la acción anterior, aterrizando otra vez sobre sus labios mientras su mano izquierda sostenía el cuello de la cara camisa.

—¡Con mi mamá no te metas, viejo asqueroso! —Algo infantil en el momento, pero sin duda razón suficiente para golpearlo otra vez. Yeong gruñó bajo él como un sabueso y detuvo su brazo, apenas alcanzando a levantar el suyo para estrellar los nudillos en la pálida mejilla del pelinegro y comenzar una riña en pleno centro comercial.

Las personas, presas de la curiosidad, empezaron a detenerse a su alrededor para observar, ignorando los gritos agudos de Sook donde pedía que llamaran a seguridad y más entretenidos en ver cómo los dos involucrados daban vueltas en el suelo, turnándose para golpearse cada vez más fuerte. El brazo de Jungkook presionaba la garganta de Kim con dureza cuando recibió un rodillazo en su estómago que lo hizo desestabilizarse unos segundos, tiempo suficiente para que Yeong lo empujara hacia un lado con el objetivo de sacárselo de encima y así poder respirar antes de utilizar su peso para inmovilizarlo también.

—¡Cómo te atreves a tocarme, mocoso!

No era dado a las peleas, pero disfrutaba más de lo que creyó ver su puño estrellándose contra la cara de aquel chico. La sangre de su labio roto manchando sus nudillos era algo fascinante de ver y la expresión embravecida que mantenía el menor pese a todo lo incitaba a bajar su brazo una y otra vez, aunque él estuviera igual o peor de golpeado; la adrenalina en su sangre no le dejaba pensar en aquello.

—¡Dios, papá, por favor detente!

El momento de vacilación de Yeong le sirvió a Jungkook para aferrar entre sus manos la camisa del hombre, levantándolo por encima de su cabeza hasta hacerlo aterrizar forzosamente en el suelo con un giro anormal. Él gruñó cuando las baldosas golpearon su espalda y maldijo entre dientes mientras trataba de levantarse. Jungkook estaba molesto y agitado, fuera ya de sus casillas; ni siquiera lo dejó poner un pie en el suelo cuando lanzó una patada contra su sien, cerca de su ojo. La siguiente sería justo en la nariz, pero sus brazos fueron apresados con desesperación desde atrás, inmovilizándolo.

—Jungkook, no lo hagas, por favor no lo hagas —suplicó Taehyung con angustia. Trataba de que su expresión no delatara el horror que suponía para él ver a Jungkook así: jadeando, ensangrentado, furibundo como un animal al que le han quitado su presa—. Saldrás perdiendo, pase lo que pase, por favor...

—¡No te metas! —vociferó su padre con fiereza mientras se levantaba. El castaño negó varias veces, buscando interponerse entre él y Jungkook con los brazos abiertos para calmar las cosas.

—Papá, sabes que esto no tiene sentido. Desquítate conmigo, no con él, por favor —pidió en un murmuro—. Yo soy el chico rebelde, lo lamento mucho, por favor...

Taehyung cayó al suelo, siendo empujado por Jungkook. El castaño parpadeó incrédulo en su dirección y este solo le sonrió mientras limpiaba la sangre de su labio con el dorso del antebrazo.

—Lo siento, príncipe, es que estabas diciendo muchas estupideces. ¡Ven aquí, Yeong! ¡Terminemos esto!

La muchedumbre soltó una exclamación al unísono cuando, sin siquiera ser tocado, Yeong se desplomó en el suelo. Jungkook parpadeó varias veces, confundido, antes de ver correr a Taehyung junto con Sook hacia su padre.

—No está respirando...

—¡Alguien llame a una ambulancia!



Edit: Les añadí el salseo que tanto aman (? bai.


Y dejaré esto:


Le debo dedicación a varias personitas :'') No se pongan celosas, no me hagan shows, no me hagan escenas por favor, porque ya les va a llegar su momento 😰😅💓No las voy a mencionar porque me da pena, pero hoy le toca a:

yoxngi_st (niña, tú me haces reír mucho 😂) 💓

Ahxxzs (felicidades por tu año en limpio 👏)💓

Y mención especial para:

wXLunaXw (don't call me niña >:V ) 💓 - Yetinicorniovampiro 💓 - IvanaVz 💓 - -ggukieat- 💓- xX-BabyBear-Xx 💓

Realmente eran muchos a los que quería poner, pero ;-; ya esto estaba lo suficientemente largo. Lo siento, serán más para la próxima 💓Los amo a todos, no lo duden, Soojae omma tiene mucho corazón para ustedes 💓💓💓

¡Sonrían! 💓

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