Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

27 - {II}






Cuando Seokjin era pequeño, solía hacer la "s" de su caligrafía bajo el renglón, haciéndola parecer una "c" arreglada. Cuando Jimin le envió la foto a Yoongi la noche anterior, fue lo primero que él pudo notar y admitirlo en voz alta le costó más de lo que quería suponer. Ahora, cómo había llegado esa carta a manos de Taehyung, era un misterio.

—Ya deja de llorar, niño —le reprochó con una mueca, arrebatándole la carta de las manos. La rompió en varios pedazos e hizo de ella una lluvia—. Esto es tan viejo como Plaza Sésamo.

Namjoon le dio una mirada dura mientras apretujaba un poco más a Taehyung en sus brazos. Le gustaría poder decir algo para tranquilizar su llanto y los espasmos de este, pero la verdad era que él no entendía mucho de lo que estaba pasando.

—Yo no sabía que... Yo no sabía que... —Taehyung sollozó mientras trataba de mirar a Yoongi entre el fuerte abrazo de su primo. Le dolía un poco el corazón saber que después de darle tantas vueltas al asunto, finalmente había terminado teniendo razón—. Yo no sabía que hyung me odiaba...

—No digas eso, TaeTae. Seokjin te quería mucho —musitó Namjoon incómodo. No era como si esas palabras tuvieran algo de validez con esa carta entre manos.

—Igual ya está muerto, ¿qué más da si te odiaba o no? —bufó Yoongi con amargura—. Ve a bailar sobre su tumba...

—Yoongi hyung, no estás ayudando y te agradecería que cerraras la boca si no pretendes colaborar —le regañó Namjoon duramente, frunciendo el ceño por sus palabras.

El mayor resopló con las mejillas hinchadas, no sabiendo qué demonios podía decir para calmar al castaño. Cuando eran pequeños, a Seokjin no le gustaba jugar con Taehyung; era un diminuto problemilla infantil entre niños, pero Yoongi siempre notó que lo hacía por alejarlo aunque dijera que era porque no quería su hermanito se lastimara. Con el tiempo dejó de sorprenderle y dado que él nunca veía a Taehyung, jamás le prestó atención. No obstante, ¿realmente había hecho esa carta?

—¿Por qué Seokjin hyung me odiaba? —murmuró Taehyung con voz, y corazón, rotos. Quizá le estaba prestando más atención a lo que decía la carta y no a la carta en sí. Cuatro años después de su muerte, ¿cómo era posible que dicho objeto llegara a su armario?

—TaeTae, te digo que no. Nadie podría odiarte nunca —expresó Namjoon—. Nadie, ¿bien? Te lo aseguro...

Él y Yoongi compartieron una mirada preocupada y la sala se sumió en un silencio incómodo que solo era interrumpido por los gimoteos del menor. Poco a poco se fue quedando dormido entre el abrazo de Namjoon y para cuando dio el mediodía estaba profundamente rendido en el sofá del apartamento.

—Por fin —suspiró Yoongi.

—Llamaré a su casa para avisar que está aquí...





La mirada que ambos se dirigían era dura. Nunca se habían agradado, de todas formas, así que nada tenían que hacer fingiendo que estaban contentos de verse. Sook ahora podía decir que ese era el Seokjin con el que había tenido que lidiar muchas veces, sonriente pero irónico, hiriente, juzgando todo con sus ojos vacíos y escrutando a las personas que se le acercaran. Así era el verdadero Kim Seokjin.

—Ni siquiera la muerte va a cambiarte, ¿no? —escupió con asco.

Seokjin acarició con la yema de sus dedos el piano de cola. Ahora se encontraban en la sala de música y los recuerdos estaban haciendo de su interior un tsunami; por suerte para él, podía ocultarlo con esa pequeña sonrisa que siempre tenía en su cara.

—¿Cómo está mi hermano? —preguntó en voz baja.

—Es poco tarde para que te preocupes por él, ¿no lo crees?

—Siempre me he preocupado con él.

—No, Seokjin —Sook negó mientras cerraba los ojos—. Estabas más preocupado preguntándome por qué tú tenías que hacerlo todo bien mientras él podía ir por el mundo con tanta libertad. Escudabas tu irresponsabilidad y la pereza utilizando como excusa a tu hermano. Era menor que tú, por eso no podía hacerlo todo a tu ritmo...

Seokjin apretó la mandíbula mientras tragaba, convenciéndose de que su vieja maestra no estaba diciendo la verdad.

—La gente se cansa... —se defendió mirando hacia el suelo.

—Así como tu padre estaba cansado de tu rebeldía. ¿Y sabes qué es lo peor? —Sook soltó una risa nasal mientras cruzándose de brazos—. Que el idiota de Kim Yeong aun corría detrás de tus faldas pidiendo un poco de atención. Siempre fuiste su hijo favorito y pese a todo, solo eras un Kim cuando se te daba la gana —Ante la falta de respuesta, la mujer continuó—: El resto del tiempo estabas con el odioso del hijo de los Min y tu primo, haciendo desastres y jugando a ser niños malos. Perdóname si no puedo tenerte un ápice de cariño.

—He vuelto para enmendar mis errores —dijo Seokjin, quizá demasiado rápido.

—Ni siquiera debiste haber vuelto.

El chico soltó un suspiro tembloroso mientras le miraba. No había sido fácil para él dar ese gran paso —entrar a su vieja casa, nada menos—, pero lo había hecho después de mucho considerarlo y fue un iluso al pensar que la mujer que siempre le había odiado iba a ayudarle. Al igual que Min Yoongi, seguramente lo rechazaría.

—Sook, no nos conviene trabajar en equipos distintos esta vez —musitó Seokjin—. Quiero meter a Kim Yeong tras las rejas... Usted ya lo sabe, ¿no? Ese hombre mató a mi mamá.

—Son acusaciones muy graves, Seokjin. Kim Yeong amaba a Chaewon; era la única luz de sus ojos, era más importante que tú incluso —bufó Sook después de soltar una risa floja.

Fue el turno del castaño para reír, mientras tomaba asiento en la banca del piano. Abrió la tapa que cubría las teclas y presionó una con expresión nostálgica, convirtiendo el sonido paulatinamente en algo horroroso y desafinado.

—Usted no sabe nada —dijo—. Parece que actuará como la vieja patética y frustrada que siempre ha sido. ¿En serio cree que Yeong alguna vez la mirará con otros ojos?

Sook infló las mejillas y abrió la boca para objetar, pero Seokjin volvió a presionar las teclas duramente. Por cuatro años había callado y ahora que decidió hablar no iba a permitir que su escandalosa mentora le interrumpiera.

No era un secreto para nadie que Sook había dejado su buena vida de lado para hacer que Yeong la escogiera a ella; quizá no siempre fue tan amargada y estricta con los demás, pero cambiar por amor era un concepto que ella conocía muy bien.

—Sook, Yeong no tiene corazón —empezó con un cabeceo—. Decidí no regresar, no porque fueran estrictos conmigo y no con mi hermano, sino porque ser un muñeco manipulable jamás fue lo mío. Él quería hacer de mí un trofeo que exponer y le tocaba los cojones que yo prefiriera estar con Yoongi y Namjoon. Él no quería un hijo, solo algo que presumir —Sonrió—. Sé que soy un cobarde porque preferí escapar de la carga que nunca quise tomar y me arrepiento profundamente de dejar todo en manos de mi hermano, pero tiene que entenderme.

—¿Qué tengo que entender? —espetó Sook—. ¿Sabes lo mucho que sufrió tu padre con la pérdida de ambos?

La miró de reojo.

—Qué bien. Se merece eso y un poco más.

—¡¿Cómo puedes hablar así de tu padre?!

—¡Él no es más mi padre! ¡Es un enfermo, un asesino! ¡Solo es eso!

—¡Él siempre se preocupó por ustedes!

Seokjin se levantó con brusquedad.

—Usted siempre decide cerrar los ojos ante la verdad —murmuró—. Él siempre se preocupó por sí mismo, por su imagen. Yeong no puede pensar en nadie más que no sea él y su dinero. ¿Por qué es tan ciega y terca? —Soltó un suspiro mientras caminaba alrededor del piano. Estaba tan cuidado como cuando se fue, y eso le hizo pensar que incluso con su regreso nada iba a cambiar.

—Deja de faltarme el respeto, Seokjin.

—Tengo las pruebas —dijo él—. Yeong planeaba esconder un par de cosas y mi madre no iba a dejarlo. La mató y quiero que pague. ¿Está o no está conmigo? Por favor, piénselo bien. La respuesta podría decidir si usted también va a la cárcel o no... Le daré un par de días.





Para Taehyung, la idea de compras en familia distaba un poco de la realidad ahora que se encontraba caminando tras los ruidosos tacones de Sook en aquel centro comercial. Si miraba a su derecha, podía encontrarse con la dura expresión de Yeong y el ceño fruncido que ya era característico en él; así dejaba en claro que solo estaba allí por mera obligación y —más importante— para acallar las quejas de Sook en cuanto a lo tranquilos que ambos se encontraban respecto al viaje. Su actividad favorita no era, ni en chiste, pasar tiempo con su hijo un lunes en la mañana y mucho menos después de la discusión que ambos sostuvieron la noche del sábado. Mirarlo producía en él un creciente sentimiento de molestia, pues bien podía recordar sus rabietas y las lágrimas que la linda Sooyoung tuvo que presenciar. Era indignante para él que un Kim se comportara de esa forma; no le pagaba para que hiciera semejantes espectáculos.

—Señor Kim, como mínima muestra de respeto exijo que cuelgue esa llamada —rezongó Sook con fiereza al darse cuenta de que su parloteo había sido ignorado todo el tiempo por el susodicho. Taehyung mordió su labio un poco cuando le vio rodar los ojos antes de despedirse castamente.

—El dinero no se hace solo, ¿sabe? —murmuró desdeñoso—. Además, no tengo por qué estar aquí en busca de una tiendecilla para comprar mi traje. Puedo pedirlo a medida, en mi domicilio... Es una estupidez pisar los centros comerciales.

La mujer infló las mejillas.

—Estar aquí tampoco es que sea de mi agrado, señor Kim —aclaró tensa. Claro que no; ella podría estar en su estudio, componiendo canciones y tocando el piano hasta perfeccionar melodías. No obstante, había algo que no la dejaba tranquila y eso era la sonrisa cortés pero venenosa que Seokjin había quemado a fuego vivo en su memoria. Sus palabras, sus amenazas, la manera en la que hablaba como si lo supiera todo... Era tan desesperante para ella que se encontró queriendo salir de la mansión, utilizando la patética excusa de los trajes para no tener que vérselas después con el regaño de Yeong si no la encontraba en casa—. ¡Pero un esmoquin a medida no se hace en veinte días! ¡Por eso debemos ir a la tienda!

—Mira, Sook, no me quieras dar un ultimátum —Yeong soltó un suspiro desesperado—. Harás que me moleste y suficiente tengo con el inútil de Namjoon consintiendo y alcahueteando a mi hijo. Aún siento asco de solo recordar la pocilga de apartamento en la que decidió vivir...

Taehyung se rascó la oreja con incomodidad. Si tuviera que describir el hogar de Namjoon, no lo describiría como tal cosa... Pero no dijo nada, porque podía ver a leguas que el asco no era por la vivienda sino por el chico. Quizá fue su error el quedarse dormido allí toda la tarde del domingo y faltar a sus clases de piano, además de uno que otro compromiso.

—No tienes que pagar la rabia con mi hyung —murmuró en voz baja—. Fue mi culpa, papá, ya te lo he dicho.

—Cállate, ¿sí? No estoy de ánimo para discutir contigo hoy también.

—De verdad, ¿es que ustedes no pueden convivir ni siquiera dos minutos...?

El castaño lanzó un suspiro al aire. Él realmente lo intentaba, pero con el paso de los días sentía que su padre le tomaba un poco más de desprecio. Le angustiaba aquello aunque tratara de negarlo, pero el sentimiento era doloroso. Ahora entendía que nunca podría tener la figura paterna de la que tanto hablaban las películas, un hombre en el que pudiera apoyarse y al que pudiera recurrir si algo le molestaba. Era triste.

Parpadeó para alejar las lágrimas que se acumularon en sus ojos. Llorar solo haría que Yeong se molestara. Volvió a suspirar, antes de darse cuenta de que Sook y su padre ya iban muy lejos, al parecer discutiendo. Podía alcanzarlos y continuar con una épica pelea, o podía tomarse un minuto y descansar...

—¡Oye, niño rico! Luces como un muñequito con esas ropas, pero en la mitad del pasillo estorbas, ¿sabes?

Taehyung saltó cuando sintió la voz provenir de sus espaldas y se giró con rapidez, solo para encontrarse con Jungkook. Unos segundos de pánico lo invadieron y retrocedió por inercia, mirando a todos lados en busca de sus verdugos, mas el pelinegro tomó su brazo para detenerlo.

—Tranquilo, han tomado el ascensor. ¿No son bastante despistados? —Le dio una enorme sonrisa antes de tirar de él un poco más cerca, risueño—. Pude haberte raptado de verdad y ni siquiera lo habrían notado.

—¿T-Tú cómo...? Es decir... Cómo...

Jungkook soltó una corta risa.

—¡Parece que has visto a un fantasma! —Al no obtener respuesta por parte del castaño, que más confundido no podía estar, volvió a reír—. Estuve siguiéndolos desde que llegaron... Oh, no pienses que soy un acosador. ¡Fue una casualidad!

El mayor parpadeó varias veces mientras se aseguraba una vez más de que aquellos dos no estuvieran a la vista. Sentía que podían salir de la mismísima nada solo para darle un regaño y, quizá, apartarlo de Jungkook diciendo cosas hirientes como solo ellos sabían. Cuando confirmó que estaban solos, soltó un suspiro teatral y le dio una amplia sonrisa a Jungkook, el cual correspondió el gesto sin problemas porque ver a Taehyung sonreír era algo único.

No, él no había pensado eso.

¿O sí?

Bueno, no podían culparlo. Una sonrisa cuadrada no era normal en absoluto.

—Creo que estoy feliz de verte, hyung.

—Ah, ¿sí?

El ataque de tos que le siguió a esas palabras amenazó con sacarle un pulmón luego de notar la estupidez que había dicho. Taehyung tuvo que ayudarle dándole palmadas en la espalda para que se recompusiera, reprimiendo la sonrisa.

—¿Tan malo es decir que me has extrañado? —se mofó en voz baja—. Eres más orgulloso de lo que creí, Jungkook.

—No es... No fue lo que quise decir —aclaró Jungkook con un carraspeo—. Me refiero a que... Estoy feliz de que... No te falte una pierna y así...

¿No podía dejar de decir estupideces?

—Oh, vaya, gracias... Supongo —Él volvió a reír, encontrando bastante divertido ver a Jungkook siendo un manojo de nervios—. Ahora debo irme antes de que noten que me abandonaron. Nos vemos en otra ocasión, Jungkook.

Después de mover su mano fugazmente se dio la vuelta para partir, pero no contaba con que el menor tomaría su brazo para frenarlo. Jungkook se encontró a sí mismo mirando su mano cerrada sobre el antebrazo del castaño, sin tener algo que decir en realidad: solo había sido un impulso porque no quería dejarlo ir. Y ahora Taehyung lo miraba confundido desde su sitio, esperando por sus palabras.

—No te vayas todavía —musitó con incomodidad—. Qué aburrido debe ser estar con esos dos ogros. ¿No quieres... no sé, ir a comer un helado?

—¿Qué? ¿Ahora?

—Sí, debe haber alguna heladería por acá —asintió el menor alzándose de hombros, restándole importancia a lo que suponía un hazaña para él.

—Pero...

—¡Venga, di que sí! No te vas a demorar nada —le aseguró Jungkook tomando su otro antebrazo—. Seguro terminas el helado primero antes de que noten que te has ido.

—¿E-En serio?

El pelinegro sonrió con tristeza. No, Taehyung. Seguramente ya lo saben; es obvio que no les importa en absoluto.

—¡Seguro!

—Está bien...





Como ven, solo cambió la última escena en este.

Ya que edité todo, de lo anterior solo dejaré esto:


Para explicarles un poco la situación de Seokjin, diré que mi bebé sí escribió la carta y sí odiaba a Taehyung.

Si ustedes tienen hermanos menores (yo, ahr 😂) quizá recuerden que hubo algún tiempo o momento en el que sus padres esperaban que ustedes fueran lo mejor de lo mejor y esos carajitos podían ir por el mundo haciendo su desmadre y roncando y no había nadie que les dijera nada... 😤 Bueno, Seokjin se resintió por eso (teniendo en cuenta la dureza de Sook y Yeong), porque en realidad era un niñato rebelde :'') (Recuerden que Yoongi dijo "Eras mi ejemplo a seguir", y Yoongi no es una perita en dulce 😎), así que... Terrible el Seokjin...🙄

Quizá por eso me molesta tanto que comparen a mi Seokjin con el de otra novela :) Mi bebé no es tan mojigato :) Es malo porque amo hacer malos a los personajes que usualmente son buenos, gg 😈 (Ejemplo, Jimin lol).

¡Sonrían! 💓


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro