27 - {I}
Sooyoung utilizó cada gramo de su sutileza para caminar en silencio por la segunda planta y así poder llegar al cuarto de Taehyung. Se había quitado los tacones con tal de no hacer ruido y convenientemente las luces del pasillo estaban apagadas.
Frunció el ceño al ver la perilla de la puerta fuera de su enchape y la empujó solo lo suficiente para poder mirar al interior. Entre la oscuridad de la habitación y la poca luz que se colaba por las ventanas, la escena que vio la confundió un poco; efectivamente Taehyung estaba entre las sábanas, pero no era la única figura en la cama.
Jimin —cuya identidad desconocía— había colgado la llamada con Yoongi y se había quedado mirando al techo con expresión meditabunda, pero triste. Inconscientemente su mano estaba enredada en los cabellos castaños de Taehyung, revolviéndolos de un lado para otro con delicadeza, en una caricia casi fraternal.
Sooyoung se preguntó qué demonios estaba pasando antes de cerrar la puerta con mucho cuidado. Las posibilidades de que fuera un criado, aunque fuesen muy altas, de igual modo resultaban inaceptables porque —dadas las políticas tan estrictas de la casa— dudaba que dejaran a Taehyung relacionarse de ese modo con los empleados.
Volvió sobre sus pasos al pasillo adyacente, ya iluminado, y se topó con Yeong de camino.
—¿Qué haces aquí? —preguntó este con el ceño fruncido.
—¿A ti qué te parece, campeón? Volando cometa, quizá. —Sooyoung rodó los ojos mientras pasaba por su lado, a sabiendas de que él le seguiría. Lo que fuera que estuviera pasando en ese cuarto, no era incumbencia de ninguno de los dos y mejor que no lo viera Kim.
—¿También vas a consentir a Taehyung? —bufó Yeong detrás de ella.
Sooyoung le miró de reojo. Si Taehyung era un consentido, ¿qué se suponía que vendría siendo Jungkook?
—Yeong, empiezo a pensar que te dejaron caer de cabeza cuando eras pequeño. ¿Crees que eso es consentir? —Frenó en seco para encararle, los brazos en jarra y una mirada tenaz—. Digas lo que digas, esa no es manera de tratar a tu hijo.
—¿Vamos a empezar otra vez?
—Sí, vamos. Tanto que presumes de él cuando no está presente, le glorificas y lo haces ver como si fuera un dios. ¿Para qué? ¿Para llegar a la casa y hacer como si no existiera? —Sooyoung resopló con las mejillas hinchadas, tratando de mantener su voz baja pero fracasando un poco—. Es el único de tus hijos que puede heredarte, ¿no? Trátalo con cuidado, porque te aseguro que el dinero no ata a nadie. En cualquier momento vas a quedar solo como el imbécil asqueroso que eres.
Yeong le dio una dura mirada mientras tensaba su mandíbula.
—¿Te crees mucho para darme un ultimátum?
—Es la simple verdad. Si te duele es porque sabes que no miento.
—Suficiente. Voy a llevarte a casa.
—Puedo tomar un taxi sola, gracias.
—Voy a llevarte a casa, dije.
♥
Sooyoung dejó su chaqueta en el sofá con un suspiro tembloroso.
Era muy tarde, quizá pasados de la medianoche, pero no se preocupó en hacer silencio mientras se movía a oscuras por la sala del apartamento. La luz encendida del cuarto de Jungkook le decía que el chiquillo aún no estaba dormido, así que no importaba.
Aunque su expresión era tranquila, en su interior se encontraba un poco alterada. Solo podía pensar en Taehyung y —obviamente— en su hermano. El chico que venía dos o tres veces a la semana para salir con Jungkook o tener una pequeña tertulia, era en realidad el hijo de Yeong... Ni siquiera podía formular un pensamiento coherente respecto a eso. Era una locura.
—Jungkook —musitó cuando llegó al cuarto del llamado. Era la primera vez en una semana que le hablaba directamente a él, por lo que no se sorprendió al verlo respingar.
—Mamá... —El pelinegro estaba sentado en su cama leyendo uno de sus tantos libros, pero se incorporó rápidamente para darle toda su atención a Sooyoung. A su lado reposaba la jirafa de peluche que, de una forma u otra, había terminado con él esa noche—. ¿Qué pasa?
—Ese chico... Seokjin... Te llevas muy bien con él, ¿no es así?
Jungkook asintió entrecerrando los ojos en su dirección. Podía notar el titubeo en su voz y ver los engranajes de su mente moviéndose para formular las palabras adecuadas. Que mencionara a uno de sus amigos, entre todas las cosas, era un poco extraño para él.
—Sí, es obvio, ¿por qué?
—¿Dónde le conociste?
—En... Un supermercado, creo.
—¿Y su apellido? ¿Sabes algo sobre él?
—Mamá, no te estoy entendiendo. —Jungkook hizo una mueca; en realidad, desconocía el apellido de su hyung. Cuando se veían, aunque era seguido, rara vez se enfrascaban en conversaciones acerca de temas personales y esperaba que eso no fuera una excusa para que Sooyoung le pidiera que se alejara de él. Ya estaba grandecito como para decidir con quién se juntaba o no.
—Me parece un poco sospechoso, es todo —resolvió ella con un suspiro—. Acuéstate a dormir ya... Hasta mañana.
—Uh, ¿hasta mañana...?
Jungkook se alzó de hombros cuando quedó solo en su cuarto. Seguramente su mamá había tomado de más en su "reunión de negocios". Bah.
Viró la mirada a la jirafa de peluche que no dejaba de observarlo con sus grandes ojos de plástico y la tomó entre sus manos, pasando uno a uno por su mente los recientes recuerdos que ahora tenía con Taehyung.
Sonrió.
—Te voy a llamar TaeTae.
Pero poco a poco su sonrisa se transformó en una mueca de tristeza. Muy en el fondo, a Jungkook le gustaría poder hacer algo más por Taehyung que darle solo quince minutos de descanso.
Algo que había notado en la feria —de lo que dudaba que el castaño fuera consciente— era que su sonrisa desaparecía cuando creía que nadie lo estaba mirando. La frustración de no poder cambiar eso estaba ahuyentando el sueño de Jungkook y los libros, aunque eran entretenidos, no eran suficientes, así como lo que hacía por Taehyung.
Se sintió tan pequeño en ese momento...
♥
Hoseok alzó la mirada de los crayones que ordenaba cuando una nueva presencia atravesó las rejas de colores de la guardería el domingo en la mañana. Sonrió en grande al ver que se trataba de Jimin, pero este no fue capaz de devolver el gesto; la tristeza en sus facciones era notoria y terminó preocupando un poco a Hoseok también.
—Eh, pensé que el viernes era tu último día aquí —bromeó el mayor a modo de saludo, tratando de aligerar un poco el tenso ambiente que acababa de instalarse entre ellos.
—Vine a despedirme, supongo. —Un largo suspiró rasgó sus pulmones cuando se dejó caer en la estrecha silla de plástico donde su trasero a duras penas cabía. Hoseok frunció el ceño al ver un pequeño moretón en su barbilla, adornando su pálida piel de un modo poco agradable.
—¿Qué te pasó ahí?
—Oh... —El menor hizo una mueca—. Trata de volarte una cerca de dos metros sin caer de cara a la medianoche.
Y es que luego de la reveladora charla con Min Yoongi su ánimo se subió a una montaña rusa en picada directo a la mierda. Sencillamente, no podía creer que alguien fuese capaz de decirle tales palabras a Taehyung. Sin duda esa persona era un cobarde.
—¿Y estuvo bien su cita con Jungkook? —indagó Hoseok con cuidado. Si buscaba los ojos de Jimin, podía encontrarlos un poco apagados.
—Será mejor que tú le preguntes a él porque por mi parte no hay reportes, capitán. Taehyung no... Uhm, bueno, no me contó nada —Abultó su labio un poco. La guardería estaba algo vacía ese día y esos momentos en serio le hacía falta el bullicio de los niños—. Solo tengo dos opciones. O fue tan buena que no me lo contó para no hacerme sentir mal, o fue tan mala que no me lo contó para no hacerse sentir mal.
—Conociendo a Jungkook diría que fue un término medio... Él chico no es muy dado a ese tipo de cosas —murmuró Hoseok—. De hecho me sorprende que siquiera lo haya invitado.
Pero Jimin sabía que no era así del todo. Quizá sí había sido buena, porque cuando llegó a casa Taehyung no lucía tan ofuscado. Se sentía triste por no poder hacer mucho más que jugar a ser detective, uniendo pistas con los retazos que Yoongi apenas quería contarle.
—Hyung, cada vez entiendo menos esto —confesó con voz ahogada.
Hoseok frunció el ceño sin comprender a lo que se estaba refiriendo, pero no pudo formular sus preguntas porque una pequeña algarabía se formó en la recepción de la guardería. Ambos se levantaron extrañados de sus puestos, solo para ver a cuatro hombres irrumpir con brusquedad en la segunda sala de la guardería.
A Jimin se le bajaron los colores de la cara al ver que uno de ellos era Kim Yeong.
—Llévense eso, eso, esto y aquello también —ordenó demandante mientras señalaba el televisor, el equipo y diversos artículos más.
—¡No puede hacer eso! —exclamaba una de las trabajadoras, tratando de detener en vano a los leales hombres de Yeong, que ya empezaban a cumplir sus órdenes.
—Espere, espere, ¿qué está pasando? —Hoseok demandó saber. Las cosas que estaban desmantelando eran, precisamente, pertenecientes a la lista que Taehyung había comprado para la guardería.
—Me llevo lo que es mío, por supuesto —respondió Yeong con desdén. No le hizo caso a la confusión y el miedo de los niños presentes, los cuales se resguardaban detrás de algunas de sus niñeras.
—¡Yeong, no puedes hacer eso! —chilló Jimin fuera de sus casillas—. Oye, tú, imbécil, ¡deja eso quieto o voy a desfigurarte la cara con mis uñas!
El trabajador se quedó quieto unos segundos, esperando la aprobación de Yeong. La amenaza de aquel pequeño chico se escuchaba muy seria y la manera casi cómica en la que mostraba sus colmillos no dejaba lugar a dudas.
—Park, no tengo tiempo para lidiar contigo —Kim chasqueó los dedos para reanudar la tarea de confiscar las cosas más valiosas, que por supuesto fueron compradas con su dinero—. Veo que no has dejado de ser el mismo arrastrado de siempre, igual que tu padre. Qué lástima.
—¿Igual que...? Voy a matarte.
—¡Jimin! —Hoseok lo tomó de los hombros para evitar que cometiera una locura. No entendía qué demonios pasaba, pero ese hombre lucía algo peligroso para él. Y de hecho lo era, que de eso no tuviera dudas.
—Será mejor que vayan buscando otro trabajo —avisó Yeong en voz alta, para que todos le escucharan—. Este lugar cerrará en tres días. He comprado el edificio y planeo demolerlo pronto.
—¡¿Pero por qué?! —Jimin se zarandeó bajo el agarre de su hyung, furioso. Se preguntó por qué demonios no aprovechó su intento de pijamada con Taehyung para escabullirse a medianoche y asesinar a ese hombre. Estaba seguro de que el juez lo perdonaría, lo declararía inocente una vez que conociera a semejante porquería de persona. ¡Tan despreciable!
—Porque puedo, Park. Es lo que hace el dinero —respondió Kim—. Vamos, rápido, llévense eso. ¡Tengo afán!
♥
Sook taconeó hacia el cuarto de Taehyung mientras alisaba las invisibles arrugas de su falda. En quince minutos comenzaría su clase de piano y aquel mocoso malcriado, que había causado un escándalo la noche anterior, ni siquiera había bajado a desayunar.
Rodó los ojos al ver que la perilla de la puerta estaba rota, fuera de su enchape. Tanto hijo como padre eran tan inútiles que a veces se preguntaba qué demonios seguía haciendo allí en esa casa. Empujó la madera con una de sus manos, frunciendo el ceño al ver la habitación vacía. La cama estaba sin hacer, pero incluso el baño se encontraba desocupado.
—¿Dónde está Kim Taehyung? —preguntó en un grito. Y es que desde la tarde anterior el castaño había estado comportándose extraño, empezando por el repartidor y la extraña caja que trajo... Sin mencionar, por supuesto, su arranque de locura al iniciar la cena.
—Creo que lo vi en el jardín hace unas horas —contestó casualmente una criada asomándose por el pasillos.
Sook chasqueó la lengua.
—Este niño, desatendiendo sus clases... —No solo había faltado todo el sábado a ellas, sino que pretendía saltárselas el domingo también. Era algo que como tutora no podía perdonarle.
Se apresuró a bajar las escaleras, con cuidado de no tropezar. Sería una terrible tragedia para los Kim si ella tenía un accidente, por supuesto. Algunos trabajadores de la mansión le saludaron con reverencias a su paso y no pudo sentirse más complacida.
—¡Taehyung! ¡No quieras saltar tus clases de piano!
Si le pagaran por cada vez que gritaba, de seguro sería más rica que Kim Yeong. Pero es que no tendría que hacerlo si ese chiquillo no le obligara a andar levantando la voz por siempre estar correteándole. Siempre ignorando sus responsabilidades, Cristo...
—¡Taehyuuung! —Caminó por las losas de piedra del jardín, buscando entre los arbustos la cabellera castaña que tanto conocía. No se le iba a escapar esta vez, no, no, no—. Caray, niño, ¿pero dónde te has metido?
—Sook-agassi.
Respingó ante la nueva y —muy a su pesar— conocida voz. Su cuerpo giró con algo de violencia, producto del repentino miedo que le invadió; cada uno de sus vellos se erizaron y los colores de la cara se le drenaron cuando tuvo a dos pasos de distancia a la persona que había irrumpido su rabieta.
—¿Seok... Seokjin?
La palabra le fue más difícil de pronunciar de lo que creyó. Con cada sílaba sintió que el corazón se le oprimía y se cubrió la boca para evitar que su cuerpo emitiera sonidos inhumanos. ¿Qué demonios hacia Seokjin ahí? ¿Cómo era posible, siquiera, que él estuviera ahí?
El castaño le dio un pequeño asentimiento. No tenía su sonrisa característica, esa sonrisa cortés y amable que siempre fingía para sus superiores. Más bien, sus facciones estaban adornadas por una expresión dura que distaba del Seokjin que ella conocía.
—De carne y hueso, para su desgracia —respondió burlón. Las manos en su espalda le daban una imagen algo más intimidante y su ceño fruncido aseguraba problemas—. Oh, no llore, no sea patética por favor. Creo que tenemos mucho de qué hablar. ¿No es así, Agassi?
♥
Taehyung golpeó la puerta con nerviosismo.
No debería estar ahí.
Dios, ni siquiera debió haber salido de su casa. En cuando Sook se enterara de que había huido iba a castigarle con más horas de piano o de ruso, francés y, si Jimin estaba en lo cierto, con clases de domesticación de tiranosaurios. El ceño fruncido en su frente era prueba clara de su preocupación, pero sus pies le impedían moverse del lugar.
Se mordió el labio ante la falta de respuesta, preguntándose si acaso la persona a la que necesitaba no se encontraba allí. No quería regresar a casa sin tener respuestas y esperaba que pudiera obtenerlas cuanto antes.
Un suspiro tembloroso escapó de sus labios cuando segundos después la cerradura comenzó a sonar, indicando que estaba siendo abierta. La puerta pronto descubrió la alta figura de su primo, quien más sorprendido por la inesperada visita no podía estar.
—¿TaeTae? ¿Qué haces aquí?
—Namjoon hyung, necesito tu ayuda.
Namjoon no era el único en el apartamento. Taehyung respingó un poco al ver la figura desparramada de Yoongi en el sofá, pero se apresuró a hacer una reverencia como saludo.
—Espero no estar interrumpiendo nada, hyung —musitó nervioso. El pálido chico le restó importancia con un ademán de su mano, sin quitarle la mirada a su teléfono.
—No estábamos haciendo nada productivo, así que está bien. ¿Qué pasa? —preguntó Namjoon con curiosidad. Era extraño ver a Taehyung fuera de su casa un domingo. No, era extraño ver a Taehyung fuera de su casa. No... De hecho, para él, era extraño ver a Taehyung.
—Esto. —Taehyung estiró hacia él la hoja de papel donde se escribían las palabras que tanto le habían afectado. Inmediatamente sus ojos se llenaron de lágrimas, porque después de darle muchas vueltas al asunto, sabía que no podía engañarse.
—Taehyung, el peor error que... ¿Pero qué es esto? —El mayor le miró sorprendido y molesto—. ¿Quién te dio esto?
—¡Dímelo tú! —chilló Taehyung fuera de sus casillas, llamando la atención de Yoongi—. ¡¿NO ES ESA LA LETRA DE MI HERMANO?!
Seokjin haciendo desmadre :'')
Se preguntarán por qué estoy jodiéndolas con otro capítulo :'') Pero es que creo que mañana no puedo actualizar... So, hoy se los traigo. Y, si algo, mañana también (parte 2) xdddddd Esto quizá tiene muchos errores, así que avísenme :'c
Según yo, mis capítulos son cortos. ¿Les gustaría que los hiciera más largos, al menos de vez en cuando? No quiero que esto termine teniendo ochenta capítulos :v
Uhm, ya que a ustedes no les gusta sonreír :c pues les diré que... No olviden bañarse... eso bai 🤗
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