Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

18



MARATÓN 3/3





Taehyung tomó una chaqueta de su armario y decidió que quería tomar un poco de aire frío para descansar la mente después de dos largas horas tocando el piano junto a Sook. Se sentía agotado y fatigado, pero ni siquiera durmiendo podía hacer que su malestar desapareciera, pues había comenzado a tener sueños un tanto extraños y terroríficos.

Se escabulló de las garras de su mentora y caminó hasta los amplios jardines traseros de su casa, escondiéndose también de los desesperantes empleados de su padre. Por un minuto, aunque fuese solo unos segundos, deseaba estar solo y no ser el centro de atención dentro de la casa Kim. Necesitaba un descanso de todo y de todos.

—¡Taehyuuuung, tus cinco minutos de descanso se han acabado! ¡Tenemos que seguir! —llamó Sook a la distancia, rasgando el silencio con su dura voz.

Taehyung se encogió ovillado detrás de un alto rosal, rogando entre dientes que a su maestra no se le ocurriera salir a buscarlo, porque no deseaba regresar. No quería absolutamente nada.

Luego de unos minutos en los que no escuchó nada, el castaño dejó salir el aire contenido y viró la atención hacia las rojas rosas del matorral a su lado que bailaban con el viento, susurrando en el lenguaje de las flores algo que él no comprendió.

Viéndose atraído por una de ellas, tomó el tallo de esta y la arrancó, sin importarle las espinas perforando la piel de su palma y tampoco las pequeñas gotas de sangre que salieron de sus heridas.

Observó la flor, en silencio, girándola en su mano lastimada con mucha delicadeza. ¿Cómo una cosa tan linda podía causar tanto dolor? Sus pétalos rojos tenían encerrado el dulce rocío de la mañana y su aroma era fresco, relajante para Taehyung.

—Pst... Pst... ¡Pst!

Bueno, tal vez no era relajante sino embriagador, porque Taehyung comenzaba a alucinar. ¿La flor estaba hablándole?

—¡Hyung!

La rosa por poco cayó al suelo cuando tiraron de su cuerpo hacia atrás y el golpe en su cabeza fue amortiguado por la tierra húmeda. Sobre su boca, manteniéndola sellada con medida presión, se cernía una cálida mano y el dueño de esta le miraba desde arriba, con un dedo sobre sus labios para indicar silencio.

—Hyung, he venido a secuestrarte —susurró Jungkook, sonriendo un poco.

Bueno, rebobinemos un poco.

¿Qué demonios hacía Jungkook en el jardín de la casa de Kim Yeong y cómo había entrado?

Para serles sinceros, la segunda pregunta no tenía respuesta. Pero la primera tenía una muy obvia: Jeon Jungkook estaba allí por Taehyung.

El menor no era estúpido. En cuanto Hoseok le contó —o al menos intentó— lo poco que Jimin había tratado de explicarle, Jungkook supo que algo andaba mal y que la rata muerta del asunto era, sin duda, Kim Yeong.

Él no creía que Taehyung fuese el tipo de persona que gastara una fortuna en caridad y luego desapareciera como si solo hubiera sido un negocio. No, ese no era el príncipe que él había conocido. La culpa no podía ser de alguien más que no fuera su padre.

Por otro lado, Taehyung estaba en un shock mental del carajo que había hecho a su corazón detenerse y después empezar a latir con una velocidad anormal. Mierda y más mierda. Quizá aquella rosa sí tenía algo, pues no entendía por qué estaba viendo a Jungkook allí, en el jardín de su casa, a la vista de cualquiera, y sobre todo, a dos de él.

Si Sook llegase, algún empleado o el mismísimo Yeong... Solo pensarlo hizo que su respiración comenzara a acelerarse y su corazón se saltará varios latidos, preso del pánico. No el sótano, no; soy un buen hijo, soy buen chico...

—¡Apártate de mí! —espetó en un siseo, manoteando lejos la mano del pelinegro. Se incorporó como pudo para tratar de alejarse, mareado por el repentino miedo que le invadió y sintiendo su garganta cerrarse.

Jungkook le miró confundido, preguntándose qué había de malo en su pequeña broma.

—Hyung...

—Vete, maldición, vete —jadeó Taehyung, arrastrándose sobre su trasero sin importar si manchaba o no sus finas ropas. Jungkook vio la desesperación en sus ojos y se estiró hasta él, deteniéndolo por los hombros sin poder evitar morderse los labios por los nervios. ¿Qué le pasaba? ¿Por qué reaccionaba así? ¿Desde cuándo parecía tenerle miedo?

—Taehyung, ¿qué pasa? —preguntó, siempre manteniendo su voz baja.

—No, mi padre... Siento asco, yo... No me toques, por Dios... Por favor, no me toques...

El mayor se congeló, sintiendo la oscuridad nublar sus sentidos y envolverle como cuando era encerrado en aquel pequeño y endemoniado cuarto. Todo se oscurecía, todo se volvía más denso y hasta respirar era difícil para él. ¿Por qué? Si él se había portado bien...

Con preocupación Jungkook le vio blanquear los ojos hacia atrás unos segundos antes de que su mano se cerrara fuertemente sobre las espinas de la rosa, hiriéndose a sí mismo. Aquello era algo que nunca había visto.

—Taehyung, por favor —murmuró el menor con voz aguda, asustándose por el hilillo de sangre que se escurría entre su puño. Vio la otra mano de Taehyung subir hasta su cuello y con horror vio cómo se arañaba, rasgando la piel con sus cuidadas uñas varias veces.

También temblaba por los sollozos, recluso en una caja negra que él mismo había creado a su alrededor, incluso si Jungkook estaba a escasos centímetros de él. Lo que Jungkook estaba presenciando era el inicio de los innumerables ataques de pánico que Taehyung había sufrido una y otra vez dentro de aquel sótano.

A plena luz del día era quizá más espeluznante que bajo el amparo de la oscuridad y la errática mente de Jungkook tuvo que hacer uso de todas sus capacidades en el momento para intentar detenerlo o al menos evitar que se hiciese más daño, aunque no supiera muy bien cómo.

Lo tumbó al suelo, sentándose a horcajadas sobre él con nerviosismo y tomó una honda respiración.

—Hyung, por favor... —Tomó su mano derecha, la que arañaba la piel de su cuello, y la presionó contra el pasto para inmovilizarla. Con un poco más de trabajo hizo lo mismo con la izquierda, logrando por fin que soltara la rosa y llevó ambos brazos del mayor por encima de su cabeza, cerrando sus dedos en un agarre sobre ambas muñecas aunque las suyas propias temblaran—. Hyung, mírame... Taehyung, por favor, ¡mírame!

Pedir por ayuda no era una opción; no lo sabía, pero lo sospechaba. Las lágrimas de Taehyung y la forma frenética en la que negaba una y otra vez mientras se retorcía bajo a él desesperado eran suficientes para hacerle comprender que bajo aquel príncipe había un chico común y corriente sufriendo más de lo que merecía.

Tomándolo de la barbilla con algo de brusquedad lo obligó a soltar el labio que apresaba fuertemente entre sus dientes, mas él no abrió los ojos, todavía demasiado sacudido por la angustia y el miedo de algo que estaba imaginando.

Jungkook comenzaba a sentir sus propias lágrimas aparecer, pero se dijo a sí mismo que eso de nada serviría en aquellos momentos.

—Hyung, por favor no me hagas esto, estoy asustado —confesó con voz cortada.

Con una descomunal fuerza Taehyung se soltó del agarre y lo tomó por el cuello de la camisa, acercándolo peligrosamente a él. Jadeaba desesperado entre sollozos, casi sobre sus labios, en busca del aire que sentía que le faltaba.

Estoy asustado —repitió Taehyung, viéndole con los ojos de una gacela que está a punto de ser devorada. Con temor, Jungkook tomó su mano lastimada y reemplazó la camisa por su propia mano, entrelazando los dedos con los de él.

—Está bien, hyung. Solo soy yo —le aseguró en voz baja, devolviéndole aquella intensa mirada.

Lentamente para Taehyung, la puerta del sótano se comenzaba a abrirse para él, como todas las mañanas. Pero esta vez nadie había sido enviado por Kim Yeong. Había un ángel, de cabellos negros y ropa llena de tierra, que le miraba con ojos brillantes y desconcertados pero sin dejar de lado esa esperanzadora determinación.

—Sácame de aquí —rogó Taehyung con voz rota. Jungkook frunció el ceño solo un poco, sin entender.

¿De dónde? ¿A qué se refiere? ¿Qué quiere decir eso?

—Hyung, estás afuera —le aseguró bajito, notando cómo la cordura volvía lentamente a Taehyung y los jadeos comenzaban a disminuir de volumen.

—¿L-Lo estoy?

—Lo estás, Taehyung. Ambos lo estamos.

La oscuridad del sótano fue reemplazada por la imagen de las flores y la claridad que invadía su jardín. Frente a él solo estaba Jungkook y el alivio que lo recorrió lo hizo soltar unas segundas lágrimas, producto de una risa rota que lo sacudió. Qué estúpido soy, pensó.

—Lamento que hayas tenido que ver eso —murmuró con el brazo libre sobre sus ojos, nuevamente tirado en el pasto.

Jungkook miró sus manos juntas y un lindo sonrojo le adornó las mejillas.

—P-Puedes soltarme si quieres, lo siento.

Taehyung negó, cerrando con fuerza los dedos antes de descubrir su cara.

—Así me siento... en paz —admitió—. Pero... Puedes intentar bajando de mi abdomen porque realmente me está faltando el aire.

Lo que siguió a eso fue un silencio incómodo, lleno de vergüenza y algo de confusión. Al final se vieron obligados a soltar sus manos y Taehyung le tendió uno de los pañuelos que guardaba en su bolsillo para que limpiara la sangre.

—Lo siento por eso también —dijo, mirando sus propias heridas.

—Deberías entrar a la casa para que alguien se encargue de curarte —sugirió Jungkook.

—A mi mentora no le gusta que dañe mi piel. Me castigaría por hacerlo.

—Taehyung...

—¿Por qué has venido, Jungkook? —preguntó Taehyung de tajo, no queriendo entrar en detalles—. Esta no es una vivienda peligrosa, pero de verdad corres mucho peligro si lo haces.

—Estaba, uh, un poco preocupado por ti y tu repentina desaparición —contestó en voz baja—. Uhm, ¿está todo en orden por aquí?

Taehyung rio en voz baja.

—Lo está, capitán.

—Taehyung... —volvió a decir Jungkook, respirando con fuerza—. Sé que... Sé que... Bien, pues no soy la persona más delicada y tampoco la más atenta, pero... No estás solo, ¿sí? Sé que no he sido la mejor persona contigo, pero... No estás solo.

El mayor meditó sus palabras, queriendo hallar veracidad en ellas y encontrando solo lástima.

—¿Quiénes están conmigo? —preguntó con una sonrisa socarrona, que hizo a Jungkook fruncir el ceño. Era posiblemente la pregunta más difícil que le habían hecho en toda su vida entera y demoró demasiado en contestar, por lo que Taehyung volvió a reír—. Exacto, Jungkookie. No hay nadie que esté para mí... Pero no me quejo. Gracias por intentarlo.

—Bueno, no me interesa el resto —farfulló Jungkook—. Pero yo estoy contigo. Yo estaré contigo.

—¿En serio? ¿Estarás para este triste plebeyo?

—¿Qué dices? ¡Si tú eres como un príncipe!

Taehyung los sorprendió a ambos soltando una lastimera risa. Ya había dejado de creerse eso hacía mucho, aunque escucharlo de los labios del menor era un poco reconfortante. Estiró la mano hacia él, sonriendo ladino, mientras levantaba su barbilla con mucha delicadeza para que le mirara. Se lo quedó observando un buen rato, detallando sus facciones con mucha rapidez. En sus ojos brillaba esa inocente noción del bien; le hacía recordar a Robin Hood.

—Jungkook...

—¿S-Sí?

—Me agradas —farfulló—. Me gustaría haberte conocido en otras circunstancias.

Jungkook soltó el aire lentamente, asintiendo para alejarse de su tacto.

—A mí también, hyung... —Soltó un suspiro para romper el silencio que volvió a crearse, deteniendo la mirada en la mano lastimada de Taehyung. Este la limpiaba contra su pantalón de forma tosca, empeorando un poco las heridas—. Basta, te lastimarás —Con sus propias manos la detuvo, sintiéndola temblar bajo su tacto y le dio una dura mirada de reproche. Cuando la mirada se alargó un poco más de lo necesario, el castaño frunció el ceño.

—¿Jungkook?

¿Era su imaginación o Taehyung se veía un poco más delgado? No era como si el mayor alguna vez hubiera estado gordo, por supuesto que no; más bien, aquella era una delgadez enfermiza, porque además de verse pálido también lucía unas profundas ojeras bajo las cuencas de sus ojos.

—¿Has estado durmiendo bien? —preguntó el menor, dándole un apretón en su mano. Taehyung demoró un poco en responder.

—H-He tenido algunas pesadillas... No tienes que preocuparte —se apresuró a decir, casi con miedo—. Puedo olvidarlas cuando estoy en mis clases extra o en los compromisos con mi padre.

—Yeong —Jungkook soltó un gruñido sin poder evitarlo—. De seguro él te tiene represo aquí, ¿no? ¿Dónde está? Voy a matarlo.

—¿Adónde crees que vas? —El castaño tiró de él hacia abajo cuando se levantó, manteniéndolo en su sitio—. Harían tu cuerpo picadillo si le pones un dedo encima.

—¿Mientras logre golpearlo qué más da?

Se miraron unos segundos, retándose con la mirada. Como había dicho Seokjin, ambos eran muy tercos, pero cada quién tenía su manera de negarse. Jungkook siempre tan impulsivo y Taehyung siempre tratando de mantener la paz. El reflejo de un plebeyo que gustaba de Taehyung más de lo que le gustaría admitir contra el de un príncipe demasiado ocupado en su reino, en su teatro, como para notarlo.

—Esto es una mierda —expresó Jungkook al notarlo—. Estamos jugando a Rapunzel o algo así. Tú estás recluso en una torre por la bruja malvada y yo... Bueno, yo no soy un príncipe, pero voy a salvarte, Taehyung. Te lo prometo.





A partir de este capítulo habrá muchísimo Taekook hermoso, ah 💓 No tiene ningún sentido seguir separándolos porque si leyeron el 00 saben qué se viene e.e''

Amo con MAYÚSCULAS DEDICARLE UN CAPÍTULO ENTERO AL TAEKOOK :'V

Iba a subirlo mañana, pero ayer la historia entró al ranking y quería agradecerles de la mejor manera, con nuestros dos muchachos :''3 MILLONES DE GRACIAS. 💓💓💓

Gracias otra vez, y se viene tanto taekook como drama bai 💓

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro