14
—Tu padre quiere verte, Taehyung.
Esas fueron las palabras mágicas que drenaron el color de su cara. Con un puchero, Taehyung miró a su maestra, buscando alguna explicación.
—¿Qué hice ahora? —preguntó en voz baja, pesarosa.
—Ve a saber tú... —Su mentora, siempre regia y con esa expresión dura que le caracterizaba, rodó los ojos mientras taconeaba con impaciencia—. ¿Cuánto más vas a hacerle esperar? ¿Quieres recibir un castigo?
Instado por el empujón de Sook, Taehyung se echó andar por el pasillo, preguntándose qué era lo que sentía en su pecho. Sin duda, tenía un mal presentimiento de lo que se venía; la sonrisa que traía por comprar cosas para la guardería se borró totalmente.
—¿P-Puede acompañarme? —pidió en un susurro a su maestra, tomándola del brazo al verla con intenciones de retirarse.
En respuesta, la cruel Sook estrelló la regla en su mano para que le soltara, con una expresión de asco adornando su rostro.
—Por supuesto que no —respondió—. Ya estás grandecito, Taehyung.
Otro empujón más y el joven Kim se encontraba ya tocando la gran puerta de la oficina de su padre. Este no demoró en darle la autorización para entrar, y Taehyung quiso que ojalá se hubiera tardado un poquito más.
—¿Me llamabas, papá? —preguntó en un hilo de voz.
Kim Yeong, tan imponente y macizo como era, estaba sentado en la silla de su escritorio. Tenía las gafas puestas, tecleando diligentemente sobre su teclado mientras la pantalla le iluminaba la cara. Le hizo un gesto vago a Taehyung, señalando la silla que tenía al frente.
—Taehyung —pronunció—. Quiero pensar que es un error.
—¿Qué cosa, padre? —preguntó este al sentarse, en la orilla de la amoblada, por si acaso. Se sentía tan nervioso.
—Me ha llegado una factura por siete millones de wons al correo. —Yeong bajó sus gafas, que colgaron de una elegante cadena de oro en su cuello. Acto seguido, colocó las manos juntas sobre la mesa para mirarle—. ¿Sabes algo al respecto?
—Y-Yo... —Taehyung relamió sus labios varias veces, preguntándose qué sería mejor. Mentir y salvarse de un buen castigo, pero estar propenso a recibir uno más duro, o decir la verdad y aceptar de una vez por todas lo que sea que tuviera su padre para él. A Yeong nunca le había interesado que comprara de más, así que... ¿Qué importaba? —Tal vez hice... Unas pequeñas compras...
—Sí, eso puedo verlo. Aerosol, pinturas, pínceles... —leyó su padre, desdeñoso—. Me gusta mucho que ahora estés interesado en el arte, hijo.
Con nerviosismo, Taehyung le dio la razón.
—Ah, también hay... Una nevera, un televisor, crayones, colores, disfraces, dentífricos, cepillos de dientes, ropa... ¿Algo que decir respecto a eso?
—Eh, ¿c-creo que no?
—Taehyung. —Cada vez que pronunciaba su nombre, el tono de voz comenzaba a subir también—. Taehyung, Taehyung... —Yeong suspiró—. ¿Qué voy a hacer contigo?
—¡Papá, tú perteneces a la firma de una fundación! —expresó Taehyung a la defensiva. ¿Qué había de malo en lo que hizo él?
—¡Es totalmente distinto! —vociferó su padre—. Aquello son estrategias comerciales. Mi nombre brilla en las noticias, yo quedo como el tipo bueno, yo soy una buena persona y los muertos de hambre se alegran por mis limosnas; yo crezco, mi empresa se expande, el apellido Kim queda en alto. ¡Lo que tú has hecho es perder el dinero!
—¿Cómo puedes llamar estrategia comercial a la caridad? —preguntó el menor, consternado. Yeong, sin un poco de paciencia, se estiró sobre su escritorio y atrapó el rostro de su hijo con una de sus grandes manos.
—Escúchame bien, mocoso —espetó su padre, afianzando su agarre. Taehyung lloriqueó por el dolor en su mandíbula, cerrando los ojos para que las lágrimas no se le escaparan—. Si vas a jugar a ser el niño bueno, juega bajo mis reglas.
Le empujó, tan fuerte que al caer sentado en la silla esta se volteó hacia atrás, lanzándolo al suelo y ganándose un buen golpe en la parte de atrás de su cabeza.
—¡Estoy harto de ti! —vociferó Yeong, rodeando su escritorio—. ¡¿Por qué debes ser tan terco?! ¡¿Por qué no puedes hacer lo que yo te digo?! ¡¿Por qué siempre debes llevarme la contraria?!
Con vergonzosa facilidad, lo levantó del suelo agarrándole por el cuello y plantó una cachetada en su mejilla derecha.
—¡Dime por qué, maldición! —ordenó furibundo.
Hecho un mar de lágrimas, Taehyung ni siquiera pudo pensar en la respuesta, pues no sabía qué era lo que su padre estaba preguntando. Sí, había escuchado las anteriores preguntas, pero esa en especial tenía algo oculto, algo que no podía leerse a simple vista. ¿Le estaba preguntando a él, al menos? Le miraba, por supuesto, pero sus ojos parecían enfocar a alguien más, a otra persona.
Le estaba preguntando a Seokjin.
—¿Alguna vez has recibido una paliza mía, Kim Taehyung? —inquirió su padre en voz baja, sin soltarle.
—N-No, papá...
—¿Quieres una? Porque estoy a punto de matarte.
Taehyung sollozó sonoramente, negando.
¿Por qué su padre parecía odiarle con tanto furor? Él no había hecho nada malo en toda su vida, pero aun así, aquel hombre se había encargado de cultivar en su interior uno de sus más grandes miedos.
Era verdad; Kim Yeong nunca le había golpeado, más que una que otra bofetada cuando le colmaba la paciencia —que eso era, claro estaba, muy seguido—, pues no tenía verdaderas intenciones de dañarlo. No obstante, cuando era necesario, él sabía que podía dominar a Taehyung utilizando una única cosa: el sótano.
—N-No, papá, por favor... —empezó Taehyung cuando su padre le levantó por el brazo—. P-Papá... No quiero volver allí, por favor...
—¡Cállate de una puta vez!
Los empleados, al ver a Yeong arrastrando a su único hijo por los pasillos, se hacían hacia un lado, silenciosos y ajenos a las lágrimas de Taehyung, que distorsionaban su bello rostro en una mueca de dolor y miedo.
—¡Papá! —chilló Taehyung abrumado cuando vio las escaleras que conducían al sótano. Se dejó de caer de rodillas, haciendo algo así como un berrinche, mientras negaba frenéticamente—. ¡No quiero ir al sótano! ¡No quiero ir allí! ¡Golpéame si quieres, pero no me encierres allí de nuevo! ¡Papá...!
Sordo.
Yeong no escuchó sus súplicas. Con frialdad impresionante, sencillamente cerró la puerta en las narices de Taehyung, asegurándose de poner la llave y no se inmutó incluso si le escuchó gritar su nombre desde el interior.
♥
—¿Qué es esto? —Jungkook frunció el ceño mientras hojeaba las carpetas que su madre había arrojado en su dirección. Se miraron unos segundos, aún en su duelo interno de espadas.
—Volverás a la escuela —sentenció ella.
—¿Qué?
—Lo que escuchaste. —Sooyoung seguía molesta con él. Incluso si lo quería y era la luz de sus ojos, no iba a permitir su comportamiento y que la tratara como una cualquiera sin siquiera escuchar sus razones; ella no era ninguna prostituta—. Presentarás un examen en esta academia; empezará clases en febrero y...
—¿Saint Vladimir School? —Jungkook abrió los ojos con desmesura, negando de inmediato—. Mamá, esto es para gente rica. Está bien si ese hombre quiere comprarte a ti, pero que conmigo no se ilusione. Soy un poco más difícil que eso.
—Es la solicitud de una beca. La conseguí para ti —aclaró su madre con molestia—. Presentarás el examen y si sales bien librado tendrás beca completa.
—¿Y ya? ¿Así de fácil? —bufó con incredulidad. Aquello sonaba tan absurdo y desesperante. ¿Qué había tenido que hacer su mamá para conseguir un cupo allí? No quería imaginárselo.
—Sí. Lo presentarás en una semana, así que prepárate. Confío en ti —susurró antes de dejar la habitación.
Una vez que su madre cerró la puerta, Jungkook no podía dejar de mirar las imágenes que mostraba el folleto acerca de la escuela. Ojeó la información de mala gana, negándose la obvia curiosidad que le invadía. No solo le parecía irrisoriamente grande aquella institución, sino que sentía que ya había visto aquel uniforme en alguna parte. Gris con negro.
No le dio muchas vueltas al asunto.
Lanzó los papeles por ahí con fastidio y estos se desperdigaron en todas las direcciones dentro de su pequeño cuarto. De repente sentía que su mamá estaba ejerciendo mucho control sobre él, cuando siempre fue un niño que hacía lo que quería, cómo lo quería y cuando lo quería, atribuyéndole su mal comportamiento a "la falta de una figura paterna".
Él no quería estar entre niños ricos. No quería sentirse menos, escuchar murmullos, ser rechazado. Jungkook estaba bien por su cuenta.
En su momento de cólera —berrinche—, decidió que saldría para no verle la cara a su mamá y para hacerle compañía a Hoseok en la guardería, también.
En los días que habían pasado desde el episodio de la casa de Taehyung, siempre había procurado no cruzarse con él y/o con su amigo, al que solo había visto dos escazas veces.
Aún era muy incómodo para Jungkook pensar en hablarle al castaño, sin mencionar que conocer la mansión en la que se daba el lujo de vivir le había restado un millón de puntos en seguridad al pelinegro.
Además, esataba aquel delicado tema que lo tenía un poco incómodo: Kim Yeong. Jungkook de verdad no quería meter a Taehyung en problemas con su padre. Es decir... Más. Por eso se mantendría alejado.
Pero cuando puso un pie dentro de la guardería aquellos pensamientos se desvanecieron por completo.
¿Qué demonios había pasado?
Hoseok se burló de la expresión sorprendida del menor y la explicó que Taehyung había remodelado un poco; y con poco se refería a que había faltado nada para que comprara un edificio nuevo para la guardería.
—¿Él... hizo todo esto? —Jungkook no daba crédito a lo que veía. Casi pensó que se estaba equivocado de recinto, pero no, su amigo estaba allí, riéndose por sus ojos desmesuradamente abiertos en Jungshook.
No entendía nada y su cabeza no funcionaba cómo debía, pues los colores le estaban cegando y los diferentes carteles que veía en las paredes lo tenían dando vuelta como una abejita.
—Oh, sí, lo hizo —murmuró Hoseok con una sonrisa. A los niños se les veía más felices y muchos de ellos habían llorado cuando sus madres los fueron a buscar. Taehyung había convertido la guardería en un pequeño paraíso para ellos, era entendible que no quisiesen irse—. ¡¿Por qué parece que quieres llorar?!
—¡No estoy llorando! ¡Son las alergias!
—Ustedes dos, mocosos sensibles...
Pero lo cierto era que Jungkook estaba conmovido. Su corazón brincó con brusquedad dentro de su pecho al pensar en Taehyung, tal cual como el día en el que lo conoció. Se revolvió incómodo cuando volvió a sentir ese cosquilleo en su vientre.
Tal vez Taehyung no era malo.
Tal vez de verdad era un príncipe.
♥
En un mundo de príncipes y plebeyos, la gente de la realeza, como Kim Taehyung, bien puede lucir como un soberano pueblerino sin notarlo.
Y es que allí, inmerso en esa oscuridad, Taehyung no podía ver cómo había quedado su cuerpo. Cada vez que su padre le encerraba en ese sucio sótano, él mismo tomaba lo que estuviera a su alcance para golpearse, arañarse y hacerse daño. No le gustaba. Odiaba ese lugar.
Cuando estaba allí encerrado, imaginaba los cálidos brazos de su hermano abrazándole mientras le pedía que dejara de hacerse daño. Pero él no podía y no quería escuchar su voz, o la de su madre. Dentro de ese sótano, Taehyung se sumergía en una asfixiante oscuridad que no le permitía sentir cosa alguna.
Solo soledad. Taehyung no tenía nada y a nadie, incluso si estaba rodeado de lujos y un montón de empleados que lamerían el piso por donde pasa si así lo quisiese.
¿Había valido la pena estar encerrado allí una noche?
Quizá.
¿Ver la sonrisa de los niños valió el castigo?
Quizá.
Pero... ¿Por qué decía quizá?
De algo estaba seguro. Taehyung ya no quería ser lastimado. Su corazón estaba cansado de recibir golpe tras golpe y de poner siempre la otra mejilla. No quería sentir más dolor. Poco a poco, estaba cerrándose para impedir que la luz entrara.
¿Existiría alguien lo suficientemente brillante para iluminar su interior una vez que fuera demasiado tarde?
No lo sabía, pero no se sentía con ánimos de esperar a esa persona. Hasta el momento había pensado demasiado en los demás y menos en sí mismo.
Su padre, su mentora, su hermano.
Era hora de que Taehyung se pusiera atención a él mismo.
¿Pero cómo?
¿Debía dejar de ser un príncipe y convertirse en el rey malvado de la historia?
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Tengo varias cosas que decir, en su mayoría pendejadas.
3. ¿No notan a Taehyung demasiado... triste? En la vida real, por supuesto. (ESTA ES LA MÁS IMPORTANTE OBVIO)
1. Actualizo porque amo actualizar los martes.
2. Lo siento si la escena principal está muy floja... Pero la primera que hice me dio tanta risa al releerla xd Ya podían ustedes imaginarse la escena de MALDITA LISIADA. Así tal cual; incluso Taehyung iba a caerse por las escaleras :vvv
4. Quiero aclarar que los cambios de escena, es decir, el corazoncito negro xd, no siempre significa que ocurre el mismo día. Puede ser en la tarde, al día siguiente o incluso una semana después.
Ya, eso, bai. Sé que coloqué 3,1,2,4.
Shau~
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