11
¿Ir o no ir?
¿Hacerlo o no hacerlo?
¿Hablarle o no hablarle?
¿Ayudarle o no ayudarle?
Esa era la cuestión para Jungkook, que llevaba cerca de diez minutos viendo a Taehyung dando vueltas alrededor de la estación como una abejita perdida.
Estaba todavía molesto con él. Oh, diablos, sí. Pero su corazón no era tan malo y ver las inminentes lágrimas de aquel príncipe le estaba costando horrores el mantenerse escondido detrás del tacho de basura, que fue el lugar al que dio a parar cuando vio al castaño salir del tren.
¿Qué hacía Taehyung allí? ¿Por qué a esa hora? Era demasiado peligroso para alguien tan... llamativo como él. Las personas le miraban, extrañados y preguntándose qué hacía un muñequito en exhibición fuera de la vitrina, pero nadie parecía dispuesto a acercarse y ayudarle.
Al menos, eso parecía hasta que divisó a una chica acercándose con demasiada confianza hasta Taehyung. Masticaba goma de mascar sin cuidado mientras sonreía; el piercing en su ombligo brillaba por la tenue luz de la estación y parecía no sentir frío con aquellas medias mallas. Oh, eso gritaba problemas.
—Hey, chico. ¿Te has perdido?
Taehyung tuvo que hacer de tripas corazón para no mirarla de pies a cabeza. En su cerrado mundo aristócrata, sin duda esa no era la vestimenta apropiada para una mujer; él se había criado entre los vestidos de las elegantes mujeres que frecuentaban sus reuniones, por lo que no estaba acostumbrado a eso. Pero necesitaba ayuda, así que debía ser gentil.
—Y-Yo, pues...
—No —Una gruesa voz le interrumpió, apartándolo de la chica con brusquedad, y lo siguiente que supo fue que se encontraba detrás de una amplia espalda que al principio no reconoció—. Él viene conmigo. Gracias y adiós.
—¿Jungkook? —Taehyung no ocultó la sorpresa en su voz una vez que la chica se fue y el sujeto en cuestión se giró. Sin embargo, este no lucía feliz en absoluto.
—¡¿Qué demonios haces acá?! —siseó este con desesperación. El castaño hizo un puchero y pateó el pavimento. ¿Era posible sentirse seguro con un chico que siempre lo hacía llorar cuando se veían?
—Por una vez en tu vida deberías fingir que te alegra verme...
—No es así. Lo lamento.
—¿Qué haces tú aquí?
—Iba para un juego de balon... ¡Responde tú primero!
Taehyung cruzó los brazos y movió su pie en el suelo. No le iba a decir que estaba perdido; existía eso que la gente llamaba dignidad y Taehyung conocía el significado. Era un Kim, después de todo.
—¿A ti qué te parece? —murmuró en respuesta.
—Ah, no sé, ¿volando cometa quizá? —Jungkook rio con sarcasmo antes de tomarle el brazo y guiarlo hacia las escaleras—. Escucha, príncipe, este no es un lugar para gente como tú. Van a desnudarte si sales de esta estación...
—¿Príncipe? —Taehyung por poco tropieza cuando comenzaron a subir unas escaleras, mas el menor lo sostuvo antes de que tocara el suelo.
—Es como te ves —respondió Jungkook sin mirarle.
—¿De verdad? —Incluso si estaba siendo arrastrado y casi tenía que correr para mantener el paso, Taehyung se sintió feliz, aunque la espina en su corazón que gritaba Seokjin es el príncipe no desaparecía.
—¿Nunca nadie te lo ha dicho? —preguntó el pelinegro mirándole de reojo.
—No...
—Pues, Kim Taehyung, pareces un príncipe —Aminoró un poco la velocidad una vez que llegaron del otro lado de la estación—. Y eso es problemático, ¿lo captas?
—¿Por qué?
—Porque llamas mucho la atención.
—¿A qué te refieres? —Taehyung ladeó la cabeza. ¿Eso era malo? Sin duda no lo hacía a propósito; de hecho ni siquiera sabía que lo hacía.
Jungkook suspiró.
—¿Cuántas veces te dejaron caer de pequeño? —Chasqueó la lengua, demasiado fastidiado con él—. ¿En qué estación bajas usualmente?
—Mmm... —Taehyung miró el mapa y señaló el punto rosado. Ese había sido su método de ubicación desde que inició a viajar en tren—. En esta.
Jungkook hizo una mueca. Estaba sin lugar a dudas muy lejos. No quiso preguntar cómo había terminado allí, solo le instó a seguirlo.
—Jungkook... —susurró el castaño—, acerca de lo que pasó con Yugyeom...
—Ni lo menciones.
—Pero... —Taehyung sentía que era un tema que debía quedar cerrado. Después de haber llorado tanto tiempo, en serio necesitaba hablar al respecto.
—Taehyung, de verdad —espetó Jungkook—. No es algo fácil para mí; he intentado superarlo, ¿bien? Dame tiempo. Y-Yo no te culpo del todo, es solo que... Solo que...
—Pero quiero que sepas que de verdad lo siento mucho. —Taehyung le tomó los hombros para que lo mirara—. No era mi amigo, ya lo sé, pero sé que fue mi culpa. Por mi propio egoísmo, p-por la necesidad de buscar una s-salida, le hice daño a alguien y a ti también. No me siento bien con eso; no me gusta esta sensación en absoluto.
Jungkook no le miró. No quería llorar, no frente a él.
—Debes tomar el TE-24 —señaló el menor en voz baja, cambiando el tema rápidamente. Pensó que no aceptaría las disculpas de Taehyung incluso si se arrodillaba, pero él también sonaba tan roto que era doloroso.
—Jungkook, por favor...
—Dame tiempo —repitió él suspirando con fuerza—. P-Porque no es algo que pueda superar de un día para otro. Y-Yo...
—No importa —se apresuró a decir Taehyung mientras negaba—. Esperaré el tiempo que sea; una semana o tres años. Yo me sentiría muy triste si de verdad decides odiarme y culparme por la muerte de Yugyeom.
Le abrazó torpemente, aprovechando los pocos centímetros que le sacaba para obligarlo a recostar la cabeza en su hombro. Jungkook lloró otra vez, un largo tiempo, aferrándose con timidez a la camisa del mayor, reacio a devolver el abrazo.
Taehyung sentía que por una vez en su vida debía ser fuerte y servirle a alguien como apoyo.
—Mientras tanto... —murmuró—, ¿crees que podamos ser amigos?
Jungkook se separó y colocó el antebrazo sobre sus ojos para secarse las lágrimas. Le dolía, le dolía mucho aún.
Taehyung le miraba entre triste y esperanzado; era una mirada cargada desesperación, ansiedad y soledad. Jungkook no sabía el peso detrás de esas palabras y tampoco se lo imaginaba. No podía ver que Taehyung estaba buscando en él alguien en quien apoyarse, utilizando como excusa la muerte de Yugyeom para acercarse a él, y no porque lo quisiera realmente; más bien, lo necesitaba.
—Prometo intentar llevarme bien contigo —murmuró Jungkook.
—¿Pinky promise?
—No, solo lo prometo y ya. —Desvió la mirada con vergüenza—. Tu tren ha pasado dos veces, h-hyung.
—¿Cómo?
—Hyung...
—Ah, se escucha tan extraño. A ver, dilo una vez más. —Taehyung trató de agarrar su mejilla, pero él mucho más rápido y me apartó de un manotazo.
—No me hagas enfadar. Mira, allí viene tu tren otra vez...
Taehyung volteó a mirar hacia los rieles y supo que no mentía. El tren tenía las letras en neón iluminando el frente; el problema era que venía sospechosamente vacío y miró con preocupación a Jungkook, que solo se dio por enterado cuando el castaño tomó su brazo.
—¿Qué pasa? —preguntó. El tren se detuvo frente a ellos.
—Me da miedo ir solo. —Taehyung hizo un puchero. La última vez que se había perdido, que de hecho había sido persiguiéndole, lo habían robado.
—¿Qué? Pero si es el mismo tren de siempre.
—¡Pero está vacío!
—¡Mucho mejor así! —Jungkook clavó los pies en el suelo al verse arrastrado por el mayor. ¡No estaba preparado para comenzar a llevarse bien con él aún!
—¡Por favor!
No supo cómo, pero ya estaba dentro del tren cuando las puertas se cerraron. Taehyung tomó asiento en una esquina sin soltarle el brazo; aunque ya estaba acostumbrándose a viajar de ese modo, que fuera tan tarde y la soledad dentro de aquel vagón le ponía algo inquieto.
—Y... ¿Jungkook? —Él le miró de reojo, no contento con estar allí dentro. Se perdería su juego de baloncesto y las ganas que tenía de patear el trasero de Min Yoongi por muchas razones—. ¿Me acompañarías a casa, por favor?
—Ni hablar —se apresuró a decir moviendo la cabeza de manera frenética—. Creo que recuerdo muy bien cómo nos conocimos y a tu padre diciéndome que no volviera a acercarme...
—¡A la casa, no al cuarto!
—¡O-Oye! —Jungkook bufó con vergüenza—. No es no, ¿bien? No iré. Te dejaré en la estación. Tú... debes vivir en una zona muy adinerada y eso me incomoda.
—Es que es tan tarde —Taehyung gimoteó con otro puchero. Jungkook estuvo tentado a partirle la cara para que dejara de hacer eso—. Tengo miedo...
—Ya estás grandecito. Caminar unas cuantas calles no te hará mal.
—Es que no son unas cuantas calles. Yo literalmente vivo en la mierda —señaló Taehyung con fastidio—. Las mansiones no se construyen en un metro cuadrado, ¿sabes? Y mucho menos si tienen piscina.
—Oh, eres un engreído. —Jungkook rodó los ojos. Sí, tendría muchos problemas con Taehyung si ese chico hacía comentarios de dicha índole muy seguido.
—¿Me acompañarás, entonces?
Y de verdad no supo cómo, pero se encontró accediendo a su petición casi sin darse cuenta. Ahora caminaban fuera de la estación codo a codo, en silencio, cada uno inmerso en su propio mundo. Jungkook estaba nervioso, incluso si no quería admitirlo, porque pese a que su ávida lengua promulgaba odio contra Kim Yeong, no podía evitar tenerle algo de miedo.
O más bien, temer por Taehyung. A él no le importaría tener pelea física con un multimillonario.
Ah, ya podía verlo en las noticias.
EXITOSO EMPRESARIO RECIBE UNA PALIZA POR IMBÉCIL
No, no.
JEON JUNGKOOK, EL NUEVO JOHN CENA
Oh, ese era bueno.
¡Cuál Mayweather, cuál McGregor!
JEON JUNGKOOK VS KIM YEOOOOONG
—¿En qué estás pensando para tener esa enorme sonrisa?
—N-Nada —se apresuró a responder Jungkook, sonrojándose inmediatamente; rio por su propia estupidez y Taehyung le miró sorprendido.
—Creo que es la primera vez que te escucho reír... —Sonrió. No pudo evitarlo, sencillamente Jungkook en serio era muy tierno... Cuando no estaba gruñendo y frunciendo el ceño, claro, pero aquel sonido era refrescante y lo hizo sentir una inexplicable paz.
—Oh, uhm... —carraspeó—. No te acostumbres mucho.
El castaño asintió, metiendo las manos en bolsillos de su chaqueta. Al darle una mirada a Jungkook notó que este solo tenía una delgada camisa blanca.
—¿No sientes frío? —inquirió en voz baja.
—Un poco nada más.
—¿Y la chaqueta que te di?
—Te dije que no la quería.
—¿Quieres esta?
—¡No! —exclamó indignado. En serio, ¿tenía un letrero en la frente que decía "POBRE"?
—Entonces... ¿Quizá un abrazo?
—Eres un bicho raro. —Jungkook dio un paso a la izquierda y se alejó de Taehyung.
Lo siguió desde atrás entre las calles, que más iluminadas no podían estar. Sin ser parte de los apartados residenciales, las cámaras de seguridad estaban en cada poste de luz que pasaban. Realmente era una zona muy acomodada, eso podía verlo por las decoraciones y la infraestructura, y entre más caminaban, peor se sentía el pelinegro.
Taehyung se movía sin miramientos, recobrando un poco su seguridad. Los apartados se hacían cada vez más escasos y las casas comenzaban a alejarse unas de otras, dando lugar a grandes jardines y cercas que se alzaban a tres metros del suelo. Jungkook ya comenzaba a sentirse fatigado.
—Tú en serio vives en la mierda —gimoteó.
Giraron en un camino pavimentado de piedras con forma psicodélica. A lo lejos, las farolas y las luces de una casa iluminaban de un tenue amarillo la noche estrellada. Incluso a esa distancia, Jungkook podía ver que en serio era una enorme casa; de hecho, esa construcción debería ser ilegal por su tamaño.
Se sintió más nervioso con cada paso que daba y su estómago se arrastró varios metros cuando por fin la tuvo de frente. ¿Casa blanca? Joder, le quedaba en pañales. Aquello era un castillo, justo para un príncipe como Taehyung.
Oh, pero este no estaba feliz. Porque en vez de haberse quedado hipnotizado por la común casa (para él), su vista dio a parar en la única figura que perturbaba la estética de esta: su padre.
—¿Taehyung? —Y no supo si era peor el no verle molesto. Su calma era errónea y la sonrisa que le dio a Jungkook confirmó sus sospechas—. Es muy tarde, hijo. He estado esperándote dos horas.
El pelinegro no se dejó intimidar por la mirada de Kim Yeong. Ambos se miraban impasibles; incluso si no se conocían realmente, se odiaban.
—Fui a comer con un amigo, lo siento —expresó Taehyung en voz baja.
—¿Él? —Yeong señaló a Jungkook con desprecio—. Oh, no... ¿Será Park Jimin?
—N-No... —¡Diablos! ¡¿Había dicho amigo?!
—Mi niño... —Su padre suspiró con una leve sonrisa y le instó a subir las escaleras que los separaban con una seña. Taehyung era tan obvio a veces.
—Nos vemos otro día, Jungkook —se despidió Taehyung fugazmente, antes de correr por los escalones.
Pero el menor no estuvo de acuerdo con aquello; literalmente, su amigo-no-amigo estaba corriendo a una estúpida trampa que solo él, al parecer, podía ver.
—Hijo, eres un Kim y los Park nos han hecho mucho daño. No debes juntarte con ese chico —le recordó su padre colocando una mano en su mentón para que le mirara, una vez que lo tuvo al frente.
Jungkook se inquietó por aquel pacífico tono de voz. Taehyung en serio no podía tan estúpido, ¿verdad?
—Y mucho menos con gente sin apellido, Tae...
¡No, por favor! ¡No lo golpee, no lo...!
La cabeza de Taehyung giró hacia la izquierda después del golpe y todo quedó en silencio. Jungkook apretó los puños con rabia y dio dos zancadas para subir las escaleras, pero Yeong ya había empujado a su hijo al interior, sonriéndole con cinismo al pelinegro antes de cerrar la puerta.
—Ah, ¿cuándo aprenderá este chico a no manchar mi apellido?
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