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10



Taehyung tenía una extraña posición para llorar. Se ponía de cuclillas en una esquina y abrazaba sus rodillas para enterrar la cabeza en ellas, dándole la espalda a todo el mundo.

Llevaba más o menos media hora así y la encargada de turno en la guardería ya no sabía si era un adolescente o un niño al que debían cuidar; le pidió explicaciones a sus compañeros, pero ninguno dijo nada.

Hoseok y Jimin solo podían observarlo desde lejos con algo de preocupación en sus rostros. Era extraño que ni siquiera emitiera un solo sonido; solo estaba allí, luciendo como un perro apaleado al que le han pedido que no se mueva de ese rincón.

—Entonces, este chico, el que arrolló, ¿era amigo de Jungkook? —preguntó Jimin en voz baja. Por obvias razones, no le había dolido su muerte, pero sentía lástima por ambos chicos.

—Sí, ellos prácticamente se criaron juntos... —Hoseok frunció el ceño—. Pero no entiendo por qué Taehyung está llorando. Es decir, no fue culpa de nadie que muriera...

—Me dices que estaba pagando sus cuidados, ¿no? Taehyung es un mocoso sensible —Jimin parpadeó. Tenían a un montón de niños encima pintando y pegando papelitos de colores en todo su rostro—. Debe sentirse mal por, en primera instancia, atropellarlo. Además, estaba en la mejor clínica, con los mejores doctores...

—Lo cierto es que ni siquiera todo el dinero podría haberle salvado si era su momento —susurró Hoseok con pesar. Tenía tantas ganas de dejar su trabajo e ir corriendo a casa de Jungkook para abrazarle... El pequeño debía estar ahogándose en su miseria en estos momentos. Incluso si ahora había hecho un nuevo amigo, no parecía estar dispuesto a perdonar a nadie: ni a Taehyung ni a los médicos. Estaba siendo consumido por el rencor más que por la tristeza.

—TaeTa... Taehyung no es un mal chico —dijo Jimin con una mueca. Aceptar que un Kim le agradaba estaba siendo más difícil de lo que creyó—. No creo que él... Es decir, debe haber una razón detrás de ese accidente. Jungkook debería preguntarle antes de decidir que la próxima vez que lo vea va a matarlo.

—Kook es demasiado orgulloso y está herido. Ni siquiera asistió a su funeral; sencillamente, no lo acepta. Y lo peor de todo... —Hoseok suspiró—. No, no sé qué es lo peor de todo esto.

—Deberíamos hacer que hablen —sugirió Jimin con determinación. Asustó un poco a los niños cuando golpeó su puño contra la mesa; tuvo que pedir perdón por su brusquedad—. No sé para qué, pero deberíamos.

—¿Hablar? —Hoseok rio un poco y los niños gimotearon para que se quedara quieto; esos mocosos, ordenando como si de reyes se trataran—. Desde un principio ellos no se llevaban bien... ¿Cómo pueden arreglar las cosas?

Jimin hizo un puchero mientras pensaba. De hecho, Jungkook ni siquiera le agradaba y no quería que el etéreo espíritu de Kim Taehyung se juntara con un chico tan agresivo. No le gustaba nada, nadita, nada, pero ver la expresión del castaño cuando Hoseok le dijo que aquella rata mamut no lo quería ver ni en pintura le había dolido un poco.

—Qué difícil es crear amistades a la fuerza —siseó con desesperación—. Parece ser que, después de todo, los príncipes no deben juntarse con plebeyos.

—Disculpa, ¿quiénes son los plebeyos aquí?

Jimin sonrió.

—Obviamente ustedes, andrajosos.





—¿Ya te sientes mejor?

Jungkook suspiró un poco y negó. Tal vez era debido al frío y las lágrimas, pero sus ojos y nariz estaban rojos e hinchados. Miró a Seokjin mordiéndose el labio y este le devolvió la mirada. Ese chico en serio era atractivo.

—Se siente tan... Irreal —expresó en voz baja—. Yugyeom y yo éramos como hermanos y de repente, fuf, se fue. Un día estaba conmigo y al otro ya no.

Seokjin le entendía. Él lo había tenido todo; amigos, una familia, dinero y un montón de cosas más. Y de repente todo le había sido arrebatado, solo por su mero egoísmo. Por eso no quería ver al menor en esa burbuja de veneno. Era malo para él y para todos quienes le rodeaban.

—Velo de esta forma —murmuró pensativo—. Cuando la vida te quita algo, quizá sea porque quiere darte algo mejor.

—¿Algo mejor? —Jungkook bufó negando—. Lo único que la vida me ha traído es a... —Al imbécil de Kim Taehyung—, un problemático chico rico, ya te lo he dicho, hyung.

Seokjin lo miró con pesar. En la semana que llevaba hablando con Jungkook no había hecho más que servirle como hombro para las lágrimas. Y cada vez que eso pasaba, hablaba con tanto rencor de "ese chico" que aquello no podía ser sano.

—¿Cómo se llama él? —preguntó arreglando su cabello.

—Me da asco pronunciar su nombre. Me quema, me lastima, me exorciza decirlo. —El menor se estremeció visiblemente y Seokjin lo abrazó por unos segundos, sintiendo que era lo único que podía hacer por él—. ¿Sabes, hyung? Hoseok ha dicho que debería hablar con él, pero... ¿Realmente hay algo que decir? Él se va a disculpar, es obvio, ¿y eso qué? ¿Va a traer a Yugyeom a la vida?

—No —corroboró Seokjin negando—, pero puede devolverle un poco de paz a aquel chico. Imagina cómo debe estar sintiéndose. Además, no lo trates como si fuera culpa suya.

—¡Lo es! —exclamó Jungkook—. En un principio, si no lo hubiera arrollado...

—Si no hubieran estado jugando fútbol junto a la carretera...

—No es...

—Si no hubieras lanzado el balón tan fuerte...

—Pero...

—Si Yugyeom hubiera mirado a ambos lados de la calle... —Seokjin frunció los labios—. Tantos "hubiera" que pueden cambiar o no el destino de todos; cualquiera podría tener la culpa, Jungkook, no acribilles al chico —le regañó—. A veces pienso que solo le odias porque tiene dinero. ¡Eso es envidia!

—¡N-No es así! —Jungkook separó el abrazo con indignación y se cruzó de brazos haciendo un mohín—. Incluso si yo quisiera, si yo quisiera, ser su amigo... Su padre no nos dejaría. Él es bastante... Malvado. Y lo trata tan mal...

Seokjin miró la carita de tristeza de Jungkook y le entraron ganas de abrazarle otra vez, pero su postura defensiva no le dejó. Se veía tan confundido y desorientado, sin saber para dónde ir o qué camino tomar... Le recordaba mucho a su hermano.

—Si es verdad lo que dices, si no tiene buenas relaciones familiares —empezó—, ¿no deberías insistir en ser su amigo entonces? Quizá el chico está pasando un mal momento y que le grites siempre que le veas no está siendo de gran ayuda.

—Ugh, pero es que ese engreído ricachón me saca de mis casillas y me provoca solo... —Seokjin rio ante la cara distorsionada de Jungkook y sus manos en un ademán de estrangulamiento—. Hyung, deberías conocerle. Es tan voluntarioso y terco que tomarías su oreja y se la quitarías; nada de jalones. Se la arrancarías de la desesperación. Siempre jugando a ser el héroe, el niño bueno, impoluto y correcto... Lo odio, me estresa, me enerva.

—Quizá en serio es un héroe y no es un mal chico, Jungkook.

La menuda figura de una mujer se aproximó por el camino a la entrada, pausando la conversación. El menor no tardó en notar que se trataba de su madre y la saludó desde lejos, sacándole una sonrisa. Seokjin hizo una reverencia y se presentó muy cortésmente cuando la tuvo al frente.

—Oh, cielo, pero yo siento que te he visto a ti en algún lado —murmuró ella con una ceja arriba—. ¿Es la primera vez que nos vemos?

Jungkook frunció el ceño al sentir un fuerte aroma varonil llenando el lugar. Esnifó con disimulo mientras ellos dos llevaban a cabo su conversación, notando que Seokjin olía a coco y flores. Le asustó un poco saber que tan fuerte olor venía de su madre.

—¿Llegas del trabajo, mamá? —preguntó con recelo. ¿Por qué olía a hombre? No le gustaba.

Ella asintió con cansancio antes de besarle la mejilla y decir que dormiría un poco.

—¿Pasa algo? —inquirió Seokjin al ver su perturbada expresión.

—N-Nada, creo...





—¿Quieres ir a tomar algo? —preguntó Jimin—. Un café, una malteada... Yo invito.

—¿Quieres ir a tomar algo conmigo?

Taehyung le miró con una ceja arriba y Jimin gimoteó con incomodidad. Obviamente no quería, pero sentía que debía hacerlo después de ver a Magdalena reencarnada.

—Puedes declinar la oferta si quieres. Es por tiempo limitado —farfulló cruzándose de brazos. Taehyung enredó su mano en la curva de su codo y le miró con una tímida sonrisa.

—En realidad, me haría muy bien, Jiminie.

—Se te está haciendo costumbre llamarme así. —Pero no le molestaba. De hecho, creía que era tierno y hasta podía decir que le gustaba ese apodo, solo que nunca lo admitiría en voz alta—. Debería haber una cafetería por aquí cerca...

Taehyung le había perdido un poco de miedo a la zona; es decir, ya no tenía su celular o su reloj, así que nada podían robarle.

Ya era de noche, posiblemente las siete u las ocho, pero él no se sentía con ganas de volver a casa aún, incluso si su demora le costaba un regaño o un castigo. Solo quería olvidar por unos momentos todas las emociones negativas que le invadían y qué mejor que con un poco de dulce.

—Pide lo que quieras —dijo Jimin cuando tomaron asiento en una de las mesas. Quizá Taehyung se lo tomó muy en serio y pidió la mitad de los postres que la cafetería servía.

Jimin le observó comer, en silencio y sin dejar de mirarlo, de vez en cuando robándole dulces y riendo al recibir un gruñido de su parte.

Taehyung era tan transparente, tan fácil de leer... Y aun así, si mirabas a sus ojos, podías encontrarte con dos puertas blindadas que no te mostrarían nada más que un triste vacío. Allí podrías ver lo que él quisiera mostrarte y hasta el momento Jimin solo podía ver un príncipe que seguía el estereotipo demasiado al pie de la letra.

Incluso si comía como un animalito del bosque. Pero bueno, eso era un lindo bonus.

Eran las nueve cuando salieron del lugar. Taehyung no pudo con la culpa y terminó pagando la comida entre ruegos y súplicas, alegando que prácticamente él había acabado con todo. Luego, abordaron el tren que les llevaría a casa.

—¿No te dolerá el estómago? —preguntó Jimin, refiriéndose a la cantidad de azúcar ingerida por el menor.

—¿Bromeas? ¡Soy a prueba de dulces! —exclamó sonriente. Jimin bufó mientras negaba, pensando que después le vería retorciéndose de dolor.

—Te saldrán caries —se mofó.

—Mi odontólogo dice que mis dientes son fuertes. —Mostró su sonrisa, luciendo como todo un niño pequeño.

—Oh, ¿y tu odontólogo te da una paleta después de revisarte?

—¡No! —respondió abultando el labio—. Me da gomitas. No me gustan las paletas.

—Ay, por Dios. —Jimin rio un poco y se llevó la mano a la frente, dejando la conversación ahí—. Oh, aquí me bajo —avisó unos segundos después—. Por favor recuerda que debes bajarte dos estaciones más. Eres muy llamativo y te robarán la dignidad, ¿lo entiendes?

—¿Llamativo?

—Exótico.

—¿Qué?

—¡Raro, eres raro! ¡Adiós!

Jimin salió antes de que las puertas se cerraran.

Con tan mala suerte que Taehyung se quedó dormido. Después de haber llorado y comido en grandes cantidades, era de esperarse que eso ocurriera. Cuando abrió los ojos ni siquiera reconoció los anuncios que había en las paredes de la estación.

Bajó tren algo asustado y notó que se había pasado cuatro estaciones. Lo peor era que aquella se veía menos cuidada y muchísimo más fea que la suya. Incluso las personas, sin ganas de juzgar a nadie, lucían más desaliñadas y tenían un aspecto algo intimidante.

Taehyung quiso llorar.

No tenía dinero, no tenía celular y no sabía dónde estaba.

Estaba, otra vez y como en aquel callejón donde le robaron, perdido.

Y ya había dejado de pensar en un príncipe azul que le rescatara.




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Desaparecí otra vez... Solo un poco. De hecho, no quería actualizar aún, pero aquí está.

¡NO OLVIDEN VOTAR EN LOS MAMA! Quiero ver esas lágrimas de nuevo en el rostro de mis bebés, obviamente de felicidad :) <4




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