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09








—Taehyung, deberíamos separarnos para encontrarlo. —Hoseok frenó en seco y señaló la calle a su derecha—. Yo iré por este lado y tú por allá.

—Bien. ¡Nos encontraremos en la guardería!

Taehyung, en su papel de héroe, olvidó por completo un pequeño detalle: él no conocía la zona.

—¡Jungkook! —le llamó el castaño. Después de haberse movido por callejones y calles desiertas, ya ni siquiera sabía dónde estaba—. Jungkook, por favor...

Taehyung miró a todos lados. Sí, quizá se había perdido un poco... Lo suficiente como para que le entrara miedo y unas horribles ganas de llorar. Caminó algunos pasos más mordiendo su labio, creyendo estar dando vueltas y vueltas sin sentido.

—Jungkook, ¡Jimin no lo decía en serio! —exclamó Taehyung con desesperación—. ¡Él disfruta mucho de decir cosas hirientes! ¡Es todo!

Vaya consuelo.

—Volvamos, por favor —rogó a la nada—. ¡Tengo mucho miedo y he pisado excremento de perro!

¿Cuál era esa historia donde el príncipe azul siempre viene al rescate?

No esta, sin duda.







—Gracias por acompañarme —murmuró Taehyung.

Namjoon respiró con fuerza mientras asentía y buscaba mirar hacia algún lado que no fuera el suelo. No le gustaba pisar los cementerios, mucho menos para visitar la tumba de su primo fallecido, pero el menor le había insistido tanto que no pudo negarse.

Quizá se debía también al hecho de que su carita estaba toda golpeada y maltratada; tampoco había preguntado al respecto. Temía que se debiera a su padre y que él no pudiera hacer nada para cambiarlo.

—No creo que a Seokjin le guste verte con la cara así —se mofó en voz baja, porque de hecho parecía un panda. Taehyung rodó los ojos mientras dejaba las flores en la lápida que elegantemente escribía "Kim Seokjin".

—Me robaron en un callejón hace unos días —explicó el menor cabeceando de un lado a otro—. Me quitaron el reloj que me regaló mi mamá y unos cuantos wons...

—Oh, ¿ese reloj suizo que nunca dejabas? —Namjoon le frunció el ceño a la muñeca de Taehyung, que de hecho lucía extraña sin el caro accesorio decorándola—. Pero tu mamá murió cuando tenías trece años...

—No me quedó bueno hasta los quince, de igual forma.

Namjoon asintió pensativo; bueno, eso tenía sentido.

—¿Qué hacías en un callejón? —volvió a preguntar. Pensaba en Kim Yeong y su sobreprotección y dudaba realmente de la validez de aquella afirmación.

—Ah, es una larga historia...

—¿No vino ningún príncipe azul a rescatarte? —bromeó Namjoon.

—Pf... —Taehyung rio un poco. Estaría contando otra historia de haber sido así; se habría casado con él y ahora tendría principitos—. Park Jimin me encontró ovillado, llorando y pensando que iba a morir dos horas después. Y no actuó como un príncipe azul. Más bien, actuó como la bruja malvada y me dijo que me lo tenía bien merecido por despreciar mi linaje real y perseguir a un chico como todo un estúpido...

—Oh, ese Park Jimin es encantador.

—No tienes que ser tan obvio.

Se sumieron en un extraño silencio. Junto a Seokjin, la tumba de su madre y una foto también les devolvían una lúgubre mirada. Namjoon pensó que lo mejor sería dejar al menor solo, pues aunque tenía una expresión tranquila parecía querer llorar, como siempre que venía.

—¿Por qué nunca vienes con tu padre? —preguntó Namjoon de nuevo. Era molesto para él ser el que tuviera que reavivar el fuego de la conversación, pero lo hacía por el bien de su primito.

—Con él es muy incómodo —Taehyung hizo una mueca—. Solo se dedica a hablar de sus nuevos logros y de los proyectos que pudo haber tenido para Seokjin; duele, porque él habla como si mi hermano tuviera la culpa de aquel accidente. Aún no acepta el hecho de que está muerto...

—¿Quieres que te deje solo?

—Por favor.

Taehyung suspiró antes de arrodillarse frente a ambas lápidas. Cuando ya no escuchó los pasos de Namjoon, se dejó llevar por las emociones y empezó a llorar en voz baja, sollozando como todo un niño pequeño.

Él quería tanto a su hermano. ¿Por qué le había dejado? ¿Por qué Seokjin dijo que estaría siempre con él si no lo podía cumplir?

Taehyung esnifó varias veces, diciéndose que no podía culparlo de nada. Las cosas habían sido así y ya.

—Hyung, mamá —suspiró—. ¿Saben? Este último mes me han pasado tantas cosas... ¡Atropellé a un chico! —enumeró con una risa rota—. Él ahora está bien, creo, pero no dejo de sentirme culpable... Y-Yo quería morirme y casi maté a alguien. Qué ironía, ¿no? Aparte —bufó—, me subí por primera vez al tren y me robaron el celular... Soy patético, ya lo sé, pueden reírse donde sea que estén. Papá no me ha comprado otro porque... Bueno, para rematar, me robaron el reloj que me diste, mami. Ahora que lo pienso el karma que trajo el hecho de arrollar a Yugyeom fue grande... Porque también me trajo a este chico, Jungkook, que no hace más que odiarme y hacerme enfadar... O llorar. Oh, ese chico... ¡Me robaron por su culpa y miren! —Señaló el llamativo hematoma en su ojo—, me defendí como pude pero... En la escala del uno al diez, me partieron la madre. ¡Oh! —Se cubrió la boca—. Lo siento tanto, no es mi intención decir groserías frente a ustedes... Es solo que, ugh, este otro chico, Jimin... Es bastante mal hablado y grosero; he pasado mucho tiempo con él y comienzo a adquirir sus mañas. No parece venir de una familia rica, para serles honestos... —Taehyung hizo una mueca—. No le agrada Jungkook, aunque solo lo ha visto una vez. Dice que parece una rata bipode deforme transmutada, pero... No es así. Es decir, ¡Jungkook es muy lindo! —Se tocó las mejillas para tapar su sonrojo, aunque no sabía bien por qué—. Lastimosamente lo he visto orinando y es una imagen mental que planeo olvidar a como dé lugar. Si le conocieras, Seokjin, te entrarían ganas de apretarle las mejillas y darle un jalón de orejas porque es muy testarudo y orgulloso... Casi tanto como yo, de hecho... Aunque tiene una sonrisa lo más de tierna. Parece un lindo conejo. Aunque... —repitió—, no sonríe mucho. Y como les digo, me odia. Aish...

Para este punto Taehyung ya había dejado de llorar. Solo se escuchaba el canto de los pájaros y el de las cigarras, que casi sobrepasaba el volumen de su voz. Suspiró con melancolía y sin querer alargó una mano para acariciar el rostro en la foto de su hermano. Casi podía sentirle, imaginaba que él estaba allí, mirándole con cariño y con una de sus bonitas sonrisas.

—Y sobre papá... —Miró al retrato de su madre—, bueno, qué les puedo decir... Ya saben, se molesta si hablo sobre ti, hyung. Me encierra en ese sucio sótano que ha utilizado para castigarme desde que ustedes dos murieron. Trato de ser fuerte y pensar que solo serán unas horas... Pero no lo soporto —sollozó—. Allí me siento tan solo...

Taehyung quedó en silencio, notando de repente que no importaba si estaba encerrado o libre, pues de igual manera estaba solo. Sin su hermano y sin las cálidas manos de su madre, al menos, se sentía así. Su mentora Sook no representaba una figura materna para él; más bien, era todo lo contrario a eso. Era una bruja malvada.

—Y como les decía... No sé en qué anda mi padre —murmuró—. Cada vez llega más tarde a casa o quizá no llega. Siempre está sonriendo y aunque me gustaría pensar que es una buena noticia, siento que no es así. La señora Sook cada día es más estricta conmigo. Parece que solo le causo decepción tras decepción... Aunque no lo crean, sigue igual de delgada y aunque esté vieja se ve muy joven; me da miedo. Ah... Como sea. ¡Basta de hablar de mí! Este mundo es muy aburrido. ¿Qué hay de ustedes? ¿Están bien allá arriba?

Pero como siempre, no hubo respuesta.







Jungkook negó repetidas veces.

No.

Aquello no podía ser cierto.

No podía aceptar lo que acababa de escuchar, no le entraba en la cabeza, no era mínimamente posible en su pequeño universo, pero la madre de su amigo y sus lágrimas desconsoladas le decían que aquello era lo más real del mundo.

—No —susurró—. No es verdad...

—Jungkook... —Hoseok le rodeó en sus brazos y lo abrazó con fuerza—. Lo siento mucho, Kook...

—¡No! ¡Yugyeom no puede estar muerto! —gritó con voz ronca—. ¡Joder, le iban a dar de alta en nada!

—Casos se ven —murmuró el médico con pena—. Aunque todo parezca normal, la fractura no se recupera de manera correcta y puede formarse un coágulo de sangre... Tapó su arteria coronaria y...

—¡No lo diga! —Jungkook rompió a llorar. ¿Cómo podía ser cierto que su mejor amigo, de solo dieciséis años, estuviera muerto? La madre de Yugyeom lo miraba destrozada y sin dejar de llorar. Hoseok lo miró con preocupación, compartiendo una mirada con el médico. Yugyeom lo era todo para él y ahora no tenía nada.

—Kook, como ha dicho el médico...

—No, Hoseok, no —lloriqueó el menor—. Esto no puede estar pasando... Q-Quiero verlo.

—En ese estado, me temo que no puedo dejarlo, joven...

—¡Quiero verlo! —exigió Jungkook enfurecido—. ¡Maldición, es mi mejor amigo! ¡Mi hermano pequeño! ¡Ustedes deben estar jodiéndome!

—Jungkook, ¿cómo crees que jugaría con algo así? —sollozó la madre de Yugyeom, viéndole con pesar. Jungkook aspiró varias veces antes de volver a negar.

—N-No puede ser... Y-Yo... ¡Esto es tu culpa, Kim Taehyung!

Hoseok trató de detenerle, pero Jungkook fue más rápido y corrió fuera del lugar, empujando a enfermeros, empleados y todo aquel que se cruzó en su camino. Se secó las lágrimas con frustración. Odiaba con su vida llorar, pero ese mes lo había hecho muchas veces.

Se sintió patético mientras corría y corría entre las calles, importándole poco si los carros tenían que frenar abruptamente para darle paso a él. En esos momentos, ni siquiera le importaba si era atropellado, porque solo podía pensar en la dulce carita de Yugyeom y en las irrisorias ganas que tenía de matar a Taehyung.

Lo maldijo, una y otra vez mientras se dejaba caer pesadamente en una banca de algún parque. Gritó entre sus manos con rabia y dolor, sintiendo que en cada sonido se iba un poco de su vida.

Yugyeom estaba muerto.

Oh, mierda, eso era todavía más absurdo.

—¿Te molesta si me siento aquí? —inquirió alguien llegando a su lado. Jungkook no le miró.

—¿A ti qué te parece, imbécil?

—Oh, eres un chico agresivo. ¿No nos hemos visto antes en algún lado?

La banca se movió un poco cuando el sujeto en cuestión se sentó, obviando el tono tosco que utilizó él. Jungkook tardó mucho tiempo en tranquilizarse, pero nunca dejó de sentir su presencia.

Le miró de reojo.

—Tal vez... —Frunció el ceño, de repente notando que la cara de aquel chico era muy familiar para él—. Oh, pero si tú eres el chico que me prestó dinero ese día en la tienda... Lo lamento, no tengo dinero ahora mismo.

—Oh, no te preocupes. No me venido a cobrarte. —Él rio sin disimulo unos segundos, pero luego notó el oscuro semblante de Jungkook—. ¿Estás bien, amigo? ¿Qué ha ocurrido?

—Nada —murmuró él en respuesta—. ¡Nada! ¡Solo me acaban de decir que mi mejor amigo está muerto! ¡Todo normal, ya sabes, cosas que pasan de un día para otro! —Jungkook volvió a sollozar con fuerza y las lágrimas no tardaron en bajar. Qué bien, ahora estaba desahogándose con un desconocido en un parque cualquiera.

—Oh, chico, lo siento mucho. ¿Necesitas un abrazo?

—¡Quita tus sucias manos de mí! —espetó él, alejándose del agarre de aquel chico.

—Ah, este niño. ¡Te daré un brazo, gustes o no!

Jungkook chilló y pataleó para evitar se abrazado, pero al final se rindió y dejó que el agradable olor del chico le envolviera. Lloró su pecho como todo un niño pequeño, sintiendo que en el supermercado no fue la única vez que se vieron. Trató de hacer memoria, entre mocos y lágrimas, pero nada vino a su mente.

—¿Cómo te llamas? —preguntó entonces, con la voz ahogada y distorsionada porque no podía dejar de llorar.

El chico se separó un poco para mirarlo. Era algunos centímetros más alto que él y sus ojos eran grandes, redondos y cálidos. Sus labios también estaban para echarse a llorar de envidia.

—Seokjin —respondió.







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Chanchanchanchan (?

No creo que deba decir algo xdxd Nos vemos el martes, quizá.

Las amo ahr

Shaushau &heart&

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