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06





Al despertar, Yugyeom vio una oscura cabellera recostada en una orilla de la cama; una cama que no era la de él y eso lo hizo fruncir un poco el ceño. Le dolía todo: la cabeza, la cadera y su pierna derecha, alzada sin un poco de gracia, se sentía entumecida.

—¿Jungkook? —preguntó con voz ronca. El chico estaba foqueado en una incómoda posición, pero no despertaba de su sueño.

Lo peor era que no eran los únicos en la habitación.

—¿Cómo te sientes?

Había un chico castaño, impecablemente vestido con un uniforme de aspecto caro. Tenía las mejillas rojas y sus ojos brillaban un poco.

—B-Bien, creo... Yo... —Yugyeom boqueó varias veces, pero las palabras no salieron de su garganta.

Él estaba de pie en la puerta, con expresión incómoda y preocupada; era lo más cercano a un ángel que el menor había visto nunca. Sus facciones eran delicadas, finas y estaban decoradas con brillantes mechones castaños. Parecía un príncipe.

—¿Te duele algo? ¿Quieres que llame a una enfermera? —Taehyung no alzaba la voz. Tenía miedo de despertar a Jungkook y terminar enfrascados en una discusión otra vez, pero de verdad le preocupaba que Yugyeom se viera tan confundido y desubicado.

Se acercó un poco a la cama y, rodeando a Jungkook, colocó una mano en la frente del chico para asegurarse de que sus mejillas rojas no fueran producto de alguna fiebre. Taehyung no era consciente de lo que su sola presencia provocaba en los demás; no entendería nunca que la admiración que Seokjin causaba en la gente, cuando estaba vivo, también era un atributo suyo.

Porque Taehyung era perfecto. Tenía esa belleza angelical que hacía a la gente suspirar y preguntarse si al menos era real. Muchos le admiraban de lejos y otros cuantos sin duda le envidiaban.

—Estás ardiendo un poco nada más —murmuró.

—¿Qué me pasó? —preguntó Yugyeom después de alejarse del gentil tacto del mayor. Analizó con cuidado la habitación del hospital, obviando las dos presencias junto a él. Solo recordaba haber cruzado la carretera para buscar un balón y luego... nada. Taehyung jugó con sus manos nerviosamente mientras se relamía los labios.

—Eh, pues... Verás, te atropellé.

La risa rota de Yugyeom lo tomó por sorpresa. Él quizá esperaba una mirada escéptica, un golpe o un grito, algo que le dijera que era algo así como un estúpido y que merecía lo peor del mundo. Pero no fue así.

Sin lugar a dudas, este chico que parecía ser uña y mugre con Jungkook, no se parecía nada a él.

—N-No te rías, esto es en serio...

La risa de Yugyeom despertó a Jungkook, que saltó en su lugar con sorpresa al escuchar tan familiar sonido para él. Miró con ojos grandes a su mejor amigo, contento por verle despierto, y se lanzó en un descuidado abrazo mientras exclamaba cosas sin sentido por la felicidad.

Taehyung miró la escena con incomodidad, agradeciendo que el pelinegro haya ignorado su presencia por completo pero sintiéndose excluido del conmovedor momento. Presenció las castas lágrimas de Jungkook unos segundos, retrocediendo hacia la puerta, pero no fue lo suficientemente rápido.

—¡Espera! —exclamó Yugyeom con voz ahogada; él quería seguir hablando con Taehyung. El tener a Jungkook encima no le dejó estirar la mano, pero eso no fue problema, pues el chico se giró para ver a quién le hablaba.

Oh, y lo que vio no le gustó.

La alegría de ver a su amigo despierto después de una semana de inconsciencia se evaporó rápidamente cuando vio al niño mimado de Taehyung luciendo como un muñeco con aquel elegante uniforme. Frunció el ceño entre confundido y molesto, pero más que todo molesto.

—¿Por qué has venido? —demandó saber.

—No he venido por ti —replicó él en voz baja—. Solo quería saber cómo estaba Yugyeom...

—¡No hables como si fueras su amigo! —Jungkook le dio la espalda al menor para dejarlo fuera de la vista del castaño. No le gustaba; Taehyung no terminaba de agradarle del todo, incluso si era no era un mal chico. Había algo que no le dejaba sonreírle con serenidad, pese al tranquilo —relativamente hablando— momento que ambos compartieron el día del partido.

—Jungkook, por favor —llamó Yugyeom.

Ellos dos estaban enfrascados en una sutil batalla de miradas e lo ignoraron por completo. El pelinegro estaba ojeroso, pálido y bastante desaliñado por haber pasado la noche en el hospital; Taehyung, por su parte, tenía los ojos rojos, igual que las mejillas, y lucía algo decaído. Aun así, tenía un porte firme y orgulloso.

Ah, pero no engañaría a nadie.

—¿Te has resfriado? —preguntó Jungkook suspicaz. Las defensas de Taehyung cayeron con ese corto comentario.

—N-No, yo... —Se sonrojó con fuerza cuando él se echó a reír. Sí, se había resfriado la noche del partido y como si eso no fuera suficiente castigo, su padre decidió cancelar sus tarjetas de crédito por haberle desobedecido.

Él no estaba muy acostumbrado a jugar al aire libre a las nueve de la noche. Su sistema inmunológico de niño rico le estaba pasando factura.

—Ah, definitivamente, eres un bebé mimado. —Jungkook dejó de reír paulatinamente y la sala se sumió en un silencio incómodo; Yugyeom solo podía observar la escena en silencio y sentirse algo excluido de la burbuja que había alrededor de ellos—. Pero, en serio, vete. Ahora mismo.

—¿Por qué? —replicó Taehyung con molestia. Ya estaba cansado de ser el que tenía que obedecer y doblegarse a la voluntad de los demás. ¿Por qué tenía que hacerle caso a un plebeyo?

—Porque tú no tienes nada que hacer acá. —Jungkook cruzó los brazos mirándole desafiante, tratando de que sus palabras sonaran firmes y no dieran lugar a réplicas.

—Quiero estar acá...

—Por favor, no peleen —murmuró Yugyeom, notando cómo ambos chicos se hablaban con la barbilla arriba. Un orgulloso Jungkook y un engreído Taehyung.

—No estamos peleando —respondieron ambos al unísono.

—¡Quiero quedarme! —chilló Taehyung cuando Jungkook comenzó a empujarle fuera de la habitación.

—¡No! —El menor ajustó la puerta detrás de sí.

—¡¿Por qué no?!

—Porque... Porque... —Jungkook cerró los ojos y se relamió los labios con nerviosismo. No podía mentirse a sí mismo—. ¡Porque no quiero que tu papá vuelva a golpearte! ¡Mierda! —Chasqueó la lengua, no encontrando razón alguna para el sonrojo en su rostro—. ¿Sabes lo frustrante que fue para mí no poder hacer nada para impedir que lo hiciera? I-Incluso si no te conocía, eso fue t-tan injusto para mí... Y nadie dijo nada... Yo, ugh... Te odio, Kim Taehyung... O-Odio a las personas ricas, porque siempre creen que tienen la razón y todo lo que hacen está bien... Pero no es así, no lo es.

Taehyung miró a Jungkook algo sorprendido, con unos nuevos ojos. Ojos que, de hecho, le permitían ver la nobleza y el puro corazón que aquel tosco chico escondía detrás de un ceño fruncido y algunas malas palabras. Él parecía querer llorar, mientras miraba hacia la pared del pasillo con los labios apretados.

—Oh —El castaño sonrió con timidez, sintiendo una inexplicable calidez en el pecho. Encontró demasiado tierna la expresión la Jungkook y no pudo evitar tomarle del mentón para que le mirara. Lo detalló unos segundos; era lindo, de una forma curiosa e inocente—. Está bien, Jungkook. Es... su manera de decirme que no lo haga preocupar.

—No está bien, qué demonios te pasa. —El menor se zafó con brusquedad de su agarre—. Yo no tengo papá, no sé cómo se siente, pero si él me tratara así... P-Preferiría no tenerlo.

Taehyung soltó una risa rota, asintiendo y retrocediendo un poco, sin saber que se había sentido dolido. Él fácilmente podría pensar lo mismo, pero ese hombre era la única familia que le quedaba en el mundo; su mamá y su hermano estaban muertos. Él tenía riqueza, autos, dinero, zapatos, trajes y todos los lujos del mundo, y a la vez no tenía nada.

—Está bien —accedió alzándose de hombros, medio en broma medio en serio—. No volveré a pisar la habitación de Yugyeom.

Pero lo dijo sin conocer el peso de sus palabras y la realidad que supondrían.







La señora Sook tomó duramente el rostro de Taehyung con una mano, clavando los dedos en sus mejillas mientras le obligaba a mirarle. El menor lloriqueó por su brusquedad, pero no fue escuchado.

—Escúchame bien, Kim Taehyung, no permitiré que te estés pasando las órdenes de tu padre por donde no llega la luz —espetó—. Él no quiere volver a encerrarte en ese sucio sótano, así que no le hagas enojar.

Taehyung trató de mantenerle la mirada; decirle que, aunque ella fuera una bruja mala y estuviera obsesionada con Yeong, él no le tenía miedo. El médico esperaba silenciosamente con incomodidad mientras veía la escena.

—Estás muy rebelde, ¿eh? —Su mentora sonrió enderezándose. No le gustaba que el pequeño le mirara así; ella debía educar al hijo de Kim Yeong y aquello no era un buen indicio—. ¿Dónde estabas hace unas horas?

—Señora Sook, no creo que sea la mejor manera de preguntarle al chico —murmuró el doctor de la familia, listo para hacer el chequeo mensual de los Kim.

—¡Responde! —Su mentora rio algo desquiciada—. Déjame adivinar. Estabas con ese chico, ¿no? El que está hospitalizado. ¿Quién es él? ¿De dónde le conoces?

—E-Eso no importa...

—Taehyung, tu padre ha dicho que no te acerques a esa gentuza. ¿Debo recordarte que eres un Kim? —musitó Sook—. Oh, cariño, más te vale que le hagas caso a tu padre. No querrás que retire su amparo y ese chico deba pagar la cuenta del hospital, ¿verdad?

—¿Qué? ¡No! —se apresuró a decir Taehyung, negando frenéticamente. El desconocía la situación económica real de Jungkook y su amigo, pero sentía que era lo mínimo que podía hacer para ayudarles después de atropellar a Yugyeom—. No lo volveré a ver, lo prometo.

—Así me gusta. Doctor —llamó—. Ya puede iniciar. Llámeme si necesita algo.

Taehyung la vio alejarse con una expresión de tristeza marcando sus dulces fracciones. Justo cuando empezaba a llevarse bien con Jungkook, le decían que no volviera a verlo. Bueno, ya se lo habían advertido una vez, pero ahora que sabía que era un buen chico no quería obedecer.

Ah, pero Taehyung nunca quería obedecer. Sin embargo, allí estaba esa sutil amenaza. Él no quería meterlos en problemas.

El médico se acercó con una sonrisa cortés a Taehyung y le pidió que se desvistiera. De todas las veces que había tenido que hacerlo en el pasado, ya era inmune a la vergüenza que suponía quitarse la ropa frente aquel hombre.

Como siempre, este no dijo nada acerca de los moretones y arañazos que había en su cuerpo. Esta vez, al menos, Taehyung pudo reírse de ellos, porque esas marcas en su piel habían sido producto de aquel agresivo juego de baloncesto y aunque dolían, no los sentía como una molestia.

Saldría con Namjoon de nuevo, una y otra vez, incluso si tenía que arrastrarse para hacerlo. Nuevamente no le importaban las palabras de su mentora o las de su padre.

Porque por una vez en tantos años, Taehyung sintió que la sangre fluía dentro de él. Aquel juego, Yoongi, Hoseok, Namjoon y, por qué no, Jungkook, le recordaron que no era un robot y que su corazón podía latir de emoción y no solo por el miedo. Recordó que estaba vivo.






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Esperen, esperen... Bueno, ya que Jungkook ha aceptado en términos medios a Taehyung, se viene el drama, ahr.


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