Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

¿Alguna vez has Tratado de Atrapar a un Ruiseñor? III

Aimi casi ni podía caminar bien con tantos documentos encima, nunca creyó que el papel pudiera pesar tanto y ser tan incómodo de cargar. Shea no pudo ayudarla pues en cuanto le dio los documentos, Adler enseguida la llamó.

―Este hombre no puede hacer nada sin mi ―dijo la asistenta en aquel momento, para luego pedir disculpas a Aimi apenada por su insolencia.

La Cherryvale se encontraba ansiosa por encontrarse con Jack para investigar todos esos registros. Aunque la forma en la que se conocieron fue tan violenta (de hecho, tal vez por eso), él la hacía sentir como si su vida se hubiera transformado en una de esas aventuras de las que Hamming le hablaba o de las que había leído en los libros de la biblioteca. Inmersa en sus pensamientos, tropezó. La montaña de pergaminos se hubiera desperdigado en el suelo de no ser por los firmes brazos de Allaster Falcroft, el joven caballero que regresaba de una tarde de lectura.

―Lady Aimi...

―¡Sir Allaster! ―Se sonrojó. Luego de su numerito la última vez que lo vio, ahora le daba vergüenza mirarlo a la cara―. ¡Qué sorpresa encontrármelo por aquí!

―En realidad esperaba... Invitarla a...

No hay silencio más incómodo que el que se da entre dos personas que no se odian, pero que no desean hablarse.

―¿A...? ―preguntó Aimi contrariada.

―¿Practicar con el arco? ―La verdad, fue una buena idea de su parte. Aimi preferiría eso mil veces antes que "una charla a la luz del ocaso", pero...

―¡Oh! ¿Sabe usarlo?

―Si, en la Torre de Ébano me enseñaron. ¿Acepta mi proposición?

―Se lo agradezco, sir Allaster, pero tengo algunas cosas que hacer con estos documentos...

―Entiendo... ―En realidad estaba aliviado―. ¿Qué son?

―Los registros de peaje de los feudos más importantes de Storhai. Jack... El señor Jackqen Dell y yo estamos investigando para descubrir quién es el Ruiseñor. Con estos papeles descartaremos a varios sospechosos.

―¿El Ruiseñor? ―Se mantuvo pensativo por unos segundos―. ¿Necesitan ayuda?

―Bueno... ―Aimi cortó su voz de repente. Allaster Falcroft coincidía con varias de las características que ella y Jack plantearon que debía tener el falso Ruiseñor. Además, era demasiada casualidad que todos los últimos acontecimientos sucedieran justo cuando él estaba de visita en Sprigshore―. No se preocupe, sir Allaster. Estamos bien por nuestra cuenta.

Aimi se alejó lo más aprisa que pudo. El Halcón de Ébano ahora le causaba una desconfianza inquietante. Por el camino siguió pensando en su teoría. Ciertamente, en el mes loxar comenzaron los robos y también fue el regreso de Allaster a la isla, Aimi lo recuerda perfectamente porque Adler le dio una buena reprimenda al no ir a recibirlo. Ciertamente, un guerrero de ébano tendría el entrenamiento suficiente para realizar los hurtos. Ciertamente, sir Allaster Falcroft era de una familia lo suficientemente adinerada como para financiar los crímenes. Ciertamente, si los Cherryvale no podían con esta crisis, ellos serían los beneficiados, pues el Gobierno Imperial les daría el mando de Storhai.

―¡Por fin! ¿Por qué tardaste tanto? ―Jack le abrió la puerta alegre de ver que Aimi logró traer los registros de peaje.

―Creo que se quién es el posible falso Ruiseñor ―espetó sin más dejando los papeles sobre el escritorio.

―¿Qué? ¿Quién?

―Allaster Falcroft... ¡Piénsalo! Cumple con el perfil y a su familia le vendría muy bien manchar nuestra imagen. Tu mismo lo dijiste antes, ¿no? "¿Una casa enemiga está ganando más fortuna y posición social de la que te conviene? Muy fácil, envía a alguien a saquear sus arcas y solo di: fue el Ruiseñor". Solo que en este caso vaciarán las arcas de toda la isla y la confianza del Gobierno en los Cherryvale.

―Todo encaja, las cosas como son. Pero no creo que sea el culpable.

―¿Por qué no? ―Aimi estaba decepcionada.

―Si eso fuera verdad, yo ya estaría muerto.

―¿Qué? ¿Por qué lo dices?

―Cuando me escapé de tu habitación corrí a esconderme en un almacén pequeño del patio. Allaster me descubrió y terminamos hablando sobre toda mi experiencia con el Lobo Plateado. Antes dijimos que el Ruiseñor es obviamente un aliado de Raegan Ashther, así que mi presencia supone un peligro para sus planes. ¿No le hubiera sido mejor asesinarme en aquel momento, en vez de ayudarme a reunirme con lord James?

―Pero... ¡Tengo una corazonada sobre esto! ¡Estoy casi segura de que es él!

―Casi no cuenta. Mejor pongámonos a revisar estos documentos y luego sacamos conclusiones. ¿Te parece bien?

Pasaron tres horas leyendo y rebuscando, anotando nombres de todos aquellos que pudieran ser unos potenciales falsos Ruiseñores. El nombre de sir Allaster Falcroft se repetía mucho, al igual que las coincidencias de los robos efectuados y su presencia justo en esos lugares. Aimi cada vez tenía más certeza de haber dado en el clavo y Jack seguían sin poder estar de acuerdo a pesar de toda la evidencia. A varias habitaciones de ahí, el Halcón de Ébano se preparaba para acudir a la cena con los Cherryvale. Se había terminado de arreglar y de bañarse con su mejor perfume cuando alguien tocó a la puerta.

―Buenas noches, sir Allaster ―Era un criado―. Hace unos minutos una paloma mensajera trajo esta carta para usted. Debe de ser de su madre, lady Serena, pues tiene marcado el blasón de vuestra familia.

Aimi y Jackqen seguían anotando nombres en su lista de sospechosos, luego tachaban algunos y poco a poco fueron llegando a la triste conclusión de que sir Allaster Falcroft era el que tenía más posibilidades de ser el falso Ruiseñor. Otro de tantos debates se abrió entre ellos dos, como ya había sucedido demasiadas veces desde que la aparentemente acertada teoría de que el Halcón de Ébano era el ladrón fue puesta sobre la mesa.

―¡Cuidado! ―El peli anaranjado se alarmó.

La discusión se vio interrumpida cuando una flecha atravesó la ventana abierta y descolgó el candelabro que les daba luz. Jackqen saltó sobre Aimi, quitándola del punto de impacto de la araña. Las velas que antes les permitieron leer los pergaminos, ahora los habían incendiado y el fuego comenzó a expandirse sobre la alfombra del suelo, corrió por las cortinas y finalmente hacia la cama. Habían llamas por todo el lugar.

―¡¿Estás bien?! ―Jack no dejaba de toser a causa del humo que llenaba sus pulmones.

―¡Sí! ―Aimi saltó sobre el fuego y llegó a la puerta. Trató de abrirla pero le era imposible―. ¡No puede ser, estamos atrapados!

―¡¿Cómo dices?!

Jackqen arremetió contra el trozo de madera, pero esta estaba fuertemente trancada. El fuego cada vez acercaba más sus temibles manos ígneas, y se avivó incluso más cuando una segunda flecha, esta vez llena de aceite, pasó por toda la habitación y se incrustó en una viga de madera del techo. Un trozo de esta se desprendió y fue a caer justo sobre la asustada Cherryvale, mas fue Jackqen quien recibió el golpe con un ardiente dolor al protegerla.

―¡Jack!

Mientras más se desesperaba Aimi, más humo entraba por sus jadeantes nariz y boca. No sabía qué hacer, no podía hacer nada. Solo pudo admirar el fortuito incendio, como la mitad de los habitantes de Sprigshore desde sus casas que servían de espectadores ante semejante espectáculo. Jackqen se separó del suelo con dificultad, su espalda le punzaba más por el golpe que por el fuego... Cargó a Aimi en sus brazos, como un caballero a una princesa, y con asombrosa ligereza y agilidad saltó sobre una silla, luego a una mesita, corrió por la pared y al tercer paso horizontal se columpió por el dosel de la cama y brincaron por la ventana para caer sobre el balcón de un piso hacia abajo, Jack giró en el suelo para amortiguar la caída a pesar del lastimón que se dio en el magulladura de la espalda.

―¡Ahí!

El peli anaranjado divisó a una persona corriendo por el adarve, no tardó en cruzar los tejados hasta ponerse a sus espaldas. La figura encapuchada que perseguía le disparaba flechas sistemáticamente, todas hubieran sido mortales si Jackqen no las atrapara al vuelo ayudado por sus reflejos. Cuando llegaron a la esquina de los muros del castillo, el peli anaranjado entró a este rompiendo un ventanal, transitó un pasillo a velocidad agigantada y salió por un segundo acceso. Le había cortado el paso al arquero misterioso y ahora lo tenía justo delante de él, algo más peligroso de lo que se hubiera imaginado.

Las dos últimas flechas del carcaj enemigo volaron hasta Jackqen, pero las esquivó a ambas. El encapuchado le atacó con el arco pero todos sus golpes eran bloqueados, al igual que los que recibía del peli anaranjado. Entraron en un incómodo forcejeo donde era imposible distinguir quién llevaba la ventaja. Daban vueltas, empujándose y tratando de derribarse el uno al otro, no se dieron cuenta de lo cerca que estaban del borde del techo. Los dos luchadores nocturnos cayeron por el precipicio, en dirección directa al suelo. Incluso así seguían batallando como si no se dieran cuenta de que la muerte estaba a punto de llegarles.

El arquero milagrosamente se percató del peligro y de alguna manera se asió al alero de una ventana, con el peli anaranjado colgando de su pie. Trató de hacerlo caer con patadas pero este se impulsó y dio una pirueta hacia atrás, cayendo en las ramas de la copa de un frondoso árbol de cerezos del jardín que tenía próximo, a unos pocos metros más abajo. Jackqen lanzó fuertemente una flecha enemiga que guardó como si fuera una lanza. Al encapuchado no le quedó más remedio que soltarse para evitarla. Habría caído mortalmente al suelo pero Jack se arrojó y lo interrumpió y juntos chocaron contra el muro del palacio, lo que disminuyó su velocidad y se estrellaron contra el suelo, con un dolor de los infiernos pero a salvo.

―¡Alto ahí, en el nombre de los Cherryvale! ―La guardia de Pétalo Rosa, que los había estado siguiendo desde el exterior, por fin estaban cumpliendo con su trabajo de aparecer en el momento justo.

Entre dos soldados atraparon al misterioso hombre que intentó calcinar tanto a Aimi como a Jackqen y le quitaron la capucha al instante. Se podrán imaginar la sorpresa de todos cuando sir Allaster Falcroft, el Halcón de Ébano, mostró su rostro a todos. Atrapado, culpable y desleal. Al principio pensaron que era una equivocación, algún malentendido, pero solo con ver el incendio en la habitación donde se alojaba Jackqen y el arco en sus manos se dieron cuenta de la verdad: sir Allaster Falcroft había cometido el terrible delito de la traición. Se lo llevaron a las mazmorras con brusquedad y sin que les importaran las heridas del guerrero de ébano, los demás militares ayudaron a Jackqen a recuperarse.

Esa noche el heredero de los Falcroft fue encarcelado junto con toda la confianza que Sprigshore le concedió a su familia a lo largo de los años. Como prueba: los numerosos testigos que presenciaron su combate contra Jackqen y una carta, enviada con una paloma mensajera hacía una hora, con las palabras de la alevosía escritas en ella con tinta negra y el blasón de un tiburón comiéndose las dos lunas del firmamento.

Allaster:

No te escribo esta carta como madre, tampoco como cliente que solicita tus servicios de guerrero de ébano. Te escribo como ambas cosas. Me ha llegado la notificación de que lady Aimi Cherryvale y el tal Jackqen Dell han estado investigando al Ruiseñor, peor aún, pronto encontrarán la respuesta. Los Falcroft no podemos dejar que esa información salga a la luz bajo ningún concepto. Quiero que los encierres y los quemes junto con toda prueba que puedan tener. Te lo ordeno como madre y contratista. De esta forma pagarás una parte de tus errores, como lo sucedido en Mirador del Ocre.

Tu madre, lady Serena Falcroft.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro