primera parte.
Esta parte contiene alto contenido lésbico, el g!p para otro momento, jijiji
Lalisa conocía de toda su vida a Roseanne. Desde el momento más antiguo que puede recordar ahí siempre estuvo Rosé, pero no como la clase de amiga que ella siempre solía ver con el resto de sus compañeros en la escuela, en las películas o lo que sea que fuese.
Lisa y Rosé tenían una extraña relación de amor y odio, de tira y afloja. No importaba lo mucho que ambas chocasen, reduciéndose en algunas ocasiones a agresiones físicas inofensivas, jalándose la una a la otra el cabello, picando con rudeza sus mejillas, colocando el pie en el camino de la otra para que cayesen, porque al final no podían vivir sin la otra a su lado. Sus infancias estuvieron repletas de risas, de discusiones sobre que las flores amarillas eran mucho más bonitas que las lilas, o también de Rosé jalando del cabello a otros niños por haber estado molestando a su Lili.
La primaria fue literalmente una montaña rusa para ambas, pero la secundaria y preparatoria fue aún más impresionante.
A los quince años ambas se presentaron como omegas para su sorpresa y la de sus familias.
-¿Cómo es posible? Rosé siempre se comportó como una alfa. -era lo que se cuestionó más de una vez aquel día Lisa, pero a Rosé no le importaba. De algún modo, nada cambió para Park al saber su naturaleza, pero sí cambió algo al saber de Lisa.
Ambas eran omegas, pero su instinto protector y un poco posesivo se alzó furiosa con su Lili.
Desde la presentación, muchos alfas estuvieron acercándose a ambas omegas, sin embargo, Rosé no tardaba un segundo en interponerse sin importar que los otros sujetos le sacasen una cabeza de altura y lucieran intimidantes, porque de algún modo, la idea de que alguien más tocase a Lisa la volvía loca de celos.
-¿Mamá? -preguntó una tarde Park, recostada casi sobre la mesa de la cocina viendo a su madre cocinar, aquella que tarareó hacia ella esperando que siguiese-. ¿Por qué... Por qué no puedo apartarme de Lisa?
-¿Por qué es tu mejor amiga y la quieres mucho? -preguntó confusa la mayor, deteniéndose un segundo a mirar a su hija.
-No... Literalmente siento que sin Lisa... -alargó el silencio, no sabiendo si las palabras serían correctas, pero al pensar en ese instante en una vida sin Manoban, supo que serían las ideales-. Sin Lisa yo no sería la misma.
Su madre la observó preocupada y no supo por qué, tampoco volvió a tocar el tema con ella, pero si buscó respuestas por otros lugares.
Una tarde después de las clases se hallaba ansiosa, moviéndose de lado a lado fuera de la oficina de su profesor de biología, no sabiendo si sería el lugar indicado para recurrir, pero no conocía a nadie más que supiera tanto de alfas y omegas como ella.
Con duda y temor, tocó la puerta esperando una respuesta que no tardó en llegar.
-Pase.
Una vez dentro suspiró un poco más aliviada por la sonrisa amable de su maestro, indicándole que tomara asiento.
-¿Qué la trae por aquí, joven Park?
Sus manos temblaban, sabiendo que su maestro podía oler su nerviosismo y mordiendo su labio inferior, habló:
-¿Pueden haber omegas destinadas?
-¿Omegas destinadas? -reconoció la sorpresa en su voz, pero también una extraña emoción en la mirada de su maestro que no comprendía. Por lo que, poco a poco sintió la vergüenza, sintiéndose ridícula por estar allí preguntando algo como eso.
-Yo... Yo lo siento, creo que es mejor que me vaya. -las palabras salían atropelladas de la boca de Rosé, tratando de huir de la oficina tan rápido como pudiese, pero antes de casi correr fuera, la mano del hombre en su hombro la detuvo.
-Me has tomado por sorpresa, hace mucho que no oía algo así -de pronto, Rosé lo observaba con genuina sorpresa, con un cosquilleo emocionado en su vientre-. Pero no es como crees. -ambos volvieron a sus lugares, con Park mucho más atenta e ilusionada que desde el principio.
‹‹Es muy extraño que estos casos se presenten, decir que son el uno porciento de la totalidad de parejas destinadas es incluso demasiado -explicó con calma-. Pero no es que ambos omegas sean solo ellos siendo destinados, sino que son tres››.
¿Tres? Pensó Park incrédula.
-Desde la primera vez que se presentó hasta la actualidad, siempre han sido dos omegas y un alfa.
-Pero... ¿Cómo puede suceder con los omegas? Usted nos explicó en clases que los omegas no reaccionan a los celos de otros omegas e incluso, repugnan los aromas del otro.
-Oh, es porque son casos especiales. Cuando son dos omegas destinados al mismo alfa, quiere decir que ambos omegas también lo son y según los estudios y casos documentados, los omegas destinados reaccionan positivamente al celo del otro, de la misma forma que lo harían con el del alfa.
-Oh... -susurró Rosé, tratando de procesar todo lo que su maestro le explicaba.
-Sí, ‹‹oh›› -repitió él hombre, riéndose por la reacción de la estudiante-. ¿A qué ha venido esta duda de omegas destinados, joven Park?
La mirada de Rosé se notaba asustada, quizá acorralada. Se debatía en si confiar en él hombre o no hacerlo, no sabiendo a quien más recurrir, porque ni siquiera a Lisa le había hablado al respecto, muy preocupada en lo que podía suceder.
-Creo que... Creo que Lisa es mi destinada. -susurro casi con miedo, mirando de reojo a su maestro que, a diferencia de lo que imaginó, le sonrió como si él supiera algo que Rosé no.
-Lo creí también, antes de que ustedes se presentaran -el corazón de la chica latía emocionado, desbocada porque la idea de que alguien más la emparejara así con Lisa la volvía loca de amor-. Ustedes son diferentes a todas las omegas que son amigas o mejores amigas, lo he notado. Incluso ahora que ya se han presentado, se nota mucho que, a falta del alfa, tú tomas el rol del faltante, protegiendo a tu omega. Ambas se completan tan bien, en un equilibrio armonioso, algo que se podría ver para otros alfas como el omega perfecto, pero en dos.
-¿Cómo yo podría confirmar que es mi destinada? -ya se hallaba sudando, frotando sus manos desesperada y temerosa, pero cuando su profesor sonrió burlesco, sintió el sonrojo apoderándose de todo su rostro.
-¿Ya han tenido sus celos? -el rostro de Rosé no estaba sonrojado, estaba completamente rojo ante alguien más mencionando sus celos.
-No...
-Cuando cualquiera lo esté y la otra reaccione al aroma, lo sabrás.
Al finalizar la charla que había quitado muchos pesos encima de sus hombros y pedirle a su maestro que no le dijera nada a nadie, ni siquiera a Lisa, corrió hacia la salida donde sabía Manoban le esperaba, y justo allí, tirada sobre el césped de la entrada de instituto y las pertenencias desparramadas a su alrededor, corrió hacia su omega -saboreando para sí misma aquellas palabras por lo bien que le resultaban- arrojándose sobre ella, oyendo sus quejidos que se mezclaban con sus risas.
-Salte de encima, cosa fea -se quejaba la menor de ambas, tratando de alejar a su molesta mejor amiga-. Me matarás, estas gorda.
-No, tu eres un esqueleto. -defendió la mayor, quitándose de encima para ordenar ambas mochilas y lo que hubiese junto a Lisa-. Vamos a casa, quiero dormir.
-¿Cuando no quieres dormir? -burló la otra, acomodando su mochila en su hombro.
-Cállate.
Y entre discusiones y manotazos entre ambas durante el camino a casa, Rosé poco a poco se hacía de la idea que, no podría haber otra omega perfecta para ella mas que Lisa.
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Era la decima vez que Lisa mensajeaba en el día a Rosé sin obtener una respuesta, y aquello era extraño. Manoban conocía perfectamente las horas en que Rosé estaría durmiendo y al comprobar la hora nuevamente, sabía que ella debería estar viendo alguna caricatura ¡Y debía estarle respondiendo! Aunque reconocía que tampoco le tomaría mucho tiempo cruzar la calle y entrar a por Rosé ¡No tenía derecho a ignorar sus mensajes!
Resignándose al mensaje número veinte se dispuso a ir por Park, abrió la puerta del hogar de su amiga sin percatarse en nada más de lo desconsiderada que era su mejor amiga, ¡Le estaba invitando al cine y no le daba una respuesta! Por lo que, al abrir violentamente la habitación de Rosé y notar las penumbras de esta, poco a poco olfateó el aire, notando un aroma tan fuerte y dulzón.
Durazno y caramelo entrando tan intensamente por sus fosas nasales que la hacían tambalearse en su lugar, sosteniéndose del picaporte de la habitación de Park, demasiado perdida en el aroma y sus propios jadeos que en la voz adolorida de su mejor amiga bajo las mantas de su cama.
-¿Lisa? -habló en un hilito de voz, lentamente la nombrada volviendo a duras penas a todos sus sentidos, cerró la puerta tras de si y encendió la luz, acercándose hacia la cama con pasos tambaleante y la confusión notable en su rostro-. ¿Qué haces aquí, tonta?
-Yo... Te estuve mensajeando -la menor cerró sus ojos con fuerza, frotándose su nariz al sentirse tan ahogada-. Quería invitarte al cine y no respondías... Así que vine p-por ti.
Rosé siguió cada reacción de su menor, inquieta al no saber si sus reacciones eran por el asco de su aroma o algo más. Por lo que, al correr las mantas y sentarse sobre la cama, observó sorprendida como Lisa daba un paso hacia atrás, cerrando sus ojos a causa del placer que le causó el movimiento de la mayor, porque el aroma era demasiado intenso y estaba volviéndola loca.
-Estoy en celo, Lili... No puedo salir. -pero las dudas de Rosé fueron respondidas sin haberlas preguntado directamente, porque sin que pudiera detenerla o esperarla, Lisa se subió en su regazo, olisqueando el cuello de Rosé ansiosa, gimiendo bajito por cada inspiración que daba sobre su piel.
-Hueles tan bien... Oh, por Dios. -jadeó eso ultimo en su idioma natal, no pudiendo reprimir las húmedas lamidas que exploraban el cuello de la mas alta, provocando un estremecimiento en Rosé que la sostenía fuertemente de la cintura al intentar, inútilmente, ahogar sus jadeos.
Inesperadamente un nuevo aroma envolvió la habitación, mezclándose con el dulzón del durazno y el caramelo. Una exquisita combinación de fresa y menta que provenía de la suave piel de Lisa, el aroma que tenía a Rosé mucho más sensible de lo que ya estaba.
-¿Estás en celo también? -preguntó entre jadeos la mayor, hundiendo su nariz en el cuello expuesto de Lisa-. ¿Te he hecho reaccionar? -Lisa era un manojo de gemidos entrecortados, sin ser del todo consciente como ella se frotaba contra la mayor, quien apretaba sus dientes sin saber cómo controlarse.
-Sí, sí... Oh, Rosie... -no hubo palabras, no hubo miradas dudosas ni críticas, porque... Maldición, se sentía bien. Ambas lo sentían tan correcto, estar así en los brazos de la otra y perdiéndose en las brillantes miradas de la otra omega. Oh, Dios.
Cuando sus labios se encontraron por primera vez en un beso torpe, siendo el primero de ambas, gimieron al unísono. Porque nunca algo en sus vidas se había sentido tan placentero como estar besándose, deslizando sus lenguas dentro de sus bocas y estar recorriéndose por primera vez con tanta desesperación y necesidad.
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Para cuando las omegas cumplieron los diesiocho años, ambas ya habían atravesado varios celos juntas, convirtiendo cada sesión en una experiencia particular.
La lengua de Rosé se deslizaba sobre el pezón de Lisa, tan sonrojado y duro, con la Tailandesa retorciéndose bajo la humedad de su boca y el faltante, siendo retorcido bajo el pulgar e índice de la mayor.
-¡A-Ah, Rosé! -gritó Manoban bajo su cuerpo, sintiéndose tan hipersensible al tacto de Rosé.
Disfrutaba siempre volver loca a su omega, por supuesto que la primera vez fue un desastre de saliva, fluidos y toques torpes para ambas, pero con el paso del tiempo y el transcurso de sus celos, Rosé conocía cada centímetro del cuerpo de Lisa. Sabiendo perfectamente donde tocar, qué hacer y qué utilizar, encontrando ambas el perfecto equilibrio de satisfacerse la una a la otra en la ausencia de un alfa.
-Mmh... He traído algo para ti -tarareó animadamente, apenas dándole un suave manotazo al rojizo, palpitante y goteante coño de Lisa, antes de ir por la caja rosa sobre la mesita de noche y oír en su corto camino el gemido lastimero de la menor, retorciéndose sobre las sábanas-. Lo vi y pensé que debía utilizarlo en ti. -la sonrisa de Rosé era tan falsamente inocente, porque Lisa sabía que su omega estaba tan loca como ella cuando tomaba el control, pero uh, hoy era el celo de Lisa.
Con su mirada curiosa veía lo que las manos de Park sostenían; un gran dildo entre tonalidades rosas y azul suave que asemejaba el tamaño de un pene alfa, y su otra mano, un control remoto.
-Estaba en oferta de lanzamiento -explicó Rosé, volviendo sobre el regazo de Lisa, frotando intencionalmente ambas entrepiernas, sin dejar de molerse sobre Manoban, ignorando la desesperación de esta bajo suyo-. Es un nuevo prototipo. Con este control puedo controlar su tamaño y vibraciones, así que, puedo hacerlo llegar al tamaño de un nudo alfa. -no pudo controlarse, definitivamente no, porque la sola idea de ser follada con ello y la maliciosa imaginación de Rosé arremetiendo contra ella, ya la tenía gimiendo, frotando con insistencia su coño con el de la más alta, que apretaba sus dientes, evitando gemir.
Juguetonamente, Rosé encendió el aparato y Lisa oyó la suave vibración que emitía aun cuando estaba en el máximo y el cómo, efectivamente, aumentaba en tamaño.
-Oh, Por Dios... -gimió necesitada-. Fóllame, Rosie...
Seguía sus órdenes, porque aun cuando estaba en más sentidos que Lisa, Rosé enloquecía con el aroma de la menor y lo mandona que era. Porque no podía evitar besar y lamer la piel de la rubia tratando de obtener tanto de su aroma a durazno y caramelo.
Dejando de lado el dildo por el momento, se sumergió en la piel anteriormente atendida, descendiendo por su vientre entre mordidas y lamidas que marcaban la piel de su omega en un fuerte rojizo, chupando desesperada el vientre bajo antes de tomando con su diestra la vagina impropia, sacándole un profundo jadeo a Lisa, que se retorcía bajo su toque pidiendo por más. Rosé sin haber dudado en acerca su boca dentro del coño, que beso y succionó envuelta en los fuertes gemidos ante la sensibilidad de su chica.
Los dedos de Lisa sostenían con fuerza las rubias hebras de Rosé, que subía y bajaba entorno a la entrepierna de la menor, casi ahogándose con ella cada vez que Manoban alzaba sus caderas jodiéndole la boca.
-Vamos Rosie, ¿Eso es todo? -hablaba con sus dientes apretados, gimiendo ahogada-. Sé que puedes tragártela toda... Ahhh.
Casi siendo un incentivo, se sumergió por completo entre las piernas de Lisa, llevando su boca tan profunda como podía y succionando hasta que sus mejillas se ahuecaran hasta su límite, de modo que, saliva escurriera de sus comisuras logrando tener a Lisa hecha un desastre rogándole porque se la cogiera. La diestra de Park se restregaba sobre el clítoris y su lengua y boca atendían necesitadamente los labios internos, estimulándola como sabía a Lisa le gustaba, con la punta de su lengua rodeando entre lametones toda la ranura.
Con la barbilla goteando y limpiando la humedad que caía por ella, separó las piernas de Lisa, tomando de estas tras las rodillas exponiendo aun mas su agujero. Aquel que se hallaba completamente empapado por su lubricante natural tan dulce como el trabajo oral y manual que realizaba; tan exquisito con su sabor a durazno, el cual se contraía necesitado por ser penetrado y sin poder contenerse, Lisa deslizó nuevamente su lengua entorno a el.
-¡O-Oh, Ro-Rosie! -gimió sorprendida, sacudiéndose bajo la electrizante sensación, la que apenas duró unos segundos antes de que Rosé introdujera dos dedos. Follándola con ellos tan lentamente que Lisa lloriqueaba-. Más rápido... -pedía sabiendo que Rosé solo la estaba torturando, pero cuando sintió el tercer dedo abriéndola y aumentado la velocidad, en compañía de su boca succionando aun mas, gritó de placer. Sus gemidos aumento su volumen mientras los dedos ingresaban y salían rápida y profundamente, rozando con la punta de ellos su punto g.
Para esa altura Lisa estaba hecha un desastre, con su boca abierta gimiendo por lo bien que se sentían los dedos de Rosé. Sin embargo, antes de alcanzar un nuevo orgasmo los dedos y la boca de Park habían desaparecido, solo sintiendo el vacío de ellos en su entrada.
-Maldición, Roseanne... Te voy a matar... -masculló irritada, queriendo sentarse sobre la cama y discutir, aun en pleno apogeo de su celo, pero tan rápido que no pudo reaccionar, estaba siendo empujada a la cama nuevamente, con sus piernas abiertas y la mojada punta de algo... El maldito dildo.
Su cuerpo tembló por completo sintiendo la húmeda punta del grueso dildo introducirse lentamente en ella, robándole el aliento. Sentía el ardor que el mismo le producía a pesar de haber sido preparada, pero se sentía increíble. De pronto, su pezon izquierdo estaba dentro nuevamente de la boca de Rosé, tomándola duramente mientras el juguete era introducido por completo, haciéndola olvidar la incomodidad.
-¿Estás lista? -oyó la provocativa voz de la mayor al dejar el vibrador dentro suyo, moviéndolo lentamente de afuera hacia dentro apenas unos segundos; se alzó posicionándose sobre el regazo de la extranjera, frotando el enrojecido y humeante coño entre el propio, friccionando de esta contra su mojado agujero para luego, alinear la entrepierna de Lisa en su entrada, quien se hallaba perdida por completo en el placer, en lo dominada que se sentía y lo excitante que resultaba, pero ella solo asintió suavemente-. Buena omega... -gimió aquellas palabras al encender las vibraciones del consolador y empezar a penetrarse contra el coño de Manoban.
Fue delirante, ambas gimiendo al unísono el nombre de la otra, con Rosé saltando sobre Lisa y aquella última, retorciéndose entre la mezcla de sensaciones al ser penetrada a la par que su vulva estaba duramente envuelta con la de Park.
-Más rápido... -suplicaba en un hilo de voz, alzando sus caderas al introducirse más profundo en Rosé, que gemía tocándose así mismo y de aquel modo, aumentando el nivel y el tamaño del dildo, causándole un grito extasiado a la menor, que temblaba bajo su cuerpo.
-Ahh... Mírate... -gemía ahogada Rosé, apoyando sus palmas sobre los pechos de la contraria al impulsarse más velozmente, tomando completamente su vulva por cada penetración-. Estas hecha un desastre... Toda una perra necesitada... -burló, a sabiendas de lo mucho que excitaban tales palabras a la contraria, que gemía cada vez más alto, pidiendo y suplicando por más mientras el dildo seguía aumentando en tamaño hasta su punto máximo, mientras el sonido de sus pieles chocando, se mezclaban con sus gemidos.
-S-Si... Lo soy... -murmuró entrecortadamente, aferrándose con una mano a las sábanas y con la contraria, abofeteando las tetas de Rosé-. Ya... Ya casi, maldición... -Park supo que era el momento de poner al máximo el vibrador y moverse tan rápidamente, apretando sus piernas entorno a su omega para alcanzar el orgasmo que no tardó en llegar, con Lisa temblando por completo, gritando el nombre de la mayor tras un largo suspiro cuando Rosé llegó seguido a eso.
Estaban ambas deshechas, una a cada lado sobre la cama respirando agitadas. Lisa ni siquiera pudiendo moverse por lo acabada que se estaba y Rosé, mientras tanto, con sus piernas fatigadas por el sobre esfuerzo. Sin embargo, poniéndose de pie y estando en mejor estado, limpió a Lisa, quitando el vibrador suavemente dentro de ella, que se quejó por lo sensible que estaba.
-Fue increíble -habló ronca Rosé, volviendo junto a Lisa-. Deberíamos intercalar roles entre celo y celo, es un excesivo placer mutuo -los ojos de Park brillaban esperando la aprobación, pero Lisa, con sus ojos entrecerrados, le mostró el dedo medio-. ¡No puedes negarlo! -se quejó, arrastrándose junto a Manoban para envolverla entre sus brazos y regar besos en el cuello impropio.
-Cállate, no arruines el momento... -dijo en un susurro cansada, correspondiendo débilmente a su abrazo-. Pero ¿Sabes...? Ni siquiera necesitamos un alfa para tener los mejores orgasmos.
Oh... Alfas. Era un tema que no solían tocar, no desde la primera vez que pasaron sus celos juntas y hablaron de ello más tarde, porque en el fondo sabían que algún llegaría el alfa de ambas, pero mientras tanto no lo sintieran, todo estarían bien para ambas.
Sin embargo, mientras crecían y se graduaban de la preparatoria para ingresar a la universidad, intentaron muchas veces pasar sus celos con otros alfas que no tuvieran problema en tomarlas a ambas a la vez, pero antes de siquiera comenzar sentían un nudo en sus estómagos, un pesar horrible en sus pechos porque simplemente no podían... Ese no era su alfa. Sus omegas se negaban a dejarse tomar por otro hombre o mujer que no fuera el destinado o ellas mismas.
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-¡Date prisa, Rosé! -hablo Lisa, fastidiada desde la entrada-. ¡Llegaremos tarde el primer día! -no había cosa más detestable para la Tailandesa que llegar tarde a algo que realmente le importaba, pero a Park parecía no interesarle en absoluto que Lisa hiciese un berrinche.
-Ya, ya. No me grites tan temprano. -refunfuñó aun con la tostada en la mano saliendo del apartamento que ambas compartían, comiendo de su desayuno perezosamente al ser jalada desde su mano libre por Manoban hacia la universidad.
El destino parecía no querer separarlas, de algún modo, siempre estaban juntas en ello sin ser conscientes. Ambas habían aplicado a diferentes universidades y sin haberlo conversado incluso como la pareja que eran -pero que se negaban aceptar como tal-, habían elegido matricularse en la misma universidad.
‹‹Ni siquiera en la universidad podré librarme de ti›› se habían quejado ambas cuando se percataron que se dirigían al mismo sitio para terminar los papeleos de sus matrículas. Mientras Lisa ingresaba a Danza, Rosé se hallaba ingresando a Composición Musical.
Pero una vez ingresaron el primer día, con Lisa aun llevando a Rosé de la mano, no creyeron que serían el centro de atención tan pronto dentro de la población universitaria -y, de hecho, ni siquiera querían serlo-. De a un instante a otro, Lisa ya no se sentía con la suficiente seguridad para guiar a su omega, sino que acabó escondiéndose tras ella sosteniendo su prenda fuertemente tratando de huir de las miradas curiosas.
-No les hagas caso, linda -había susurrado tratando de tranquilizarla-. Iré a dejarte a tu salón, ¿Sí? Cuando acabe mi clase vendré por ti. -acariciando los brazos de la menor con una sonrisa dulce, se dispuso a ir hacia su salón.
-Espera Rosie -detuvo de inmediato la menor, tomándola desde la muñeca-. ¿Y mi beso?
El rostro de Rosé estaba sonrojado, avergonzada por el pedido sabiendo que aun las personas las observaban y también las verían besarse.
-Pero Lils... Hay muchos chismosos, te besaré después...
-Peeero Rosieeee -lloriqueó Lisa exageradamente, haciendo un puchero bobo que Rosé sabía era simplemente para avergonzarla, porque Manoban la conocía perfectamente-. Estoy nerviosa y tengo algo de miedo por cómo nos miran, ¿Por favor? -aquello último dicho en un tono más bajo y serio, Rosé esta vez sí la besó sobre sus labios antes de marcharse.
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-¡Oh, por Dios! -exclamó una muchacha de cabello negro con mechas cenizas y un notorio acento Tailandes, sentándose junto a ella- Eres la chica que está enlazada con otra omega. -Lisa abrió sus ojos del asombro, nunca nadie había sido tan frontal con ella como esta extraña chica. que no era capaz de medir sus palabras-. No puedo creerlo, pensé que esas cosas no pasaban. -trataba inútilmente esconderse de la mirada ajena y de la del resto de su clase, porque su compañera no había sido precisamente discreta-. ¿Cómo pueden estar enlazado? Tengo tantas preguntas...
-Que maleducada eres, Minnie. -habló una nueva persona sentándose tras ellas-. Ni empezar de cero en un país nuevo te hace más educada. -Lisa agradeció internamente a la nueva chica de igualmente acento extranjero.
-Cállate MiYeon, nadie te habló a ti. -protestó Minnie, sacándole la lengua a la muchacha de la que obtuvo un manotazo-. Ah, por cierto, soy Minnie. Es un gusto. -con la mirada de Minnie sobre ella y su mano extendida, tímidamente correspondió a su saludo.
-Eeh... Soy Lisa. -quitó su mano inmediataente y queriendo hacerse pequeñita, prestó atención a la clase que comenzaba.
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Por otro lado, nadie se disponía a entablar una conversación con Rosé. Pese a su claro aroma omega, su presencia se demostraba bastante contrario a la dulzura que alguien se esperaría, pero aun las miradas curiosas se hallaban sobre ella y específicamente, en su cuello marcado por la mordida que Lisa le había hecho hace muchísimo tiempo, pero que la noche anterior había vuelto a dejar fresca. Porque para todos, era evidente por el aroma dulce que desprendía, que el enlace provenía de dos omegas.
-Hola chica popular, espero no te moleste que me siente a tu lado. -Rosé lo observó con una ceja alzada, porque a diferencia de Lisa, ella no se quedaba callada cuando alguien le resultaba tan entrometido, ni siquiera si se trataba de un alfa-. Soy Christopher.
-Soy Rosé. -habló más por cortesía, pero pese a ello, él alfa acabó riendo-. ¿Qué te resulta tan gracioso? -el tono de la omega era oscuro, algo fastidiada por el exceso de atención.
-Para ser omega tienes bastante carácter.
-Para ser alfa eres muy entrometido.
-Uh... -dramatizó él hombre, riendo bajito e interesado por la actitud ajena-. Ya que soy entrometido y no lo niego, ¿Cómo puedes estar enlazada con una omega?
Rosé guardó silencio, pero manteniendo la mirada sobre Christopher. Observándolo seriamente porque realmente, era un metiche absoluto y aunque a Rosé no le avergonzaba explicar el por qué, ahora comenzaba a entender la razón de ser el centro de atención.
-Es mi destinada. -respondió sin más, cruzándose de brazos porque no respondería más tonterías.
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Cuando su clase terminó y, efectivamente, esperó a Lisa fuera de su salón, no pensó que los nervios y toda la tensión que acumuló por las curiosas y nada discretas personas que la incomodaron se esfumarían tan rápidamente al tener los brazos de Lisa envolviéndola en un apretado abrazo, porque tal parece, que no fue la única que no tuvo una buena primera clase.
-Te extrañé. -susurró Lisa restregando su rostro en el pecho de la más alta, fundiéndose en el aroma que necesitó para calmar sus nervios.
-Yo también -a pesar de sentirse en iguales condiciones que Lisa, hundiendo su nariz en los cabellos suaves con olor a fresas de su omega, oyó las risas de la menor. Risas que acabaron en carcajadas-. ¿Qué te sucede, idiota?
-¿Es que las situaciones tensas te ponen tan dulce? -siguió riéndose, mofándose y con su vientre doliendo, pero lejos de enojarse, Rosé aun la sostenía con fuerza con su entrecejo fruncido-. Trataré de orillarte a ellas, eres muy linda así.
-Siempre arruinas todo, ¡Eres la reina de arruinar todo! -exclamó extendiendo sus brazos y mostrando una falsa molestia. Falsa, sí, porque Lisa la conocía y solo seguía sus estupideces-. Ya está, vamos a comer algo.
Con los dedos entrelazados de ambas y muy juntas la una de la otra, se dirigieron hacia la cafetería con las miradas sorprendidas de Minnie, MiYeon y el resto de los compañeros de Lisa que aún no podían comprender cómo podían estar enlazadas.
A la semana de iniciar el semestre toda la universidad lo sabía, incluso los de campus que ni siquiera estaban cerca de la Facultad de Artes. Lisa y Rosé estaban tan acostumbradas a su peculiar relación que no podían comprender cómo las personas no podían superar la situación y continuar con sus vidas. Porque incluso cuando los meses continuaron y los semestres también, pasaron por una infinidad de alfas queriendo llegar a ellas o a una por separado.
-¿En serio prefieres ser follada por una omega? Cariño, yo puedo ser mucho mejor que ella. -Lisa siempre se había caracterizado por ser una persona pacífica y dulce, pero la primera vez que aquellas palabras fueron dichas a ella no pudo controlarse y golpear fuertemente el rostro del alfa, tanto que incluso, acabó con algunos dedos fracturados. Nadie insultaba a Rosé más que ella.
Y ni hablar de las veces que trataron de juntarse a algún alfa de la elección de ambas para pasar sus celos, creyendo que al ser algo más maduras, no tendrían problemas, pero oh...
-Rosé... -había llamado en un susurro bajito a la mayor mientras él alfa se desvestía-. Ni siquiera me excita, ¿Qué hago? -la rubia platinado quiso reír, pero reír de la desesperación porque a ella tampoco le encendía la idea de ser tomada por él sujeto ahora que lo veía desnudo y este estaba lo suficientemente duro como para no encontrar escapatoria.
-Sígueme la corriente, ¿Si? -Lisa solo asintió, sin saber lo que sucedería cuando al corresponder el obsceno beso de Rosé para darle un espectáculo al alfa, repentinamente Park cayó al suelo sacudiéndose como nunca Lisa lo había visto.
Se había asustado tanto que acabó llorando sosteniendo el cuerpo de su omega, pero cuando él alfa estuvo lo suficientemente lejos tratando de buscar ayuda por la notable ‹‹convulsión››, Rosé abrió uno de sus ojos y guiñó hacia ella.
-Maldita estúpida. -hubo susurrado Lisa al respirar aliviada, porque todo era una actuación.
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-¡Eres un estúpido! -exclamó entre carcajadas exageradas Minnie al oír la vergonzosa historia de Lisa-. No puedo creer que hayas fingido una convulsión -continúo riendo fuerte, contagiando tan solo un poco a la otra Tailandesa, que miraba de reojo a Rosé, cruzada de brazos sobre la mesa-. ¿Qué sucedió con él alfa? -trató de recuperar el aire, acomodándose sobre la silla.
-Lisa le dijo que no era necesaria la ambulancia, que en realidad era epiléptica. -y eso fue todo, nuevamente Minnie reía llamando la atención del resto de los estudiantes en el comedor e incluso, Rosé no pudo contenerse más.
-Él alfa aun así quería esperar y hacerlo, ¡Estaba caliente! -habló esta vez Manoban, olvidándose de la pena y riendo a la par-. Nos dejo ir cuando le dije que, si Rosé se la mamaba y le daba otro ataque, podría sacarle el pene de un mordisco.
Todo era risa para las tres, Minnie retorciéndose en su lugar por lo hilarante que era la situación, pero cuando, poco a poco, fueron deteniéndose, respiró profundamente, dándole una larga mirada a la pareja frente a ella.
-¿Chicas? -preguntó mucho más calmada-. ¿Puedo hacerles algunas preguntas... Personales? -Rosé rodó los ojos, suspirando largamente.
-Como si nunca te entrometieras en nuestras vidas, Minnie. Estamos más que acostumbradas.
-¡Ya! Qué maldita pesada eres -atacó la menor, dándole una patada bajo la mesa.
-¿Qué es lo que quieres esta vez? -continúo Park, recibiendo un empujón por Lisa ante la reprimenda de su actitud-. ¿Quéee?
-Pregunta lo que quieras, Nicha. -la sonrisa de Lisa era dulce, pero aun sin mirar a Rosé ambas se golpeaban entre manotazos en una absurda pelea.
-Ah, por eso siempre has sido mi favorita, Lili. -tanto Minnie como Rosé se sacaron la lengua mutuamente, mientras tanto, la extranjera buscaba las palabras correctas para abordar el tema-. Umm... ¿No les da curiosidad encontrar a su alfa?
El silencio reinó por unos minutos, siendo el tema casi tabú para Park y Manoban, que intercambiaban miradas sin saber exactamente cómo responder, porque nunca tuvieron problema con el alfa, sino que, nunca sintieron la necesidad de abordar la conversación, sabiendo que al final, el alfa llegaría tarde o temprano.
-Oh... Personalmente, no siento curiosidad. -habló Lisa primero, viendo como suavemente Rosé asentía a ello.
-Yo tampoco. -secundó-. Es complicado... Es como si nuestras omegas aun no despertaran ante la idea de un alfa, como si estuvieran muy cómodas con sus propias omegas.
-Sí, mi omega solo es capaz de reaccionar a Rosé y se siente demasiado correcto, por lo que, ni yo ni mi omega sentimos la necesidad de buscar a nuestro alfa. -Minnie las observaba con un signo de interrogación pintado en su cara, sin entender absolutamente nada. La propia omega de Minnie despertaba ante las feromonas alfas al momento de tener sexo, sin excepción porque su omega era increíblemente sensible, pero ¿Este par de omegas se habían negado al alfa de Loren? No podía creerlo.
-Es muy raro... No lo entiendo, pero me mantendré junto a ustedes porque me encanta la relación que tienen y ¡Quiero estar ahí para cuando llegue el alfa! Oh por Dios, me encanta el drama romántico. -la sonrisa de Minnie era amplia, aplaudiendo tan ansiosa por la sola idea de que, de algún modo u otro, sucedería.
-No tenemos una relación, estúpida. -farfulló Rosé, cubriéndose el rostro con fastidio.
-No somos novias ni nada, somos mejores amigas con un enlace. -defendió la posición de Park la menor, encogiéndose de hombros al terminar su café-. ¿Vamos ya? Se nos hará tarde.
-¡Ustedes son tan raras, yo no cogería con mi mejor amiga de infancia! -enloqueció Minnie, poniéndose de pie para seguir a sus amigas pasos atrás.
Sin embargo, cuando Lisa estaba por llegar a su salón notó que el resto de sus compañeros se hallaban fuera de ella, siguiendo indicaciones del maestro de danza moderna.
-Debemos ir al auditorio, tengo algo importante que informarles. -frunciendo su entrecejo por la sorpresiva indicación y dejando ir a Rosé hacia su salón, fue con Minnie junto a MiYeon, para más información al respecto, pero solo obtuvo un encogimiento de hombros.
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-Estoy cansada, Rosé. -susurró con voz apagada la menor de ambas, arrastrando sus pies por cada paso que daba.
Rosé llevó su mirada hacia la bailarina a su lado, dispuesta a empezar una de sus bobas bromas entre empujones y risas, burlándose de lo débil que era Lisa, sin embargo, cuando notó como los hombros de la rubia caían desganadamente, con sus cabellos ocultando el pálido rostro de su omega, se detuvo por completo tomando el hombro de Manoban.
-Ven, súbete en mi espalda. -ordenó Rosé, intentando hablar suavemente para, luego, inclinarse ante la menor y esperar a que acatase la orden, una que no tardó en llegar cuando sintió el peso del cuerpo de Lisa, con los brazos perezosamente rodeando su cuello-. Te compraré tu café favorito. -trató de animar, no obstante, Manoban solo tarareó en respuesta, descansando la cabeza en el hombro de Rosé cuando esta se dispuso a caminar nuevamente, cargando a su omega.
-TaeYang Oppa hoy no nos dio descanso... -articuló cada palabra con pereza, manteniendo sus ojos cerrados-. Llevó a una bailarina increíble, pero entre ambos nos sobreexplotaron. -Rosé mantenía una sonrisa tenue entre cada palabra, admirando la forma en que Lisa solía dar tanto de sí misma en todo lo que hacía, pero, sobre todo, con la danza-. Rosieeee... -llamó contra su oído, acurrucándose más contra ella-. Espero que nuestro alfa tenga auto, ya no quiero caminar más
-Eres una tonta, Lili -mofó la mayor, siguiendo el camino hacia el apartamento de ambas-, nuestro alfa debe tener dos, así cuando no pueda ir por nosotros, nos deje uno.
-¡Yeeey! -exclamó juguetona, dándole un débil manotazo a Park-. Que genio, me gusta, me gusta... Pe
ro no sabemos conducir.
-¡Nos tendrá que enseñar! -continúo riendo, imaginando lo que pasaría en un futuro para ambas, sintiéndose incluso fascinada ante la idea.
-No vayas a la cafetería de la otra calle -alcanzó a hablar antes de que Rosé desviara su camino-. Hoy en la mañana vi que abrió una nueva a una cuadra del apartamento. Vamos ahí.
-¿Y si no es rico? -cuestionó, pero aún así, obedeciendo a la menor-. ¡Será una perdida de dinero!
-Pierdes dinero igual, es para mí, no para ti... Estúpida.
-¡Ah, graciosita! -bromeó con falsa molestia-. Sigues y te dejo caer aquí mismo.
- ¡Cállate!
- ¡Tú primero!
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-¿Qué clase de persona llama a su cafetería BpCoffee? -burló Park, deteniéndose fuera del local, con grandes ventanales que daban una moderna mirada de la cafetería.
-Ugh... ¿Qué clase de persona se llama Roseanne? -habló fingiendo muecas de asco, aferrándose más fuerte a la cadera de Park cuando esta hubo soltado sus piernas-. ¡No, Rosé!
Retomando el agarre entorno a las piernas de Lisa, ambas ingresaron maniobrando con las puertas para que no fuesen golpeadas por ellas, pasando por alto como miradas curiosas se detenían en ambas universitarias cuando Rosé depositó lentamente a Lisa en una de las sillas.
-¿Quieres algo más, Lili? -inquirió Rosé al buscar su dinero dentro de su mochila.
-Mmh... Si hay galletitas de vainilla quiero unas.
-Está bien.
Caminando hacia la caja contando un par de billetes, se detuvo frente a esta unos instantes antes de alzar su mirada y acomodar sus lentes de sol en su cabello, sintiéndose sorprendida por la chica tras la caja, quien sonreía ampliamente.
-Wow... -susurró Rosé, notando como la chica ampliaba su sonrisa, aquella chica completamente guapa ante sus ojos.
-Hola, bienvenida a BpCoffee, ¿Qué va a pedir? -ante la profunda voz de la chica inmediatamente desvió su mirada a todas partes que no fueran ella, sintiendo el sonrojo en su rostro cuando carraspeo.
-Quiero un café bombón y uno de vainilla. Ah, y galletas. -pidió torpemente, evitando el rostro de la atractiva cajera para desviarla hacia su piocha. JiSoo...
-¿Qué galletas?
-Oh... Vainilla. -sonrió nerviosamente, concretando el pago.
-Muy bien, tome asiento y le llevaremos su pedido a la mesa.
Se quedó de pie unos segundos más, sin darse cuenta lo estúpida que lucía y como Lisa se reía a sus espaldas, pero cuando cayó en cuenta de que no indicó que era para llevar, maldijo entre dientes volviendo al lugar en donde dejó a Lisa, quien simplemente, estalló en carcajadas cuando se sentó frente a ella.
-Te hubieras visto... -reía Manoban tratando de ahogar sus risas al cubrir su boca con su mano-. Te veías como una tonta.
-Cállate... -inmediatamente su rostro se hallaba sonrojado, tratando de cubrirse de las miradas que recibían tanto por el escandalo de Lisa como sus aromas.
-¿Y sí estaba linda? -quiso saber, desinteresadamente jugando con las servilletas de la mesa.
-Ah, linda es poco...
-Rosé, Rosé -llamó Lisa, golpeando frenéticamente el antebrazo de la mayor-. ¿Hueles eso? Es como... Wow, café y galletitas recién horneadas.
-Estamos en una cafetería, Lili y pedí galletas, es obvio que el aroma estará en el aire -farfulló sin quitarle la mirada de encima a la menor-. ¿Qué te sucede hoy? Estás más estúpida de lo normal.
-No, no, no... Es muy fuerte, maldición ¿No lo sientes? -Rosé lA observó confusa, la voz de Lisa se oía desesperada, frenética e incluso, la notaba embriagada. Sin embargo, cuando Rosé prestó más atención en olfatear el aire, efectivamente percató el aroma.
Ambas omegas cerraron sus ojos, sintiendo como se envolvían en un exquisito aroma a café de grano recién molido junto con un suave y delicioso olor a galletas salidas del horno, un aroma que poco a poco se hacia cada vez más fuerte y ambas, no pudieron evitar dar una larga olfateada, inspirando para capturar aquel aroma que los hipnotizaba.
Un sutil carraspeo se oyó junto a la mesa, rápidamente sacando a ambas de su ensoñamiento, no obstante, cuando abrieron sus ojos alzando sus miradas, jadearon sorprendidas.
-Aquí está su pedido, espero lo disfruten. -una mujer se hallaba junto a la mesa, con una adorable sonrisa que acomodaba cada taza de café ante ellas junto con las galletas; una atractiva mujer con unos peculiares y lindos labios gruesos, que pese a dejar el pedido de ambas, parecía no querer moverse del lugar, manteniendo la mirada en ambas omegas.
-Muchas gracias... -susurró Lisa, no queriendo perder un centímetro de aquella hermosa mujer, de aquél maravilloso aroma que provenía de ella. Rosé, por su parte, recorría con su mirada a la muchacha, deteniéndose justo donde se hallaba la piocha con su nombre ‹‹Jennie››.
-¿Sí? -preguntó la joven mirando hacia Rosé, quien inmediatamente enrojeció al caer en cuenta que lo había dicho en voz alta.
-No es na-ada... es solo que... -miró hacia Lisa tratando de buscar ayuda, pero esta aun parecía perdida observando a Jennie-. ¡Oh, cierto! Jennie y JiSoo, BpCoffee.
Fue casi instantáneo, Jennie nuevamente sonreía tan amplio, luciendo tan guapa, femenina y adorable. No podía creer como había visto un par de chicas guapas en el mismo lugar, día y Dios... el aroma de esta chica era maravilloso.
-Sí, BpCoffee. Disfruten sus pedidos. -sin perder un segundo la sonrisa, se inclinó ante ambas y volvió tras el mostrador.
-Wow, ¿Viste eso? Solo... Wow. -murmuraba Lisa, parpadeando para lentamente, volver a la realidad.
-Maldición, sí... Y es una alfa, ¿La oliste?
-¡Que si lo olí! -exclamó fascinada Lisa, rápidamente encogiéndose en su lugar por haber llamado la atención, oyendo risitas tras de sí.
Suspiraron a la par, sintiendo sus cuerpos temblar por tal aroma que aún no podían sacar de sus sentidos, aquel que rodeaba por completo la cafetería.
-Oh, mira... -llamó la atención la voz de la menor, quien observaba con estrellitas en sus ojos a su café-. ¡Es un patito! -Rosé observó hacia la taza de Manoban, notando como un adorable patito se hallaba dibujado en el café-. ¡Y ese una ardillita! -la menor estaba emocionada por los adorables diseños hechos por la barista, mientras tanto, Rosé alzó su mirada hacia el mostrador, cruzando miradas con Jennie, que observaba hacia la mesa de ambas, orgullosa por la adorable reacción de emoción y confusión respectivamente-. Ya no me lo quiero tomar. -lloriqueó luego Lisa, tomándole innumerables fotos a ambas tazas.
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Desde aquel día, Rosé y Lisa frecuentaban cada día BpCoffee, desde su mañanera taza de café americano para despertar apropiadamente, como sus pequeños caprichos con los distintos tipos de café... O quizá, por ambas dueñas y baristas de la cafetería.
JiSoo conocía a la perfección cada pedido, teniendo la cuenta ya hecha antes de que el par llegase a la caja y mientras tanto, Jennie conocía cada cantidad de azúcar que ambas necesitaban, Lisa y Rosé alucinaban por tales atenciones, aunque probablemente, ambas eran muy predecibles de leer.
-¿Crees que Jennie esté soltero? -divagó una tarde Lisa, bebiendo de su vaso para llevar, completamente desparramado en una extraña posición sobre el sofá individual de la sala.
-No lo sé, siempre huele igual. -restó importancia la mayor, igualmente bebiendo de su café mientras terminaba su informe escrito en su laptop-. Y hablando de aromas, el tuyo está cada vez más fuerte. -refunfuñó, frunciendo su entrecejo al mirar a Manoban-. ¿Qué no sientes nada?
-No, tú eres la que me coge -defendió la menor, encogiéndose de hombros-. Es tu deber sentir como mi celo se aproxima.
Rosé rodó sus ojos ante su fastidiosa omega, volviendo a su informe mientras fruncía su nariz por lo fuerte y extrañamente dulce que estaba el aroma de Lisa para estar a días de su celo.
-Solo no salgas a la calle, tu aroma está demasiado intenso... Nunca lo había olido así.
Inmediatamente Lisa se recompuso en su lugar, estúpidamente oliendo sus ropas y piel expuesta, a sabiendas que, aunque se esforzase, no sería capaz de sentir más que Rosé o un alfa.
-¡Maldición! -exclamó nerviosamente, bebiendo el último trago de su café para correr hacia donde se hallaba Park.
-¿Qué te sucede, estúpida? -gruñó la mayor, tratando de alejar a Lisa que apartaba la silla donde se encontraba para sentarse en su regazo.
-¿En serio? -continúo nerviosa-. Huele bien. -ordenó, tomando con ambas manos el rostro de Rosé para obligarla a oler su cuello.
Rosé instintivamente presionó ambas manos en la pequeña cintura de Lisa por la intensidad del aroma a fresa que la enloquecía, atrayendo del cuerpo de la menor hacia el suyo sin dejar de olfatear, embriagándose con el aroma de su omega.
-Demonios, si debe estar fuerte para que reacciones así... -estremeció la bailarina, jadeando por la forma en que Rosé recorría la sensible piel de su cuello-. Pero ahora no, mi pedido debe estar por llegar. -la mayor de las omegas se apartó, alzando su mirada confusa sin saber de qué estaba hablando Lisa, sin embargo, cuando oyeron el timbre de la sala, ambas se detuvieron completamente-. Oh, no...
-¿De qué pedido hablas?
-Eeh... después de comprar los cafés, encargué un pastel... -explicó temerosamente, moviéndose a la silla junto a Rosé-. Y puede ser que... JiSoo me haya ofrecido delivery y puede que lo haya aceptado también.
Nuevamente el timbre resonó por la sala, con Park parpadeando sin quitarle la mirada de encima a Lisa que mantenía su mirada baja. Rosé no tenía problema en servicio delivery, básicamente vivían de comida preparada y entregada en la puerta de su hogar, pero se trataba de una alfa en su puerta, en el preciso momento que Lisa parecía estar en el inicio de su más fuerte celo y no podía comprender cómo Manoban no experimentó alguna clase de calor que le advirtiese que este se adelantaría.
-¡Ya voy! -alzó la voz Rosé cuando se oyó una tercera vez el llamado. Dándole una última mirada reprobatoria, se apresuró hacia la puerta, contando hasta diez antes de abrir, ampliando una muy fingida sonrisa una vez la puerta hubo sido abierta.
Sin embargo, se congeló ante la baja figura frente a ella, quien retrocedió un paso sosteniendo temblorosamente el paquete que, suponía Rosé, contenía el pastel. Incluso Park sintió como una fuerte oleada dulzona del aroma de Lisa se arremolinó hacia el pasillo, el cual, pareció impactar directamente en Jennie.
-¿Jennie? -preguntó preocupada, extendiendo su mano hacia ella cuando la mujer se hubo alejado de su toque. No pudo evitar el pesar cayendo en su vientre al percatarse de aquello.
Quiso dar un paso hacia la alfa, pero también quiso cerrarle la puerta en la cara. Había estado con otros alfas durante el celo de ambas y pese a que el sexo no se concretó, ninguno había reaccionado como Jennie estaba frente a ella.
Inesperadamente, Jennie apoyó uno de sus antebrazos contra el marco de la puerta, junto a la cabeza de Rosé que no era capaz de dar un paso hacia atrás. Pero a tan solo unos centímetros, podía notar como gotas de sudor se deslizaban por la cien de la alfa, que jadeaba, con sus ojos fuertemente cerrados.
-Jennie... Me estas asustando.
¡Gracias por leer!
-🌷
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