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segunda parte.

—Jennie... Me estas asustando. —susurró nerviosa, quien no pudo reaccionar cuando Jennie dejó caer el pastel, porque justo frente a Rosé se hallaba aquella atractiva barista, observándola ahora con unos ojos completamente brillantes en tonos azules. Aquella que la observaba queriendo devorarla.

No supo en qué momento sucedió, pero cuando pudo percatarse de sus sentidos completamente, un gemido sorprendido provino de sus labios. Porque el fuerte aroma a café parecía envolverla, pero el dulce aroma a galletas, el menta de Lisa y su aroma a caramelo se mezclaban en uno.

—¿Alfa? —preguntó en un tono bajito Lisa, abriendo completamente la puerta al posicionarse junto a Rosé sin perder un centímetro de la baja mujer, que respiraba agitada, remarcando los músculos de sus brazos por cada vez que parecía contenerse o luchar consigo misma.

Rosé estaba sorprendida, nunca habiendo visto a su omega reaccionar así ante un alfa, pero cuando pudo percatarse apenas de la realidad que envolvía a las tres, parpadeo incrédula. Porque el fuerte aroma de aquella alfa había activado su celo y nunca se había sentido tan húmeda con solo una mirada, logrando incluso olfatear en el aire como Lisa se hallaba filtrando exageradamente.

—Alfa... —susurraron al unísono, provocando un fuerte gruñido en la alfa que las hizo gemir a ambas, porque justo ante sus ojos se hallaba la alfa que terminaría por completarlas y había estado a su alcance tanto tiempo.

Rosé vio como Lisa se alzó de puntillas, envolviendo los hombros de Jennie para atraerla en un beso. La neblina de deseo y racionalidad aún luchaban dentro de la mayor, siendo una privilegiada observadora de cómo su omega era devorada por los labios de la alfa, una que no causaba celos en ella y en cómo poseía a Lisa, sino deseo porque la tomase con la misma lujuria a ella.

El corazón de Rosé pareció detenerse cuando, inesperadamente, los labios de la fuerte alfa impactaron con los suyos, envolviéndola entre su brazo y atrayéndola hacia el definido torso. No supo en que momento la puerta fue cerrada, solo era consciente de los carnosos labios recorriendo los suyos, un beso con tanto control que las piernas de Rosé temblaban por el placer, por el deseo lujurioso de ser follada por tan imponente mujer.

Ambas se separaron, observándose con ojos brillantes y lujuriosos, en donde solo se vio interrumpida por el aroma a fresa cerca de ambas, en donde Lisa tomó la nuca de ambas y las atrajo hacia sí misma, besándolas al mismo tiempo.

Rosé nunca había besado a más de una persona a la vez, pero el hecho de que fueran un desastre de saliva, de jadeos y manos ansiosa recorriéndose sin descanso, la tenía temblando ansiosa, apretando sus muslos por la cantidad de fluidos que humedecía sus ropas por la forma en que Jennie parecía un depredador besándolas, recorriendo ambos cuerpos explorando por sobre las prendas que eran simplemente un estorbo.

Las tres se separaron, jadeando excitadas y solo envolviéndose por el calor de los cuerpos en la sala y los aromas que las enloquecía de placer.

—Desvístanse. —gruñó la alfa, sin perder una mirada de ambas omegas. Un gruñido tan profundo que ambas jóvenes gimieron, juntando sus muslos por el cosquilleo placentero que viajaba desde sus vientres hacia sus pelvis, directos a sus coños.

Lisa lo hizo sin replicar, demasiado nublada por el celo anticipado que había llegado a ella y mientras tanto, Rosé lo hacia lentamente, embelesada por la idea de por fin, ser folladas por una alfa. Por una alfa que sus omegas no rechazaban y rogaban por tener.

—Sobre el sofá, muéstrenme sus lindos culos omegas. —ambas omegas jadearon en silencio cuando las fuertes manos de la alfa rodearon sus muñecas, llevándolas hacia el gran sofá para que la orden fuese acatada correctamente.

Rosé sentía sus piernas temblorosas, con su culo respingado y expuesto, hundiendo su rostro contra el respaldo del mueble sintiendo incluso en aquella posición el calor que desprendía la alfa tras suyo. Lisa por su parte era un desastre de gimoteos y lloriqueos por ser tomada, porque aliviara el calor que la envolvía cada vez más, moviendo su blanquecino culo ante Jennie, que no apartaba la mirada de ambas.

La cantidad de lubricante que ambas producían era casi obsceno, con los muslos brillando por la forma en que sus fluidos se deslizaban desde sus agujeros necesitados.

—Por favor, por favor... Alfa. —gimoteó Lisa, observando a Jennie tras ambas por sobre su hombro, quien sin esperar un segundo más comenzó a despojarse de sus ropas, causando un gemido audible de la omega menor, recorriendo los músculos expuesto y el gran tamaño del bulto entre sus piernas.

Sorpresivamente un fuerte sonido provocó un grito de ambas omegas. Ambas palmas de la alfa impactaron en una fuerte nalgada en los glúteos de las omegas respectivamente, provocando un lloriqueo desesperado.

—Están tan jodidamente mojadas... —gruñó ahogando un gemido, con ambas manos deslizándose por las pieles de las omegas, apretando de ellas y dejando las marcas de sus manos—. Tan necesitadas por una polla alfa... —las manos de Jennie se deslizaron por la parte interna de los muslos de las omegas, no importándole como estas se empapaban por los fluidos que ambas expulsaban.

Una nueva nalgada impactó en las jóvenes, gimoteando al exponer más sus culos para la alfa que tan deliciosamente las dominaba sin problema alguno.

—S-Si... Queremos su polla a-alfa... —lloriqueó Rosé, no pudiendo controlarse más por la forma en que eran tratadas por la barista, tan jodidamente cachonda por que se la follara a ella y a su omega.

Apenas alcanzaron a oír un susurro ronco de la alfa cuando dos dedos de Jennie tantearon ambos coños, provocando un espasmo de placer que envió los cuerpos de las omegas hacia el respaldo, respingando incluso más sus culos.

—Que omegas tan sucias... —murmuró la mayor, rodeando los rojizos y goteantes agujeros, los cuales se contraían por cada vulgar palabra de la alfa—. Tan empapadas, mh...

Ambas gritaron de placer, retorciéndose contra el sofá cuando dos dedos ingresaron en sus agujeros. Dedos que fueron recibidos perfectamente, con ambas inclinando sus culos para ser más profundamente folladas.

Las omegas movían sus pelvis al ritmo de los dedos que se introducían y salían de ellas, gimiendo desesperadas, tan necesitadas porque, aunque los dedos fuesen hábiles, necesitaban ser penetradas por la gruesa polla de su alfa.

Oh, alfa... S-Sí, más rápido. —lloriqueaba Lisa, apenas sosteniéndose con sus antebrazos contra el respaldo, con su mirada ansiosa buscando a Rosé a su lado, que gemía tan exageradamente como ella.

No pudo evitar extender una de sus manos hacia la omega mayor, envolviendo su nuca con los dedos para atraerla hacia ella, besándola y ahogando sus gemidos en la boca de Rosé. Gemían ruidosamente en sus bocas, abriendo sus bocas para besarse duramente, deslizando sus lenguas húmedas al hacer un lio de saliva, con esta escurriendo por sus comisuras ante la fuerza con la que, ahora, tres dedos impactaban en ambas, impulsando sus cuerpos hacia adelante una y otra vez.

Lisa gimoteo en protesta cuando los dedos salieron de ella, deshaciendo el beso para observar hacia la alfa, rogándole con su mirada que no se detuviera.

—Alfa... Alfa... —llamó necesitada, meneando su culo, no obstante, recibió una dura nalgada mientras el culo de Rosé aún era destrozado con los dedos de la barista.

—Que puta omega más traviesa, ¿Mh, Lisa? —Lisa se estremeció en un espasmo ante la mención de su nombre, viéndose tan desastrosa, pero apetecible, con su flequillo pegado en su frente, su rostro sonrojado y sus labios hinchados, entre abiertos por gemidos que no era capaz de dejar de emitir.

¡Ah! —gritó Rosé, inclinando su cabeza hacia el respaldo, arqueando su espalda cuando la alfa finalmente rozó contra ese punto de su clítoris.

Ese punto que una y otra vez era golpeado contra la yema de los dedos de la alfa, que arremetía sin detenerse ni compadecerse por la llorona imagen de Rosé moviendo débilmente sus caderas por más.

—Las voy a coger tan fuerte... —burló la alfa, introduciendo una última vez profundamente sus dedos en Rosé, que se retorció, inútilmente tratando de cerrar sus piernas.

Rosé sollozó de placer, ambas omegas asintiendo frenéticamente, encantadas por la forma tan sucia en que Jennie se dirigía a ambas, teniéndolas tan jodidamente calientes por más y más de ella. Queriendo ser folladas hasta que no pudiesen formar frases coherentes.

Jennie quitó sus dedos dentro de Rosé, dándoles un grato espectáculo a ambas omegas, que observaban con sus brillantes miradas como la alfa se masturbaba ante ellas, moviendo duramente su mano de arriba abajo contra la gruesa erección, quien se estremecía por cada vez que la palma rozaba sobre su sonrojado nudo.

—Sé una buena omega y chupa a Rosé, Lisa. —ordenó con una fingida y dulce voz. Sin embargo, la orden fue rápidamente obedecida con Lisa girando a Rosé contra el sofá, sorprendiendo a la rubia cuando tomo su coño profundamente en su boca, chupando duramente con sus mejillas ahuecadas, haciendo que Rosé fuese un desastre de gemidos y lloriqueos.

Lisa se hallaba entre las piernas de Park, alzando y respingando su culo ante la alfa que lentamente se acomodaba detrás, sin dejar de masturbar su polla cuando tarareo gustosa, tan complacida por la obediencia de sus omegas.

Y con ello, Jennie dirigió su polla hacia el coño empapado de Lisa, empujando en esta profundo, pero lentamente. Lisa jadeo repentinamente, ahogándose entre los labios de Rosé ante lo delicioso que era tener a una alfa dentro suyo; respiró intensamente contra la pelvis de la mayor, separando su boca de la entrepierna ajena para tomar una larga inhalación mientras su cuerpo se adaptaba a la gran longitud de la alfa.

—O-Oh... Se siente ta-an... Tan bien... —lloriqueó de placer, inclinando hacia atrás su pelvis, queriendo tomar tanto de la alfa como pudiese. Gimiendo desesperada cuando sintió el roce del nudo contra su coño. Se sentía tan llena, tan bien.

Jennie apretó fuertemente la pequeña cintura, abofeteando una de las nalgas de Lisa antes de comenzar a moverse. Arrastrando su gruesa polla en las apretadas paredes de Manoban, estirando tanto a la omega que Lisa no podía creer que aquella era la sensación de estar con una alfa, su maldita alfa. Gimió, moviéndose y follándose contra la polla de Jennie lentamente, acostumbrándose al grosor de ella mientras solo era capaz de chupar a Rosé, con saliva filtrándose por cada que mamaba y los gemidos la traicionaban.

Rosé nunca pensó que estaría en esa situación, con una alfa follándose a su omega y esta, chupándola tan sucia y obscenamente que se sentía desfallecer. Siempre le encantó ver a Lisa follarse con los vibradores, sin embargo, ver como era follada por alguien más despertó algo de lo que no era consciente antes, pero ahora... Ahora definitivamente lo gozaría.

Park tomó fuertemente las hebras rubias de Lisa con su mano, obligándola a llevar un movimiento frenético contra su clítoris, aquel con el que follaba la boca de la Tailandesa una y otra vez, retorciéndose del placer por las sensaciones que le envolvían y como los gemidos de Lisa producían directas vibraciones contra ella.

Podía sentir la mirada de Jennie, podía sentir la picazón de esa potente mirada mientras empujaba su pelvis contra la boca de Lisa, pero cuando hubo alzado la mirada y la suya se encontró con la avellana, no pudo contenerse a follar más duro la boca de la omega menor, frotándose los pechos ante la alfa que la observaba con tanto deseo que cada extremidad de su cuerpo temblaba. Oh... Oh...

Su mirada no se despegó de Jennie, siendo su mayor estimulante cuando sintió que estaba en su propio límite, envuelta en el sonido húmedo de como Jennie, se follaba a Lisa; de cómo ambos cuerpos chocaban entre sí y lo vulgar que se oía la boca de Lisa tratando de tomarla por completo.

—¡Alfa! —gritó llegando al mejor orgasmo que haya tenido, temblando y dejando ir toda su esencia en la boca de Lisa, quien gimió en un sollozo cuando lo tomó todo con su boca.

—Buena chica... —alagó inclinándose sobre Lisa para acariciar la mejilla de Park—. Prepárate para mí, te follaré tan duro como a Lisa. —Rosé se hallaba completamente sudorosa, jadeando fuertemente tratando de recomponerse. Su rostro se hallaba enrojecido, pero sentía las mariposas revoloteando por su cuerpo por la forma en que Jennie le acarició.

Rosé sentía su cuerpo caliente pese al breve orgasmo, con sus extremidades pesadas por cada movimiento, pero el solo hecho de ver tal espectáculo, la llama ardiente de deseo crecía poco a poco nuevamente. Park se movió lejos del sofá, acomodándose en el individual que dejaba una buena vista de ambas, de como la polla de Jennie entraba y salía duramente del coño de Lisa.

—Alfa... Por favor... —respiró entrecortadamente, separando más sus piernas cuando se desplomó contra el sofá, su pecho y mejilla completamente hundiéndose mientras su agujero era maltratado maravillosamente.

Mh... ¿Quieres mi nudo, bebé? —murmuró la alfa, moviendo sus manos por los muslos de la joven omega hasta sus glúteos, apretando ambos.

—Sí, sí... O-Oh, lo quiero... —aceptó con tanto entusiasmo que el agarre de Jennie se apretó.

Jennie río oscuramente, frotando la piel de Lisa sin detener sus embestidas, mirando a la omega sin aliento viéndose tan llena.

¡A-Ah! —jadeó Manoban cuando las caderas de Jennie tomaron un ritmo más feroz, dejando salir gemidos desesperados por como el pene de Jennie la extendía.

Lisa respiraba irregularmente con su rostro contra el sofá, quejándose mientras Jennie se aferraba fuertemente a sus caderas, no obstante, cuando la bailarina volteó su rostro hacia el resto de la sala en busca de Rosé, gimió profundamente sorprendida.

O-Oh, Dio-os... —jadeo extasiada, encontrando la mirada de Park en el preciso momento que el mayor se penetraba con dos dedos, observando a ambas follar contra el sofá.

Jennie siguió la mirada de Lisa, donde las embestidas perdieron ritmo al ser penetraciones desesperadas, ansiosas por querer follarse igualmente a Rosé. Tenerla sobre su cuerpo, montando su grueso pene.

En el preciso momento que Rosé masturbó su empapado clítoris, Jennie nalgueó duramente las enrojecidas nalgas de Lisa, quien se hallaba gimiendo y sollozando, babeando el sofá por el dolor que experimentaba, pero maldición, se sentía malditamente bien. Lisa movió sus caderas ansiosa, hacia abajo queriendo recibir más golpes de la alfa los cuales no tardaron en llegar, obteniendo a la pequeña omega llorando de placer bajo el cuerpo construido de la barista.

Jennie se inclinó hacia la espalda de Lisa, rodeando los pequeños y firmes pechos en sus manos, causando un completo estremecimiento y un gemido ahogado.

—Me voy a... me-e voy a venir... —advirtió, enterrando su rostro contra el sofá. Jennie solo aumentó los embistes y el movimiento de su mano.

Lisa lloriqueo al sentir como la polla dentro suyo crecía, una sensación completamente nueva y alucinante, la reacción del nudo que cada vez hacia más complicado sacar y meter nuevamente en su agujero, sin embargo, Jennie no se detuvo. Lisa no pudo soportarlo más, retorciéndose bajo el cuerpo de la alfa, gritando por la intensidad del orgasmo cuando acabó desplomada con la polla dentro de ella, llenándola tanto de semen como nunca se imaginó.

Rosé estaba sorprendida, nunca Lisa se había desmayado y ella, había tenido su segundo orgasmo solo observando a ambas jodiendo sobre el sofá, solo tocándose con la idea de que sería la siguiente en ser tomada por Jennie. Park  siguió la reacción de la alfa cuando gimió una última vez, inclinándose hacia Lisa para lamer justo sobre el cuello de la omega, donde se hallaba la mordida que Rosé le había hecho.

Cuando finalmente el nudo aflojó y Jennie salió de Lisa, la acomodó sobre el sofá en espera que de despertase tras su desmayo, no obstante, su polla aún se hallaba semi dura cuando su mirada buscó a Rosé sobre el sofá individual, tan sonrojada, sudorosa y con un aura tan inocente que Jennie solo quería ir hacia ella y destrozarla.

Justo frente a Rosé, Jennie se inclinó a besarla con las manos maniobrando con el cuerpo de la omega para que quedara sobre el suyo en el sofá. Se besaban desesperadamente, babeando y mojándose con sus lenguas, no importándole como sus dientes chocaban en cada encuentro necesitado.

—A-Alfa —susurró Rosé, jadeando en la boca de Jennie que acariciaba sus piernas, recorriendo y frotando los muslos empapados de lubricante.

Rosé chilló cuando Jennie tomó uno de sus pezones con su boca al mismo tiempo que la diestra tomaba su coño. Chupaba ambos pezones, siendo cada arrastre de la lengua tan intenso que Rosé temblaba, rogando por algo de lo que no estaba segura. Rodaba las caderas por cada fricción en su vulva, gimiendo ruidosamente cuando los dientes tomaron sus sensibles pezones, recorriéndole una oleada de dolor y placer a la vez.

—Jennie... Alfa... —lloriqueó cuando esta se apartó de su pecho, moviendo su mano libre hacia abajo, entre sus piernas.

Dedos hábiles se movían entorno a su agujero humedecido, rodeando de este antes de ingresar dos dedos dentro de el. Rosé dejó salir un largo aliento, inclinando su cabeza hacia atrás y arqueando su espalda por el placer.

—Eres tan bonito, Rosé —murmuró Jennie oscuramente, presionando besos en los pechos de la omega mientras sus dedos se adentraban cada vez más profundo en ella.

Rosé se sacudía sobre los dedos de Jennie, cabalgando de ellos para tener más, casi tan cerca de que aquellos dedos nuevamente estimularon su clítoris. Jennie enroscó sus dedos dentro de la omega, haciendo que Kim dejara salir un lloriqueo necesitado, con pequeñas lágrimas en el borde de sus ojos ante la ausencia de sus dedos.

La omega no alcanza a emitir una queja cuando tres dedos comenzaron a follarla, estirándola tan deliciosa y duramente que casi su cuerpo se movía a voluntad de Jennie por la fuerza empleada. La omega gimió fuertemente cuando los dedos frotaban directamente en su punto g, provocando un chillido ansioso por lo rudeza que la alfa utilizaba.

Rosé se podía sentir cerca de su orgasmo, pero antes de siquiera llegar a su límite, Jennie sacó los dedos, arrastrándolo a lo largo de los muslos de Rosé, que jadeaba desesperada.

Jennie la observó embelesada, recorriendo su preciosa pálida piel y enrojecida por como ella la había tocado. Tan destrozada y todo hecho por ella  que no pudo contenerse a besarla nuevamente, tan intenso como el primero.

El coño de Rosé palpitaba mientras la lengua de Jennie se metía en su boca, gimiendo ahogadamente contra ella, tan mojada, hermosa y desesperada porque la alfa se la follara.

Jennie la besó un poco más, quitando su mano del humeante y necesitado centro de la menor, tomando su propio pene que descansaba tan duro y erecto contra el muslo de Rosé. Con la mano libre tomó la cintura de la joven universitaria, alzándola apenas sobre las rodillas para guiar su propia erección hacia el abusado agujero de Park.

Rosé respiró pesadamente, jadeando mientras bajaba sus caderas para tomar a la alfa. Sus paredes estirándose, sintiéndose tan llena de una manera deliciosa que nunca se imaginó.

—O-Omega... —susurró Jennie, tan abrumada como Rosé por la sensación del apretado y húmedo coño. Ambas sintiéndose tan bien mientras Park acababa completamente sentada sobre la erección de la alfa.

Se miraron sin aliento, ambas con el cabello desordenado, pegado en sus frentes por el sudor y sus labios hinchados. Oh... Jennie quería arruinarla tanto, tanto como su alfa aullaba por poseerlas a ambas omegas. Rosé y Lisa eran suyas y de nadie más, se aseguraría completamente de que todo el mundo lo supiera.

—¡A-Alfa! —gritó la omega cuando la alfa comenzó a mover sus caderas y esta se hubo inclinado hacia el pecho de Rosé, mordiendo sobre su clavícula, bajo la zona del cuello donde la mordida de Lisa se hallaba.

Jennie envolvió sus brazos alrededor de la pequeña cintura, lamiendo sobre la piel de Rosé sin despegar la mirada de la mordida. No había sido ella, pero la idea de que ambas omegas se hubieran enlazado la calentaba demasiado.

—Mías... —gruñó—. Solo son mías.

—Tuyas... —respondió Rosé, agitada, respirando entrecortado mientras Jennie se aferraba a sus caderas, tan segura de que hematomas quedarían allí.

La longitud de Jennie la abría, penetrándola tan profundamente como esta alzaba sus caderas e impulsaba las de Rosé hacia abajo. Jennie no pudo evitar nalguearla mientras la follaba, viéndose tan bonita y sonrojada sobre ella, saltando sobre su polla.

Aumentó la velocidad de las embestidas, con la pelvis golpeando el magullado coño de Rosé, arrastrándose en las paredes sensibles de la omega que la tomaba tan bien. Las penetraciones eran frenéticas, Rosé no era capaz de pensar más que gemir por más, por obtener todo de su alfa.

Sin embargo, cuando sintió una nueva dura nalgada, gritó volviendo a su nula consciencia.

—Jódeme, alfa... Jo-odeme. —lloriqueo Rosé, quejándose ante la nueva nalgada, los dedos nuevamente tomando sus sensibles pechos.

—Estás tan mojada... —murmuró Jennie, arremetiendo en su agujero—. ¿Oyes lo mojada que estás para mí? —canturreó entre jadeos, aumentando las penetraciones para dar hecho de lo empapada que Rosé estaba.

Rosé gimoteo, retorciéndose cuando Jennie apretó sus palmas entorno a sus tetas, jugando con los pezones enrojecido. Chilló en voz alta, demasiado estimulada como para querer huir de tanto placer, sin embargo, Jennie la sujetaba con sus manos, demandando que tomase todo lo que le daba.

—¡Alfa, a-lfa! —sollozó de placer—. ¡Voy a venirme! —logró articular, respirando con fuerza.

Jennie no se detuvo, moviendo frenéticamente sus manos en los senos de Rosé, moviendo su pelvis a la par para enterrarse más y más en ella. Veía como una maravilla como Rosé se retorcía, gritando del placer y la sobreestimulación. Continúo follándola, golpeando su agujero y rozando su punto g tan insistentemente que casi pudo sentir piedad de Rosé.

Rosé derramaba lágrimas, sintiendo el nudo de Jennie creciendo dentro de ella, sintiéndose al borde del placer cuando una vez más sus pezones fueron atendidos. Solo un movimiento más de las manos de Jennie y penetración bastaron para que arqueara su espalda, cerrara sus ojos y gritase por el devastador, pero delicioso orgasmo.

Sentía besos regados por su sien y ella, con su frente descansando en el hombro de Jennie. Se sentía demasiado apagada, como si no se hallase ahí mismo, pero siendo capaz de percibir suavemente los besos y las caricias de Jennie.

Parpadeo perezosamente, tratando de recomponerse, pero siendo consciente como aun el nudo de Jennie se hallaba dentro de ella y pequeños fluidos del semen de la alfa se escurrían de su agujero.

Ambas se miraron más vueltas en sí, fuera del calor y el deseo de follarse. Inmediatamente Rosé se sonrojo, evitando la mirada de Jennie que no se veía menos apenado que ella.

Wow... Estuvieron geniales, lástima que no me pude unir —habló con las palabras arrastradas Lisa desde el sofá frente a ellas—. Me duele todo, no puedo moverme.

Oh, Dios. Lo siento mucho, Lisa. —Rosé aun no podía moverse, debía esperar que el nudo bajara, pero le parecía gracioso como Lisa no perdía su vulgar sentido del humor incluso tan destruida como estaba.

—¡Nada de eso! —exclamó sorprendiendo a la alfa—. Fue increbíble, vuelves a disculparte y me enojaré contigo.

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—¡Jennie! —exclamó furiosa JiSoo cuando la vio entrar por la puerta trasera de la cafetería—. ¿Dónde esta-... ¡Estuviste follando!

Jennie no tuvo tiempo de tomar una ducha pese a que se la habían ofrecido. Se sentía demasiado avergonzada por su actuar entre ambas omegas, no supo que la llevó a comportarse así, pero el delicioso aroma a durazno y fresa la hicieron perder la razón.

—¿No fue una buena follada? No pareces feliz. —agregó la mayor de las baristas, acercándose a su amiga.

—JiSoo... Estoy muy confundida. —la mirada de Jennie se veía apenada, avergonzada y tan confusa que JiSoo palmeo su hombro, llevándola hacia una de las mesas desocupadas del café que se hallaba terminando de ser cerrado por los empleados.

Jennie solo habló y habló, tratando de explicarse, tratando de explicar que sucedió y qué a llevó a actuar así. El cómo se sentía, el lío en su cabeza y en su corazón, también el cómo su alfa rogaba por volver a ese apartamento y acurrucarse con esas omegas. Estaba tan confundida.

—Jen, quizás Rosé y Lisa sean tus destinadas. —intentó explicarse tan suavemente como la situación lo requería, pero no se imaginó que eran oídas por más personas.

—¿Rosé y Lisa son omegas destinadas a Jennie? ­—preguntó Felix, sorprendiendo a las baristas—. ¿Qué? ­

—¡No seas entrometido! —regañó YunJin, palmeando la nuca de Felix tratando de empujarlo a ordenar las mesas, pero antes de prevenirlo Somi se asomó ante la mención de las omegas.

—¿Lisa y Rosé de la universidad? ¡Wow, Unnie! —habló cubriendo con el dorso de su mano su boca por la sorpresa—. ¡Te ganaste la lotería! Quiero decir, es Rosé y Lisa, intenté muchas veces llevármelas a la cama. —fue casi instantáneo cuando un gruñido provino de Jennie, de forma amenazante hacia la alfa menor que se alejó de ella, poniendo distancia mientras JiSoo trataba de calmar a sus entrometidos meseros.

—Cállate, estúpida —golpeó YunJin -la única beta de los meseros- está vez la cabeza de Somi—. No es seguro y si lo fuera, Jennie apenas las está reconociendo como suyas para que salgas con tus comentarios idiotas. La alfa de Jennie debe estar en una etapa muy posesiva y territorial ahora.

Ah, no hablen de mi como si yo no estuviera aquí. — Se quejó la pelinegra, masajeando sus sienes—. Perdón, Somi, pero me pone de los nervios la idea de que hablen así de mis omeg-... De ellas. —todos intercambiaron miradas preocupadas, Felix lentamente extendió su mano hacia su jefa.

—¿Por qué te niegas a reconocerlas como tal, Noona? —el joven omega le sonreía con ternura, sin malas intenciones de por medio, obteniendo un suspiro cansado de la alfa.

—No es eso, Felix, pero no me criaron así. —explicó queriendo lucir desinteresada—. Mamá y papá siempre me enseñaron que los omegas no son objetos, que tienen los mismos derechos y deben ser respetados como alfas y betas. Por esa razón me cuesta referirme a ellas como ‹‹mis omegas›› —haciendo comillas y énfasis en aquellas últimas palabras, apoyó su barbilla sobre su mano—. Ellas no me pertenecen como tal, no son de mi propiedad. —quedándose la mesa en silencio, pensaron en las palabras de Jennie, en lo correctas que estas eran—. Además, no es fácil saber que estas destinada a alguien y más aún, si son dos.

—¿Cuándo hablarás con ellas sobre eso? —preguntó JiSoo queriendo cambiar un poco el rumbo que estaba tomando la charla al atormentar a Jennie.

—No lo sé —respondió apenada—. Huí como una cobarde

—Sé fuerte, Jennie —animaron los menores—. Eres genial, siempre lo has sido. ¡Podrás solucionarlo! —animó Felix con su adorable sonrisa, inclinándose hacia ambas antes de apartarse y continuar con su trabajo.

ღ ღ ღ¸¸¸ღ

Jennie no era una cobarde, pero si demasiado torpe para enfrentar ciertas situaciones o más bien, a Rosé y Lisa.

Desde lo sucedido se negaba a trabajar en la barra y tener que enfrentarse a ambas jóvenes en caso de que fuesen a comprar nuevamente. Se mantuvo en la cocina, ayudando al pastelero, pero aun cuando se hallaba envuelta en aromas dulces que cubrían los aromas de los clientes, era capaz de percibir el dulzón de las omegas cuando estas se hallaban en la cafetería.

Su cabeza aun era un lío, no sabía por donde comenzar a ordenar sus ideas pese a que, con el paso de los días, la idea de ser la alfa de dos omegas no le resultaba tan desagradable o problemático.

—¡Jennie! —gritó JiSoo inesperadamente, golpeando su palma contra la mesa, causando un fuerte ruido y que Jennie dejase caer su móvil envuelta en un sorpresivo miedo.

—¡¿Qué mierda?! —exclamó fuera de sí, llevando su diestra hacia su pecho al tratar de recomponerse—. ¿Qué demonios te ocurre? —ambas miradas se encontraron, sin embargo, Jennie inmediatamente rehuyó a la de la mayor.

JiSoo se hallaba cruzada de brazos, viéndose tan imponente y molesta que Jennie se sentía pequeña ante ella, disponiéndose tan lentamente a recoger su móvil. Desde lo acontecido hace unos días con las omegas, había ignorado a su mejor amiga respecto al tema, pero justo en ese momento, no tenía en donde esconderse o fingir una llamada.

—Deja de hacerte la idiota, debes ir hablar con Lisa y Rosé. —regañó la mayor de las baristas, frunciendo su entrecejo al notar como Jennie observaba a cualquier parte que no fuese ella—. ¿Estás jugando con ellas o qué?

—¡No! —respondió inmediatamente, por primera vez encontrándose ambas miradas de forma voluntaria—. Pero... Pero ¿qué voy a decir? —divagó peinando nerviosamente su cabello—. ¿Y si lo arruino? ¡Siempre arruino todo! Hasta el maldito piedra, papel o tijeras ¡Tú me conoces!

—Si sigues posponiéndolo solo les harás daño a ellas y a ti también —poco a poco JiSoo se fue relajando, quitando la molestia de su voz y gestos—. No seas necia, has estado emocionada toda tu vida por encontrar a tu omega y ¡Mujer! Son dos guapas omegas que vienen día a día con la ilusión de encontrarte y ¿Qué debo ver por tu culpa? Sus lindos rostros decepcionados saliendo de aquí. 

Jennie sintió el revoltijo de vergüenza y culpa en su estómago, bajando su mirada por lo apenada que se sentía al respecto.

—¡Ya me tienes harta! —exclamó la Coreana—. ¡Tu turno termina ahora, vete! —entre empujones, JiSoo llevó a la fuerza a Jennie hacia la salida trasera de la cafetería—. No tienes derecho a volver aquí si no hablaste con ellas, o... ¡Te despido! —amenazó dramáticamente, evitándole la entrada de vuelta entre manotazos.

—¡Pero es mi cafetería también!

—¡Es una orden, Jennie Kim!

La alfa sintió un estremecimiento ante la mención de su nombre completo, no obstante, de pie frente a la puerta cerrada ante ella, suspiró pesadamente. Quizá no era la forma en que debía enfrentar la situación, pero era un hecho de que debía dar la cara tarde o temprano.

Los pasos de Jennie se hacían cada vez más lentos conforme se acercaba al edificio, alzando su mirada una y otra vez hacia este antes de ingresar a recepción. Estaba nerviosa, ansiosa e incluso, asustada. Sabía que no tendría mal recibimiento de las omegas, pero probablemente si recibiría miradas molestas por haber esperado tanto cuando el primer día, ellas la buscaron.

Era un hecho, fue una estúpida, pero estaba dispuesta a solucionar todo con sus omegas.

—Hola Lisa y Rosé, lamento haber tardado tanto, yo... —susurró bobamente mientras se acercaba a la puerta de las omegas—. No, no... Eso suena terrible. —demasiado absorta en su diálogo que no notó como por inercia tocó el timbre del apartamento—. Hey... ¿Me extrañaron? Porque yo sí a ustedes... Ugh, no. Qué asco

—Sí, qué asco. —secundó Lisa frente a Jennie tras abrir la puerta, sin embargo, la alfa al percatarse de su presencia palideció por completo, sin saber cómo dejar de avergonzarse.

—Lisa, yo... —parpadeo incrédula, recorriendo con su mirada el bonito aspecto que la omega tenía, con su nuevo cabello negro dándole un dulce y puro aspecto ante sus ojos pese al entrecejo fruncido que adornada su rostro.

—Solo entra, Jennie. —la voz de Lisa casi fue una orden y Jennie no pudo explicarse por qué, pero sintiendo el regaño en ella, ingreso cabizbaja sin atreverse a alzar la mirada estando de pie en la sala.

Uhm... ¿Dónde está Rosé?

—Durmiendo. —respondió rápido y molesta.

Jennie no estaba del todo segura la razón de la molestia que denotaba Lisa, por lo que, armándose de valor para encontrar su mirada en busca de una explicación, ambas se observaron por unos minutos en silencio.

—Te habría perdonado la demora si solo te hubieses tomado uno o dos días, no la semana entera. —las expresiones de Manoban no cambiaron, demostrando ante Jen que la dulce Lisa no era siempre una adorable omega.

—Perdón... ¡Perdónenme! —Lisa mantuvo su mirada molesta y a sabiendas que Jennie no era consciente de la situación de ambas omegas, no podía evitar desquitar su molestia con la alfa.

Dando pesados pasos hacia la alfa -Lisa  no se intimidó ante el aroma tan cautivador que poseía-, tomó el cuello de la camisa de Jennie, inclinándola hacia ella de forma amenazante.

—Q-Que...

—Rosé nunca pensó en nuestro alfa, yo siempre fui la que vivía ilusionada con la idea —comenzó la omega, sin quitar su mirada de la avellana ni perder su tono de voz con tanta molestia—. Pero desde que nuestras omegas te reconocieron como nuestra alfa, nunca vi a Rosé tan feliz por finalmente conocerte. —la oscura mirada de Lisa perdió fuerza, lentamente siendo palpable la decepción en su voz a la par—. Ella siempre fue la que me cuidó, me consintió y me protegió. Ella nunca tuvo a alguien así con ella, estaba demasiado cegada con cuidarme y cuando por fin tuvo a alguien que la tuvo entre sus brazos como me toma a mí, vi el brillo en sus ojos cuando te miró ese día. —el agarre de Manoban perdió fuerza, nuevamente ambas manteniendo distancia y Jennie sintiéndose tan culpable y apenada por haber esperado tanto.

> Pero esperaste una semana, ¡Una semana en que vi como la bonita mirada de mi Rosie se apagaba! —Lisa no solía perder fácilmente los estribos. Reconocía que su relación con la omega mayor era bastante peculiar, pero no podía negar que amaba a Rosé con todo su corazón y verla entristecerse día a día rompía su corazón—. Jennie... —llamó más relajada, suspirando porque la situación realmente la dejaba tensa—. Te acepto y reconozco como nuestra alfa, pero no aceptaré que dañes a mi omega.

Jennie la observó con sorpresa, ante la potente e intensas que había sido sus palabras. No estaba al día con la relación que ambas omegas tenían, sabía que ambas se habían marcado mutuamente, pero oír que se referían entre sí como sus omegas, removía de calidez su pecho.

—Lo tengo bastante claro, Lisa —habló rápidamente, con la honestidad en su voz y mirada—. Lamento mucho haberme tardado, fui una idiota y lo enmendaré cada día desde que me dejen entrar en sus vidas.

—No, yo digo que fuiste muy idiota. —habló una nueva voz detrás de ambas.

Ambas se voltearon hacia la rubia, quien, pese a su oscura vestimenta, se veía tan adorable refregando su ojo con el dorso de su mano.

—Gracias por protegerme, Lisa —una bonita sonrisa perezosa se extendió en los labios de Rosé, teniendo rápidamente a la menor de las omegas corriendo hacia a ella para abrazarlo fuertemente—. Pero no me abraces, guácala.

Entre manotazos de Rosé y besos húmedos que no podía esquivar de Lisa, Jennie reía bajito observando lo que le esperaba. La idea de tener a ambas jóvenes a su lado no resultaba tan mala, incluso la forma en que se querían tan intensamente y aun bromeaban huyendo la una de la otra, le encantaba. Lo había visto en más de una ocasión en la cafetería, pero tener una mirada más intima de la vida hogareña de las omegas, la hizo sentir casi como en casa.

—¡La selección final comienza hoy, prepárate Jennie! —amenazó Lisa entre risas, sorprendiendo a la pelinegra cómo la omega era capaz de lucir tan amenazadora y linda en cuestión de tiempo.

—¡Maldita otaku, es nuestra vida, no tu tonto anime de demonios y cazadores!

—¡Cállate!

Decir que Jennie estaba preocupada y arrepentido de haber llegado aquel día al apartamento gracias a la orden de JiSoo, era un eufemismo. No había cabida para la incomodidad observando a sus omegas jugar entre sí, en como la imagen apagada que vio de Rosé hace unos minutos había desaparecido para dejar un bonito brillo en sus ojos; en como la molestia de Lisa se esfumó para reír a carcajadas y golpearse con la mayor. Después de todo, no era muy diferente a ese par de revoltosas.

ღ ღ ღ¸¸¸ღ

Los días continuaron sin mayores complicaciones, con Jennie esforzándose cada día para sorprender a las jóvenes universitarios. Estando ahí cuando inclusos ellas no se lo esperaban y podía notar como Lisa poco a poco se sentía cómoda con su presencia, pero notaba como había algo en Rosé que la retenía.

Ambas omegas tomadas de sus manos salieron del campus, caminando a paso rápido por el frío que comenzaba apoderarse de las calles.

—Lili, no vayas a enfermar. —regañó Rosé, quitándose su suéter para cubrir a Lisa. que hace apenas unos minutos había salido de su sala de prácticas completamente sudada y con pocas ropas para cubrirse.

—Tu tampoco vayas a enfermar, Rosé.  —habló una voz junto a ellas. Una voz que ambas conocían y que sorprendió a Park cuando la alfa rodeo su desnudo cuello con una gruesa bufanda, ajustándola para ella.

La mirada de Rosé siguió el rostro de Jennie, aquél que le sonreía con tanta ternura y cariño. Park no pudo evitar sonrojarse completamente, desviando su mirada, pero no quitando la bufanda mientras Lisa sonreía junto a ambas.

—¿Qué haces aquí? —preguntó curiosa la menor de las omegas, abrazándose a la cintura de la mayor.

—Vine por ambas, recordé sus horarios y que hoy habría mal clima. —con la suavidad que caracterizaba el actuar de la alfa, tomó las manos de las omegas, guiándolas hacia la acera donde un bonito auto les esperaba.

—¿Tienes auto? Wow... —murmuró Lisa, subiendo con entusiasmo al asiento trasero—. ¡Rosé, tiene auto! —exclamó de pronto, envuelta en carcajadas que Jennie no entendía.

—De hecho, tengo tres. —aclaró la alfa cuando cerró la puerta del piloto estando todas adentro y nuevamente, no entendió el nuevo ataque de risas de Lisa. Aquella boba risa que contagiaba a Rosé, quien no pudo evitar reír a la par—. Dios, no las entiendo. Están locas.

¡Gracias por leer!

—🌷

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