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UNO


Cuando eres adulto y creces en circunstancias diferentes a lo que estas acostumbrada hay cosas que se perciben de maneras diferentes.

Este es mi caso.

Nací en un hogar lleno de amor pero este se esfumó al igual que la llama de una vela que es soplada, mi padre se fue con alguien más dejando a mamá sola y con toda la responsabilidad de criar a una niña de siete años.

Es cierto que siempre tuvimos más allá de las necesidades básicas gracias al empleo remunerado de mi madre pero siempre necesite la presencia de un padre y ese fantasma sigue acechándome ahora a mis veinticinco años.

Ese fantasma se llevó todo de mí incluso todo lo que yo creía, enseñándome que en el mundo real de sueños e ilusiones no se viven, eso no existe, ni muchos menos se cumplen.

—Ciabel cariño... la cena esta lista— esa es mi madre llamándome desde la cocina, sonrío y guardando mis notas bajo a ver a mi madre -pon la mesa por favor, ¿pudiste escribir algo?

—Si pero no sé, no me cierra - hago una mueca por lo frustrada que estoy, disfruto escribir pero a veces me pones de nervios— ¿Qué vamos a comer?

—Tallarines con extra salsa— se me hace agua la boca al instante y espero que me sirva la ración más grande que pueda darme— hice bastante porque sé que no comerás sola una porción.

—Te amo mamá— confieso dando el primer bocado.

Pequeños sucesos como estos me hacen feliz, mamá siempre se preocupó de llenar cualquier hueco en mi corazón y aunque quedaban algunas grietas que era imposible llenar con el tiempo eso dejo de notarse.

Termino de cenar y evoco a todas mis fuerzas especiales para hacer la tarea que más odio que es lavar los platos; mamá se ríe al verme hacer gestos de indignación y frustración para realizar esa tarea.

Luego de terminar veo a mi madre ver su novela, le doy un beso y voy otra vez a mi cuarto.

Mi alarma me despierta a las dos horas de haberme dormido, ahora pienso que no es buena idea quedarse a leer hasta altas horas de la madrugada. Mis oídos se adecuan a los ruidos exteriores de mi habitación y descubro que mi mejor amiga esta en casa.
Como despierto bajo a saludarla, lo que quiere decir que mis cabellos están como la melena de un león; mi mejor amiga sonríe al verme y como es característico de ella me aprisiona en sus brazos, me alejo tan pronto como puedo de ella y ambas reimos.

Ser cariñosa no es mi fuerte.

—Algo me dice que no dormiste casi nada, ¿Por qué no me sorprende?— pregunta sonriente tomando mi brazo, Bae siempre es así alegre y llena de vida, tanto que quisiera ser más como ella.

—Tenía que terminar si o si, las escritoras de wattpad son fantásticas— me excuso a la vez que bostezo, parezco un animal un rugiente— ¿Qué haces aquí tan temprano?

—Necesito ser tu apoyo en este día especial.

¿Día especial? No es un día festivo, mucho menos mi cumpleaños; miro a mamá quien mira a Bae para tragarla por lo que acaba de decir. Centro mi atención en mi progenitora y sin escapatoria ella decide soltar la lengua.

—Tu padre está en camino.

Todo alrededor de mí se detiene, después de diecisiete años mi padre decide hacer presencia y no puedo sentir ningún tipo de emoción; ¿Debo estar feliz? ¿Enojada?
Corro a mi cuarto para arreglarme con rapidez; Bae solo me sigue con la mirada sin decir una palabra, se que se siente mal por lo sucedido.

—Salgamos por ahí, no quiero estar aquí— expreso buscando algo de dinero y un abrigo, Bae no sabe qué hacer - anda ¿No querías que saliéramos un día de estos?

—Pero tu padre está aquí— refuta ella algo nerviosa.

—Espere diecisiete años, es su turno de esperar.

Con Bae siguiéndome voy hasta donde se encuentra mi madre, ni siquiera miro a mi padre y me dirijo a mamá.

—Voy a salir, si él esta tan dispuesto a verme va esperar a que vuelva.

Sin decir más salgo fuera de casa sigo a Bae hasta su auto y dejo que ella me lleve donde quiera, ni siquiera puedo pensar en nada; estoy demasiado ofuscada. Llegamos a un local y Bae pide dos cafés negros que me recuerdan al alma insensible de mi padre, lo bebo de una sola vez. Suspiro perdiendo la cuenta de las veces que lo he hecho ya y me enojo más cuando noto que las lágrimas comienzan a caer.

—Sé que esto es muy fuerte para ti, pero tal vez sea una oportunidad para que vuelvas a tener a tu padre contigo y de pedirle explicaciones— la mano de Bae caza la mía entre la de ella y yo trato de contener mis lágrimas que desean salir como un diluvio— debes intentarlo.

—Diecisiete años, Bae... prometió que a pesar de que él ya no estuviera en casa jamás me abandonaría ¿Cómo creerle ahora?— mi mejor amiga queda sin palabras, no puede refutar mis razonamientos y el tema muere allí.

Regreso a casa tres horas más tardes, para ser específica son la una de la tarde; descubro que mi padre sigue en casa y solo ruedo los ojos. Me dirijo al refrigerador y bebo un poco de jugo bajo su atenta mirada.
Sus pies tamborilean inquietos, signo de ansiedad pero ni eso me mueve a querer hablarle. Luego de unos minutos que a él deben parecerles eternos decido dialogar con mi padre.

—¿A qué se debe tu inesperada visita? ¿La realeza decidió que era tiempo de visitar a su hija bastarda?

—¿Así te educó tu madre? Soy tu padre no un idiota al que puedas hablarle como quieras.

—¿Cuál es la diferencia? Eres el padre idiota que cree que diecisiete años después su hija debe tratarlo como siempre, realmente patético.

—¡Ciabel basta! Yo llamé a tu padre, tengo un viaje importante en el que volveré dentro de seis meses y necesitas estar acompañada— mi madre habla con firmeza como casi nunca lo hace, lo que denota que ha pensado en meses esta decisión y es inevitable sentirme traicionada— es hora de que tu padre se haga cargo de lo que no ha hecho hace diecisiete años y que tu recuperes la confianza en él.

—¡Estás chiflada! ¡No quiero verlo, él no es mi padre y jamás lo será!— mi cerebro ni siquiera se detiene a pensar y solo deja que mi boca hable lo que mi corazón siente— ¿Cómo se te ocurre hacer esto? ¿Crees que es como cuando empaquetabas juguetes a su nombre y yo fingía creerte? ¡No quiero verlo! ¡Lo odio! ¡Me traicionaste!

Mis nervios colapsan, siento que mis piernas se aflojan y segundos después todo se vuelve negro.

Mis ojos se abren debido a un reflejo de luz, no distingo donde estoy pero todo brilla a mí alrededor; en medio de tanto brillo resalta una sombra humana que va a acercándose según los segundos pasan, entonces puedo ver a esa persona frente a mi sonriendo.

—Hola Ciabel— él me mira y un mar de emociones me inunda - tanto tiempo, por fin te encontré.

Sus ojos color cielo brindan paz necesaria.

Su cabello dorado brilla como la esperanza.

Su voz es como un canto que define la felicidad.

—¿Quién eres?— logro cuestionar con voz temblorosa.

Kim Taehyung, que feo que me hayas olvidado...

Kim Taehyung...

Estoy en mi cuarto con los ojos de mis progenitores encima, ¿Qué rayos fue ese sueño?

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