Carta A Mi Pueblo
Carta A Mi Pueblo
Mi alma está adolorida cuando miro desde arriba que en mi pueblo existen todavía iras, celos, contiendas y envidias. Ya no esperan con ansias mi venida pues la tienen por tardía. Mi santidad han cambiado por la inmundicia y sensualidad. En sus corazones han dejado entrar la lascivia. A las herejías, hechicerías, orgias e idolatría le han dado la bienvenida. La vanidad, avaricia y mentira en mi pueblo han entrado. Los pleitos, borracheras y homicidios parecen la orden del día. Enemistades y disensiones se unen a esta algarabía. El adulterio y la fornicación en mi pueblo han causado destrucción. Se han olvidado que al que amo como todo buen padre castigo. Yo Soy amor pero también Fuego Consumidor. ¡Oh, pueblo mío por fuego extraño a mi Espíritu Santo han cambiado! En libertinaje Mi Gracia han convertido. Creyendo que desde arriba Yo no los miro. Se han vuelto profanos, contumaces, irreverentes y maldicientes. Injustos unos con otros. Soportan a los sodomitas, parricida, matricidas, afeminados y a los que se echan con varones; como si normal esto fuera. Por la senda antigua ya no quieren caminar. Andan en sus impurezas, concupiscencias y pasiones deshonestas. En sus bocas se encuentran malicia y blasfemias cuando de ellas quiero gloria, honra, alabanza y adoración. Han dejado morir el fruto del Espíritu en ustedes. Pues le ponen límites, sentado e ignorado en muchas congregaciones lo tienen. Sólo por no querer que lo suyo se sepa.
¿Acaso se les olvidó que todo lo oculto sale a la luz? ¿Cuando dejarán que éste libremente entre ustedes se mueva? Hasta cuando habrá malos deseos entre ustedes. Creen que no estoy observando. No hay quien perdone y soporte a su hermano. El amor entre ustedes se ha enfriado. Fingen amarse para luego por la espalda apuñalarse. La paz y gozo que tenían lo han perdido pues en tristeza lo han convertido. La prudencia, benignidad misericordia y piedad atrás han dejado. Para dar paso a su rebeldía. En su imprudencia creen que a mi no llegan sus palabras deshonestas. ¿Acaso no tiene oídos quien te hizo? ¿Y estos no están atentos a cada una de ellas? Se han vuelto ladrones de almas, diezmos y ofrendas pastores, ministros, evangelistas y ovejas. Mi evangelio de paz por su vanagloria han cambiado y tergiversado para provecho suyo. Con estafas y engaños llenan con dinero sus bolsillos. A mi pueblo hieren e irritan con sus palabras huecas, frías y vacías. A causa de esto se han vuelto secuestradores de almas inocentes que con sus actos al infierno han condenado. ¿Acaso no tiene ojos quien te hizo? ¿Y ellos atalayan la tierra? ¿Acaso desconocen que quienes tales cosas practican mi reino no heredan? Mi Espíritu de ellos se ha apartado porque en medio de la inmundicia él no puede morar. Aunque todo le es lícito no todo le conviene. Aunque todo le es lícito no todo le edifica. Todo le es lícito más no deben dejarse dominar de ninguna cosa. SANTO, SANTO, SANTO SOY. En santidad mi pueblo debe andar. Oh se les ha olvidado que a precio de sangre fueron comprados. Que sois templo de mi Espíritu Santo y que no sois vuestros. Que me han de glorificar en cuerpo, alma y espíritu pues sois míos. Y quien tal cosa rechaza no es ha hombre quien rechaza sino a mí quien le he dado mi Espíritu.
Atentamente,
Dios
Por: Ivettsy Rivera
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