En la celda yacía dormido,
con el último dardo en su pecho,
aún goteaba el veneno inyectado,
en aquel indefenso felino.

No pidió estar enjaulado,
en cautiverio fue criado,
los domadores le mataban
y de que él era el malo,
le habían convencido.

Aunque las rejas le hipnotizaron,
conservaba su imagen imponente;
aquel paso sigiloso y elegante,
aquel rugido amenazante,
veía el terror en las pupilas
sin entender a que se debía.

Los dientes y sus garras,
perdieron su mortal afilada,
lo  qué era,
por señal le recordaban,
en su piel las rayas negras.

Su naturaleza cazadora,
por neófitos controlada,
"eres tigre",¡ haz lo que debes!
pero lo pedían a sus intereses.

El látigo amenazador,
se desgastó por años en su cuerpo,
pero marcó más su alma,
que ser tigre le dió miedo.

Y en un viaje imprevisto,
de aquel malvado circo,
el tren fue descarrilado,
y la jaula se hizo añicos.

Cayeron los grilletes,
cedieron las oxidadas barras,
se les escapó el tigre
y se perdió en la sabana.

No hay miedo,
no hay circo,
no hay payasos,
ni veneno, ni dardos,
se acabaron los latigazos.

Bebe agua fresca del río,
no la empozada del circo;
no huele a desperdicios,
sino a viento, montaña y fuerte risco.

Lleva en su lomo los latigazos,
pero ya fluye nítido su rugido,
su andar detiene cuando le place
y caza libre sin castigo;
¡la jaula quedó en olvido!

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No poder expresarse es una jaula para una persona de mente ruidosa...

Por muchas razones, este poema es uno de mis favoritos.

Los leo encantada...
¡Gracias mil!