Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 8

Salimos de la casucha y nos dirigimos hacia Puerto Blanco. Apenas nos dimos cuenta de que habíamos llegado; entre risas y recuerdos de otras tantas correrías el tiempo se nos pasó volando, pero había algo extraño: por algún motivo las puertas de la ciudad estaban cerradas.

''Venga´´, pensé, ''los astros se han alineado para que se nos tuerza todo.´´

-- ¿Pero qué...!-- Exclamó Trad al verlas cerradas. -- ¡No las cierran nunca! Ya puedan estar bombardeando la ciudad que las malditas puertas están abiertas de par en par. ¿Pero hoy? Hoy no, hoy vamos a cerrarlas... -- refunfuñó mientras se paraba a contemplarlas.

-- Estoy por darme la vuelta y arrojarme por los barrancos. Con la suerte que tenemos seguro que me muero antes de pisar al bosque...--

Trad me miró, callamos un instante y acto seguido comenzamos a reírnos de forma tan escandalosa que, con la suerte que estábamos teniendo esa noche, me sorprendió que no nos descubriera algún centinela de la villa.

-- Bueno, lo importante ahora es averiguar como entrar--

-- Suponiendo que la puerta del muelle y la puerta norte estén también cerradas solo nos queda una opción: la grieta.-- dijo Trad con una sonrisa.

-- ¿Perdona? -- contesto con intriga -- No me suena que haya ninguna grieta en la muralla. Quizás alguna piedra rota, y no te niego que haya agujeros, pero ninguno por el que podamos entrar.--

-- No es propiamente una grieta en sentido literal. Al oeste del pueblo, pegada a la muralla, hay una posada cuyo sótano tiene una salida justo al otro lado del muro. Se supone que se hizo para facilitar la carga y descarga de mercancías y ahorrarse el jaleo de dar vueltas por las callejuelas de la ciudad, pero acabó siendo un sitio de referencia para el contrabando y para evadir los impuestos del puerto. Quizás con suerte la puerta de este lado del muro esté abierta. --

Dicho esto, empezamos a rodear la muralla en dirección a ''La Grieta´´, como se llama la posada: no tuvimos que andar mucho. A un par de minutos encontramos un montículo de tierra con dos puertas de madera por las que se filtraba un poco de luz, y apoyado contra la pared un hombre bastante grande con lo que parecía ser un garrote con pinchos tirado junto a él en el suelo.

Antes de que nos viese me paré y paré a Trad.

-- Creo que el hombre que está ahí tan tranquilamente puesto no está para ver las estrellas. -- dije con tono sarcástico.

-- ¿Ah no? ¿Qué te hace pensar eso? -- devolvió en el mismo tono.

-- No sé... Quizás sea ese garrote de medio metro con clavos, pero no estoy muy seguro...--

-- Tú sígueme la corriente -- se limitó a decir.

Pero justo antes de dar otro paso las puertas del sótano se abrieron y de ellas salió un candil: el mismo que llevaba Blurbey en la casa abandonada. Tras el candil había una mano, y como era de esperar, fue la de Blurbey la que lo sostenía.

Nos escondimos como pudimos detrás de unos matorrales recé por que la noche y las copas de más que el guardia parecía llevar no nos delatasen.

-- ¡Casi se me olvida, Elfric! -- dijo mientras metía la mano libre en un bolsillo de su chaqueta y sacaba un puñado de monedas de oro.

-- Quería recordarte que tú, esta noche, no me has visto. ¿O me equivoco? --

Extendió la mano a la vez que el tal Elfric y dejó caer el generoso montón de monedas. Alguna incluso cayó rodando al suelo, pero ninguno pareció hacerle caso: a Blurbey debían de sobrarle y Elfric directamente no era consciente de ello.

-- Por supuesto, Señor. Elfric no ha visto a nadie esta noche, Señor. ¿Usted quien era? --

Su voz sonaba pastosa y áspera: era evidente que estaba bastante perjudicado por el alcohol. Blurbey lo miró de arriba a bajo con cierta preocupación y luego le dio una palmadita en el hombro. Aunque a decir verdad, casi lo tira del poco equilibrio que el hombre conservaba.

-- ¡Muy bien Elfric! Veo que has captado el mensaje. ¡Buenas noches! -- dijo mientras abría las puertas y volvía a bajar por lo que debía ser una escalinata.

Esperamos a que hubiera bajado todo lo que debiera bajar o a que simplemente estuviera fuera de nuestro alcance. Durante toda la escena la mente de Trad había estado trabajando a toda velocidad y ya tenía un plan pensado.

-- Creo que no tengo ni que contarte lo que estoy pensando hacer. Pero por si te has quedado dormido los últimos cinco minutos te lo resumo: tú, monedas. Es todo lo que tienes que hacer. Eso, y seguirme la corriente. ¡Vamos!--

No me dio tiempo a rechistar.

Antes de que me diese cuenta había saltado fuera de los matorrales y se dirigía con paso firme hacia el tal Elfric. Yo salí corriendo detrás, pero no porque me pareciese una idea brillante precisamente, más bien para no quedarme solo.

-- ¡Hombre Elfric, qué de tiempo! Mi padre te manda saludos. ¿Te acuerdas de él no? -- le inquirió. -- ¿Qué tal tu esposa?

-- Mmmm... ¿Tengo esposa?-- preguntó él.

-- ¡Da igual hombre! Solo era por preguntar. -- dijo intentando salir del paso. -- Y qué, ¿cómo va la noche? ¿Mucho ajetreo?--

Elfric comenzó a contarle sus penas, dentro de las cuales iba desvariando y saltando de un tema a otro como cualquier hombre en tales circunstancias, y con semejante cantidad de alcohol en el cuerpo como debía tener, hubiera hecho.

Para ser honestos, diré que tardé unos instantes en darme cuenta de lo que mi amigo quería que hiciera. Esparcidas por el suelo había algunas monedas de las que Blurbey le había dado anteriormente a Elfric y que este había dejado caer porque, evidentemente, si en su estado no era capaz de mantenerse en pie mucho menos lo era de agacharse y ponerse a buscar monedas a la luz de una antorcha.

Él no, pero yo sí. Y eso fue lo que hice.

Mientras Trad lo mantenía entretenido divagando sobre el precio del vino y lo mal que estaba pagado su trabajo yo me agaché disimulando atarme los cordones y me puse a recoger algunas de las monedas que tenía más a mano. Serían cinco o seis monedas, pero para nosotros más que suficientes.

Me levanté y vi como Trad agitaba por detrás de la espalda una mano como gesto para que le entregase las monedas. Se las puse en la palma de la mano con cuidado de que no se cayeran e hicieran cualquier ruido que hicieran a Elfric acordarse del botín perdido.

-- ¡Bueno Elfric! Lo dicho, tus... Emm... Cua... ¡Tres! Eso, toma, tus tres monedas de oro.-- dijo mientras contaba lo encontrado y guardaba el resto en su bolsillo con cuidado de que no hicieran ruido.

-- ¡Ves lo que te decía? Cada vez cobro menos...-- exclamó Elfric como si fuera un niño pequeño.

-- No te preocupes hombre. Ya vendrán tiempos mejores. -- dijo dándole algunas palmaditas en el hombro. Palmaditas que casi le tiran.

-- Bueno... ¿Y qué más hacía yo?-- preguntó desorientado.

-- Pues creo que después de cobrar tus tres monedas nos abres ahí abajo. Sí; estoy seguro que es eso lo que haces.-- le respondió Trad.

-- Supongo que sí...-- murmuró Elfric.

Se irguió como pudo y cogió una de las dos antorchas que había clavadas en el suelo dónde hacía guardia. Casi vuelve a perder el equilibrio y a caerse, pero por suerte Trad lo agarró a tiempo. Sin embargo, había algo que no entendía.

-- Oye Elfric, ¿y por qué llevas la antorcha? ¿El sótano de la posada no está alumbrado?-- preguntó Trad.

-- Oh... No. Creo que no... ¿El sótano? No, no, no... Primero están las alcantarillas. ¡Parece que no hayas bajado nunca Herbert! -- exclamó bastante convencido.

Crucé una mirada de asombro y terror con Trad, la cual me devolvió pero sin tanto terror como la mía. Por suerte, su mente puede ser maravillosa en algunas ocasiones.

-- ¡Claro, claro! Por eso también nos dabas la otra antorcha, ¿verdad Elfric?-- dijo Trad tratando de sonar tan convincente como le era posible.

--Esto... Si, creo que va dentro del precio... ¡Muy buen precio! ¿No es así?-- respondió Elfric orgulloso.

-- ¡Por supuestísimo Elfric! Y un servicio de primera. Pero tenemos un poco de prisa, así que será mejor que nos vayas abriendo mientras yo cojo esta antorcha.--

Mientras Elfric se tambaleaba hacia la puerta Trad arrancó de un jalón la segunda antorcha y se giró en dirección a Elfric y echó a andar. En ese instante lo agarré por la manga y le hice mirarme mientras caminábamos a una distancia prudente del guardián de la entrada.

-- ¡Las alcantarillas? ¡Este es tu magnífico plan?-- dije indignado.

-- ¡Shhhhhhh! Yo tampoco sabía que hasta la posada había que pasar por las alcantarillas. Pero eso da igual, una vez abajo ya nos las apañaremos. No puede ser tan complicado.

No me fiaba un pelo de Trad en cuanto a sus supuestos.

Nos adelantamos y alcanzamos a Elfric justo al tiempo que giraba la llave en la cerradura y nos abría la puerta.

Había unos escalones que bajaban hacia la oscuridad de las alcantarillas. Bajaban hasta una especie de pasarela pegada a la pared. Al otro lado solo estaban las aguas de desagüe de todo el pueblo.

-- Ya está abierta señores. ¡Un servicio excelente!-- dijo en divertido.

-- Muy bien Elfric. Un servicio excelente, sí señor. Ahora es cuando nos recuerdas, aunque a nosotros no nos hace falta, claro está, cómo se llega a la posada.-- le devolvió Trad.

-- Mmmmmm... Creo recordar que no hacía falta eso... Esta mañana los carteles seguían allí Señor. ¡Bajaré a comprobarlos por usted! -- exclamó Elfric mientras se tambaleaba hacia la negrura del pasadizo.

-- ¡No! -- inquirió Trad -- No hará falta Elfric, amigo mío. Ya has hecho bastante. Un servicio excelente, como siempre. Te recomendaré para un ascenso y un aumento de sueldo. ¡Sí señor! Vaya si lo haré.-- exclamó Trad.

-- ¡Muchísimas gracias Waldo! Hacía tiempo que no te veía. Gracias por tu apoyo, están siendo momentos difíciles para los guardianes. No se nos paga bien y ...-- comenzó Elfric, sin embargo Trad le cortó.

-- Yaaaaaa.... Me lo has contado todo Elfric, buen amigo. Ahora es momento de que te vayas a vigilar la entrada. O mejor aún: a casa. Sí, lo mejor será que te vayas a casa. ¡Te doy permiso!-- le ordenó Trad como si fuera su superior.

-- ¡A la orden mi Capitán!--

Entramos en el pasadizo y bajamos las escaleras. Una vez estuvimos abajo, Elfric cerró la puerta detrás de nosotros y la luz de su antorcha desapareció, dejando solo la que la nuestra proyectaba.

Nos paramos unos segundos a escuchar y contemplar la negrura que nos rodeaba.

Ratas, agua corriendo por los canales y viento. Viento que debía colarse por alguna alcantarilla. Sin embargo, de repente sonó un estruendo.

¡BAM!

Algo chocó contra la puerta.

Dimos un brinco sobresaltados y nos pusimos en posición de defensa: Trad antorcha en mano y yo detrás de Trad.

Esperamos unos segundo a ver qué pasaba. Esperamos y escuchamos, pero para nuestra tranquilidad lo único que se escuchó entre los sonidos que ya reconocíamos fueron los ronquidos de Elfric; el hombre no debió poder acabar de subir los escalones y cayó dormido antes, con lo que rodó y acabó golpeándose contra la puerta. Teniendo en cuenta el estado en el que se encontraba, el golpe tan solo debió contribuir al profundo sueño en el que había caído.

Así pues, ahí nos encontrábamos. Solos, metidos en las alcantarillas del pueblo y con el único consuelo de la mortecina luz que arrojaba una antorcha medio consumida.

-- Más vale que salgamos pronto de aquí. -- dijo Trad mientras ojeaba el lugar.

-- Yo solo espero que salgamos.-- respondí yo mientras contemplaba el negror de las aguas.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro