Vestía con elegancia y porte, seguramente se trataba de un heredero de alta cuna; mientras que yo estaba completamente cubierta de barro, empapada por la lluvia y sudor, con un desagradable aroma impregnado en mí. Para colmo, tenía las manos y las piernas ensangrentadas.

El chico me miró con preocupación y exclamó:

-"Estás gravemente herida, ¿Qué diablos te ha sucedido?"

Le rechacé, apartándolo de un empujón, y con un último esfuerzo caí nuevamente al suelo, murmurando:

-No me toques, estoy bien...

-El chico: "Pues no creo que estés bien, necesitas ayuda"

Y con determinación se agachó a mi lado, y dijo: "Mi nombre es Max y te puedo ayudar".

Su rostro reflejaba preocupación sincera, y aunque me resistí al principio, me di cuenta de que tenía razón. Estaba al borde del colapso y necesitaba asistencia desesperadamente.

Max me ayudó a levantarme con su fuerza y me guió hacia una mesa en el rincón más apartado del bar. La mirada de los demás clientes se posó sobre nosotros, pero Max parecía completamente imperturbable.

Mientras me sentaba en la silla, él fue a la barra y pidió agua y paños limpios.

Al alejarse, puede notar su estatura alta, cabello negro y su rostro esta adornado con una barba bien cuidada que acentúa sus rasgos fuertes y masculinos. Su complexión es robusta. Este hombre emana una presencia magnética y enigmática que atrae la atención de quienes lo rodean.

Después de un momento, regresó con todo lo necesario y comenzó a limpiar las heridas en mis manos y piernas con delicadeza. Su toque era firme pero gentil, y poco a poco el dolor empezó a ceder.

Le agradecí tímidamente, reconociendo que, sin su ayuda, jamás habría llegado tan lejos. Max sonrió y me dijo: "No tienes por qué agradecer, nadie debería enfrentar algo como esto sola. ¿Qué te sucedió? ¿Cómo te encontraste en esta situación?"

Permanecí en silencio.....