Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

VIII

Lo prometido es deuda, aquí está el maratón. 

1/2

_______________________________

Estaba perdida. El sonido de la música de la fiesta desde hacia mucho lo había dejado de escuchar. Me encontraba en un jardín enorme, la luna era la única luz que tenía. El camino rocoso me inhabilitaba caminar, así que cada cierto tiempo daba trastabillones que lastimaban mi tobillo.

Miré por encima de los arbustos, tratando de buscar una salida a este laberinto. Pero a la vista de mis ojos no había mas que las sombras de las plantas, dándole una negrura prominente a mi panorama. Estaba sola, desorientada y sin oportunidad de escapar.

Cuando me creí llorando de la desesperación y del miedo una figura apareció de la oscuridad. Era alta y esbelta. Al principio creí que era un monstruo, así que caminé de espaldas, envuelta en terror. Sin embargo, mientras mas se acercaba el cuerpo mas forma tomaba.

—Tranquila —murmuró la figura. Su voz era suave y masculina. La sentía como una canción de cuna: tranquilizadora. Llegó hasta donde yo estaba. Pude reconocer su rostro. Unos ojos verdes me hipnotizaron y una sonrisa amable terminó por enamorarme.

Creo que fue amor a primera vista.

—Voy a ayudarle —me dijo, yo sólo supe asentir —. Deme la mano —dudé un poco. A pesar de que me veía completamente hechizada por el sujeto, mi mente no dejaba de recordarme de que podía ser malo. Al parecer el chico lo notó porque rápidamente se presentó —. Soy Emi. Estaba caminando por el jardín hasta que la vi perdida y decidí venir a ayudarle. Yo conozco la salida. Confíe en mí —sus palabras sonaron tan sinceras que le ofrecí mi mano. La tomó delicadamente, como si se tratara de un objeto preciado. Una calidez me recorrió de pies a cabeza —. Sígame.

—Soy Amanda —sentí la necesidad de presentarme. Empezamos a caminar

—Mucho gusto, señorita Amanda —una sonrisa apareció en sus labios—. ¿Puedo preguntar cómo terminó aquí? —comencé a relatar mi desafortunada aventura. Él me escuchó atentamente. Terminé mi relato con una risilla tonta. El tema de conversación cambió. Bromeamos por un largo rato. No quería que se acabara nunca.

Emi desde el momento que lo conocí fue un verdadero caballero. Fue amable y servicial, dispuesto a darle una mano ayuda a quien lo necesitara. Cada que parecía que iba a caerme por las roca él me sujetaba con fuerza, dándome la estabilidad que me faltaba. Si deseaba recuperar mi aliento él estaba inclinado a parar unos minutos, aunque eso ralentizara nuestra caminata.

Nunca me sentí mas segura.

Nuestro paseo llegó a su fin. Con una sonrisa triste le agradecí por sus servicios, prometiéndole una compensación.

—Si consigo tener otro encuentro con usted, será suficiente para mí, señorita Amanda —las mejillas se me enrojecieron. ¿Un chico tan guapo quería reencontrarse conmigo? Me sentí especial y favorecida.

—Estaría encantada de volver a charlar con usted, señor Emi —el corazón me latía

—Entonces le rogaré al destino volver a tropezarme en su camino —tomó mi mano y la subió lentamente. Su rostro se acercó a ella y sus labios se posaron en mi piel, dándome el honor de sentir su beso casto. Un toque sencillo y discreto, pero capaz de hacer cosquillear mi cuerpo entero.

Con una sonrisa cautivadora me miró a los ojos. Me perdí en su bosque espeso y misterioso. Duramos cortos segundos así, solamente observando al otro, solamente respirando las ventanas del otro.

Cuando se fue y desapareció de mi vista volví a entrar al baile. Pero ya no era la misma. Mis mejillas estaban teñidas, mis ojos brillantes y mi mente únicamente pensando en el enigmático chico que me había ayudado.

Emi.

Saboreé su nombre por días enteros.

Amanda estiró sus brazos, dejando la pluma en la mesa con un sonido sordo. Estaba completamente exhausta de escribir. Casi dos hojas de la historia ficticia de como Emi y Amanda se había conocido.

—¿Qué te parece? —preguntó la chica, atenta a la opinión de Emi. Al parecer, el saber que pensaba de su historia de "amor" era importante para ella.

—Está bien. Muy romántica.

—Así todo el mundo creerá que fue amor a primera vista —el chico asintió, bebiendo un poco de su té de jazmín.

—¿Te gustaría cambiar algo? —Emi negó. Parecía satisfecho con el cuento —. Entonces ahora repasaremos los puntos de nuestro contracto. Debemos ser claros en esto así los dos estaremos cómodos en todo lo que dure la relación.

—Tranquila, Amanda, no siempre me burlaré de ti —la chica se congeló un instante. Emi nunca le había llamado Amanda. Le pareció idóneo que lo hiciera.

—Yo siempre me burlaré de ti... —vaciló un momento. ¿Sería correcto llamarlo Emi? ¿No era muy atrevido de su parte?

Somos pareja, sería adecuado llamarlo por su nombre.

—... Emi —terminó con un tono dudoso y suave. El chico se quedó en un pequeño trance. Los ojos de la chica miraban fijamente el papel, Emi quería que ella lo mirara a él, así sabría que estaba pasando por su cabeza en esa ocasión. Un recatado rubor le cubrió la piel, casi imperceptible. Eso fue lo único que Emi necesitaba. Sonrío para sí mismo.

Nunca nadie le había llamado así. Siempre era Emilianno, o señor Yunn, o cualquier otro honorifico demasiado común y aburrido para captar su atención. Ahora, una extraña chica lo nombraba algo nuevo y diferente. No sabía como sentirse ante aquello, solo conocía que la manera en que Amanda le decía era cálido y tentador.

—Tendré que detenerte antes de que me hagas llorar —respondió, aún un poco perdido.

—Prometo nunca hacerte llorar.

—¿Y cómo puedo confiar en ti?

—Palabra de un nido de pájaros —bromeó, irónica. Emi rio sutilmente. Amanda exhaló con brusquedad.

—Tienes toda mi confianza —Amanda se sintió mas aturdida a sus palabras de lo que debería.

Tengo toda su confianza.

Aunque fuera una broma y una mentira, la chica no pudo evitar sentirse feliz por ese simple pensamiento.

—El primer punto de nuestro acuerdo fue nunca decirle a nadie. ¿Correcto? —Amanda cambió el tema, anotando en el pergamino.

—Correcto.

—El segundo punto podría sería actuar cariñosamente en cada salida pública.

—Pero seríamos nosotros mismos en privado —sentenció Emi, no queriendo perderse de la sarcástica Amanda. Aunque tenía la sospecha que era así de directa hasta en público.

Debe ser divertido estar con ella en las fiestas, pensó el chico.

—No puedo esperar a tener el bromista de Emi sólo para mí —había un poco de palabras en su ironía.

—¿Así que me quieres sólo para ti? —inquirió con una galantería que no sabía de donde salía. Amanda lo ignoró.

—¿Cuántas salidas tendremos? Yo necesito varias para así solidificar las opiniones de los demás.

—Las que tú quieras me parecen bien —Amanda lo analizó, viendo directamente a Emi, a lo que este se puso nervioso. Los ojos azules de la chica eran muy intensos a pesar de ser muy claros. Le recordaban a las flores lobelia.

—Dos bailes serían muy pocos, y cinco es el número antes de comprometerse. Así que yo creo que cuatro están bien.

—Cuatro bailes serán.

—¿Y tres reuniones en esta cafetería?

—No tengo problema, me gustó este té de jazmín —Emi subió la taza hasta sus labios, ingiriendo la bebida con elegancia. Amanda siguió el movimiento instintivamente.

—No podemos humillar, desacreditar o avergonzar al otro en público. Se vería mal la imagen de una pareja que se degrada, además de afectar nuestras reputaciones.

—Me parece bien. También pon que no podemos reírnos ante las ofensas que un tercero puede hacer a alguno de nosotros dos.

Solo quiero tus bromas, no las de otros, pensó el chico, pero no lo dijo.

—Si algo le molesta al otro debe hablarlo, no podemos crear problemas de comunicación entre nosotros. Somos aliados que confían el uno con el otro —Emi no contradijo su regla, así que la chica lo escribió.

Se quedaron algunos segundos en silencio, meditando sobre otras reglas que podrían tener.

—Si tenemos confianza tal vez terminemos abriéndonos entre nosotros. Así que nunca divulgar los secretos contados —explicó Emi, con la garganta un poco seca.

El chico no tenía pensado confesarle a Amanda sus sentimientos mas profundos y confidenciales, pero aún así era buena idea mantener esa regla.

Amanda trazó su pauta, completamente de acuerdo.

—Solo están permitidos los abrazos y tomarse de las manos—exclamó Amanda de la nada. Nunca había imaginado que Emi podría ir mas lejos que eso, pero era mejor aclarar que tener futuros malentendidos —. Y nada de besos que no sea en el dorso de la mano —el color le subió al rostro mientras Amanda, atropelladamente, dictaba esas palabras. Estaba avergonzada, pero no sabía el porqué.

Emi sofocó una risa.

—No supuse que tendrías otro tipo de beso en mente, Amanda.

—Lo digo por si acaso —trató de solucionar su lío. El bochorno no dejaba de quemar su piel. El chico se veía divertido por su vergüenza.

—Tranquila, soy un caballero —Amanda rodó los ojos.

—El caballero que me dice nido de pájaros —ironizó con una mueca desenfadada.

—Es un apodo muy caballeroso.

—Ya lo creo —como un reflejo, Amanda trató de arreglar su cabello. La chica si se sentía un poco estresada por ese mote. Y es que era cierto que su enchinado pelo nunca parecía peinado (aunque pasara horas arreglándolo).

Tal vez a Emi no le gusta el desorden en mi cabeza, analizó la chica.

—Te ves bien, no hay porqué retocarse —Amanda no le creyó, pero bajó sus dedos nerviosos y los posó en su falda.

—Entonces, caballero —se burló la chica, con una risilla corrosiva —, ¿algún otro punto? ¿O terminamos?

Emi se quedó pensativo. Estudiando despistadamente los ojos de Amanda. Ella no lo notó, estaba muy concentrada leyendo el contrato. Se estaba asegurando que todo estuviera ordenado y limpio, sin errores o huecos.

Son lobelias, definitivamente, aseguró el chico, con una sonrisa oculta.

A Emi el corazón le empezó a latir. Apretó fuertemente sus dedos, haciéndose un rojizo apenas notable en su palma. Amanda parecía foráneo a la reacción del chico. Emi no sabía si eso le alegraba o le molestaba.

Carraspeó, tratando de llamar su atención. No lo consiguió. La chica estaba absorta en sus papeles. Se había condenado a inspeccionarlos a profundidad.

—Si no hay mas para decir, entonces podemos firmar —habló distraídamente. Levantó su mirada, lista para enfrentar un rostro que no estaría tan inexpresivo.

—La última regla sería no enamorarse del otro.

_______________________________

Palabras: 1726 

Uy, uy, ¿qué pensamos de este capítulo? ¿qué tal los sentimientos de Emi? Todo se complicaaaa. 

Instagram: chica_violeta_

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro