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Capitulo 1: El planeta T-C 12,456

De las estrellas 1.

(...)

Su especie estaba en peligro de extinción. Una especie de enfermedad masiva había acabado con más del noventa por ciento de las hembras en su planeta.

No sabían cómo, no sabían por qué. Pero si sabían que su especie había sufrido una baja muy grande y su población se había reducido bastante.

Ahora encontrar a una pareja era completamente imposible, era más imposible con quién aparearse, la anatomía de su especie era complicada y sencilla a la vez.

Los machos eran quienes cargaban los huevos, máximo tres por cada uno, en el apareamiento los huevos eran introducidos en el útero de la hembra, ahí se engendran, hacían que el vientre creciera hasta el momento de nacer.

Las pequeñas crías nacían sin escamas y sus colas eran diminutas, a los meses después era que sus pequeñas escamas empezaban a salir, al igual que sus dientes y los cuernos de sus frentes.

Katsuki sentía que no tendría nada de eso por la situación que estaban pasando, no habían parejas potenciales para él. No tenía a una hembra en la cual dejar sus huevos, no tendría la suerte de ver nacer o crecer a sus crías.

O eso pensaba hasta que un proyecto salió, buscar potenciales parejas en otros planetas. Su tecnología era avanzada, viajar para ellos era algo esencial, explorar los extremos de su universo.

Entonces, los más poderosos de su planeta, los que tenían más poder sobre los demás, se reunieron, habían en total unos cinco planetas habitados en otras galaxias, en los cuales sus especies eran parecidas a las suyas.

Les habían dicho que hicieran un tipo de prueba, buscar a hembras y aparearse con ellos para saber si podían ser compatibles.

Como Katsuki era el hijo de los reyes de una nación y un guerrero por naturaleza, sería el líder de ese proyecto, los mayores confiaban en él para hacer bien el trabajo.

Los elegidos para esa misión eran por lo menos unos cincuenta machos, jóvenes y fuertes. Katsuki lideraba la nave nodriza en el comando principal.

Mirando entre los proyectores los cinco planetas elegidos para su misión. Todos ellos diferentes entre sí, con distintas culturas y especies, incluso idiomas diferentes, lo parecido entre ellos era el aire y la atmósfera, eso era esencial en sus búsquedas, pues las hembras tendrían que vivir en su planeta. Lo bueno de su especie inteligente era que podían aprender un idioma fácilmente.

-¿Como se llama éste planeta?- preguntó uno de sus compañeros, Hanta Sero, era casi completamente negro, su larga cola escamosa se balanceaba lentamente detrás de él.

-Es el planeta R-D 10,034, llamados por los habitantes de allí como planeta Ashi-Kao. No son una especie muy desarrollada, diría que hasta primitiva.- contestó su segundo al mando, Eijiro Kirishima, era rojizo casi por completo, lucía orgullosamente una larga cabellera negra que caía casi sobre sus hombros, dos cuernos rojos sobresaliente de ella.

El planeta R-D desde lo alto se miraba de un color rosado, sabía que sus habitantes eran tan coloridos como ellos, aunque la mayoría eran también de un color rosa.

-Iré con mi escuadrón a ese planeta, tengo curiosidad de ir allí.- comentó el de las escamas negras, pasando toda información del planeta a su brazalete para estudiarlo más y saber cómo llegar sin problemas allá.

Sero se fue con el resto de su escuadrón para seguir con los detalles del planeta al cual iban abordar y Katsuki siguió dando instrucciones a los demás e informando de los otros planetas a los cuales iban a ir.

-¿Entonces nosotros iremos al planeta T-C 12,456?- preguntó Kirishima mirando el globo verde en el proyector, solo quedaban diez en el comando principal, los que sería el escuadrón de Katsuki para ir a ese planeta.

-¿El T-C 12,456?- preguntó Inasa Yoarashi, un corpulento gris cesco de su escuadrón, Katsuki sonrió antes de mirar al último que habló.

-Así es calvito. Iremos al T-C, también conocidos por sus habitantes como planeta Tierra, preparen las naves de exploración para partir dentro de unas doce horas.- ordenó el rubio con desdén haciendo a los demás asentir a su pedido.

-No soy calvo.- comentó Inasa mientras se iba para hacer su parte del trabajo, a Katsuki le importó un bledo lo que había dicho el calvo, era divertido llamarlos por esos sobrenombres.

Katsuki estudió todo sobre la "Tierra", un planeta que iba directo a su propia extinción por los habitantes de allí, los autos proclamados "humanos", la especie más inteligente que lo habitaba. Solo eran destructores, tomaban del planeta lo que necesitaban sin importarles nada más.

Ellos mismos acababan con su planeta, sobre explotando lo que tenían. Lo más sorprendente era que con su historia de creación, ellos ni siquiera habían ido más allá del cuarto planeta de su sistema solar, apenas si podían ir casi seguido hacia su único satélite natural.

Lo más gracioso del caso era que seguro se creían los únicos del universo infinito, con aún más infinitas posibilidades.

La especie humana era pequeña y blanda, según sus registros, eran solo carne y huesos que no llegaban más allá de los dos metros cuando mucho.

Katsuki se despidió de los otros escuadrones que se fueron en naves de exploración a los otros planetas, la nave nodriza fue aterrizada sobre el cuarto planeta del sistema solar en el que se encontraba la Tierra, fuera de los radares que habían por allí.

Al salir cada uno en una nave individual, Katsuki y los demás se dirigieron a la tierra, optaron por ir a una nación que estaba rodeaba de agua, era algo pequeña comparada con algún otro sitio de ese planeta, pero para empezar estaba bien.

Entrar en la atmósfera terrestre fue algo turbulenta, como lo había suponido, hizo que las demás naves se camuflaron para que no fueran detectadas por lo humanos, pero Katsuki tenía curiosidad por saber cómo podrían reaccionar ellos ante intrusos en su planeta, por eso dejó su nave al descubierto.

-¿Qué está haciendo, capitán?, Puede ser peligroso andar al descubierto.- la voz de uno de sus subordinados sonó al otro lado del comunicador.

-No hay problemas, de cualquier forma el rastreador está programado para emitir una alerta por si ocurre algo grave.- respondió haciendo que el otro diera un asintiendo no muy confiado, porque aunque los humanos no eran tan desarrollados o inteligentes como ellos, seguían siendo peligrosos y muy destructores.

Poco después de haber andado un poco por el aire de ese planeta detectó en su radar como otras dos naves se acercaban a él, los dejó conectarse en su comunicador pues parecía que le querían decir algo.

-Se le pide por favor que se identifique, está en territorio nacional de Japón, si no lo hace, abriremos fuego.- Katsuki sonrió con diversión ante ese intento patético de advertencia, jugaría un poco con ellos antes de "dejarlos ganar", y que lo capturasen.

El rubio hundió un par de botones en su control e hizo que la nave fuera más rápida, iniciando una persecución. Activó el campo de energía alrededor de la nave para protegerla de cualquier ataque que le pudieran dar los humanos.

-¿Eso es lo más rápido que pueden andar?, Que patéticos.- se rió el rubio al ver como las otra naves se quedaban muy atrás, casi saliendo de su radar.

Jugó un rato con ellos, haciendo que perdieran la pista de donde estaba varias veces, ignorando lo que le decían por radio, y rió con gracia al ver como le disparaban "misiles", bien explosivos que solo pegaban contra el capo de la nave, le gustaban esos explosivos, aunque no hacían mucho daño la verdad.

Al cabo de un rato, cuando se cansó de molestarlos, hizo como que uno de los misiles "dañara gravemente" su nave, e hizo un aterrizaje forzoso en un bosque para que fuera algo creíble.

Cuando estuvo en el suelo guardó rápidamente sus artefactos dentro de un compartimento secreto de la nave y solo se dejó un pequeño brazalete, estaba adherido a su brazo con una de sus escamas más duras.

Se dejó caer sobre su mando y cerró los ojos, esperando, se aseguró de cubrir bien su cuerpo con sus escamas, era mejor prevenir que lamentar.
Rato después pudo escuchar como los humanos llegaban a donde él estaba y revisaban por todas partes su nave.

-Tenemos una nave no identificada, le dimos con uno de los misiles y ha caído sobre el bosque cerca de la costa oeste, necesitamos refuerzos, cambio.- Katsuki solo los escuchó, riendo internamente, sería divertido ver cómo lidiaban con el.

(...)

La verdad le pareció algo aburrido que solo lo sacaran de su nave y lo llevasen hacia quién sabe dónde, pero sabía que podría ser algo normal asegurarlo en algún lugar para estudiarlo.

Algo que sí le pareció gracioso fue sentir como le revisaron de pies a cabeza, intentaron cortar sus escasas y como supuso, les fue imposible, o casi, abrió los ojos cuando sintió como un aparato, que imaginó que era una especie de sierra, que sí le cortó un poco las escamas.

-¡Wow, wow, todo el mundo atrás, apártense que despertó!- gritó uno de ellos, haciendo que los demás se alejasen de él.

Las correas que lo tenían atado a la cama en la que estaba acostado, fueron rotas fácilmente por él, no eran nada comparado a su fuerza.
Se levantó de ese lugar y rápidamente se puso de pié mirándolos a todos y cada unos de los que estaban allí.

Eran machos, todos ellos, podía oler los aromas a machos que desprendían, agrios y fuertes, nada como el delicado aroma de las hembras. Pero lo supuso, si alguien peligroso y desconocido entrará en su planeta, también hubiera mantenido a las hembras lejos de ese alguien.

Katsuki vió como algunos de los humanos le estaban apuntando con armas, gruñó e hizo que su larga cola escamosa les diera un fuerte latigazo para golpearlos. No les dio tiempo para disparar, los demás que estaban vestidos de blanco salieron corriendo.

Dejando solo a los otros armados, aunque estos tampoco podían hacer mucho, Katsuki retrocedió levemente al escuchar como una fuerte alarma sonó en toda la habitación, no supo que había pisado, pero vió una especie de puerta transparente, que seguramente era de vidrio, cerrarse ante él dejándolo en un cuarto pequeño.

Más pequeño que el resto de la habitación del lugar, vio como los humanos se relajaron visiblemente, había hecho un desastre con muchas cosas del lugar y pudo ver cómo los humanos heridos se iban del sitio.

Eran idiotas si habían creído que lo mantendrían en ese estupido lugar. Pero les daría una sensación de seguridad por el momento, ahora tendría que esperar a que se fueran para salir, Katsuki buscó un rincón y se sentó allí, mirándolos.

Los humanos le hablaron, hicieron preguntas como "¿Puedes entender lo que decimos?", eran unos idiotas sin remedio. Solo les gruñó cuando trataban de acercarse al vidrio de la puerta, así haría que ellos simplemente no sospecharan de nada.

Un par de horas después se fueron, las luces del sitio hasta se habían bajado un poco, supuso que el sol ya se había ocultado. Fue el momento ideal para salir de ese sitio, no sentía a nadie cerca así que podría escapar sin problemas.

La puerta transparente era algo más dura de lo que había imaginado, pero sus garras pudieron abrirla sin mucho problemas y cuando estuvo a punto de salir por la puerta de ese lugar, escuchó como alguien se acercaba, rápidamente se escondió detrás de una mesa en un rincón.

Katsuki era rápido, podía ser grande, pero también era silencioso. Vió como la puerta se abrió y un humano empujaba un carrito lleno de cosas. Era diferente a los demás, no era como los humanos que había visto antes, tenía un rostro más redondo y también era más pequeño, una cosa gordita y suave.

Rizos verdes como el bosque caían de su cabeza de manera revoltosa, además, pudo oler, suave, algo dulce pero no tan empalagoso. Quizás esa cosita sería lo que tanto estaba buscando.

Se acercó despacio cuando vió que estaba concentrado en levantar el desastre que había en el suelo, ajeno a su presencia. No perdió tiempo y lo tomó con su cola para atraerlo a donde estaba, lo pegó a la pared más cercana que encontró haciéndolo chillar de miedo.

Vió como esos ojos brillantes y del mismo color que el bosque le miraban con asombro. Gruñó callando cualquier sonido que fuera a soltar, no quería que alguien más fuera a interrumpir su investigación.

Trató de ser cuidadoso con no cortar la suave piel del humano, le echó la cabeza hacia un lado, buscando el origen de tal aroma, acercó su nariz hacia su cuello y aspiró, había sido incluso mejor que oler de lejos.

-Hembra.- podía sentirlo, ¡Era justo lo que estaba buscando!, Era un dulce y delicioso aroma que le encantaba.

Ahora tenía que ver si eran compatibles, el rubio se separó un poco del peli-verde y sonrió, sentía sus dientes gotear de veneno, debía probar si ese pequeño era capaz de tener y soportar sus huevos en su útero.

(...)

Siguiendo la lógica de Kacchan, los alfas son machos y los omegas hembras, osea que solo eso importa, nada más :D

Por cierto, no había estado porque no tenía internet 🤧👊

¿Alguna pregunta?

Zaorycast. ✨✨

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