Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

#12"Peligrosa sesión"

El estado de ánimo de todos en el centro iba en aumento desde que se realizó la pequeña despedida de Han, gracias al cielo de alguna manera luego de eso todo parece volver a estar tranquilo y en completa normalidad.

Volver a la vieja rutina de madrugar para realizar tus labores sin complicación alguna de cierto modo se siente liberador, especialmente luego de toda la tensión a la que he estado sometida últimamente.

La Ruby ingenua del primer día aquí por un momento de regreso.

Dejo los papeles que reviso sobre el escritorio sin apuro, dejándome caer sobre el cómodo respaldo de mi silla por un momento que se siente fenomenal.

Aún no paro de darle vueltas al que Jayden al fin quiera recibir mis sesiones.No lo sé, algo en eso no me da mucha confianza pero esta es la oportunidad que he estado esperando para obtener respuestas y en el fondo sé que no la voy a desaprovechar.

Sea cual sea la razón detrás de su cambio de actitud repentino, sé que debo ir con cuidado, esta vez pretendo evitar sus sorpresitas desagradables.

—Perdona Ruby, ¿querías verme?

Pía se adentra en mi despacho cuando le indico que pase, tomando asiento frente a mi.

—quería consultar algo y me gustaría conocer tu punto de vista como psicóloga.

—bien, te escucho.

Me mira intrigada.

—Ayer Jayden accedió a recibir por increíble que suene unas cuantas sesiones y quería que me aconsejarás; ¿cómo crees que debería proceder para que comience a abrirse?, conociéndolo siento que volvería a cerrarse en banda si doy aunque sea un solo paso en falso o pronuncio una palabra errónea.—explico.

—¿Al final si que lo conseguiste eh?—sonríe suspicaz.—Me das miedito chica.

—No sé que hice en realidad, él solo accedió.

—Enhorabuena.

—¿algún buen consejo?

—No lo sé.No conozco mucho a Jayden la verdad, aunque creo que si yo fuera tú comenzaría despacio, sin apuro, ya sabes haz que confíe en ti.

—¿Cómo carajos gano la confianza de un interno que desde los primeros días delaté?.No creo que me tenga confianza ni en mil años.

Digo lo evidente.

—Si, olvidaba que ustedes no están en los mejores términos...pero mírale el lado positivo, si te eligió para sus sesiones después de eso seguro que no le desagradas tanto como crees.

Eso o está planeando otra forma de echarme, si, eso suena mucho más a Jayden pero esto obvio no lo digo en voz alta.

—Cierto.
Trato de lucir tranquila.

—Jayden es un chico desconfiado por naturaleza Ruby, tendrás que ponerte creativa con él.Claramente el chico está acostumbrado a ser un solitario y sospecho que es de los que siempre esperan una puñalada a traición o que lo decepcionen.

Por supuesto, tenía que ser, yo soy una de esas personas, en eso me convertí al tratar de fingir amistad solo para conseguir lograr mi propósito y aunque me descubrió pronto, no creo que me tenga en mucha estima ahora.

Solo me queda esperar estar a tiempo de poder remediar eso.

—si, también lo creo.—admito.

—si quieres que te vea como alguien de confianza no te muestres como su enemiga, muéstrale que no representas un peligro para él.

Creo que eso ya lo he tratado de dejar claro al no delatarlo nuevamente pero al parecer no le es suficiente, quizás porque en el fondo sepa que no lo hice por él o por mi buen corazón.

—eso está más complicado.—admito.

—vamos yo sé que puedes, tal vez con el tiempo hasta incluso le tomes cariño.

No oculto la mueca en mi cara y eso la hace reír.

Ella no lo sabe pero con Jayden lo de ser amable simplemente no me sale, debería, pero no puedo.

—¿esto no será nada fácil no?

—No.—me mira y ríe.—pero tú quieres ayudarlo ¿oh no?

—Si.—exhalo con pesadez.

—muy bien pues ya sabes que hacer, espero haberte servido de ayuda.

—lo fuiste, deséame suerte, iré a verlo pronto.

—no la necesitas, te dejo.

Se levanta yendo hacia la puerta cuando antes de salir se detiene.

—Ah recuerda que mañana es la salida con los chicos, Luci no para de recordármelo.

—como podría...¿sabes ya quién se ocupará de la planta en nuestra ausencia?

—No te preocupes, Leonard le pidió el favor a dos de sus enfermeras y ellas accedieron con gusto.

Acaba por irse.

Genial, lo que me faltaba.Dejar la planta sola y a merced de Jayden y sus andadas.

De pronto la boca me sabe amarga, mi propio veneno bajando a raudales por mi garganta.

Ahora ya no me apetece tanto salir.

(...)

Toco dos veces a la puerta de Jayden esperando que me mande a la mierda como de costumbre, que puedo decir algo en mi aún espera el truco o que se haya arrepentido de sus palabras.

Para mi sorpresa la puerta de su habitación se abre despacio, más mi yo idiota se queda en blanco por un momento cuando su figura remplaza la madera de su puerta ante mi campo de visión.

Cuando sonríe mostrando su dentadura perfecta el mero gesto se roba al completo toda mi atención.

—bienvenida.

La mota de descaro en esa palabra amable me aturde.Su voz ahumada tomándome inadvertida.

—te dije que vendría.

Subo la vista a sus ojos desgarradores nerviosa, el regaño implícito en mi voz.

¿Joder porqué estoy casi hiperventilando?. Inadecuadas hormonas del demonio.

—Ya sé, lo recuerdo, yo mismo te lo pedí.—acepta.
El brillo de la diversión presente en su hechizante rostro.

—¿Entonces que mierda haces aún así?

Lo señalo sin apartar la vista de su rostro incómoda.

—Me quedé dormido si, y tú eres molestamente puntual.—gira los ojos con fastidio.

—Ay cuanto lo siento alteza, no pretendía despertarlo.

Ironizo cuando se separa de la puerta dejándome espacio para pasar.

Cuando lo hago trato de obviar con todas mis fuerzas su evidente figura, pero mis intentos no son suficientes como para no notar que debajo de su camisa abierta, sobre su pecho se asoma un tatuaje.

El que tenga tatuajes no es nuevo, de hecho ya había visto el que sube por su brazo izquierdo antes pero este en particular lo hace lucir aún más...más "comestible" si, esa es la palabra que busco y es que todo en él resalta su infartante cuerpo sin eludir los músculos.

Quien hizo a este hombre deslumbrante sin dudas se merece un premio, uno gordo por traer semejante criatura al mundo, como dijo una vez Luci, es una lástima que esté dañado, menuda pérdida para la sociedad.

Admitirme a mi misma lo hermoso que es me hace sentir culpable, tan sucia como las demás cuando lo miran con esos ojos devoradores, y aunque jamás vaya a decir esto en voz alta algo dentro de mi se siente fatal.

—¿Qué haces?

Indaga cuando abro la ventana y prendo la luz.

—si vamos a hacer esto no lo haremos a oscuras.—aclaro volteándome nuevamente en su dirección.

Su cara todo un poema y si antes no se había planteado el echarme quizás ahora lo esté haciendo.

—podrías terminar de arreglarte por favor, así podremos comenzar.

—claro, si no lo hago podrías explotar.

—¿de que hablas?

No entiendo a que se refiere y con un gesto se señala las mejillas viéndome para luego perderse en su baño sin dejar de sonreír triunfal.

—¡Molesto creído!

Joder como lo odio, a él y a su maldita aura endiosada que me pone inquieta.

Aprovecho que se encierra para husmear un poco, se que es de mal gusto pero se sorprenderían de las cosas que se puede aprender de las personas al observar su habitación.

Jayden no parece un chico muy desordenado, todo está en perfecto orden en realidad.

Inesperado pero no demasiado extraño.

Dejo la libreta de apuntes que cargo sobre el mueble algo impaciente.

¡Joder cuanto tarda!

El lugar es sombrío pero pulcro.El gris en las paredes no le quita lo elegante, mucho para ser una habitación psiquiátrica.

En los muros de la habitación no hay nada colgado, tampoco en las mesitas al lado de su cama, solo un viejo póster con el dibujo de una guitarra permanece oculto en una esquina olvidada.

Por un momento imagino sus dedos sobre las cuerdas de una, aparto esa imagen cuando se me antoja muy inapropiada.

—ya estoy.—avisa y me volteo.

Ahora trae puesto un polo negro que lo hace lucir decente, el tatuaje en su brazo completamente al descubierto.

Se acomoda en el mueble y yo recojo la libreta lista para comenzar con lo que pretendo sea una reveladora sesión.

—bien Jayden, ¿qué puedes decirme sobre ti?

Lo miro a la expectativa, como me aconsejó Pía le dejo la pregunta abierta para que pueda comenzar por donde le sea más cómodo.

—¿sabias ya que soy perfecto?

La burla enmarca sus facciones.

—Me refiero a algo importante sobre ti Jayden, tus falsos rasgos ególatras no me interesan.

—¿Porqué no?, mis "falsos rasgos ególatras" como dices son increíbles.—sonríe de lado.

—por muy increíbles que sean siguen siendo falsos y lo sabes.

—¿porqué crees eso?

—subestimas mi inteligencia y tienes que saber que esto no te ayudará.

—aún no logro saber de donde proviene esa certeza tuya de que puedes ayudarme en algo.

—debí suponerlo.—suspiro fuerte.—por un momento pensé que cooperarías pero no pareces interesado.

Me muevo con intenciones de dejarlo.

—hago lo que dices, si quieres otro tipo de respuesta te sugiero que comiences a hacer las preguntas adecuadas.

—bien, pensaba dejarte libertad en esto pero ya que insistes te haré mis preguntas y quiero algo real.

—puedes preguntar lo que quieras pero yo solo contestaré si me apetece.

—¿y piensas decirme algo sobre ti porqué no quiero perder el tiempo?

—haré lo que pueda.

—bien, puedo vivir con eso.

Es hora de sacar mi cuestionario lleno de preguntas, la pluma en mi mano derecha lista para llenar este cuaderno de nuevas anotaciones.

—¿Con cuál color dirías que te identificas más?

Suelto y reprime una carcajada, se que no lo entiende pero esa estúpida pregunta me ayudará a psicoanalizarlo desde la raíz.

—¿es en serio?

La burla y el escepticismo abarcando toda su expresión, me mira con recelo como si temiese que se tratase de un mal chiste.

—muy en serio.
Mi cara inexpresiva aleja todo pensamiento en él que aún crea que estoy bromeando.

—que preguntas más extrañas haces para ser una "profesional"

Paso por alto las comillas que hace con los dedos en el aire manteniéndome impasible, veremos si sé burla cuando hasta los detalles más simples que me de se conviertan en argumentos sólidos sobre si mismo que ni él podrá negar.

Poco a poco Ruby, con delicadeza.

—es el negro.—acaba por decir al no ver cambios en mi semblante.

—por supuesto.—anoto.—debí saberlo, eso explica tu molesta tendencia a rehusar mis normas.

—No me gustan, menos si no soy yo quién las crea...ah y por si también te interesa saber soy Virgo.—agrega despectivo.—por ahí se dice que somos astutos.

—¿Tú dando información de más?, vaya no pensé que disfrutarías tanto con esto, de ser así no te habría insistido.

Es mi momento de ser irónica, y las toxinas salen de mi boca involuntarias, mierda no sé porqué no puedo ser una jodida psiquiatra normal con él.

—que ocurrente.

No reprime la burla que se arremolina en sus labios.

—¿qué hacías antes...

Me corto, pues temo que ya no quiera responder a mis preguntas.

—¿antes de qué?—incita para que continúe.

—antes de llegar aquí.
Termino y se reclina en el asiento sin dejar de mirarme.

—antes de esto fui muchas cosas Ruby, tendrás que ser más específica.

—bien, ¿cuál de esas muchas cosas que fuiste disfrutaste más?

Lo piensa un segundo y entonces habla.

—es algo difícil pero creo las carreras de motos, si sin duda mi actividad favorita.

Abro mucho los ojos con un poco de aprehensión, esas carreras son peligrosas.

—¿tú nunca sigues las reglas no?

—No.

Suspiro.

—¿entonces eso hacías antes?, ¿corrías motos?

—durante un tiempo si.—confiesa.

Jamás lo habría imaginado.

—¿y qué pasó?, ¿digo porqué lo dejaste?

—¿porqué supones que lo dejé?

—no tienes pinta de haber tocado una moto en años además de lo obvio claro.

Mi boli gira veloz entre mis dedos para señalar el lugar.

—Para la familia tenía que dar buena imagen y las carreras de motos me dejaban lejos de eso, mi futuro estaba perfectamente planeado.—sonríe con amargura o con añoranza tal vez.—como de seguro deduces todo se fue a la mierda y me convertí en el secreto oscuro de los Spooner.

—¿te desagradaba el que tu familia se te impusiera?

Mi pluma no deja de moverse sobre la libreta cuando lo miro.

—No.

—¿No?
Émulo sin disimular la confusión.

Justo cuando pensé que ya había encontrado la raíz de todos sus males viene y me sorprende.

—No, nunca fui bueno para seguir órdenes y mucho menos fácil de doblegar, al final siempre hice lo que quise y admito que me importó una mierda lo que quisieran ellos.

Un leve ápice de arrepentimiento brilla efímero en su mirada.

—¿entonces tus padres no tienen nada que ver con tu llegada aquí?

—¿Juegas conmigo?, morirían de nuevo de saberme metido en este sitio, ellos murieron mucho antes en un accidente.

Luce ofendido.

—lo siento no lo sabía.

Me disculpo, sus ojos no se apartan de los míos en ningún momento analítico.

—Claro que no, ¿porqué ibas a saberlo Ruby?...Espera no me digas que ya te ablandaste, ¿No querrás abrazarme cierto?

Su repentina cara de horror hace que lo vea mal.

—¿que?, No...continuemos.

—adelante.
Cede volviendo a su postura inicial.

—¿Qué pasó luego de la muerte de tus padres?

—Lo típico, me convertí en el foco de atención."Un heredero joven" así me llamaron los periódicos, entonces  aparecieron los buitres carroñeros, todos atraídos por el olor a fortuna disfrazando la codicia con "buenas intenciones"

Ahora si, bien, parece que vamos en la dirección correcta.

—yo y mi hermana...

Se detiene como si no hubiese contemplado de antemano sus palabras, de pronto hay algo raro en sus ojos pero la insistencia de los míos lo hacen retomar.

—Al ser menores necesitábamos de tutores y ahí es donde entran mi flamante tía Romina y su esposo, como buenos samaritanos que dicen ser se ofrecieron a cuidarnos...su primer error, yo no necesitaba que nadie me cuidara.Mis padres estaban muertos.

—¿qué hay de tu hermana? ¿dónde está ella ahora?

Suelto las preguntas sin medirme a estas altura ya demasiado intrigada.

—creo que por hoy es suficiente.

Oscurece las facciones, su humor en picada, lo noto.

—pero...yo aún tengo preguntas.Además no puedes terminar una sesión, eso lo hago yo.

—yo creo que no, por hoy ya he dicho bastante.

Se reclina nuevamente en mi dirección, nuevas sombras adornando su cara.

—considerarte afortunada, ahora sabes más de mi que cualquiera en este lugar.

Me mira firme y acabo cediendo, no debo presionarlo, por hoy creo tener nuevos datos con los que puedo trabajar.

—muy bien, por hoy concluimos.
Cierro mi cuaderno poniéndome en pie no del todo conforme.

—seguiremos otro día.
finalizo sin mirarlo ahora concentrada en el reloj de mi muñeca.

Ya es tarde y quedé con las chicas para planear la salida.

—¿para que se te hace tarde Ruby?

Su murmullo se pierde débil en la nada, sofocando por la poco acústica habitación.

Levanto la cabeza cuando se acerca ganándose una mirada extraña de mi parte.

—¿no me digas que ya sales con el psiquiatrucho?

Sujeta la punta de uno de mis mechones de cabello burlón, y lo aparto de inmediato, nadie le ha dado permiso de acercarse tanto, pero como siempre no parece importarle y continua.

—Vamos dilo, ¿qué sabes?

—¿yo?...nada.
Se hace el inocente.

—ya sabía que espiabas pero no esperé que llegaras a tanto.

—No es espiar cuando te pones en mi camino.
Defiende su postura relajado con no más que un simple encogimiento de hombros.

—¡ya claro!
No discuto, lo menos que quiero es echar por tierra lo poco que hemos avanzado.

—¿entonces eso es un si?—retoma.

—perdona que sea brusca, más ahora que empezamos a entendernos pero...¿y a ti que más te da?

—¿A mi?, a mi nada, en realidad diría que me sorprende pero la verdad eres muy predecible y veo que no me equivoqué al suponer que te gusta lo convencional y aburrido, tan propio de todos ustedes.

El gesto de aburrimiento que hace me enfurece y entiendo porque creo jamás nos podremos llevar bien.

—Leonard no es aburrido.—defiendo.—No lo conoces.

—Oh pero lo es querida.—afirma.—creo que te pega, él sin duda será un lindo adorno para tu futura vida soñada, es una lástima que también será igual de seco y aburrido en tu cama.

Da un paso clavando su mirada en mi, la sonrisa que ahora denotan sus seductores labios tornándose cruel en opulencia.

—Él no te hará estremecer.

Susurra tan cerca de mi oído que se me eriza la piel, entonces comienza a trazar círculos a mi alrededor cual hiena perversa.

Habla tan pero tan despacio que sus palabras por un segundo fatal me adormecen, su maldita seguridad de siempre jugando a su favor.

—No tocará o excitará tu cuerpo como merece.

Sigue girando poniéndome nerviosa, enferma y en completa alerta por sus movimientos sigilosos.

—tampoco te cogerá duro ni te llenará cuando estés caliente.

Su aliento frio en mi nuca amenaza con derrumbar todo y trato de alejar esos pensamientos que a propósito quiere inyectar en mi mente.

—jamás te consumirá cual bestia deseosa por poseerte, por marcarte y romperte de forma deliciosa.

Continua arrasando con la letanía de sus palabras.

—Él no te hará temblar producto a los exquisitos orgasmos que te de.

Sus susurros se tornan un ruego, una oscura promesa que jamás, jamás me puedo permitir aceptar.

—¿No lo deseas Ruby?

Pausa su recorrido en mi espalda pero mi mente traidora tarda más de la cuenta en deshacerse de sus últimas palabras.

Demoro pero pronto recupero la cordura con un esfuerzo casi inhumano detrás.

—Sé lo que haces Jayden y eso no te va a funcionar, no soy una de tus cariñosas enfermeras.

Mi tono seco corta el aire y rompe con su insoportable cercanía.

Por fin se aparta y me deja respirar, una sonrisa monumental en sus labios cuando levanta los brazos.

—tenía que intentarlo, pero que conste que es todo verdad.

Lo pecaminoso y ambiguo de su sonrisa sé torna seráfico y mi precario instinto de supervivencia vuelve a su lugar.

No hay nada peor que un ser que use la inocencia de la que es capaz para enmascarar algo inmoral, pues...¿cómo te resistes a hacer lo que pida?, ¿cómo te rehusas a seguir el camino que te marca cuando esa mezcla lo torna irresistible?, más aún cuando se posee el envoltorio de Jayden que de por si ya luce como algo letal.

Bendito seas autocontrol.Esté hombre es un peligro andante.

—ya bueno...no vuelvas a hacer eso, no tientes tu suerte.

Amenazo pero mi garganta está seca.

—¿porqué el mal humor?, hasta hace unos pocos segundos lucías mucho más dócil.

¡Es por tu culpa imbécil!

Quiero gritar.

No estoy ciega...hay demasiada tensión en el aire, lo sabe, también lo disfruta, es perfectamente consciente del efecto que tienen sus palabras.

—No inventes, te veré la próxima semana, ahora si me disculpas tengo un fin de semana que planear, pórtate bien quieres, y no cuides mucho de las enfermeras mientras no estoy.

Lo reto a hacer algo estúpido, no tarda en descubrir el porqué de mi matiz de diversión.

Un paso en falso en este tema y se acabó, después de todo ya he tenido tiempo suficiente para pensar mucho sobre esta situación en particular y en ninguna de mis soluciones las cosas acaban bien para él o sus enfermeras y se lo hago saber a través del brillo malvado que a propósito dibujo en mis ojos.

—Que la pases bien Ruby.

Corresponde a mi sonrisa cual angelito captando la indirecta.

Solo entonces me marcho...

¡Mierda! ¿Qué diablos acaba de pasar?

Debo tener más cuidado con mi estupidez.

Ahí dentro casi había perdido el control, la muestra de ello es que mi cuerpo aún parece aturdido, instigado...demasiado seducido como para reaccionar.

¿¡Que carajos!?

Todo es tan sinuoso cuando se trata de él hasta el punto de ya no saber con exactitud que es peor, si su rechazo o su cercanía.

Ser estrictamente profesional me está costando y en vista de los acontecimientos tengo que empezar a marcar las distancias prudentes que separan a un psiquiatra de su paciente.

De alguna manera Jayden retuerce esas líneas divisorias y hasta que eso no cambie no debería exponerme a estar demasiado cerca.

Me niego a arriesgarme a otra peligrosa sesión que acabe con mi carrera.

El muy irritante sabe como puede llevarme al límite y eso es muy peligroso para mi.

¿Quién iba a decir que al final sería yo la que querría saltarse sus momento de terapia?

Ahora que finalmente accedió lejos de estar tranquila me siento al borde de un oscuro abismo, debatiéndome seriamente el si debería saltar y ahogarme en las turbias profundidades de esos hermosos iris azules.

Quizás antes tuve que haberme detenido y analizado su rechazo desde otra perspectiva, quizás tuve que hacer caso de sus advertencias y mantenerme al margen de su situación pero mí estúpido orgullo y mis deseos de ayudar me condujeron hacia adelante y ahora temo no poder retroceder.

Espero equivocarme, espero de verdad que esto me salga bien...por lo pronto necesito distraerme.

Es una suerte que no falte nada para el fin de semana.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro