Fecha:01/10/2023

Ubicación:Alaska(Juneau)

Hora/09:02PM.

Ruby.

La solitaria calle que conduce a las afueras de Juneau, solo es alumbrada por los focos delanteros del taxi que alquilé en el aeropuerto para que me dejara en mi próximo destino.

El taxista había dudado en llevarme hasta tan apartado lugar, pero con unos billetes de más logré que accediera a traerme hasta "El Psico-Vital Campbell", uno de los centros de salud mental más prestigiosos de Alaska.

En este centro trabajan muy buenos profesionales de mi carrera, cosa que me será de mucha ayuda para lograr mis planes futuros.

Necesito empaparme más con mi profesión y con colegas de la misma si pretendo ser la mejor en mi área, además de que el centro cuenta actualmente con pacientes de toda clase, todos con distintos diagnósticos que me muero por revisar.

—señorita, ya llegamos.—dijo el taxista estacionándose frente a las grandes rejas que encerraban el enorme centro.

—muy bien.—bajé del coche y aguardé por que el hombre rellenito sacara mis maletas de la parte trasera del auto.

—¿segura que este es el lugar correcto?

Me reparó dudoso dándome las maletas que cargo.

—segura, verá...es que soy psiquiatra. —le sonreí. —vine hasta acá a ocupar un buen cargo, y a aprender por supuesto.

—entiendo, en ese caso que tenga suerte.

Estrelló con fuerza la puerta del maletero, me sobresaltó un poco el ruido.

—le dejo mi número por si decide que este no es lugar para usted.

Me pasó su tarjeta de trabajo y la tomé aunque supe no iba a ocuparla demasiado pronto.

Hasta entonces me giré hacia las puertas de metal y el taxista arrancó el motor detrás de mi que dio un rugido, alejándose veloz por la oscura carretera desierta.

Y, ahí estaba.

Reparé lo que durante los próximos años se convertiría en mi hogar y lugar de trabajo.

La fachada no decepcionaba, la verdad era justo como salía en las fotos de la página web del centro.

Un edificio de tres plantas con construcciones aledañas que si no me equivocaba eran las residencias para el personal del lugar.

El sitio cuenta con buenos terrenos y con un bosque enorme que se alza detrás, dándole un aire exótico al lugar ya que se encuentra algo aislado de la ciudad.

Tras un respiro hondo me encaminé hasta la entrada a varios metros de la reja principal, como dije, buenos terrenos y el jardín delantero es solo una pequeña muestra de ello con sus lindos arreglos florales.

El jardinero del lugar sin duda hace un gran trabajo.

Me pregunto cómo se las arregla para mantener tan bien la gran extensión del jardín, no parece trabajo para una sola persona.

Bajo las escaleras de concreto arrastrando mis maletas en el proceso.

El enorme jardín dando paso a una zona más amplia, adornada por modernas y enigmáticas estatuas de mármol oscuro sobre un suelo pulcro cubierto de adoquines.

Frente al edificio habían ya varias personas, charlando, supuse esa sería mi comitiva de bienvenida pues di aviso de que llegaría hoy en la noche.

—¿la señorita Brown imagino?

Me abordó una mujer de cabello negro y rasgos finos extendiendo una mano que acepté de buena gana, todo mientras el hombre y la mujer que se mantenían a su espalda me reparaban con atención.

—así es, usted debe de ser la señora Campbell.

—oh por favor, puedes llamarme Martha.

—es un gusto señora Martha.

—bueno Ruby, bienvenida al centro Campbell, deja que te presente a Raimon, mi asistente y amigo.—le ofrecí la mano al hombre mayor y bajito que me saludó serio.

—un placer.

—y esta de aquí es Amelia, jefa del personal y encargada de las áreas comunes del centro.—Repetí el proceso con la señora devolviendo el saludo que me ofreció.

—bueno querida imagino que debes estar agotada por el largo viaje.

—así es.

—bien, en ese caso Amelia te mostrará tú nueva residencia, por mi parte te espero mañana temprano en mi oficina para darte las indicaciones sobre tus nuevas obligaciones.

—por supuesto.

—en ese caso que descanses, ya verás, aquí todos somos una gran familia.

—gracias nuevamente por la oportunidad.

Me despedí de momento siguiendo a Amelia hasta mi nuevo lugar de estadía.

La verdad ya no veía la hora para soltar todo mi equipaje el cual por cierto, pesaba más que un matrimonio mal llevado.

Ahora que lo pienso, debí de viajar un poco más ligera de equipaje pero como siempre me dejé llevar por mi loca amiga Raquel, insistió mucho en que lo empacara todo recalcando que sería un viaje largo.

Solo esperaba que todo resultase bien, si lo lograba pronto podría tener mi propio centro o clínica, de esas que ofrecen un gran servicio y cuidan de la salud de todos sus pacientes.