Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XV. I'm not okay

Era una pregunta tan simple.. ¿Por qué no era capaz de responderla? Me quedé en silencio, frente a él, sintiéndome de repente cada vez más pequeña.

¿Enamorada? Éramos novios, me gustaba de verdad, ¿cómo no iba a estar enamorada? Tenía que estarlo... ¿Por qué no era capaz de decirlo en voz alta? ¿Por qué sentía que, si lo hacía, estaría mintiéndole? Enamorada... Con él todo había ido tan rápido, no había tenido tiempo de pensar... Tampoco había querido hacerlo. Enamorada... ¿Por qué no parábamos de discutir? ¿Por qué era siempre él el débil, el que venía a buscarme cuando peleábamos a despecho de su propio orgullo? ¿Por qué nunca hablábamos del futuro? Mejor dicho, ¿por qué yo nunca hablaba con él de futuro? Me trataba bien, era cariñoso, divertido, tenía buen corazón, ¿por qué siempre tenía quejas de él? No podía recordar la cantidad de veces que le había criticado ser inmaduro o infantil, superficial, que no se centraba en su carrera, que siempre se quejaba, que era escandaloso, que... Sabía que lo odiaba y aún así lo había comparado con otros hombres de mi vida para hacerle salir perdiendo. ¿Enamorada? ¿Enamorada?

Frente a frente, empecé a darme cuenta de hasta qué punto lo había utilizado para olvidar a Jongdae. Había usado a un hombre bueno y sincero, que me había ofrecido su corazón, con todos sus defectos y sus propias dificultades, para superar la pérdida del hombre ideal que nunca había tenido.

—¿Dinah?

Nunca había querido hacerle daño, ni siquiera había sido consciente de lo que estaba haciendo. Lo quería, de verdad; lo mejor que me pasaba en mi vida diaria era verlo al final del día, abrazarlo, olvidar los malos momentos refugiada en el olor de su ropa, en sus labios, en su mundo de música y proyectos locos que nunca se hacían realidad y maleteros llenos de rosas por San Valentín. Aunque peleáramos por estupideces, aunque no fuera el hombre perfecto, me había hecho la vida más bonita, divertida, excitante... Y yo, a cambio, estaba a punto de romperle el corazón.

—Chan, eres importante en mi vida, ¿vale? Quiero que lo sepas, te quiero...

—¿Has estado alguna vez enamorada de mí? Dime la verdad, por favor.

—Chan... —supliqué, dando un paso hacia él.

No me dio tiempo a acercarme más. Se giró hacia la puerta y salió, sin despedirse, sin mirarme, sin gritar, sin dar siquiera un portazo. Por una vez, fui yo la que se moría de ganas de correr tras de él, pero no tuve valor para volver a ponerme frente a él, y menos aún para seguir alimentando la mentira. Porque era una mentira... ¿verdad? ¿Verdad?

Dolía, para ser una mentira, y dolía aún más el sentimiento de culpa. Recordé todos los buenos momentos juntos, lo que me gustaba acariciarlo cuando nos sentábamos juntos en el sofá, acurrucada junto a él, y fui consciente de cuánto lo iba a echar de menos.

No lo había querido menos que al resto de mis novios, y nunca tuve problemas para decir que los amaba, ¿por qué ahora era diferente? ¿Qué había cambiado? Quién... Recordé las primeras semanas conociendo a Jongdae, aquella convención mundial de mariposas bailándome en el estómago, la necesidad casi patológica de estar a su lado, de observarlo una y otra vez, escucharlo, dibujar su sonrisa en mi alma y tatuarme su voz. Recordé mis ganas de tocarlo, muy suavemente, me hubiera conformado con rozar su mano con los dedos; a veces aún me hacía llorar tan solo ver sus labios e imaginar la posibilidad de besarlos, como si demasiadas emociones se conjugasen para recordarme que existía un cielo imposible a unos pasos de mí, inalcanzable como tocar esa luna que sigue saliendo cada noche.

Me gustaría descubrir algún día qué tenía Jongdae, qué le enseñó su alma a la mía para que sintiera por él lo que nunca había sentido por nadie, para alejarme de todos los demás hasta el punto de no ser capaz de volver a reconocer amor en nada inferior a lo que había sentido por él.

Tic, tac. Comenzaron a pasar los días que me acercaban a la boda con otra mujer del hombre de mi vida y mi vida, precisamente, se había convertido por el camino en un enorme desastre. No volví a hablar con Chanyeol. Él no me llamó y yo tampoco lo hice. Sentía que ya le había hecho suficiente daño como para alargar aún más aquel sinsentido. Él merecía más de lo que yo podía darle y yo... yo no merecía nada en absoluto.

Por no sé qué especie de masoquismo, le dije a Jongdae que iría. No sé si con la esperanza de que un unicornio mágico aterrizase de repente en plena ceremonia y se llevase a la novia o con la de que un rayo me alcanzase en el momento del "sí, quiero" y mi vida acabase por fin, como mi mundo, junto a ese altar. Estaba siendo dramática, lo sabía, pero había perdido mi refugio; Chanyeol ya no estaba ahí para obligarme a reír, a seguir adelante, a olvidar.

No era la única que estaba jugando a un juego peligroso. Por lo que veía en el hospital, Mai se había metido hasta las trancas en una historia a dos bandas que no era capaz de parar. Estaba absolutamente enamorada de Kim Jongin, pero se negaba a reconocerlo. A la vez, pasaba cada vez más tiempo con él. Parecía tener miedo de enfrentar lo que estaba pasando, de decirle a Baekhyun que se había acabado.

Una tarde que no le tocaba trabajar, llegó al hospital su novio preguntando por ella. Le dije que estaba en quirófano, pero hubiese podido jurar que estaba con Jongin. Cuando se lo dije pareció aterrada.

—Nunca le digas nada, por favor.

—Tienes que dejarlo, Mai. Esto solo os hace daño a los tres.

—No puedo... Él y yo... Tenemos que estar juntos. No puede ser de otra forma.

—¿Y Jongin?

—Ni siquiera sé cuánto más podré estar cerca de él. Su hermano vuelve pronto. No tenemos futuro.

—¿Vais a dejar que dos personas que os hacen daño decidan vuestro futuro? ¿Y él? ¿Y Jongin? ¿Él está dispuesto a olvidarte?

Dudó. Iba a responder cuando una llamada a su teléfono móvil me hizo perder la oportunidad de acabar de jugar esa carta. Si había alguna posibilidad de apartarla de Byun sería a través de Jongin. La escuché al teléfono mientras se alejaba.

—Claro, nos vemos en casa. Yo también te quiero. No, no. Estoy en el hospital... Puedo pasarte al doctor Kim si no me crees...

Más tarde me comentó, como sin darle importancia, que sospechaba que Baekhyun quería pedirle matrimonio. La boda de Jongdae parecía ser el punto de conjunción de todos los desastres. Mai iría con su novio y yo, que acababa de perder al mío, iría sola a ver cómo el hombre de mi vida se casaba con otra. Excelente panorama.

Dos días antes de la boda, cuando volvía a casa tras el trabajo, Suho me llamó por teléfono. Quería hablar conmigo. Me extrañó, porque habíamos hablado el día anterior. Yo no le había contado nada de mis problemas, ante todo porque parecían ridículos al lado de los suyos, y él había evitado también hablar de nada personal, nos limitamos a resolver un par de asuntos del trabajo, pero esta vez parecía diferente. Quedamos para cenar, aunque lo único que me apetecía era ver la tele o cualquier cosa que me hiciera olvidar que mi penosa vida existía. Llegué al local cuando él ya estaba allí, sentado en un reservado; parecía tener buen aspecto.

—Me alegra ver que has vuelto a abrocharte la camisa correctamente —bromeé.

—Ja, ja —respondió haciéndose el ofendido.

No me atreví a decirle que iba en serio, lo asustada que había estado por él aquel día y lo feliz que me hacía verle volver a ser el Suho que conocía.

—Bueno, me tienes en ascuas... ¿Te alistas en el ejército? ¿Has perdido las llaves de casa? ¿Hemos vuelto a usar una canción sin pagar los derechos? No, espera, lo tengo: te casas.

Me miró con una expresión rara.

—Suho... Dime que no... ¡Suho! ¿Con la editora? ¡No me la creo...! Mi vida es una brom...

Debió verme algo atacada, porque intervino ligeramente asustado.

—Tranquila, calma, no es como si te hubiera dicho que voy a tirarme de un quinto...

—Suho, por favor... Tú también... Pensaba que... No importa. —Traté de recomponerme, era consciente de que estaba haciendo una escena de adolescente—. Si estás seguro de lo que vas a hacer, me alegro por ti.

—Ahora creo que es cuando te digo que no me caso... —sugirió entonces el muy desgraciado, aguantándose la risa.

Respiré. Uno... dos... tres... Era eso o tirarle un plato a la cabeza. Él seguía riéndose, suavemente.

—Pero serás merluzo...

—Prefiero el salmón, pero no voy a llevarte la contraria.

Acabamos riendo los dos, pero pensaba guardársela, necesitaba una venganza y la necesitaba ya. Maldita sea, sí que me había pegado fuerte la noticia. Todo era culpa de Jongdae, claramente; me tenía traumatizada: una boda más y no habría podido aguantar más mi propia existencia. Suho interrumpió mis oscuros pensamientos con seriedad repentina.

—En realidad quería hablarte de lo del accidente. Tengo el resultado del test en sangre.

Se me borró instantáneamente la sonrisa de la cara. No me gustaba la forma en la que me había llamado, aparentando normalidad, bromeando para hacerme sentir cómoda... ¿Estaba tratando de suavizar el golpe? Si el resultado era muy por encima del límite iría a la cárcel. No podía soportar la idea de ver a Suho en la cárcel, no podía. No se merecía eso...

—¿Estás bien? ¿Dinah?

No fui consciente de que se me habían saltado las lágrimas hasta que vi la mirada preocupada de mi compañero. Me sequé los ojos rápidamente.

—Sí, sí. Claro, estoy bien. No me hagas caso, estoy tontorrona hoy, supongo...

—Debería haber empezado por ahí, es culpa mía. No sabía que te afectaría tanto...

—No te preocupes. Voy a estar para ti pase lo que pase, ¿vale? Prométeme que vas a contar conmigo, por fav...

—Es negativa. —Sonrió, con una mirada tierna.

—¿Qué?

—La prueba, salió negativa. Por debajo del límite. No hay caso.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro