XIX. Hello
Aquella incómoda conversación acabó tan abruptamente como había comenzado. Al finalizar yo sabía de la existencia de un tal Kim Minseok ("guapo, simpático; si te lo encuentras no os quedéis encerrados en un ascensor o acabarás liada con él antes de darte cuenta, lo sé porque una amiga..."), y había decidido que estrangularía a Byun Baekhyun con mis propias manos.
Sehun no dijo mucho. Cuando les dije que iba a encontrarme con un psiquiatra para hablar del tema decidimos hacerlo juntos. Se le notaba afectado y quería saber si Baekhyun era peligroso para su hermana. Lay no pudo tranquilizarlo demasiado.
—Una persona que no tiene barreras éticas para manipular de esa manera... puede llegar a hacer cualquier cosa.
—¿Cree que mi hermana está en peligro?
—Creo que ese hombre es un peligro. Al menos, ahora está en minoría. Lo habéis descubierto, no puede manipularos más.
Suho también se había enterado de la situación. Estábamos comiendo juntos, para que yo le pudiera consultar algunas cosas del trabajo, cuando me dijo sin más que nunca había llegado a creer que Mai fuese lo que decían de ella.
—¿Lo que decían? ¿Quiénes? Espera, ¿qué sabes tú de eso?
—Bueno... Ese abogado lleva días llamándome para contarme cosas muy extrañas de su vida personal —dejó caer, escogiendo las palabras—. Al principio pensé que era raro que tuviese tanta confianza conmigo tan rápido... Pero era más que eso, parecía una campaña de difamación en toda regla. No te dije nada porque me pidió que lo guardase en secreto. Ahora creo que él esperaba que te lo contase a ti, ese era su objetivo.
—Está mal de la cabeza.
Suho me miró a los ojos con esa mirada tan suya; seria, dulce, preocupada.
—Si te molesta, promete que me avisarás. Sé que eres la clase de persona que intenta resolverlo todo sola, pero no tienes que demostrar nada... —Sonrió, como debatiéndose entre una timidez repentina y su necesidad de hablar con claridad. Finalmente prosiguió, en tono de broma—. Solo... dame permiso para mantenerte a salvo... Si fuera por ti irías en persona a por el líder del Daesh... Niña loca.
Lo encontré un tanto exagerado, pero había algo en su mirada que no me permitía reírme de ello cómo habría hecho en una situación normal. Exageraba porque trataba de decir algo a lo que no se atrevía y eso me hacía sentir curiosidad y me asustaba al mismo tiempo.
Y me gustaba.
Más tarde, de vuelta en el hospital y al ritmo agobiante de trabajo que llevaba desde hacía semanas, Suho me acompañaba para firmar unos documentos del equipo cuando, al girar un pasillo, nos encontramos de bruces con quien menos esperaba.
—¡Suho! ¡Dinah...! Me alegro tanto de verte... ¿Sabes algo de mi Mai? Va a volver, ¿verdad? Estoy tan preoc...
No le dio tiempo a terminar. Una figura surgida de la nada se situó delante de nosotros y le lanzó un puñetazo que lo hizo caer al suelo.
—¿Se... Sehun? —Balbuceó Baekhyun desde el suelo, tocándose la mandíbula.
Suho sujetó al chico por la espalda justo en el instante en el que trataba de abalanzarse de nuevo sobre el exnovio de su hermana.
—Pedazo de basura...
—No lo hagas, no merece la pena. No lo hagas —insistía Suho.
La llegada de un vigilante de seguridad hizo que Sehun se calmase y se alejase del lugar, sin dejar que le acompañásemos. Parecía herido además de enfadado. Me di cuenta de cuánto quería ese chico a su hermana mayor y de lo que haría por defenderla. Mientras lo tuviera cerca, Mai estaría a salvo.
Baekhyun se fue también, no sin antes susurrarme que era una rata por separar a un hombre de su mujer.
—Crees que no sé que todo esto es obra tuya. ¿Quieres acostarte conmigo? ¿En serio crees que me fijaría en ti? —sonrió con una mirada oscura antes de alejarse también, dejándome sin palabras.
Estúpido abogado enfermo. ¿Por qué tuve que mirarlo aquel día? ¿Por qué tuvo él que llamarme? ¿Por qué se fijó siquiera Mai en él...? Solo me faltaba en la vida convertirme en alguna especie de rompehogares... Volvía a dolerme el pecho. Parecía que cada vez era más fuerte. Suho debió darse cuenta de algún gesto involuntario, porque me preguntó si estaba bien. Por supuesto, le dije que sí.
Afortunadamente, el dolor pasó y los días también. Seguí haciéndome cargo del trabajo de Suho y echándolo en falta y observando a Mai escaparse a escondidas para encontrarse a escondidas con un Jongin que se había escapado a escondidas para lo mismo. "A escondidas". Eran adorablemente torpes ocultándose... Tanto, que medio hospital les había visto besarse en la terraza y el otro medio en el garaje del centro.
Ella seguía contándome en secreto sus encuentros sin saber que todos éramos plenamente conscientes de ellos. Hablábamos por videollamada cuando yo no estaba en el hospital, a veces llamándome desde una esquina del café a donde iba en el descanso si su Romeo estaba en la academia de baile. Una tarde, aquella videollamada inocente se convirtió en algo muy diferente cuando una sombra apareció a su lado. La imagen no era muy buena, pero me pareció que conocía de algo a aquella persona.
—¿Qué haces aquí? ¿Qué quieres? —Mai parecía algo asustada.
—He estado mucho tiempo esperando, he sido bueno, no le he hecho daño. Se lo merecía, todos me decían que lo hiciera, pero no lo hice. ¿Puedes escucharme ahora?
—Como le toques un pelo yo...
—¿Es que no vas a mirarme? ¿No existo para ti? Te he seguido a todas partes, lo sé todo de ti, cuido de ti. ¿Por qué no puedes quererme? Olvida a mi hermano. Me gustas. No deberías gustarme pero me gustas.
Entonces recordé. Esa voz grave, esos ojos grandes y serios, esa mirada obstinada... Kyungsoo.
—Kyungsoo, por favor, déjanos... Jongin lo ha pasad...
La mención de su hermano le hizo perder toda apariencia de calma. Dio un golpe sobre la mesa con el puño y elevó la voz.
—Jongin, ¡siempre Jongin! No voy a ver a ese niño malcriado más contigo. Se acabó todo esto. Voy a hacer de él un hombre, va a dejar esa estúpida academia... No. Voy a matarlo, voy a matarlo ahora mismo. Ellas me dijeron que lo hiciera hace tiempo, sabía que tenía que hacerlo. Por tu culpa he desatendido mis deberes como hermano mayor. Eres peligrosa... Pero voy a arreglarlo ahora mismo.
La figura masculina desapareció de la pantalla rápidamente, seguida de Mai, que le gritaba que por favor se detuviese. En aquel momento se desató el caos. Llamé a Mai, a la policía, a Suho... Necesitábamos detener a ese hombre, pero ni siquiera sabía a dónde se dirigía.
Acabamos encontrando la dirección de Jongin en el hospital, llamando a unos y a otros y violando unas cuantas leyes de protección de datos. Apenas un cuarto de hora después, Suho me recogía en casa con el coche y nos dirijamos allí. Aún no había podido contactar con Mai y la policía se negaba a ir sin más evidencias de delito. Cuando llegamos, la puerta estaba abierta y se oían gritos en el interior.
—¡Soo, por favor...! —La voz de Jongin sonaba rota y angustiada.
Un grito de mujer me confirmó que Mai estaba también dentro. Subimos las escaleras a la carrera mientras los golpes sonaban cada vez más fuerte. Los localizamos rápidamente en una de las habitaciones de la segunda planta. Kyungsoo sujetaba un bastón fino en la mano, ya había tirado al suelo o roto todo lo de los estantes y una mesa de escritorio y ahora golpeaba a Jongin, que trataba de cubrir con su cuerpo a Mai, en el suelo. Ella trataba de interponerse entre ambos, pero Jongin parecía desesperado por protegerla a ella más que por esquivar los golpes.
Suho se abalanzó sobre Kyungsoo justo en el momento en el que Jongin, reuniendo valor de ver a Mai en grave peligro, recibía un último golpe y sujetaba el bastón con mirada decidida, enfrentándose por primera vez a su hermano.
Lo redujeron entre ambos, sujetándolo Suho hasta que llegó la policía. El hermano pequeño estaba sangrando de nuevo, un golpe en la cabeza había abierto una vieja herida en la ceja. Mai improvisó una venda para detener la hemorragia mientras le besaba suavemente el rostro como si acabase de recibirlo de vuelta de la guerra.
—Tonto, tonto, tonto... No quiero que nadie vuelva a hacerte daño nunca. Nunca. Si es la única forma de que te defiendas voy a ponerme en medio cada vez que alguien intente...
—Estoy bien —repetía él, sonriendo—. Estoy bien si tú estás bien.
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