Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XIV. Sorry not Sorry

Los días siguientes fueron difíciles, aunque para unos más que para otros. Apenas supe nada de Suho y no quise llamarlo o ir a verlo muy a menudo. Sentía que era la clase de hombre que se sentiría humillado si estuviese constantemente preocupándome por él, quería dar la imagen de que aún podía resolver sus problemas solo. De hecho, que hubiese venido a mi casa después de lo que pasó me daba una idea de hasta qué punto estaba devastado emocional y psicológicamente aquella noche. Nunca haría nada parecido si no estuviese realmente mal, aunque me tranquilizaba que, en esos casos, fuese capaz de pedir ayuda.

Me sentía mal por no poder ayudarlo. Siempre que había tenido problemas él había hecho lo posible por solucionarlos, aunque no fuese de forma ostensible. No había, sin embargo, nada que yo pudiera hacer para arreglar ese desastre. Sabía que había hablando con el abogado Byun para pedir legalmente el resultado de la prueba de alcohol en sangre que la policía no le daba, pero, hasta donde yo sabía, no había habido ninguna novedad. En cuanto al chico, parecía estar fuera de peligro, aunque seguía ingresado.

Respecto a Mai... Bueno, para Mai los días no estaban siendo tan difíciles. Cada mediodía, en el descanso, salía discretamente por una de las puertas laterales del hospital para "respirar aire fresco", volviendo una hora más tarde, después de almorzar en algún lugar desconocido. Top secret.

Por supuesto, para una periodista cotilla con un equipo de grabación el lugar a donde iba Mai durante el descanso del almuerzo no era ningún secreto. Rápidamente advertí que lo importante en todo aquello no era "a dónde", sino "con quién"... Y no es muy difícil adivinar que "quién" era en realidad Kim, Kim Jongin, un chico alto y moreno con el aspecto de un idol k-pop que se reía como una especie semiextinta de delfín cuando algo le daba vergüenza y le divertía al mismo tiempo. Sí, ese Kim Jongin, el paciente de salud mental tímido y asustado que aparentemente resultaba ser todo un casanova cuando cogía confianza...

Decidí no espiar demasiado a mi amiga, pero no pude evitar observar un día, por pura "casualidad", cómo hacía un paso de baile delante suya, en plena calle, para después echarse a reír muerto de vergüenza porque una señora lo había mirado con cara rara. Le pregunté sobre ello cuando volvió de su "excursión habitual".

—Ah, eso... Espera, ¿cómo has visto tú...?

—No, no, eso no es relevante. Por favor, necesito detalles, no me digas que has obligado a esa pobre criatura a aprender baile...

—¿Obligado? Uy, ¿no te dije que es bailarín? —Rió, divertida.

—Aparentemente obviaste ese "pequeño detalle"...

—Bueno, hay muchas cosas que quería contarte, pero no había encontrado el momento... ¿Sabes que le pregunté sobre los golpes? —agregó, repentinamente seria—. No quería contarme nada, pero va dejando caer cosas.... Tenías razón sobre su hermano. Lleva años tratando de arruinarle la vida y, si algo no cambia, va a conseguirlo. Ahora está fuera, por eso puede venir a verme e ir a sus clases de baile... Va ser un gran bailarín, va a serlo de verdad. —Sonrió con una mirada soñadora mientras acariciaba con los dedos, instintivamente, un pequeño colgante de plata en forma de rosa de los vientos que llevaba al cuello. No me había fijado en él antes, parecía nuevo.

—¿Por qué no denuncia al hermano?

—No lo sé... Creo que no sería capaz de vivir con eso. Siempre... Siempre se las arregla para hablar bien de él, "Soo esto, Soo lo otro...". Dice que antes no era así, que cuidó de él cuando perdieron a sus padres, que era cariñoso... Es absurdo. No ha sido claro, pero de los trozos sueltos que cuenta a veces deduzco que le ha pegado palizas sin que Nini se haya defendido siquiera... Es un demonio, te lo digo, un maldito demonio... Hacerle algo as... —Se le cortó la voz y no fue capaz de continuar.

—Tiene que salir de esa casa.

—No tiene a dónde ir. Está trabajando a tiempo parcial y apenas le da para pagarse la academia, su hermano, que es el mayor, gestiona todo lo que les ha quedado de sus padres.

—Entiendo... Mai, tengo que preguntártelo, ¿a dónde va lo vuestro?

—¿Lo nuestro? Ni siquiera hay un "lo nuestro". Solo... Solo disfrutamos el uno del otro, nos conocemos... Me gusta el lado de mí que sale cuando estoy con él. Es como si... Creo que me siento vulnerable, pero fuerte y segura a la vez, ¿sabes? Nunca me había sentido así en una relac... —Se interrumpió bruscamente, recogiendo velas al darse cuenta de su error—. Es decir... No me refiero a... No tenemos una relación... O sea... Podríamos tener una rela...

—Mai, déjalo, no te atormentes, ya sabemos que tus hijos será morenos e irán a clases de ballet —apunté perversamente—.

—¡Dinah! —se escandalizó—.

Nos reímos las dos, ella tratando aún de convencerme de que no había nada parecido a una relación y yo tratando de convencerla de que me estaba convenciendo. Ni que decir tiene que fallamos ambas miserablemente. En cualquier caso, me alegré por el rumbo que iba tomando su vida. Disfrutaba viéndola feliz, aunque sentía una punzada de envidia. ¿Por qué yo no me sentía como ella?

Me había dado cuenta de que en mi día a día ocultaba inconscientemente que salía con Chanyeol, y no era por proteger nuestra privacidad. Creo que me avergonzaba que Jongdae pudiera saber que estaba con él. Comencé a preguntarme si mi subconsciente seguía aún resistiéndose a asumir que no tenía posibilidades con el doctor Kim.

Discutíamos por tonterías, Chan y yo. Cuando no era por su futuro era por el mío y cuando no era algo que hubiésemos hecho alguno de los dos era por algo que habíamos dejado de hacer. Éramos una suerte de Tom y Jerry que solucionaba las peleas con escenas que Disney no emitiría.

En medio de nuestro tira y afloja particular, cada vez quedaban menos días para la boda de Jongdae y yo aún no le había dicho siquiera si iría, menos aún si, en caso de hacerlo, iría o no acompañada. Llevaba tiempo dándole vueltas y más vueltas y aún no había conseguido tomar ninguna decisión. Me atormentaba la idea de verlo casarse y aún más la idea de no verlo. Quedaba menos de una semana cuando decidí sondear a Chanyeol al respecto.

Estábamos en su casa, cada uno en una esquina del sofá, yo mirándolo jugar a la consola y él fingiendo que estaba demasiado concentrado en la consola como para verme. Habíamos tenido una discusión ridícula sobre sus conocimientos de edición de vídeo: mientras él insistía en que podía hacer lo mismo que todo mi equipo de edición del programa con los ojos cerrados, yo me tomaba su desafío a lo personal y le sugería con bastante mala uva que se concentrase en destacar en su propio campo en vez de querer abarcar el mío.

Ahora jugaba a algo en la pantalla, con el ceño fruncido y sin mirarme. Había perdido su cuarta partida seguida, un signo irrefutable de que su cabeza estaba a años luz del videojuego.

—¿Sabes el médico con el que trabajamos? ¿Jongdae? ¿El que es super amable siempre? Se casa el sábado.

Gruñó levemente mientras situaba a su personaje en un refugio y apuntaba el sniper hacia el fuerte enemigo.

—¿Quieres ir? —aventuré.

El ruido de un disparo y unas letras en la pantalla le avisaron de que acababa de perder una quinta partida. Tiró el mando sobre la mesa, con tanta energía que cayó por el otro extremo.

—¡¿En serio...?! Una pistola y me mata desde el árbol... —Hizo una pausa, mientras echaba hacia atrás la cabeza con aire de desesperación—. ¿Con lo de "super amable" intentas decirme algo? —lanzó de repente, girándose hacia mí. 

—Era una apreciación objetiva, si te das por aludido es cosa tuya.

—¿Tú te has dado cuenta de cuántas veces en el día mencionas a tu médico "super amable"? Pregunto, vamos...

—A lo mejor podías ser un poco más como él, madurar, y no dedicarte a contar las veces que hablo de la gente —sugerí, molesta.

—¡Gracias, a eso me refería! ¿Piensas parar algún día de compararme con tu don perfecto? Será muy perfecto, pero el que está aquí contigo soy yo, ¡yo! Una pena que tengas que conformarte conmigo, pero al menos podías no hacerlo tan obvio.

—Has empezado tú con el numerito de los celos, como siempre. Yo no estoy comparando nada... Y todo esto por preguntarte si quieres ir a esa boda... Está claro que no puedo contar contigo para decidir nada.

—Si quisieras contar conmigo no me avisarías a estas alturas. Faltan ¿cuánto?, ¿tres días?, ¿cuatro? Ya lo has hecho otras veces, siempre que no quieres ir conmigo a algún sitio haces lo mismo, finges que te importa cuando lo que quieres es que te de una excusa para ir sola.

—Mira, si vas a crear problemas para todo ni siquiera hace falta excusa, no vamos ninguno y punto.

La discusión quedó allí, sin solucionar. Me fui antes de lo que tenía pensado y no volvimos a hablar hasta el día siguiente. Me llamó él, por teléfono; quería verme. Quedamos en que vendría a mi casa, pero debía estar ya en la zona, porque apenas tardó cinco minutos en llamar al timbre.

Le abrí e hice el amago de darle un beso, pero él fue hacia el salón sin detenerse. Le seguí.

—¿Querías hablar?

—Dinah; ayer, cuando te fuiste, fui detrás de ti. ¿Lo sabías?

No tenía ni idea.

—¿Detrás de mí? ¿Para qué?

—¿Para qué? Te subiste al coche sin siquiera mirar atrás, sin pararte un segundo. Yo no podía dejar de pensar en que si te pasaba algo esa tarde no te habría dado siquiera un abrazo antes de... Si... —Carraspeó para aclararse la voz—. Si te hubiera pasado algo, lo último que nos habríamos dicho hubieran sido acusaciones estúpidas... Yo no podía dejar de pensar en eso. Y tú... ni siquiera te paraste un segundo.

—¿Has venido para seguir con los reproches? Si hubiera sabido que saldrías a por mí no me hubiera ido.

—No es eso. He venido a... a preguntarte algo. 

Lo miré interrogativamente, pero empezaba a asustarme.

—Dinah, tú... ¿has estado alguna vez enamorada de mí?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro